Partida Rol por web

Cuando aquel ser lanzó su bomba de humo el mediano actuó rapidamente, tocando a su guardaespaldas y con sus nuevos poderes, lanzó un conjuro para conectar sus mentes de una manera basica. Esperaba que así pudiera saber donde estaban en cualquier momento.

Aprovechando los instantes de pausa otorgados por la neblina, Lemto no perdió un solo momento y canalizo un hechizo capaz de conectar su mente la de los demás. En un comienzo, dado que era incapaz de verlos, solo pudo enlazarse con Aileen, su protectora. Gracias a esto podía sentir sus emociones y ellas las de él, una herramienta extremadamente útil en aquel enfrentamiento; sin embargo, cuando la negrura se disipó el mediano no pudo evitar sorprenderse. A su lado, donde antes se había encontrado su compañera ahora se encontraba Agatosh. Este se alejó de dos pasos y realizó un barrido un visual de los alrededores.

[Confusión, frustración, culpabilidad]

La memoria de los presentes se tornaba imprecisa y peligrosa. A su lado no se encontraban aquellos quienes recordaban que estaban antes de que el Doppelganger inutilizara el sentido de la vista de los héroes. Es por ello que los primeros momentos de la lucha, extraños y confusos, se desarrollaron en apenas un parpadeo. Aileen, abandonando a Lemto, se abalanzó con espada en mano contra uno de los Mischa, logrando atravesar su pecho con una diestra estocada. Con aire contenido los presentas observaron como el alquimista caía al suelo con ojos vidriosos y mirada perdida. ¿Quién sería? ¿El original o el impostor? Por fortuna para ellos, poco después la verdad se abrió paso. Los ropajes del cadáver se desprendieron junto a una baba viscosa, desvelando a un Doppelganger.

Mientras tanto, Lemto conjuró unas cadenas procedentes del infierno, las cuales trataron de apresar a Agatosh y Drag. El alquimista de gruesa armadura, al contrario que su sirviente, no logró evitar el abrazo de los eslabones, los cuales parecían quemar su piel.

[Dolor] 

Aquello era... Confuso. Tras observar correctamente, se había dado cuenta de que había dos como él, y él no era ninguno. Exactamente tan extraño como parecía, aunque se había empezado a imaginar el problema de todo aquello, ni siquiera tuvo que mirarse a sí mismo para darse cuenta. ¡Ja! Buen truco ese. Por muy fascinante que resultara, por desgracia, no le ayudaba en nada a matar a quienes tenía que matar, sin arriesgarse a convertir a algún aliado en pequeños trozos de carne. Por otro lado, bueno, un 50% de probabilidades para dar a cada copia no estaba del todo mal.

—Esfúmate, Drag.

El enano, que se había percatado también de la grave situación, ni siquiera se lo pensó, y se hizo humo al instante, saliendo del combate y alejándose de cualquier peligro.

—Ahora si, je, je.

Sin darle más vueltas, fue a por quien se había quedado sin copia en ese instante, destrozándolo con sus garras y cuernos en un frenesí sangriento contra, esperaba, uno de los mimos.

Mischa ajustó sus gafas y volvió a mirar detenidamente el entorno de combate para darse cuenta entonces de que algo no encajaba. Había una segunda copia suya, pero eso no tenía sentido. Su cuerpo no había sufrido ninguna transformación, pero había otra cosa que no tenía sentido. Aileen, la guardaespaldas de Lemto. Solo había una, ¿por qué él dos copias y ella ninguna? La respuesta era realmente sencilla, él era la otra Aileen.

- Ilusiones entonces... ¡Quiéto todo el mundo! ¡Mantened la guardia alta, pero no ataquéis a nadie!

El espadachín no creía que fuera necesario decirlo en voz alta para que la gente se quedara quiera y pensara lo que estaban haciéndo, pero quería comprobar quién reaccionaba directamente a sus palabras. Una reacción por parte generalizada le revelaría que todo el mundo le estaba escuchando, sin embargo si solo unos pocos lo hacían le descubriría que la ilusión también tapaba su voz, y probablemente solo los doppelganger pudieran escucharla.

