Partida Rol por web

- Buscamos al asesino de Duallia - dijo el dragón mientras retrocedía al comedor, buscando dejar un espacio entre él y Lemaitre, si realmente era Lemaitre, tenía entendido que era un mago pero ese hombre tenía claramente entrenamiento en el uso de armas. No parecía muy dispuesto a conversar, por lo que tomó un pedacito de grasa de cerdo de su bolsa de componentes y lo tiró a la espada del hombre mientras pronunciaba unas palabras en dracónico. Esperaba que perder el arma lo hiciera menos peligroso.

Al escuchar que ese tipo era Lemaître, lo cierto fue que Ruru lo puso en duda no tenía pinta de ser un mago, sino un espadachín o algo similar. No obstante, de tratarse de Lemaître, sin duda estaba lado perturbado, pues les acusó a ellos de haber matado a su hija. La muerte de la misma le debía haber trastornado. 

El tejón apuntó con su boca. De la misma salió y disparado un poderosos esputo en dirección a los ojos del tal Lemaître. Si lograba acercarle le cegaría y eso sin duda, ayudaría mucho a arrestar a aquel tipo sin tener que matarle.

El duelista conservó el arma en la mano y lanzó una sonrisa de suficiencia sobre Ekarion.

-Bien tirado -comentó, divertido.

El asustado tejón decidió que necesitaban más músculo para salir de aquella airosos. Por ello decidió convocar a un aliado natural. Un lobo terrible aparecería en unos instantes, una vez que el portal dimensional a través del cual lo llamaba, fuera abierto. 

Acto seguido, aquel tejón salió por patas, dejando a solas a Ekarion con Lemaître y en compañía de los dos valerosos guerreros que habían quedado chafados por la lámpara y que ahora parecían parte de la alfombra. 

El habilidoso duelista se movió hacia un lado, dispuestos a engañar a Ekarion. El dragón no lo vio venir, el estoque voló hacia un costado y cuando se quiso mover, el golpe llegó por otro ángulo. Sentía el metal en su cuerpo cuando, por casualidades del destino, el arma resbaló de la mano del enemigo y cayó al suelo.

-¡Diantres!

Ekarion sonrió con alivio al ver caer el estoque al piso, y por la acción del hombre le resulto evidente que la cosa no se resolvería pacíficamente. Concentró su poder en la garganta y con un ademán dejó escapar un grito que impactó de lleno en el duelista, y luego retrocedió hasta la mesa.

El duelista recibió el impacto de lleno, sin embargo consiguió sobreponerse, más o menos, del ataque sónico del mago. Se llevó las manos al pecho. 

-Eso ha dolido, miserable tramposo.

Cuando un enorme lobo apareció en la estancia, fue directamente hacia Lemaître. Lanzó un mordisco en su dirección tratando de arrancarle la cabeza. No obstante, su dentellada se cerró en el aire. 

Entonces, el tejón invocó, realizando una serie de movimiento arcanos con sus diminutas patitas, conjuro un intenso frío que lanzó en dirección al duelista. Si no podía morderle con su lobo, le mataría de frío.

El enemigo se estremeció cuando el frío convocado por Ruru le llegó hasta los huesos. Cambió el gesto por uno más serio y levantó la mano. El estoque volvió a su mano mientras un cristal brillaba en su empuñadura. Dio un paso hacia delante para abrir un pequeño corte en el pelaje del lobo.

Ekarion sintió como el pegote que le había impedido moverse se endurecía y se resquebrajaba con cada movimiento que hacía, liberándolo de una trampa. - Acabemos con esto - dijo al tiempo que señalaba al duelista, y pronunciando una palabras en dracónico dejó ir cuatro orbes de energía mágica hacia su enemigo.

El lobo mordió al duelista hincando sus poderosos colmillos en su piel y haciendo brotar la sangre de su pierna. Acto seguido y sin soltar tiró de Lemaître tratando de derribarlo.El tejón volvió a mover sus diminutas manos con gestos arcanos. En esta ocasión pidió de nuevo ayuda a la madre naturaleza. Un enorme oso negro lucharía por él, flanqueando a ese demente de Lemaître. 

A la vez, el frío creciente se iba adueñando del dueño de la mansión y congelaba su interior. El frío que sufrió, sumando a las muchas heridas recibidas, acabó con él. Lemaître se desplomó.

El tejón volvió a mover sus diminutas manos con gestos arcanos. En esta ocasión pidió de nuevo ayuda a la madre naturaleza. Un enorme oso negro lucharía por él, flanqueando a ese demente de Lemaître. Sin embargo, no acabó de convocar. Lemaître había muerto o lo estaría muy pronto. Ya no haría falta ningún oso.

El lobo se lanzó sobre el duelista cuando éste se acercó y lo derribó, hundiendo sus poderosos dientes en el cuello del hombre. La sangre saltó en todas direcciones y en cuestión de pocos segundos, Lemaître perdió la vida. La habitación quedó momentáneamente en silencio, mientras la sangre se extendía por el brillante suelo de mármol.

