Partida Rol por web

- ¿Ahora negociamos con el enemigo? - Preguntó extrañado. - Lo pregunto en serio. - Comentó. - ¿De qué va todo ésto, Ekarion? Explícate.

Ruru no entendía abisal. Podía ser que ese fuera el principal problema para entender que clase de negociación estaba llevando a cabo el mago. Suponía que cuando les contase lo que había hablado con la sombra, entenderían en que había decantado aquella conversaciones, pero por lo pronto el enano estaba confuso.

—No, no negociamos con el enemigo —respondió Tassabra dedicando una peligrosa mirada a Ekarion—, así que no vas a prometerle nada. Tampoco nos podemos fiar de una criatura como esa. Diría cualquier cosa con tal de sobrevivir. Yo diría que lo matemos y sigamos buscando a Lemaitre. Si es que verdaderamente está aquí y no es una estratagema de ese monstruo para matarnos a todos.

Ekarion sonrió - Es una víctima de Lemaitre, y si pudiera matarnos habría seguido atacando, y por cierto, no ha sido él quien me ha pedido que lo salve, estaba dispuesto a dejarse morir hasta que descubrí cómo mantenerlo con vida. - enarcó una ceja - Sea, que no nos acompañe si no queréis, pero sus conocimientos serán bien apreciados en la torre y volveré a buscarlo cuando terminemos. - iba a girarse para decirle a la Sombra que esperase en el sótano a que él reparase el cuadro, pero primero volvió a encararse con Tassabra y Ruru

- Y por si lo habéis olvidado, yo era el enemigo y un Cazador Imperial negoció conmigo un trato que me ha dado la vida aunque me costó la libertad, quiero creer que mi posición ha demostrado que puedo ser útil al Imperio, quizá esta criatura pueda ayudar a la torre. 

Se giró entonces hacia la sombra - Quédate aqui, restauraré tu casa y volveré a buscarte, pero si puderas responder mi anterior pregunta te estaría agradecido.

-Las hay. En la última sala de este sótano hay una entrada que conducen a la bóveda del mago, dónde guarda su mayor tesoro...

- Gracias - dijo en abisal a la sombra y luego se dirigió a sus compañeros - Dice que en el pasillo que debemos seguir hay guardianes, que tengamos cuidado, y yo quisiera revisar esta sala antes de partir.

Las palabras en dracónico precedieron al aumento del brillo dorado de sus ojos, y pronto el dragón recorrió la sala en busca de auras mágicas y de objetos que llamaran su atención. No necesitaba mucho, un par de minutos, cualquier ilusión le sería revelada como tal y podría descartar los cuadros que lo fueran. Además,en caso de que Lemaitre hubiera guardado algo valioso allí podría reclamarlo.

- Antes de nada... - Interrumpió Ruru. - Quisiera saber de qué tiempo disponemos. Es decir, igual sería buena idea recuperar conjuros y preparar los que realmente vayamos a necesitar para combatir contra Lemaître. Podemos pregúntale si sabe que hace allí Lemaître, cuanto tiempo lleva escondido y si sabe si va a permanecer algún tiempo allí. 

En el último combate habían tenido demasiada suerte. Suerte porque lograron destruir el cuadro a tiempo y no se derramó demasiada sangre, o en ese caso esencia de vida, pues el golpe de aquellas sombras consumía el alma sin dañar realmente al cuerpo. Pero de no haber podido zanjar el combate de forma pacífica igual en esos momentos estarían en serios problemas. Por tanto, era necesario estar preparados para el combate contra Lemaître, si es que realmente se hallaba tan cerca como parecía.

- No podemos fiarnos, pero convendría sacar cuánta más información mejor a esa sombra. - Miró a Tassabra. - ¿No crees?

Tassabra expresó un gesto de escepticismo. Sí, podían preguntarle muchas cosas a esa criatura, ¿pero podían confiar en la veracidad de sus palabras?

—Contar con una información errónea es más peligroso que no tener ninguna, especialmente si esa información falsa está entregada con malas intenciones —le respondió al druida—. Yo no me fiaría de ese monstruo, de sus tratos, ni de nada que pudiera decirnos. Yo lo destruiría para siempre, antes de que alguien haga a alguna tontería, y seguiría adelante según mi propio criterio, confiando únicamente en mi instinto y en mis habilidades.

Al menos la mitad de los cuadros eran ilusiones, las imagenes se encontraban dentro de marcos huecos, probablemente en una representación continúa de sus pinturas favoritas. No era la primera vez que Ekarion veía algo así, el arte era a veces caprichoso, pero muchos mundanos se conformaban con tener la ilusión de algo exótico que poseerlo en sí mismo. Y probablemente Lemaitre podía permitirse cualquier tipo de arte, solo que quizá aquellos cuadros habían dejado de exisitir. Como fuese, solo una de las pinturas, además de las destruídas, era distinta.