Por otro lado, los doppelgangers eran capaces de adoptar las facetas mentales e incluso recuerdos recientes de sus víctimas, así que sabrían hacerse pasar por ellos. Probablemente su intención era que nos fijaramos en quién estaba actuando raro y que atacaramos a estos, efectivamente haciéndo que nos atacáramos unos contra otros. En ese caso, los sospechosos auténticos no serían quienes estuvieran actuando raro, sino por el contrario, quienes más parecieran ellos mismos. Por otro lado, podía ser que no hubieran utilizado la misma estrategia con todos, y algunos si hubieran mantenido su propio aspecto. En aquel momento, para Mischa la principal sospechosa de ser otra doppelganger era Aileen. Si él era el original que había sido transformado, la otra sería un doppelganger que hubiera tomado su apariéncia mientras que la auténtica estaba camuflada entre las demás. Si Aileen demostraba comprotarse de forma extraña, entonces su teoría solo podía ser erronea y la otra Aileen sería uno de ellos.

A Lemto no le gustaba el cariz que estaban tomando las cosas, por lo que rapidamente lanzó un conjuro para volverse invisible y observar desde un lugar medio seguro.

Poco después de que el combate comenzara, uno de los Abelgos realizó unos complejos componentes somáticos, provocando que su cuerpo se tornara invisible poco después. Mientras tanto, uno de los Agatosh trataba de zafarse del abrazo de las cadenas infernales. Por su parte, Aileen, la cual había derrotado a uno de los doppelganger, observaba a su alrededor con una mirada analítica.

—¡Quieto todo el mundo! ¡Mantened la guardia alta, pero no ataquéis a nadie!— ordenó poco después la mediana con voz aguda.

—Esfúmate, Drag— añadió acto seguido una voz de origen desconocido.

Tal orden fue obedecida de inmediato por Lemto, el mismo que había logrado apresar a Agatosh con sus cadenas, el cual tras canalizar un nuevo conjuro se esfumo convertido en niebla. Gracias a esto, el grupo obtuvo una nueva victoria sobre el enemigo. El segundo Lemto, el impostor, fue despedazado poco después por Drag. Cuando la sangre bañó su cuerpo, la ilusión se vino abajo, revelando entonces la corpulenta silueta del verdadero Agatosh. Tal detalle reveló de un plumazo a un impostor más, al supuesto Drag. En respuesta, el impostor fue exterminado por las precisas flechas de Abelgos.

La situación se volvía ahora mas complicada, pues tres Agatosh se encontraban en escena. Un original, un impostor y uno de sus compañeros ataviado con los ropajes del artificio. Por otra parte seguían existiendo dos Aileen.

[Dolor, frustración, miedo]

Agatosh, contra quien esos trucos no estaban funcionando, dejó escapar una risa que surgió metálica bajo el yelmo—. ¿Estás seguro de que no quieres dejar este juego, mostrar tu rostro, y hablar? —preguntó divertido, paseando la mirada entre los presentes.

Consciente de que la respuesta sería que no posiblemente, hizo un sonido que bien podría ser de satisfacción, y se lanzó contra una de las Aileen, aquella a la que no había visto matar a uno de los cambiaformas, y por ende seguramente la falsa. Su garra de hierro no fue a hundirse y desgarrar, como antes, sino que fue a los ojos, los cuales se limitó a arañar, causando una herida superficial pero muy dolorosa.

—Aún estás a tiempo de rendirte —repitió, con un gruñido.

Mischa se rascó la barbilla. Por suerte los que habían caído eran doppelganger, pero no estaban teniendo mucho cuidado a la hora de atacar. Sin embargo, todo el mundo pareció escucharle cuando alzó la voz. La otra Aileen parecía actuar con normalidad, incluso con demasiada normalidad para alguien que estaba intentando matarnos a los demás, podría ser la auténtica.

Sin embargo, una pieza más del puzle finalmente llegó cuando Agatosh recuperó su aspecto tras el baño de sangre. Los doppelgangers casi con seguridad se habían transformado realmente, pero lo que les estaba afectando a ellos definitivamente se trataba de ilusiones, y eso significaba que eran relativamente fáciles de romper. Solo necesitaba guardar nota mental de cuando se rompía una ilusión para saber quienes eran los originales y quién no.

Entonces el espadachín empezó a rebuscar por la sala, tratando de encontrar tinta que casi con seguridad tenía Achmed para poder echársela a todo el mundo, porque no tenía muchas ganas de utilizar la sangre de la criatura, pues a saber que efectos secundarios podría eso acarrear.

Aileen observó a su alrededor deteniendo su mirada en las diferentes mesas del lugar. Finalmente encontró lo que quería. Con paso rápido tomó el primer tintero que tenia a su alcance y se lo vertió sobre si misma, provocando que la ilusión se viniera abajo y se revelara al verdadero Mischa. Era cuestión de tiempo que los impostores fueran descubiertos.

