Partida Rol por web

El laberinto del bufón

IV - Mucho más que un secreto

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19/01/2017, 21:19
Balakar

Que Zafira pusiese al paso a su montura antes de que pudiese alcanzarla fue un gesto que agradecí con un gesto taciturno antes de apretar un poco para que llegasen a un trote suave. Bordeamos la muralla de la ciudad, mientras mi compañera explicaba cuales eran sus planes para nuestra misión. Me rasco la cabeza mientras enfilamos la curva que nos conduciría a la puerta por la entrariamos a Venatus.

- Me caes bien, Zafira. Pero no voy a dejarte para irme a beber. Esa maldita...- Mastiqué las palabras hasta dar con una apropiada.- Niña... Me quedaré contigo mientras vagabundeamos por la ciudad.

"¿Una bebida de frutas? Por amor de Moradin... Prefiero la cerveza, pero que le vamos a hacer..."

Cuando por fin llegamos al lugar por donde atravesaremos la muralla me quedó claro que ibamos a tener problemas. Una larga fila de personas esperando para entrar y un grupo de guardias humanos de mal humor.

- Sencillamente perfecto.

Me dejé caer del caballo y le palmeé su testuz cariñosamente, mientras escuchaba al que parecia estar al mando tratando de poner orden. La "petición" de desarmarnos hizo que pusiese los ojos en blanco y metiese los pulgares en el cinturón. Enarqué la ceja mientras examinaba el puesto de guardia calibrando la posibilidad de responder dando un paso a un lado.

"Aunque es probable que no lo captasen... ¿Como iban a comprender que un enano es un arma por definición?"

Con reverencia y cuidado dejé el hacha a un lado, dedicandole una mirada torva al sargento antes de volver a la fila, cruzandome de brazos.

"Esto es una tarea rápida. Entrar, informar a los mandamases, hacer unas compras y ponernos en marcha... Divertirnos no esta previsto."

Por desgracia, parecía que mi compañera era lenguaraz y queria saciar su curiosidad antes de empezar.

"Al final voy a echar de menos esa maldita bebida."

- Tiradas (1)
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20/01/2017, 09:41
Aldar

Sonreí de medio lado al ver el modo en que el muchacho llamaba a Freya "señorita", tras mostrar una actitud despreocupada que no dejaba intuir que fuéramos a tener problemas para acceder al pueblo. Era algo, por desgracia, habitual: guardias que ponían trabas, a los que no les gustaban determinados visitantes o que pretendían cobrar impuestos inexistentes que llenasen sus propios bolsillos. No era el caso, el chico se comportaba demasiado atentamente, hasta el punto de que me hizo sentir lástima por su destino si mis mayores temores se hacían realidad.

Lo cierto es que vamos allí por recomendación, ya que se trata del amigo de un amigo... -Confesé, mirando alrededor para asegurarme de que sus compañeros más veteranos no estaban lo bastante cerca para escuchar- ¿Me permites un consejo... soldado? -Le dije, dudando acerca de llamarle simplemente "chico" por si se lo pudiera tomar a mal. Me incliné sobre la cruz del lomo del caballo para hablarle más de cerca y en voz baja, sonriendo con complicidad- Deberías tener más cuidado con las opiniones que viertes delante de desconocidos. Si en vez de ser amigo de un amigo, fuera amigo nuestro, te habrías metido en una situación algo... incómoda, ¿no crees? -Le dije guiñándole un ojo. Esperaba que el gesto y la complicidad valieran para ganarnos un poco más su confianza y tirarle de la lengua, también- Pero bueno, no es el caso, no conocemos de nada a ese Bloermund, al menos personalmente, pero esperamos que nos haga un buen precio. -Afirmé alzándome de nuevo en la silla- Pero ¿qué es eso de que ha perdido la cabeza? No será peligroso, ¿no?

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20/01/2017, 11:19
Avlin Tuercegris

Asdra le caía bien. No parecía tener la cabeza demasiado llena de problemas y rencores como el resto de sus compañeros. Bajo su punto de vista, la vida era mucho más fácil de como Aldar, Jake o Balakar trataban de verla.

Como siempre que entraba en una nueva ciudad, Avlin se maravilló de las distintas gentes, el ajetreo y la cantidad de estímulos visuales que acechaban en cada esquina.

- Me encantan las ciudades- confesó a Asdra- siempre hay montones de cosas que hacer y gente interesante que conocer.

El gnomo parloteaba con una gracilidad pasmosa para interrumpir su charla y saludar a los parroquianos y luego continuar, tal vez incluso enlazando con cualquier otro tipo 

- ¿Sabes? Siempre que entro por primera vez en una ciudad recuerdo la primera vez que mi tío Farrigan Tuercegris me llevó con él a Vardujla. Hola, señora, ¿qué tal? Puede que no la conozcas, es una ciudad pequeña, pero cuando la vi por primera vez, a mí me pareció inmensa. Saludos caballero, cuidado con los cestos. Quizá, pensándolo bien no sea tan pequeña, ¿sabes? No es que fuera un pueblo precisamente...