Representaba una bucólica escena de campo, un prado verde bañado por el sol, que transmitía paz. Lo que había en ese cuadro no se parecía demasiado a las ilusiones, se trataba de una conjuración y, a todos los efectos, estaba imbuido con un aura continua de sanación. Más allá de eso, no podía saber nada más. Minvant se acercó a observarlo junto al dragón y determinó lo mismo. Esa pintura servía para curar, solo que la sacerdotisa no sabía cómo usarlo.

- Si algo he aprendido es que la información es poder, incluso la falsa. - Insisitió el enano. - Pregúntale Ekarion. Si luego no nos convence la respuesta, ya veremos que hacer con la información y con el informante.

Tassabra igual no estaba conforme con aquel razonamiento, pero Ruru no iba a dejar escapar una oportunidad de informarse acerca del enemigo y poder de esa forma, prepararse mejor para su encuentro.

Ekarion escuchó ambos lados de la campana, entendía a Tassabra aunque no coincidiera con ella, siempre era lo mismo para los no practicantes del arte y a veces se preguntaba si la vida no sería más fácil si él pudiera verla en blanco y negro. Lo cierto era que el conocimiento que se perdería si la entidad moría bien valía el riesgo de una traición futura, porque algo tenía claro Ekarion y era que mientras él tuviera en su poder los restos del cuadro y la promesa de su restauración la criatura no se arriesgaría a ser destruida definitivamente.

Se acercó a la sombra llevando el cuadro sanador - Dime, ¿Sábes cómo funciona ésta pintura? - preguntó en abisal.

Ekarion asintió y guardó el cuadro en el morral práctico, - ¿Que puedes decirme de los guardianes que nos esperan en el pasillo? - le preguntó a la sombra y esperó su respuesta.

Luego volvió con sus compañeros. - Tres palabras de poder, puede sanar heridas leves tres veces al día, moderadas una vez al día y sanar una vez por semana. Lo llevaré yo simplemente porque entra en el morral y podré sacarlo si lo necesitamos, cuando salgamos vemos que hacemos con él.

-Son estatuas -dijo la sombra-. Guardianes armados, no os dejarán cruzar el pasillo.

Ekarion suspiró - Por cierto, dice que los guardianes son estatuas y que intentarán matarnos para evitar que crucemos, más constructos, quiza... - se giró a la sombra - ¿Sabes si están atados a las figuras de cristal del comedor? - era una idea extraña, pero no era imposible atar constructos grandes a llaves pequeñas. Lemaitre seguramente estaría sintonizado con las estatuas, o tendría la palabra de poder que las desactivaría. - ¿Conoces la palabra que las desactiva, o el estímulo que las activa?

-No tienen nada que ver -aseguró-. Las estatuas de cristal son sirvientes, solo reciben órdenes para poner o quitar los platos de la mesa, traer la comida, llevar la sal, o servir vino. Nada más. Las estatuas, como cualquier sirviente de esta casa, menos esas figuras, tienen órdenes de su dueño de no dejar pasear a nadie con libertad.

Ekarion asintió - Gracias - le dijo a la sombra y luego miró a sus compañeros - Podemos intentar pasar por las malas, o puedo pasar yo con dos más al otro lado del pasillo, sugiero que abramos la puerta y decidamos lo que haremos en base a lo que veamos.

Parecía que interrogar a la sombra había valido la pena. Mucha información era la que habían extraído y no habían perdido demasiado tiempo. Aquella información podía serles de utilidad en la futuro, aunque también podía ser un arma de doble filo si toda o parte de la información era falsa. Pronto lo comprobarrían.

- Crucemos esa puerta entonces... - Dijo Ruru agarrando el pomo de la misma. - ¿Estamos todos listos?

El grupo atraveso el arco que conducía a la siguiente sala, un estrecho pasillo decorado con diversas pinturas de lo más normales. Una vez doblaron la esquina, accedieron una sala amplia. A ambos lados, una hilera de armaduras completas armadas con espada y escudo adornaban los muros. En cuanto Tassabra puso un pie allí, las armaduras chirriaron y avanzaron un paso hacia los intrusos. Al otro lado, una puerta de madera recia protegía el otro lado.

—¡No quiero vuestras alabanzas, solo vuestro sudor y sangre! —declaró Tassabra, enarbolando su bisarma.

- ¿Qué? - Ruru miró extrañado a Tassabra. ¿Con quién hablaba? Esperaba que no con él porque no sabía a qué se refería. 

Fuera como fuera tenían frente a ellos un desafío notable, pues parecía, que allí no había cuadros mágicos, que una vez destruidos, desactivaran a aquellas armaduras vivientes y tendrían que abrirse paso seguramente, a golpes.