—¿Estás seguro de que no quieres dejar este juego, mostrar tu rostro, y hablar?—preguntó divertido, paseando la mirada entre los presentes. Tras esto añadió con un gruñido—. Aún estás a tiempo de rendirte

Como era de esperar los Doppelganger restantes, viendo que iban a ser descubiertos de un momento a otro, tomaron sus armas con fuerza y los atacaron. De nuevo, el grupo de héroes acabo con ellos gran facilidad, momento en el cual la ilusión se vino abajo. Derrotado el enemigo Drag y Lemto volvieron a reaparecer rodeador de las replicas inertes de su enemigo; sin embargo el asesino de Lilith no hacia acto de presencia. ¿Acaso había huido?

El astuto investigador se acuclillo al lado de unos de los cuerpos y hecho a un lado de su rostro, mostrando entonces el tatuaje de su ojo derecho, uno que le traía recuerdos que trataba de olvidar. Cuando fue esclavizado, uno de sus amos fue un comerciante que los vendió en el Jardín de las Delicias, un mercado negro que se encontraba en un espacio entre dimensiones, un lugar creado para satisfacer las necesidades más oscuras de los mortales y para vender todo tipo de productos, ya fueran prohibidos o malditos.

El combate no había durado demasiado y, contrariamente a las intenciones del cambiaformas, ninguno de ellos había sufrido ningún daño remarcable; todos tenían recursos, y algo tan simple como intentar engañarles con trucos de salón y disfraces no había funcionado. Al final, aquello no había sido más que un ardid demasiado elaborado para acabar haciendo algo tan simple como huir, y ni siquiera le iba a salir bien aquél juego. Agatosh, entre otras cosas, había notado la conexión entre aquellas falsificaciones baratas y el original, y ahora podría aprovecharse de ello.

—Registrad esto si queréis, pero no hagáis nada todavía, voy a por ese malnacido —aseguró decidido, sintiendo en su mente por dónde se había ido y notando como se alejaba poco a poco de allí—. Veréis la sorpresa que va a llevarse cuando le pille —añadió con sorna, divertido—. Drag, conmigo, puede que necesite tu magia para cogerle.

Dicho eso, sin esperar —ya le pondrían al día de lo que hallaran—, antes de que su presa tomara más ventaja, salió corriendo hacia la puerta, salió de la biblioteca y se encaminó rápidamente en la dirección correcta, sin perder el tiempo en detenerse por nada. Esa maldita criatura iba a arrepentirse de no haberse rendido cuando le había dado la oportunidad de hacerlo por las buenas.

Distinguir al verdadero Abelgos fue quizá la tarea mas sencilla para todos pues según aquella niebla se disipó quedando dispuesta la artimaña de los cambios de identidad, el enemigo no tuvo en cuenta el detalle de su loba que no se separó de su lado y aunque el olor o el aspecto cambiase el vinculo emocional que compartían no da cabida a ese tipo de manipulaciones. 

Según se fue desarrollando todo, un supuesto Drag quedó al descubierto y tanto si estaba equivocado como si no, este fue acribillado por unas cuantas flechas .

Los eventos siguieron sucediendo en mitad de ese combate tan estrafalario y complicado pero no se perdió el detalle de que uno de sus copias se había hecho invisible. Cuando aparentemente todo había llegado a su fin iba a avisar al grupo de que uno se había escondido o estaba escapando. 

De algún modo Agatosh también lo sabía y se ofreció voluntario a buscarlo. -No te molestes e intentar traerlo vivo... y no llames mucho la atención, no queremos otra vez a la ciudad en contra. -Fue todo cuanto comentó. El también quería perseguirlo, era su menester por excelencia pero confiaba en las capacidades de su compañero y quizá podría ser más necesario con el resto del grupo.

Se acercó a los cuerpos y aunque sintió repulsión se tomó la molestia de ir cortando una a una las cabezas, estaba harto de tener que matar a sus enemigos dos o mas veces. También los registró. 

- ¿Lemto? -Preguntó para ver si con todos esos cuerpos podía usar su magia para sacar algo de información, quizá de los restos de Achmed.  -Siento mucho lo de vuestro amigo. Supongo que aún podemos registrar en sus dependencias en busca de alguna pista de su investigación. 

Sin pensarlo dos veces, Agatosh abandonó la gran biblioteca y caminó con largas zancadas por calles áridas de Karam. Mientras tanto Drag, alternaba caminatas rápidas y y cortas carreras para ser capaz de seguir el ritmo de su protegido. Apenas un par de minutos después siguiendo aquel ritmo frenético, en el que los centinelas y habitantes locales les seguían con la mirada, divisaron una pequeña de madera con una tímida sombra brindada por unos telares gastados. Allí había huido el doppelganger.