Así, entre saludos y chácharas, discurrieron entre las calles empedradas mientras el sol empezaba a elevarse hacia el cenit calentando los huesos y las calzadas. El templo esperaba tras las primeras casas, tal y como el guardia había indicado. Avlin cambió el semblante. Los templos siempre le habían provocado una inmensa sensación de respeto y reverencia. La facilidad con la que el gnomo cambiaba de actitud y semblante era algo a todas luces desconcertante para sus compañeros.

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20/01/2017, 18:20
Asdra

- Aaaaah  Vardujla.-  Asdra tenía un truquito, uno de prostituta pero útil al fin y al cabo con tipos como Avlin, que le había enseñado su madre durante su infancia en la Teta de la Loba. Muchos clientes de su madre, o de cualquiera de las otras chicas del prostíbulo, parloteaban incesantemente. Esto solía resultar tremendamente aburrido pero lucrativo también, pues significaba que el tiempo iba corriendo y, mientras, la chica ganaba dinero sin forzar el cuerpo de ninguna manera, incluso a lo mejor tomando algo de revitalizador vino a costa del cliente. Sin embargo había que lograr parecer interesada, jamás dejar que un bostezo ganara la batalla, y para ello su madre le había dicho que repitiera la última palabra emitida por el susodicho asintiendo con la cabeza.- Un pueblo...- Asentía Adra mientras su mirada se perdía en el horizonte, prendada por la torre de la ermita. Al menos no tendrían pérdida siguiendo su figura recortada entre los tejados de las casas bajas de Venatus.

Miró a Jake que permanecía callado como siempre. Aquel hombre a veces le era un misterio. No entendía por qué se había empeñado en acompañarlos pero aún así no le disgustaba su compañía, en contraste con el parlanchín gnomo hacían un trío peculiar.

- Un vistazo rápido en el templo para ver qué es lo que tienen y a toda prisa a Suministros del Pateacaminos.- Asdra estaba inquieta por ver qué podrían sacar del comerciante. Le parecía vital para el éxito de su misión principal.

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20/01/2017, 19:45
Freya

El muchacho respondió de forma algo atropellada a Aldar, dando cuenta de su inexperiencia, para acto seguido dar un pequeño rodeo a modo de inspección. Me sorprendió el hecho de que me llamara señorita, aunque puede que me chocara más el que decidiera en el último momento que fuera esto y no una señora. Me fijé en cómo Aldar sonreía ante la salida del chico, apuntando otro golpe en aquella lista que llevaba mentalmente; lo cual suponía que ya hubiera perdido la cuenta, así que a riesgo de quedarme corta el explorador tendría que llevarse una buena tunda.

- ¿Señorita? ¿Cómo has llegado a esa conclusión? – pregunté sin pensar, curiosa, mirando a Aldar entrecerrando mis ojos; advirtiéndole así de que no hiciera ningún comentario de los suyos.

Continuando con su amable actitud, el joven soldado nos indicó dónde se encontraba la tienda de suministros; aconsejándonos que acudiéramos a otra tras dudarlo unos instantes.

De forma cauta, y también amable, Aldar le explicó nuestros motivos para acudir allí; aconsejándole después que no hiciera aquel tipo de apreciaciones sin saber con quién estaba hablando. Tras ello quitó importancia al hecho y preguntó por aquella habladuría sobre Bloermund, sobre la cual yo también me preguntaba.

- No creo que sea peligroso, sino las autoridades ya habrían tomado medidas, ¿No? – pensé en voz alta. – Esperemos que eso de que ha perdido la cabeza sea por sus bajos precios. – bromeé con una sonora carcajada.

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23/01/2017, 16:06
Guardia Bisoño de Venatus

Ambos compañeros fueron testigos del rápido cambio de color en las mejillas del muchacho cuando Aldar le hizo caer en la cuenta de su error. Avergonzado, bajando los ojos y jugueteando torpemente con la hebilla de su cinturón, el soldado hizo un gran esfuerzo por guardar la compostura y no acabar pidiendo perdón. Sí, aquel chico podría vestir como un soldado, podría presumir de serlo, pero a ojos de Aldar y Freya era evidente que no dejaba de ser un niño al que aquello, como su armadura, le quedaba grande.

Sí...sí...tiene razón. ¿En qué estaría pensando? - Comentó en voz baja, temeroso de que su voz llegase hasta los que observaban desde la empalizada.

Hmmm...dis...disculpe. Señorita...digo...señora...señorita. - Resopló, se rascó la nuca y se aflojó el cuello de la camisa, que misteriosamente, al menos para él, se había vuelto demasiado ajustada. - No sabía si son pareja… - Vraill, que era como se llamaba, no sabía dónde meterse, y así quedó demostrado cuando por debajo de su flequillo comenzaron a asomar numerosas perlas de sudor.

