Partida Rol por web

El lamento de los Primeros

Capítulo 5. - La Villa

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17/11/2020, 23:04
Tassabra

Tassabra suspiró.

—Somos Cazadores Imperiales. Vuestro... tu padre... ha cometido crímenes contra el Imperio y sus gentes y debe responder por ello ante la justicia. 

Miró a Ekarion. Si lo que había dicho la Sombra era cierto...

—Y te ha abandonado aquí. A todas. Fuera de vuestros cuadros, donde pereceréis —suspiró—. Deberíais volver a ellos, antes de que su magia os abandone. Pero antes de eso ¿sabes donde puede haber ido?

A todos los presentes les resultaba obvio la respuesta, pero Tassabra prefería confirmarlo.

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18/11/2020, 06:38
Ruru Sauceviejo

La sinceridad de Tassabra podía ser peligrosa. No sabía cómo reaccionarían aquellas Duallias de pega, pero si eran similares al resto de constructos de pintura con los que se habían topado, sin duda lo harían de forma hostil. Sólo quedaba esperar a ver cómo reaccionaban, pues Tassabra lo había dicho ya todo.

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18/11/2020, 13:33
Ekarion

A veces Ekarion se preguntaba si a Tassabra le gustaba provocar a sus oponentes, ciertamente decirle a un constructo lo que le había dicho acerca de su creador y su futuro no auguraba una cooperación pacífica por parde de la docena de Duallias presentes, y no veía cuadro alguno al cual devolverlas.

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27/11/2020, 22:49
Duallia

La muchacha recibió las palabras de Tassabra con extrañeza, sin saber muy bien a lo que se refería. La Cazadora Imperial no tenía tiempo para dramas, sin embargo era lo que parecía que iba a recibir cuando la joven negó con la cabeza, incapaz de creerla, con su cabello delicazo agitándose en rizos perfectos. Porque así era esa Duallia, y la que tenía al lado, y la otra, y la que estaba más atrás. Todas y cada una de esas mujeres eran recreaciones perfectas y a su vez, poseían defectos que las hacían diferentes y únicas.

-Mi pobre padre hace tiempo que perdió la cabeza.

Las demás chicas se miraron unas a otras, murmuraron y comenzaron a hablar entre ellas. La Duallia que conversaba con Tassabra alzó la mano para pedir que bajasen la voz y ellas obedecieron, aunque las miradas eran algo reacias hacia el grupo. Parecían funcionar todas a una vez por la forma en que callaban y miraban.

-Uh, madre -murmuró Alexandar, que aunque estaba acostumbrado al pragmatismo de su madre, consideraba que decir algo así podía suponer un trauma para cualquiera. Señaló al fondo-. ¿Quién hay ahí?

Duallia miró en la dirección que señalaba el chico y suspiró, disculpándose ante los recién llegados para aproximarse a un rincón iluminado con un fuego fatuo de color anaranjado. Una Duallia estaba recostada sobre unos cojines en el suelo, con un paño sobre los ojos, como si le molestase la luz o padeciera un fuerte dolor de cabeza.

-No os preocupéis por ella -comentó hacia las demás Duallias, ignorando al grupo, como si no estuviesen allí.

Las mujeres miraron en aquella dirección, suspiraron casi al unísono y bajaron la cabeza. Un par habían comenzado a sollozar, otra parecía más bien furiosa porque apretaba mucho los labios, las demás simplemente componían un gesto resignado. La Duallia principal retiró el trapo de los ojos de la Duallia tumbada, que no tenía ojos, como si no hubiesen sido pintados; más bien, habían sido borrados, porque el paño estaba manchado de pintura. Lo cambió por uno limpio y volvió a ponerlo sobre los ojos de la Duallia afectada, que respiraba de forma entrecortada. Una vez terminó la tarea, se puso en pie e invitó al grupo a alejarse de las Duallias para hablar en privado, lejos de los delicados oídos de las demás.

-No todas somos conscientes de lo que has comentado, Cazadora. Yo soy la más antigua de todas, la primera, y cuido de mis hermanas. No soy Duallia porque mis ojos son de un color distinto -dijo señalándose el rostro-. Muchas son las que han fallecido, otras muchas perdieron la cabeza, el resto sobrevivimos, pero como bien dices, poco nos queda. Mi padre sufre. Sufre mucho, lo sé. Dices que nos ha abandonado para que muramos y puede que tengas razón -reconoció. Había tristeza y resignación en su voz-. Supongo que no sabe cómo enfrentarse a lo que ha hecho. Cómo enfrentarse a nosotras, al error que cometió al crearnos. Todas y cada una de nosotras somos sus hijas, nos ha amado, se ha preocupado por nosotras, nos ha protegido, a su manera... Pero sufre. Porque perdió una hija y la ha ido perdiendo con cada nueva creación fallida. Sé que ya no lo soporta más. Que está enfadado y que nos ha dejado aquí, donde nadie nos pueda encontrar, donde nadie pueda escuchar siquiera el lamento de los Primeros. Ninguna de nosotras lo culpa. Si le encontráis, ¿podéis decirle eso?