Sonriendo, el alquimista de rasgos infernales, cruzó los escasos metros que lo separaban de su presa, para sentir entonces como la presencia del siervo de Lilith se desvanecía por completo. Furioso entro en la tienda, un lugar surtido de infinidad de remedios naturales guardados en frascos de vidrio, ya fueran hiervas, larvas o la picadura de escorpiones entre otros.

El dependiente al ver al corpulento aventureros y su enano compañero sonrió mientras realizaba una sumisa reverencia. Tras esto extendió sus brazos invitándoles a entrar y examinar las diferentes estanterías de madera, cubiertas de polvo e innumerables productos.

¿Habría huido al Jardín de las Delicias? ¿O por el contrario trataba de llevarlos a una trampa? En sus manos estaba tratar de aprovechar aquella oportunidad para obtener información o por el contrario regresar a la biblioteca de Acmed Arafat y buscar su investigación. 

El gruñido que soltó sobresaltó a Drag, y también al tendero, que no era la actitud que, seguramente, esperaba en un cliente, aunque debiera; el cambiaformas había elegido ese lugar para desaparecer, y Agatosh quería saber por qué. Y cómo. Con actitud amenazadora, se acercó al solícito hombrecillo y le cogió de la pechera, elevándole en el aire. 

—Ha entrado otra persona no mucho antes que yo —afirmó—. ¿Dónde se ha metido? —No esperaba una respuesta realmente, pero estaba furioso por haber perdido a su presa, algo que solo podía haber ocurrido de haber cambiado de plano. El Jardín de las Delicias. Había escuchado a Mischa decirlo antes de irse. ¿Pero qué era? Con brusquedad, soltó al comerciante, que cayó al suelo de culo, y volvió a gruñir—. Si me entero que has tenido algo que ver... —Dejó la amenaza en el aire y, con pesados pasos, se encaminó a la calle y de vuelta a la biblioteca; debían trazar un plan para perseguir a aquél tipo y, con suerte, hallar el modo de dar con Lilith.

Lemto asintió conforme ante la propuesta silenciosa de Abelgos. Se acercó a uno de los cuerpos y comenzó un particular ritual. Cosió la boca y los ojos del sujeto, tras lo cual pronunció una palabra de poder que provocó un ligero temblor en la estancia. Tras esto colocó la mano en el pecho del cadáver, tras lo cual tiro con fuerza. Al ver que su alma no era arrancada de su fuerza corpórea, el mediano frunció ligeramente el ceño.

—Me temó que no puedo forzar que su espíritu me obedezca— dijo poco después el mediano—. Es posible que sea porque estos cuerpos son simples copias del original, carcasas vacías, sin mente, ni vida.

En aquel momento, la voz de Mischa llamó a los dos aventureros hacía un cuarto situado a unos pocos metros. Mientras el ritual se había llevado a cabo, el astuto investigador había deducido la posición del fallecido Acmed a través del ángulo de caída de la sangre. Lo encontró encerrado en un baúl, desnudo y completamente despellejado.

Con aire ausente y carente de emoción, el nigromante volvió a realizar el mismo proceso, el cual tuvo el mismo resultado. En aquella ocasión, la inexistencia de alma no era la razón, sino que era una argucia del enemigo. Posiblemente el erudito había logrado sacar algo en claro en su investigación, motivo por el que habían atado su alma al mundo de los muertos, evitando así que los aventureros pudieran sacar algo en claro.

En aquel momento regresó Agatosh quien a pesar de tener su rostro oculto, manaba un aura de furia. Eso unido a la ausencia de sangre en su armadura dejaba claro que el enemigo había escapado. ¿Volvería? ¿Qué había tratado de conseguir con la suplantación del pobre bibliotecario? 

Bueno, no nos quedan vivos que interrogar y tampoco podemos con los muertos. -Comentó aceptando la situación ante la falta de éxito de Lemto y Agatosh. -Nos queda registrar el lugar, quizá tengamos algo de suerte y encontremos una pista o algo a lo que aferrarnos.  Un diario, una nota... algo.

Si alguien tiene otra idea adicional no se me ocurre mejor momento para exponerla. -Comentó antes de ponerse en marcha con diligencia. 

Mischa no quería abrir el bahúl. Sabía lo que había dentro, y no quería ver el cuerpo del pobre Achmed. Aquel hombre se había visto envuelto únicamente porque los dioses así lo habían querido, y el precio que había pagado era completamente injusto. Sin embargo tuvo que hacer de tripas corazón y abrirlo. Lo que vió habría revuelto el estómago a otros, pero a él solo lo llenó de ira. Dio un puñetazo contra la pared, y sintiendo que el dolor no era el suficiente, golpeó una y otra vez hasta que sus nudillos empezaron a sangrar.