Al final, para salir del paso, el joven prefirió optar por contestar a preguntas mucho más fáciles albergando la esperanza de correr un tupido velo sobre aquella cuestión. - No...no es peligroso en absoluto como dice su...compañera. Es...es un hombre encantador. Sí… El problema… - contuvo con dificultad una risa nerviosa, - el problema es que está convencido de que hay espíritus robándole en su tienda. Su hija ya nos ha dicho que no le hagamos caso… pero cada vez que bebe y se emborracha, sale a recorrer las calles gritando barbaridades...y bueno… si eso no es estar un poco...transtornado. - Dejó la frase en el aire.

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23/01/2017, 16:11
Aldar

La sonrisa dominó mi rostro contemplando la reacción del muchacho. Sin embargo, me esforcé en que fuera contenida y llena de complicidad con él, para que no pudiera pensar que me burlaba de él. Muy al contrario, me inspiraba cierta lástima y preocupación. Con lo que sabíamos, temía que fuera probable que ese muchacho debiera enfrentar pronto una dura prueba para la que, a buen seguro, no estaba ni de lejos preparado. Volví a mirar el portón, comprobando la resistencia que podría ofrecer ante un ataque de la magnitud de la raza que temíamos estuviera congregándose con malas intenciones. Tan sólo esperaba que fueran temores poco fundados. No quería imaginar una horda de ogros capaz de plantearse asaltar una ciudad.

También sonreí mirando a Freya, mientras el chico trataba de decidir cómo llamarla. Por la mirada de la bárbara, calculé que debería pagar un buen precio por la diversión de la que estaba disfrutando, lo cual me hizo sonreír aún más. El muchacho decidió finalmente confesar que su confusión provenía de no saber si éramos pareja o no, ante lo que rompí a reír.

Jajaja, lo somos, soldado, no te preocupes. -Traté de restarle importancia al asunto, ya que el chaval parecía agobiado- Vamos, señorita, dile de una vez cómo prefieres que te llame. -Le pedí con complicidad, bromeando. Sin embargo, evité pronunciar su nombre. De algún modo, seguía prefiriendo guardar cierta discreción.

El guardia terminó por soltar su lengua, agradecido por cambiar al fin de tema. Eso posibilitó, en realidad, que nos facilitase algo de información acerca de Bloermund y el motivo por el que le tomaban por loco. Mi semblante se volvió serio, pensativo, mientras nos relataba cómo el comerciante iba contando que unos espíritus le robaban, sin especificar si se trataba de mercancía o dinero. Bueno, en realidad podía tratarse de una demencia propia de alguien que bebía demasiado. No sería la primera vez que lo veía, en verdad. Sin embargo, ¿y si había algo de verdad? No necesariamente espíritus, obviamente, pero a veces la mente del hombre busca explicación a lo que no logra explicar, y muchas supercherías han nacido de tal circunstancia. Si alguien le estaba robando sin que él lograse hacer nada por descubrirle... ¿Sería ese el favor del que hablaba Corum, descubrir la verdad tras ese misterio?

Pues en efecto, suena a estar trastornado. -Quise coincidir con el joven guardia, sin mucho convencimiento- Esperemos que esté sereno cuando lleguemos, y no nos maree mucho con tales ideas. Quedamos agradecidos por la advertencia, soldado. Si no se nos requiere nada más, acudiremos a realizar esas compras. Que disfrutes de una buena guardia.

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23/01/2017, 21:04
Monje de Fharlanghn

La Gran Ermita de Fharlanghn no distaba mucho de la entrada por la que acababan de acceder a la ciudad, como bien había indicado el soldado. Su torre del homenaje, alta y estrecha como un junco, era sin duda la parte más llamativa de la sobria edificación de piedra grisácea. Con sus más de sesenta pies de altura terminados en un tejado de madera de forma cónica y visible desde millas a la redonda, había resistido incólume durante años a la gravedad y a los terribles vientos que azotaban la región al principio y al final de cada verano desde el día en que Venatus recibió su reconocimiento como villa. El resto de la construcción a la que estaba adosada era igualmente imponente si se comparaba con las diminutas y frágiles casas que rodeaban al complejo religioso. El atrio, único acceso a la ermita, estaba flanqueado por gruesas y numerosas columnas tan próximas entre sí que desde la distancia daban la sensación de formar una amplia y sólida fachada en la que destacaba el símbolo del Dios, representado por una luna hundiéndose en el horizonte.