Dicho aquello, se dirigió hacia una mesa con pergaminos, plumas, pinceles y pintura. Cogió una brocha de caligrafía y dibujó un símbolo, que entregó a Tassabra. Luego llamó a la Duallia que estaba pintando y la muchacha se levantó para dirigirse a una especie de almacén donde había guardados pergaminos, lienzos y cuadros, seguramente todo lo que habían pintado a lo largo de los años. Trajo un rollo de lienzo que desplegó ante el grupo, donde se mostraba un paisaje que Ruru reconoció como su bosque.

-Este es su sello -dijo Duallia señalando el símbolo que había entregado a la Cazadora-. Y aquí es dónde se dirige cuando necesita meditar. He estado varias veces allí, está protegido por su magia, pero ese sello os permitirá cruzar el velo que lo separa de este plano. Es posible, por lo que has dicho, que se haya encerrado allí. Por favor, ¿podéis acabar con su sufrimiento?

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28/11/2020, 00:04
Tassabra

Ah, la verdad.

Tassabra siempre intentaba decir la verdad, o al menos no mentir. Primero porque era lo suficiente fuerte como para decirla y soportar las consecuencias. Segundo porque creía que el mundo sería mejor si todo el mundo dijera la verdad, sin confundirla con la crueldad ni utilizarla como excusa para hacer daño a la gente. Las palabras que había pronunciado eran verdades como los puños que había empleado para reventar a matones en los callejones de Akraleuka, pero a diferencia de estos no los había utilizado para herir. Si quería herir a alguien, Tassabra no le hablaba, sino que le partía la cabeza con cualquier objeto metálico y/o pesado que tuviera a mano.

Y había veces que lo que necesitaba escuchar la persona que tenía delante era la verdad, sin ambages. Tassabra recogió el sello que le ofrecía Duallia y se lo pasó a Ekarion. Premio—parecía decir su expresión sardónica cuando miró al enano y al dragón. Su rostro volvió a suavizarse cuando se dirigió a Duallia.

—La pena sincera no es debilidad, sino sucumbir al sufrimiento por aquello que no puede ser cambiado.

Esas palabras no eran propias, sino que alguien se las había dicho hacía años, cuando había tenido que darle la puntilla a su marido para que no muriera entre terribles sufrimientos en el campo de batalla. Había meditado sobre esa frase durante las largas y frías noches en las que había echado de menos a William. Ella siempre se había considerado una mujer fuerte. Era lo que le caracterizaba y lo que le enorgullecía. Tassabra era fuerte todos los días de su vida, en cada momento, como una fortaleza inexpugnable que se alzara para proteger e inspirar a todos los que la rodeaban. Era fuerte para que los demás no tuvieran que serlo, si no estaban preparados.

Pero un sacerdote innominado, cuyo rostro estaba borroso en su memoria, le había dado permiso para ser débil una vez. Había sido un alivio.

—Se lo diré, Duallia —dijo, depositando el guantelete con torpeza en su hombro. Le hubiera gustado añadir algo más, confortarla. Asegurarle que su padre no iba a sufrir más, pero por más que lo pensaba no sabía cómo decirlo sin parecer que se estaba refiriendo a darle una muerte rápida e indolora. Tassabra carecía de la empatía y la sabiduría de aquel sacerdote anónimo, de modo que saltó a una nueva pregunta:—. ¿A qué te refieres con el lamento de los Primeros?

Echó una mirada de soslayo a Minvant. Sabía que Los Primeros eran los dioses que se veneraban antes del Imperio, pero no sabía qué relación guardaban con la situación actual de las Duallias.

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28/11/2020, 16:33
Ruru Sauceviejo

Además de lo que Tassabra  había preguntado, poco más podía añadir Ruru. Habían llegado al final de aquel asunto, al menos en lo que se refería a la finca de Lemaître y tenían una gran pista de donde podía estar. Como en las grandes historias, el círculo se cerraba en el principio de todo. Todo el camino que aquel  enano había recorrido desde su bosque hasta la ciudad, le devolvía al bosque, a aquella cabaña en la que no pudo localizar a su dueño. No obstante ahora, con el pergamino que portaba inscrito el símbolo de Lemaître, podrían finalmente localizarlo.

Una vez detuvieran a Lemaître, quedaría un asunto pendiente. ¿Qué podían hacer con las Duallias? Dejarlas allí simplemente una opción, pero no parecía lo más correcto.  Igual tendrían que poner el asunto en manos de la Torre de magos, aunque eso ya no era un problema suyo. Su misión acababa en el momento en que el asesino de los cuadros fuera puesto ante el magistrado que tuviera que juzgar sus actos.

