Partida Rol por web

Agatosh llamó a Mok, pensaba que podría serle de utilidad de algún modo para algo que quería si hacía uso de su intimidante aspecto o de algún engaño. Aquello era totalmente posible, pero el semi-ogro lo miró por un momento y luego se volvió hacia Cylina sin más, sin hacerle ningún caso.

Se podía notar que la bestia tenía la madera de un alfa, alguien acostumbrado a impartir su voluntad y ganarse el lugar de líder, pero eso no podía importarle menos al par de hermanos, ellos solo seguían las indicaciones de una sola persona en el mundo, y esa persona no era él. ¿Sería así por siempre?

Cylina soltó entonces un par de ideas, hablar con los espíritus ya había sido intentado sin resultados y la marca arcana no serviría, o al menos eso le dijo Agatosh, aunque Grum tenía otra opinión. 

-Si tú decir, tú saber.- Respondió Grum encogiéndose de hombros e imitando aún la pobre forma de hablar de su hermano Doth. Las marcas no forman parte del cuerpo que un doppelganger copia, ¿O si? Son algo ajeno, una firma personal y única de quien las inscribe, y de hacerlas invisibles, cuanto menos necesitarían lanzar una detección mágica para verlas, y otra inscripción propia para falsificarlas si es que siquiera pueden... Cuanto menos, daño no harían... ¿Por qué ha descartado la idea sin más? Quizás la bestia tenía toda la razón, o quizás... Una sospecha comenzaba a formarse en la mente de Grum, mientras, intentaba seguir haciendo memoria sobre sus conocimientos. Hmm, ¿Existen dopplegangers capaces de imitar recuerdos y habilidades? 

-Hehehe... Bonita armadura, gustar. ¡Gustar mucho! Hehe.- Dijo Doth señalando a Agatosh con un dedo. -Nosotros siempre querer, pero nunca poder usar, tener mucha panza y siempre perder contra dieta. Dieta ser muy poderosa. ¿Saber? Siempre sentir hambre y ser derrotado.- Se dió unas palmadas en su barriga, y al hacerlo, la capa se le corrió, permitiendo que cualquier persona perceptiva pudiera notar un tercer brazo, y por la espalda tenía... ¿Plumas?

- Pero no es uno que necesariamente tengan a su disposición cada día - contestó a Cylina antes de girarse hacia Agatosh -. Para poder encontrar la llave para acceder al "Jardín". Dudo que haya abierto una Puerta por su cuenta, así que tiene que haber un portal que haya cruzado, la llave capaz de abrir o cerrar dicho portal probablemente tenga una fuerte aura de Conjuración que podremos identificar con relativa facilidad. Tratar de engañarles para que nos dejen pasar es una opción, pero a tí ya te han visto persiguiendo a su cliente, y el doppleganger entró corriendo, así que pueden considerar que la seguridad de la entrada está comprometida y no dejar acceder a nadie que no conozcan, o que tengan una contraseña para acceder. Y teniendo en cuenta todo lo que se hace en el lugar, no creo que puedas amenazarles con peores consecuencias de las que recibirá por dejarnos pasar. Quizá se acobarden y nos dejen pasar, pero si podemos localizar la llave nada más entrar mejor. Si nuestro plan depende de la cooperación del guardia de la puerta, prefiero tener una alternativa que no dependa de ella; después de un intento fallido para colarnos por despistados o fallidos que sean optarán por tratar de esconder la llave. Si lo hacemos rápido, la comodidad hará que todavía la tenga a mano para fácil acceso en vez de escondida tras plomo.

Mischa guardó entonces el vial con el extracto junto a los demás que tenía preparados, y comenzó con la preparación básica para un segundo.

- Si nadie más necesita mi ayuda para ver auras mágicas, puedo hacer que uno de nosotros sea invisible, o puedo asegurarme de calar al "guardia". Personalmente creo que lo mejor es hacerte invisible, Agatosh. Así podrás estar presente por si se tuercen las cosas y para poder cruzar sin arriesgarnos a que te reconozcan de la persecución.

Mientras Mischa seguía la conversación con su protegido, el forjador enano se quedó mirando a la criatura de dos cabezas; su intensa mirada parecía estar... Midiéndoles.

—Yo podría fabricarte una armadura —dijo al cabo—. Sería laborioso, y costaría más de lo habitual, ¡pero por el Abismo que podría! Si quieres y tienes dinero (necesitaré materiales), puedo ponerme manos a la obra en el próximo descanso que hagamos.

A pesar de que Drag parecía emocionado con la idea de convertir a aquella mole en una bola de demolición, no era el momento de hablar e aquello. Las palabras del investigador le habían hecho pensar en qué a lo mejor no iba a ser tan fácil como utilizar los métodos habituales, pero por otro lado, también le recordó algo que había dicho el mago cuando habían llegado.

—Dijiste que conocías gente en la ciudad, y no tienes pinta de ser de los que se mueven en los ambientes más legales de los sitios a los que vas. ¿Alguno podría darnos acceso al Jardín?