El solar al que los tres compañeros fueron a dar era uno de los puntos más atestados de la villa, frecuentado en su mayoría por vecinos de la localidad que se juntaban allí para hablar, compartir noticias y rellenar garrafas de agua, pues allí se encontraba la en la única fuente pública de Venatus. Corriendo por entre los soportales de los negocios que formaban el límite de la plaza, dedicados en su mayoría a la cerámica y a la venta de exvotos, hordas de niños jugaban a los ejércitos y a las carreras, importándoles bien poco quién se ponía en medio o qué transportaba en las manos.

Testigos de todo aquel bullicio y aparente desorden se encontraban los Habitantes del Horizonte, que era como se definían a sí mismos los monjes que servían a la deidad anfitriona de Venatus. Observaban a todos los que por allí pasaban con un gesto inmutable en sus rostros, repartiendo bendiciones tanto al que se las pedía como al que no y pidiendo amablemente donaciones para su fe. Tan pronto uno de ellos avistó a los tres forasteros, éste hizo una reverencia y se acercó con paso tranquilo, adelantando el cuenco que sostenía entre las manos en el cual tintineaban algunas monedas que, por el sonido, debían ser de cobre.

Que vuestro paso os guíe en busca del conocimiento nobles viajeros. - Dijo deteniéndose a escasos metros de los caballos. - El Habitante del Horizonte aceptará gustoso cualquier donativo que le ofrezcáis. 

Notas de juego

El templo está marcado como N3 y la plaza es ese pequeño recodo al norte de éste.

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24/01/2017, 00:01
Albañil

Pues verá señorita, - comenzó diciendo el albañil, que durante la conversación con Zafira se había presentado como Ablus, - nos dirigimos a la residencia de Lord Plaurmincop. Bueno, nos dirigiremos...si ese hombre se convence por fin de que es verdad lo que decimos. - Comentó un tanto irascible. Y es que la fila, desde que ambos compañeros llegaran, había avanzado de forma muy lenta debido a que el sargento al frente se había obcecado en registrar uno a uno a cada albañil, incluidos los niños, y todos los pertrechos que traían.

Sólo al final, cuando el calor del sol ya comenzaba a ser realmente molesto, el asunto pareció mejorar. Había llegado un hombre mayor elegantemente vestido a lomos de un caballo acompañado por un joven guardia a pie, probablemente enviado este último a comprobar la veracidad de las palabras de los trabajadores a la mismísima finca de regidor de la villa. Al parecer, el pobre muchacho había ido y vuelto hasta la residencia de Plaurmincop a la carrera. Si bien era cierto que aquellos soldados recibían instrucción militar completamente equipados, el mantener el rimo de un caballo durante tantos metros como había desde la residencia del regidor de la villa hasta el puesto de control en la entrada este era algo que no estaba al alcance de muchos. Así, tan pronto jinete y montura se detuvieron, el muchacho que les seguía cayó desplomado a pocos metros de ellos. Ni el sargento ni el que parecía ser un hombre de confianza de Lord Plaurmincop, se inmutaron lo más mínimo por el destino del soldado.

Mientras que se desarrollaban las conversaciones pertinentes entre el sargento y el que resultó ser el mayordomo de Lord Plaurmincop, sobre las cuales Zafira y Balakar sólo conjeturar basándose en la mueca de enfado creciente que se dibujaba en el rostro del soldado, Ablus pareció relajarse. A ver si así se le mete en la cabeza a ese mendrugo de que nosotros venimos a trabajar… - El albañil agarró su polvorienta mochila con su mano derecha y se echó al hombro un pesado cinturón lleno de herramientas que había dejado depositado a sus pies durante la espera. - ¿Os podéis creer que pensaba ese energúmeno que veníamos a robar al mismo Lord Plaurmincop? ¿En qué cabeza cabe el pensar que vamos a querer robar a la misma persona que nos ha contratado? Menudo cafre, pensar que nos hemos pegado la paliza de caminar desde Fliermar hasta aquí sólo para robar... - Dijo suspirando y negando con la cabeza. -Os deseo lo mejor a ambos, porque lo vais a necesitar. Mirad qué rabia tiene. Como siga así explotará… - Ablus señaló sin pudor ninguno a la figura del sargento que en ese momento ya asentía de forma más calmada lo que parecía ser una intensa regañina.

Notas de juego

Aunque la figura de poder en Venatus es Lord Plaurmincop, los asuntos de seguridad quedan a cargo de los hombres del Barón, que están acuartelados en unos grandes barracones (N5) no muy lejos de donde os encontráis.

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24/01/2017, 01:57
Freya

No podía negar que me resultó divertido el modo en que el joven muchacho se sonrojaba y jugaba nervioso con la hebilla ante el consejo que le había dado Aldar; pero me preocupaba que la entrada a Venatus estuviera custodiada por gente así. Además, si aquellos soldados tan jóvenes habían sido los elegidos para vigilar en primera línea, las autoridades en el interior no debían ser mucho más competentes; a menos que aquello obedeciera a algún tipo de estrategia o costumbre que se me escapaba.