Ekarion meneó la cabeza, le hubiera gustado interrogar a ese hombre que se creía Lemaitre para entender por qué lo hacía, entender qué le había hecho el magistrado quizá los hubiera ayudado a vencerlo más fácilmente.

Se acercó al candelabro para ver como podían levantarlo - Ruru, ayúdame con ésto - ya fuera usando el mecanismo, si era posible, o la fuerza bruta, tenían que sacar a sus compañeros de allí

Ruru recuperó su forma enana. Un tejón difícilmente podría haber ayudado a Ekarion a levantar nada. 

- Si, hubiera sido interesante hablar con él antes de... - Se encogió de hombros. - Lo cierto es que no m cuadra que este tipo sea Lemaître. - Le comentó al dragón. - No solo porque siendo un mago nos haya atascado con un estoque, sino por como hablaba y como se comportaba. 

Ayudó a su compañero a levantar la lámpara para sacar de debajo de la misma a los dos hombres alfombra. No es que hubieran servido de mucho relamente. Cuando fueron libres, usó su cinturón con ellos para reestablecer en cierta medida su dañada salud. 

- ¿Mejor? - Les preguntó. 

Acto seguido se concentró en el cuerpo de Lemaître. Si llevaba consigo algo mágico, le sería requisado por el momento. Podían necesitar hasta el más mínimo recurso para enfrentarse al verdadero Lemaître. 

- Antes de seguir investigando la mansión, deberíamos reunirnos con Tassabra. - Le dijo a Ekarion. - Y buscar una explicación para que se quede tranquila...

Ruru encontró magia en parte de lo que el duelista llevaba encima, como su estoque, la armadura de cuero, que más de cerca pudo ver que estaba hecha de hojas del bosque, y algunas pociones que portaba en un cinturón. Más allá de eso, no había nada mágico. Y él tampoco era mágico, sino un hombre de carne y hueso.

Después, con un poco de esfuerzo, sacaron a sus compañeros de debajo de la lámpara y restauraron sus heridas. Una vez revisaron la habitación, decidieron que era momento de reunirse con Tassabra, de modo que fueron a buscarla.

Después de revisar cada una de las plantas que componían la mansión, el grupo se reunión en el vestíbulo de la entrada, con noticias sobre lo que había sucedido en cada una de las habitaciones, y para poner en común lo que habían encontrado.

Tassabra precedió a Minvant y a Alaxandar en su descenso al piso inferior de la casa de Lemaitre. Buscó a sus compañeros, hasta encontrarlos en una sala del fondo. Comprobó que la situación estaba controlada.

—¿Todo bien por aquí?

La antigua capitana de la guardia se acercó a Ruru y a Ekarion, echó un vistazo desinteresado al cadáver del hombre del estoque y devolvió su atención al dragón.

—¿Informe de la situación? —le preguntó a Ekarion, como si fuera su subordinado.

Ekarion se cuadró ante el tomo imperativo de la Capitana de forma automática, como en los viejos tiempos, sin embargo en lugar de iniciar su reporte de forma apresurada como antes la miró con una sonrisa y relajó la postura. - El muerto afirmaba ser Lemaitre y nos atacó sin aviso, acusándonos de matar a su hija. Lamentablemente no fue posible mantenerlo con vida ya que una de las criaturas invocadas le arancó la garganta. Hay objetos de valor en la casa, y los cuadros que encontramos no son mágicos, los constructos de pintura con los que nos enfrentamos son  burdos comparados con lo que nos enfrentamos hasta ahora. - observó los objetos recuperados - Y el tema del bosque parece recurrente, es raro encontrar una armadura de hojas en manos de un humano dentro de la ciudad.

- Por cierto, a menos que hayas revisado el sótano, encontramos una trampilla en un cuarto al norte de aquí.

- Con Ghiaro y Tomund atrapados bajo la lámpara, pensé que nos ensataría hasta la muerte. - Añadió Ruru. - No atendía a razones. No quedó más remedio que defendernos con todo. - Se llevó la mano a la barba y comenzó a hurgar. - Tuve en todo momento la sensación de que no era Lemaître pese a decir que así se llamaba. Ha sido... Raro.

Tassabra volvió a echar un vistazo al cadáver.

—Estoy segura de que ese no era el auténtico Lemaitre, sino una copia. Lemaitre es un Magistrado, si se enfrentara a sus oponentes con un arma y no con su magia hubiera muerto muy joven —zanjó la antigua capitana echándose la bisarma al hombro—. Nosotros nos enfrentamos a un bárbaro allí arriba, y era también idéntico a Lemaitre. Aunque este no se mostró demasiado hablador.

»Por cierto, hemos encontrado un mapa del bosque y sus alrededores, donde se encontraba marcada la casa de la que habló Ruru junto a un plano de la ciudad en el que estaban marcados los objetivos. Parece que vino aquí, planeó las entregas de los cuadros mortales y se retiró a su casa del bosque.

»Pero no me dejaría el sótano sin registrar, por si acaso. ¿Habéis investigado a fondo toda esta planta?