Grum volvió a cuchillear a Cylina para comentarle que ellos también podían hacerse invisibles como Mischa había dicho, y quizás, si le daban un par de minutos, los hermanos hasta podrían hacer invisibles a otro par de personas más.

Que su ama supiera de todas sus capacidades era algo primordial para considerarse un buen guardian, así ella podría saber mejor qué plan seguir. 

Luego, el enano de barba seductora dijo algo sobre ser capaz de preparar una armadura a medida para los Mok, Grum guardó silencio, no era momento de distraerse con esos temas, pero Doth mostró una genuina alegría espontánea. 

-¡¿Decir verdad?! He, he, heeeee. ¡Siii! Cosita Muy Pequeña ser buena, agradar a Doth.- Dijo aplaudiendo, de la explosión de emoción hasta tomó control del brazo de su hermano por un momento. -Nosotros algo saber, poder ser asistente y dar fortuna. Nosotros poder hacer cosas marallosas.- Doth tenía complicaciones para pronunciar la palabra "maravillosas", entre otras cientas. -Armadura siempre tema difícil, ¿Ver? No solo tener panza, también tener brazo...- Se hizo a un costado la capa que les cubría, y enseñó entonces un tercer brazo totalmente funcional que cargaba a un pequeño conejo, más precisamente, al Pepo número ciento siete.  -Y también alas.- Un par de alas de enormes plumas blancas se ensancharon por la espalda, los Mok eran todo un espécimen particular.

-¿QUÉ?- Gruñó Grum. -¿Nunca antes ver mitad ogro-mitad aasimar?- Preguntó Grum, y terminó diciendo en celestial. -Ahora ver.-

—Que bien, otra vez al reino de los muertos—. Dijo sin mirar a nadie en concreto. —Sin duda el Jardín seria la opción más rápida y cómoda, pero al problema de entrar hay que sumarle el de conseguir la flor. Nunca he visto una a la venta, pero me imagino que su precio debe ser desorbitado y no se vosotros, yo al menos no hui de allí con ningún tesoro en mis bolsillos. Y lo de conseguirla por la fuerza… bueno, digamos que ya tenemos demasiados enemigos poderosos.

Por otro lado está la opción de volver, que desde luego a mí no me apetece emprender el mismo viaje de vuelta nada más llegar, pero en el lugar del que venimos las posibilidades de encontrar la flor son dobles. Aparte de la evidente masacre perpetrada en el campamento de los vigilantes, no muy lejos de allí está el dedo de Pharasma, es un lugar por el que se puede cruzar al reino de los muertos. El clérigo que nos ayudó a cruzar a nosotros debería seguir vivo, y a las malas vi el ritual, igual podemos emularlo con nuestros conocimientos.

Entonces escuchó al enano hablar de fabricarle una armadura al ogro, se llevo la mano a la frente y empezó a negar con la cabeza mientras la agachaba, sabiendo que aquello acabaría en un arranque de efusividad por parte de la cabeza ciclópea.

Drag se llevó la pipa a la boca y dio varias caladas mientras rodeaba un poco al ogro, observando cada detalle con aire experto. Se sentía cómodo pensando en el trabajo.

Tres brazos, alas, un cuerpo enorme y dos cabezas, ¡aquella criatura era extraña y espectacular! Cada vez se complicaba más pero un reto era un reto, y él estaba seguro de poder superarlo. ¡Una obra digna de los Susurros! Habría que hacer espacios dónde no era habitual, una coraza que bien podría caberle a un toro y un gorjal doble, pero aparte del dinero y algo de tiempo adicional, creía poder hacerlo. Además, si los Moks ponían de su parte, puede que incluso tardara menos; en el viaje de vuelta en barco podría tenerle listo lo que fuera, aunque se temía que no iban a tener tanto tiempo. Aún así, seguramente trabajando un poco cada día podría.

—Si tienes el oro suficiente para comprar materiales antes de partir, creo que puedo tenértela para antes de ir al reino ese de los muertos.

Una mirada furibunda de Agatosh le hizo detenerse y levantar las manos en gesto conciliador.

—Si, si, está bien. Creo que yo podría meternos en el Jardín —dijo sacando una exótica moneda—. Digamos que tengo ciertos contactos de muy variados ámbitos. —Se encogió de hombros—. Esto nos evitará quebraderos de cabeza y nos permitirá estar allí sin problemas. Sin embargo, a encontrar el portal que nos devuelva dónde queremos no creo que pueda ayudar. A lo mejor tengo algún conocido dentro, pero no sé si sabrá tampoco.

Si lo que Drag decía era cierto y la moneda les permitía entrar al Jardín de las Delicias, la situación se simplificaba considerablemente. No solo tenía el pase de entrada, sino que conocían una posible entrada al mercado negro; sin embargo, ¿les merecía la pena? Si la teoría de Agatosh era correcta, algo bastante probable, lo cierto es que podrían ahorrar días de camino si lograban encontrar la salida correcta. El Dedo de Pharasma, tal y como había comentado Cylina, era un antiguo lugar de culto de la Madre de las Almas, el cual se encontraba a varias lunas de distancia. 