Ante la cuestión de cómo referirse a mí, el chico comenzó a disculparse visiblemente nervioso, explicando que sus dudas venían a no saber con certeza si éramos pareja. El explorador estalló en una carcajada, confirmando al chico que así era antes de volver a bromear con mi denominación.

- Ah, ¿Lo somos? – pregunté a Aldar con picardía acerca de aquella afirmación de que éramos pareja, mirando después al muchacho. – No te preocupes, chico, sólo era sana curiosidad. Por mí como si quieres llamarme bárbara a secas. – me encogí de hombros.

El joven soldado nos explicó entonces lo que sucedía con Bloermund, una peculiar historia en la que había espíritus por medio. Enarqué una ceja ante tamaña incógnita, y es que si bien no estaba plenamente convencida de que se tratara de espíritus, no descartaba que realmente pasara algo en aquel lugar. Escuché como Aldar se mostraba de acuerdo con la perspectiva del soldado, disponiéndose después a agradecer a este sus servicios.

Algo ocultas bajo esa greñosa melena, a mi no me engañas.

- Me uno a los buenos deseos de mi compañero y gracias por todo. – repetí, dedicando una amable sonrisa al chico.

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24/01/2017, 11:00
Avlin Tuercegris

Avlin parloteaba alegremente al paso tranquilo del caballo que le llevaba con Asdra mientras la ciudad iba despertando y llenándose con el colorido movimiento de los ciudadanos en sus quehaceres diarios.

La plaza los recibió con la alegría de los niños jugando entre las columnas y las puestos, los comerciantes ofreciendo sus productos y los monjes animando a los viajeros a aligerar su bolsa.

A Avlin siempre le había causado cierta fascinación el mundo religioso, no tanto por fervor sino más bien por el tremendo poder de los dioses y la capacidad que tenían los clérigos de movilizar hordas de fanáticos y amedrentar incluso a los gobernantes más experimentados.

Así que el gnomo fue el primero en descender del caballo con sorprendente agilidad. Sorprendente porque tanto Jake como Asdra habían visto en el pasado como sufría ciertos percances con las monturas debido a su torpeza.

- Saludos, hermano, soy Avlin Tuercegris- saludó estirando la pequeña mano- un templo imponente el vuestro- sonrió- realmente imponente. Fharlanghn debe sentirse profundamente agradecido por vuestro trabajo.

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24/01/2017, 11:18
Jake O'Sullivan "Sully"

Llegamos trotando al centro de la villa. Esquivando como podíamos a gente que iba y venía, a niños que corrían y se acercaban peligrosamente a las patas de los caballos, llegamos a la entrada del templo.

El parloteo de Avlin no se detuvo en ningún momento, incluso le escuchaba por encima del bullicio de la gente. Cuando el monje del templo nos habló y nos dio la bienvenida, ni siquiera respiró y se bajó del caballo raudo para saludar al monje.

La religión no era algo que fuera conmigo. Los Dioses no guiaban mi camino ni influían en mis decisiones, pero eso no hacía que no fuera respetuoso con sus representantes. Siempre era bueno tener un rincón de "por si acaso". Bajé del caballo y me situé cerca de Avlin esperando que acabara de hablar y pudiéramos cumplir nuestro cometido.

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24/01/2017, 19:47
Balakar

"Asi que es eso lo que pasa... Y nosotros venimos a darles muchas más buenas noticias... Vamos a ser muy populares en muy poco tiempo, ya lo veras."

A pesar de habernos puesto en marcha a la primera luz del alba, aquella demostración de excesivo celo profesional por parte de la guardia de la ciudad estaba retrasandonos tanto que ya parecia mediodía. El ambiente general se podía palpar y el resentimiento de las personas que aguardaban disciplinadamente en la cola estaba a punto de convertirse en ira generalizada.

"Fantastico... Me vendrá bien el ejercicio antes de comer..."

La llegada a la carrera de un centinela acompañando a lo que parecia un noble a caballo con su breve sequito sirvió para distraer a la multitud y contribuyó a relajar la tensión. Con un gruñido hice crujir mi cuello y me giré para observar a los recien llegados.

- ¿Lord Plaurmincop? ¿Es ese?- Pregunté, haciendome eco de las palabras del artesano. Ablus, que así se llamaba, recogió su saco de herramientas y su mochila, dispuesto a ponerse en marcha. La llegada de aquel desconocido parecía haber contribuido a agilizar los tramites, a juzgar por el rapapolvo que estaba recibiendo el sargento de la Guardia.

Nadie parecía prestarle atención al muchacho que se habia desplomado junto a sus superiores.

- <Barbas de Moradin>- Rezongué por lo bajo. Me volví hacía mi acompañante.- Ven conmigo ¿Llevas algo en tu mochila que pueda ayudar ese tonto del culo?- Pregunté a Zafira, cogiendola con firmeza del brazo mientras prácticamente la arrastraba tras de mí en pos del mensajero caido.