Sabré encontrar esa cabaña. - Dijo el enano. - Samuel también conoce la ubicacion.

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01/12/2020, 12:24
Ekarion

Ekarion tomó la runa de manos de Tassabra y la estudió con detenimiento, nada había dicho mientras Duallia hablaba, y nada tenía para decir al respecto. Pero había observado y había entendido algo con respecto a la vida de estos constructos, quizá no sería tan malo que el conocimiento para traerlos a la vida se perdiera.

Con un suspiro sacó los restos del cuadro de la sombra de su morral y se los ofreció a Tassabra, Lemaitre había perdido la cordura intentando seguir un camino imposible, y ahora estaba seguro de que la pena de la pérdida había sido la rendija que había aprovechado el mal para anidar en su alma. ¿Cual sería su llave, que acontecimiento lo llevaría a comprometer su camino, a abandonar todo por recuperar algo perdido? ¿Cuanto tiempo le llevaría convencerse de que podía "repintar" Besansir con la ayuda de la sombra?

- Prefiero faltar a mi palabra antes que comprometer mi alma, quémalo, o simplemente asegúrate de que permanece roto por un par de días hasta que la sombra muera, si lo conservo me sentiré tentado de repararlo.

Miró entonces a la Duallia que había hablado con ellos - Dices que lo has visitado en su santuario ¿Como llegas hasta él desde aquí? 

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04/12/2020, 18:59
Duallia

Duallia sonrió con sinceridad a Tassabra. A pesar de sus palabras, a pesar de la verdad, a pesar de decirle claramente que ella y sus "hermanas" iban a morir.

-Los Primeros son dioses antiguos y prohibidos -comentó la muchacha-. En la capital hay un jardín cerca del Palacio Imperial en el que hay unas estatuas dedicadas a la Triada. Cuando sopla viento, el sonido que se escucha entre los monumentos es como un lamento. Mi padre me dijo que el jardín se conoce como el Lamento de los Primeros. Un lamento que todos oyen, pero nadie quiere realmente escuchar. Yo soy una althemir -desplegó suavemente sus alas blancas de garza-. Una hija de los primeros. Mi padre me mira, pero no me ve. A ninguna de nosotras. En eso nos hemos convertido, en un lamento que nadie quiere escuchar.

Volvió a plegar las alas y junto las manos. Se la veía triste y resignada ante el futuro inminente.

-He ido con mi padre algunas veces, pero nunca sola -le contestó a Ekarion-. Nos llevaba con un conjuro, teleportación, creo. Estaba aquí y en un parpadeo, estabamos en el bosque. Lo siento, no sé qué más puedo hacer para ayudaros.

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05/12/2020, 00:07
Tassabra

Tassaba no lo dudó y reventó el cuadro con su arma en cuanto Ekarion le dio la oportunidad. Depositó una mano en su hombro.

 —Has hecho lo correcto —le dijo, por si dudaba de lo contrario.

La antigua capitana de la guardia trazó un círculo con sus hombros cargados. Los dioses, ya fueran Primeros, Segundos o Terceros, sabían que le venía bien un buen masaje. Esperaba que su marido se lo diera cuando llegara a casa, después de partirle la cara a Lematire.

Vale, Ekarion. Estoy lista. Telepórtanos a la guarida de Lemaitre. Acabemos con esto.

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05/12/2020, 00:20
Ekarion

Ekarion rió, abiertamente, no era una risa burlona ni mucho menos, mas bien parecía la risa de quien puede relajarse tras haberla pasado mal, - Lo siento Capitana, lo siento, no tengo conjuros para teletransportarnos, y de todos modos no conozco el lugar, por lo que no serviría. - se encogió de hombros - Tocará llegar allí de la manera habitual, al menos tenemos la llave para entrar, lo malo es que tendremos que pasar por el pasillo de las estatuas nuevamente.

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05/12/2020, 00:38
Tassabra

De todos los magos de la torre, le tocaba el que no sabía teleportarse.

Pero Duallia...

Una de ellas.

Nos ha dado el sello para pasar por entre los guardianes de Lemaitre. Funcionará con las estatuas ¿no?

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05/12/2020, 16:29
Ruru Sauceviejo

Vayamos a la Torre entonces. - Intervino Ruru. - Alguien de allí podrá teleportarnos hasta el bosque. Desde allí luego puedo orientarme bien para llegar a la cabaña de Lemaître... 

Y una vez sugerido aquello, esperó a la respuesta de las Duallias. Lo que proponía Tassabra tenía sentido, aunque a decir verdad, no confiaba mucho en que el sentido común fuera la clave en aquel momento. Toda aquella historia de venganza, celos y traiciones era un total sinsentido para aquel enano. ¡Con lo tranquilo que vivía uno en el bosque con sus aniamles y sus árboles! Odiaba aquella ciudad y también a los que vivían en ella. Si podía no volvería jamás.