- El Jardín de las Delicias es un mercado negro que se encuentra en un espacio entre planos. En uno de mis habituales cambios de dueño terminé ahí, aunque no por mucho tiempo ya que simplemente estuve como mercancía. No es un lugar agradable, y si pudiera lo quemaría hasta los cimientos. Este malnacido venía de ahí, y sería el mejor lugar para encontrarle si ha logrado escapar, pero primero tendremos que averiguar como se accede.

El investigador apartó la mirada mientras Lemto hacía su ritual, y se dedicó a rebuscar por toda la casa en busca de las notas de Achmed. No estaba dispuesto a concederle a Lilith que hubieran conseguido borrar todo rastro de su investigación. No estaba dispuesto a darle semejante satisfacción.

Agatosh había regresado, y no estaba de buen humor. No mejoró cuando llegó y se dio cuenta de que en su ausencia, los demás no habían descubierto nada. La conclusión, a la que ya había llegado él también, es que venía del Jardín de las Delicias, y a este había vuelto; sin embargo, al contrario que los demás, su pequeña incursión bien podría haber revelado algo importante, una pista o, al menos, un hilo del que tirar.

—Puede que yo haya encontrado una forma de entrar. O a alguien que puede llevarnos, al menos —dijo cruzándose de brazos, apoyado contra una columna—. He seguido a ese malnacido hasta una tienda, pero cuando he entrado, puff, su rastro se había desvanecido. El comerciante no me ha dicho nada, aunque tampoco le he dado mucho tiempo a hablar.... —Se encogió de hombros—. Sea como sea, estoy seguro de que allí hay un acceso, o el tipo al menos sabrá como ir. Podemos ir a visitarle por las buenas... O por las malas.

Mischa, un hombre astuto y perceptivo, decidido a encontrar las investigaciones de Acmed, caminó por la biblioteca. Primero registró en la habitación del anciano. Busco en la mesa, leyó los títulos de los libros y observó las hojas de papel en blanco a contra luz. Después repitió el mismo proceso con las diversas mesas de estudio. de nuevo sus intentos fueron infructuoso, pero no iba darse por vencido. Un suspiro de frustración se escapo de sus labios, mientras observaba las múltiples estanterías del lugar, todas ellas repletas de cientos de manuscritos. Fue entonces cuando se le ocurrió una idea. 

El fallecido erudito, al igual que Lutrova, era un hombre versado en diversos conocimientos, entre los que se encontraba la alquimia. Tal mundo solo era para aquellas mentes capaces de trabajar de manera ordenada, especialmente para aquellos que buscaban encontrar nuevos usos de las sustancias del mundo. No era de extrañar que llevara un registro de sus labores, incluyendo esta su investigación del Libro de los Condenados. orgulloso de mi si mismo, pero con cierto miedo al fracaso, el espadachín se acercó al registro y comenzó a leer.  

Por fortuna para los presentes, la obsesión del anciano, había salvado la situación. Tal y como había deducido Mischa, en el registro se encontraba cada una de las búsquedas que había realizado en las últimas semanas. Con el corazón latiendo con fuerza, humano y semidrow, examinaron los estantes. Para su sorpresa, ninguno de los manuscritos estaban en aquel lugar; sin embargo, no había indicios de que los hubieran robado, pues no había huecos vacíos con ausencia de polvo en ningún estante. 

Agatosh esperaba una respuesta que, sin embargo, no llegaba; estaban demasiado ocupados revisando los estantes. Él, por el contrario, no se sentía con ganas de ponerse a revisar entre aquellos tomos, pues no tenía ni el conocimiento ni la paciencia. Tampoco quería malgastar las habilidades de Drag en eso (sus dones, por lo que el enano había comentado en privado, eran otros), así que no le impelió a ello.

Ambos, por tanto, se quedaron en silencio aguardando la contestación a su propuesta, si es que en algún momento optaban por tenerlo en consideración. Y si no era así, bueno, ya haría por su cuenta una segunda visita al comerciante.

Si lo escondió, lo escondió muy bien. -Sentenció harto de buscar y dando un puntapié a una pared signo evidente de su mal humor.

Se apartó lo máximo que pudo buscando buena visión periférica de la sala y comenzó a buscar algo fuera de lugar, algo que le indicase una pasaje secreto, un compartimento oculto un libro fuera del estante que le correspondería. Lo que fuese.