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25/01/2017, 14:06
Zafira 'Ithildin

 

En la conversación con los albañiles Zafira había preguntado qué tipo de estructura era la que estaba construyendo.  Le daba curiosidad y toda información de lo que hacían los poderosos de esta zona era relevante.  También les había dejado saber, de forma cuidadosa, que había visto huellas de ogros en el camino entre Saduj y Venatus, sólo para que tomaran sus precauciones al viajar o salir de esta ciudad.

Al ver al jóven aquel desmayarse y no ser atendido, la druida con tranquilidad sacó su odre de agua, asintiendo con la cabeza al llamado de Balakar y señalando con la barbilla a su mochila llena de remedios herbolarios como respuesta.  Amable pidió permiso a los guardias para atender al joven. Sólo le daré un poco de agua y revisaré que no esté enfermo -les dijo- invoco mi privilegio de druida para administrar curación. Era una tradición en la zona que todos habrían de respetar. 

 

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25/01/2017, 14:14
Venatus

El soldado rió tímidamente y asintió tras la petición de Freya, no obstante en ningún momento se atrevió a llamarla «bárbara». Aliviado por haber salido al paso de aquella vergonzosa experiencia, el muchacho agradeció las palabras de ambos amantes y repitió las indicaciones para alcanzar la tienda de Bloermund. Se hizo a un lado aún con las mejillas teñidas por aquel tono rojizo tan gracioso, se cuadró tal y como le habían enseñado en la instrucción, y, tras despedirse de ambos, hizo la señal a sus compañeros para indicarles que ambos viajeros iban a entrar en la villa. Aldar y Freya reanudaron entonces el paso de sus monturas para pasar bajo el portón protegido, lo que atrajo la mirada lasciva de algunos soldados a los que causaba verdadera curiosidad ver a una mujer de la talla y hechuras de la pelirroja.

Venatus, tal y como había tenido la oportunidad de ver Aldar el día anterior, era una villa medianamente tranquila una vez desaparecían las caravanas comerciales. Aquel espacio de tiempo desde el amanecer a la caída de la tarde, que era cuando el pueblo volvía a llenarse de nuevos comerciantes y sus rudos guardianes, era el momento en que los lugareños podían hacer sus vidas alejados de los gritos de los conductores, de las peleas de los mercenarios, del molesto ruido de las ruedas de los carros y de la amenaza constante de verse arrollados por éstas si uno no caminaba lo suficientemente atento. A medida que ambos enfilaban la calle abajo en dirección a la bien señalizada tienda pudieron contemplar como los lugareños, tras una breve mirada de curiosidad por los recién llegados, volvían satisfechos a sus quehaceres diarios sin más tardanza. Aquella familiaridad que los habitantes de Venatus habían desarrollado hacia los forasteros, por ser estos tan numerosos, parecía que podría jugar en favor de la compañía de aventureros, pues con tantos cientos de caras nuevas pasando por allí a diario, era pocos los que podrían recordarlos una vez pasasen un par de horas.

Suministros Pateacaminos se levantaba a un cuarto de milla de la entrada norte entre unas cuadras de alquiler y un taller textil de modestas dimensiones. La tienda no siempre había sido lo que era en la actualidad. Antiguamente, en los tiempos en que la antigua Calzada Real aún era utilizada con asiduidad, había sido una famosa taberna cuyo nombre, «El Último Trago del Pateacaminos» era aún recordado por los más ancianos del lugar. Una vez Argentea fue abandonada por la caída del tráfico comercial con Noradian la taberna la siguió en su triste destino. Estando ya ésta en horas bajas y prácticamente abandonada, Bloermund vio en allí la oportunidad que estaba buscando y decidió que, después de haber tentado demasiado a la suerte en la a menudo corta vida de los aventureros, sería una sabia y barata inversión comprar el decadente local. Así lo hizo y, tras reformarlo de forma somera para adecuarlo a su nuevo y prometedor negocio, comenzó a vender todo aquello que los mercenarios que acompañaban a las carretas de mercaderes podían acabar necesitando en sus peligrosos viajes. Sin embargo, por lo que Aldar y Freya veían a primera vista, el nuevo empresario no había dedicado a su propiedad todo el tiempo y dinero que ésta merecía, o al menos no había sido así en los últimos años dado el estado de su destartalada fachada: maderas combadas, postigos medio caídos y tejas partidas en su tejado eran pruebas inmediatas de la dejadez imperante en el negocio. ¡Si hasta el antiguo letrero había sido reaprovechado clavando una tabla con la palabra «Suministros» sobre el antiguo nombre!

A través de las polvorientas ventanas y más tarde a través de la puerta, que estaba abierta de par en par, ambos compañeros lograron intuir la figura de un hombre mayor sentado detrás de un mostrador con ambos codos apoyados sobre éste. La tienda, si es que después de aquella imagen podía llamarse así, estaba literalmente en penumbras y no había indicios de que hubiese clientes en su interior. Los únicos seres vivos aparte de su desconsolado dueño eran las moscas, nubes de moscas que buscaban el frescor de las sombras que crecían entre las despobladas estanterías del interior.

Notas de juego

N4 - Suministros Pateacaminos

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25/01/2017, 16:49
Monje de Fharlanghn

Saludos caminante Tuercegrís. - Respondió de inmediato el monje sin apartar de delante de su figura el tintineante cuenco de monedas.

Sí lo es. - Continuó. - Sin embargo - elevó la mirada a los cielos y levantó el cuenco sobre su cabeza, -  el hogar de nuestro Señor, el Eterno Caminante, no está subscrito a esos muros. Su hogar son las carreteras, los caminos y sendas que discurren a lo largo y ancho del mundo. Sólo en ellas El Señor del Horizonte - hizo una leve postración - es capaz de encontrar lo que busca y proveer al viajero de lo que necesita. Esta obra colosal a nuestras espaldas, oh viajero, es sólo un punto de partida, un hito en el camino del aprendizaje al que mis hermanos y yo mismo hemos arribado. - Prosiguió el monje con hablar reflexivo. ¡Esos muros! ¡Altos, recios, firmes y sólidos como el pavimento empedrado de esta hermosa villa son obra de la gratitud de aquellos que, como vosotros, sabios caminantes, contribuyen con sus limosnas a que nuestro caminar no cese nunca!

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25/01/2017, 17:26
Guardia de Venatus

¡Pe...pero oiga! - Aquello fue todo cuanto pudo decir el soldado dejado al cargo por el sargento antes de que Balakar y Zafira atravesasen las puertas de la villa con el grueso de albañiles. Nadie osó a decir nada más una vez estuvieron dentro, pues como el sargento aún seguía recibiendo una áspera reprimenda y el resto de la guarnición pronto vio que las intenciones de la druida no eran otras que dar agua a su compañero desfallecido, el que más y el que menos prefirió hacer la vista gorda.

El resto de albañiles no se detuvo, tampoco se dirigieron ni esperaron al mayordomo que había intercedido por ellos. El tiempo era oro, y eso lo sabía bien. Ya habían perdido demasiado en el viaje y en la cola como para seguir demorándose más. El recinto amurallado que se tenía intención de construir alrededor de la residencia del regidor, tal y como había confesado Ablus, les llevaría al menos un mes y no podían sufrir más retrasos. Puede que fuese por las prisas o por el enfado que tenía el albañil que éste no reparó demasiado en la mención de los ogros por parte de Zafira. Puede que como su destino en la región de Eltsembar terminaba allí mismo, la mención de los peligros que podían encontrarse si continuaban hacia Saduj no fuesen de su interés. Además, como mucha gente pensaría: ¿Qué problema hay?¿No tenemos soldados para protegernos?

Con un rápido adiós, Ablus y los suyos se perdieron entre las casas que quedaban por detrás del puesto de vigilancia dejando a Zafira y el enano junto al soldado desfallecido.

Gracias... gracias... - Con agua cayéndole por las comisuras de los labios, el joven sólo atinó a agradecer entre toses a la druida la ayuda prestada después de haber dejado casi vacío el odre de agua. Mientras recuperaba el color de la cara y se aflojaba un poco los correajes de la armadura, sus camaradas se apresuraron a ir hasta la barraca y traer dos pellejos rebosantes de algún líquido, probablemente vino rebajado.

Menuda carrera... - Susurró. Probablemente no quería que su superior lo escuchase quejarse.

Viendo que la salud de su compañero no revestía de gravedad, el resto comenzó a bromear a su costa en voz baja y a hacer chascarrillos sobre su poca resistencia. Uno de ellos, desmarcándose un poco ahora que se veía que la charla de su superior estaba próxima a terminar, se aproximó hasta Balakar. - Llegáis un poco tarde. - Comentó como quien no quiere la cosa. - Las mejores caravanas partieron antes del alba. Me parece que os tocará esperar hasta la tarde, a ver si hay alguien que venga de Saduj y necesite de una druida y de un enano.

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25/01/2017, 21:37
Asdra

La villa era toda una amalgama de olores. Es verdad que viajando se respiraba un aire más puro pero a Asdra aquellos aromas, aunque algunos desagradables, le traían melancólicos recuerdos. Los niños correteaban por todas partes y Asdra los vigilaba con un gesto dulce en la mirada. Nunca había que bajar la guardia si no querían llegar a la tienda de suministros con menos dinero del que tenían, que ya era poco. Para su sorpresa no fueron los rateros el problema sino el monje pedigüeño. Mientras Avlin hacía requiebros con su verborrea Asdra bajó con suavidad del caballo y lo guió con las riendas en la mano.

- Saludos Habitante del Horizonte. Haremos algo mucho mejor que dar limosna. Vamos a honrar al Señor del Horizonte iniciando un largo peregrinar.- Asdra no mentía sino que adornaba la verdad, como hacía el propio monje para pedirles dinero.- Mi padre nos abandonó a mi madre, a mi hermano- Dijo señalando al callado Jake.- y a mí hace ya mucho tiempo, dejándonos tan solo una misteriosa nota.  Pero el Destino ha querido que llegara a nuestro conocimiento el paradero de sus huesos y, como buena hija, inicio un viaje para recuperarlos. Partiremos en breve lejos de aquí, de la protección de estos muros que me vieran de niña, hacia un futuro incierto. Allá donde vamos nos esperan algunos peligros, además de los del camino, y le decía a mi hermano que en la Gran Ermita de Fharlanghn quizá pudiéramos adquirir sus protecciones en forma de pergaminos. Nos dirigíamos a hacernos con una pequeña herencia que se nos debe en Venatus por la muerte de nuestro padre...- Hizo sonar con un movimiento de su cadera la bolsita con monedas que llevaba al cinto a la vez que se mostraba tremendamente afligida. La mujer lanzó un par de miradas furtivas alrededor. No era el mejor lugar para hablar de negocios o mostrar mercancía.- ¿Sería posible ver de lo que disponen en un lugar más tranquilo?

- Tiradas (1)
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26/01/2017, 04:10
Freya

Con lo que ya parecía un perenne tono rosado en sus mejillas, el joven soldado agradeció nuestras palabras y con suma amabilidad volvió a indicarnos dónde se encontraba Suministros Pateacaminos. Antes de despedirse de nosotros, se hizo a un lado y se cuadró, indicando a sus compañeros que accederíamos a la villa. Al ponernos en marcha para cruzar el portón, dediqué una sonrisa llena de ternura al muchacho, quien para mí no era más que un niño.

- No parecen estar demasiado preparados aquí… - musité a Aldar, volviendo la vista atrás para darme cuenta que aquellos soldados nos miraban. – Al menos parecen querer tener la precaución de quedarse con nuestras caras…

Nos internamos en Venatus, que al menos a aquella hora se encontraba tranquila, y nos dirigimos calle abajo por donde el muchacho nos había indicado. Ciertamente el lugar no tenía pérdida, y la travesía transcurrió sin contratiempos, y es que los habitantes de la villa ni siquiera reparaban demasiado en nosotros; debían estar acostumbrados a la presencia de foráneos.

Al dar con la propiedad dudé incluso de si nos habríamos equivocado, pues aquel local bien podría ser el de una tienda que había echado el cierre. No sabía cómo estaría por dentro, pero su fachada no auguraba nada bueno, con aquella madera combada que nadie se había molestado en cambiar; al igual que las tejas que podían encontrarse partidas de mil maneras.

- Es aquí, ¿No? – pregunté a Aldar, dudando ante el aspecto del lugar y aquella tablilla clavada sobre otra palabra; pero fijándome enseguida en que tal y como nos había dicho el soldado el letrero tenía forma de mochila. – Abajo entonces. – señalé al explorador con una sonrisa.

Bajamos de nuestras monturas, asiendo las riendas en un madero cercano, al parecer destinado a ello, y cogiendo aquello que queríamos vender; pudiendo advertir entonces a través de la polvorienta ventana una silueta. Miré a Aldar con el ceño fruncido, extrañada ante la penumbra que se intuía en el interior, cosa que en seguida comprobamos al asomarnos a aquella puerta que se encontraba de par en par. Me encogí de hombros y entré por delante del explorador, dándome cuenta en seguida de que allí no había nadie más que aquel viejo tras el mostrador y un montón de moscas.

- ¿Es usted Bloermund? – pregunté directamente, acercándome al mostrador junto a Aldar. – Corum nos ha recomendado su tienda. – apunté antes que nada, queriendo evitar suspicacias. – Hay algunas cosas que queremos vender. – señalé, depositando sin demasiada delicadeza la bolsa del equipo sobre el mostrador.

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26/01/2017, 06:44
Zafira 'Ithildin

 

Zafira sonrió al ver al mensajero recuperarse.  Si ves que es día de calor y mandados, procura traer contigo siempre un odre de agua.  Usa algún sombrero de los de uniforme, y hazle arreglos a la armadura para que ventile.  Le salía su instinto maternal.  

Ya después del rato de cotorreo les dijo a los demás guardias: No, no venimos a buscar trabajo a las caravanas, sino a poner un aviso.  En mi camino de Saduj para acá descubrí una serie de huellas de ogros.  Mi experiencia me dice que no corresponden a uno o dos aislados cazadores, que es lo normal.  Es más bien una partida de saqueo, o más.  Quisiera avisar a su jefe de guardias.  Si fueran tan amables en indicarme dónde es...