—Las gentes de allí huelen la bondad y las buenas intenciones como una mierda fresca en un día de verano— explicó el enano con rudeza—. En principio ninguno exudáis tal hedor, aunque he de decir que el guaperas de piel fina, si. No obstante, hay maneras de ocultarlo como bien sabréis. 

Mischa no presto atención al comentario ofrecido por el enano, ya que mientras guardaba el papel y la tinta, la misma utilizada para escribir la carta a las autoridades, descubrió que su bolsa había sido manipulada. Ésta que normalmente presentaba un orden intachable, ahora se mostraba parcialmente descolocada. Confundido comprobó que todo estaba en su sitio, especialmente el Libro de los Muertos, el cual sacó y comenzó a ojear. Gracias a ello descubrió que el ejemplar que tenía en sus manos era una imitación, muy lograda, pero no dejaba de ser lo que era. 

Durante unos instantes guardo silencio. La única persona o ser que se había acercado tanto hacía él había sido el doppelganger, cuando le había arrancado los pelos en mitad de la confusión. ¿Habría aprovechado entonces para robarle el artefacto? De ser así, la propuesta de Agatosh se convertía en un destino al que acudir de manera segura, pues ya no entraba en juego la venganza de un oscuro pasado o la salvación del alma de Acmed, sino del triunfo sobre la princesa del terror, Lilith. 

El debate se alargaba aunque todo apunta a que harían ese salto entre planos al mercado. Sentía mucha curiosidad por este aunque en el fondo como enemigo de la idea de la esclavitud sabía que no sería de su agrado en todos los sentidos. igualmente se ha sugerido ponerlo patas arriba con una pequeña masacre y ya era sabiduría popular que Agatosh no bromea con esas cosas.

De pronto nota como Mischa tantea nervioso entre sus posesiones como si no encontrase algo. -¿Va todo bien? ¿Se te ha derramado un tintero?

Agatosh asintió a Drag, conforme por fin con sus palabras; el enano había dicho lo necesario en el momento apropiado, dejando por fin la tontería del extraño ogro y su armadura. Para él, estaba claro el camino a seguir, solo tenían que encontrar por dónde, y él ya tenía una idea aproximaba también de eso. Solo faltaba que se prepararan.

—Pues en marcha —sentenció, paseando la mirada, hasta detenerse en Mischa—. ¿Estás bien? ¿Le pasa algo al libro? No es momento de ponerse a investigar otra vez.

- Mi intención no es robar una si es lo que crees - respondí ante el comentario de Cylina -, sino cultivar una. Nada de lo que he encontrado indica que solo pueda producirse en el plano material.

El investigador terminó de escribir la nota para la guardia y se preparó para hacer el viaje ignorando las palabras del enano. Buenas intenciones no era precisamente lo que él llevaba hacia el Jardín de las Delicias. Sin embargo, cuando notó el desorden entre sus pertenencias se temió lo peor. Lo primero que hizo fue sacar el Libro de los Condenados. Seguía ahí, pero notó algo raro. El peso era más ligero, el tacto era distinto, y definitivamente había una marca en la portada que no estaba antes, como si fuera un error de imprenta, casi imperceptible para alguien que no le había dado tantas vueltas al libro como él. Pero cuando lo abrió estaba todo claro: páginas en blanco.

- Bastardo hijo de... ¡Tenemos que irnos ya! ¡El puto doppleganger tiene el libro!

Mok'Doth, quien nunca se interesó por las monedas, ya estaba pensando en poder conseguir las necesarias para la ansiada armadura que Drag dijo poder crear, pero a Grum aquello le tenía sin cuidado, a diferencia de su hermano, él no tenía miedo a los combates y sabía que podían aplastar a cualquiera que se les pusiera en frente antes de que siquiera los pelos de su ombligo estuvieran bajo amenaza de ser cortados, pero lo cierto era que tratar con los bravucones que acostumbraba en el Pantano Blanco no era lo mismo a tratar con los enemigos que destruyeron a la Hermandad de los Vigilantes.

-Mi Señora.- Habló Grum con el máximo de los respetos al dirigirse a su ama. -¿Qué hacer? ¿Ir Mercado o ir Pharasma?- 

-Mercado, mercado, Cyl... mercado.- Suplicaba Doth como si fuera un niño, la idea de ir al mundo de los muertos le aterraba. Molestar espíritus nunca ser buena idea, no, nunca ser. -Si encontrar flor en mercado pero no conseguir comprar, nosotros llamar monos locos, ellos distraer, resto robar, ser invisibles y salir volando. Si alguien querer pelear, morir reventado.- 

En eso, Mischa anunció que le habían robado el libro. Grum, que era un amante de la lectura, se pudo hacer a la idea de la desesperación que sentía el erudito, era un libro especial y parecía el que el doppleganger se lo había llevado. 

Las palabras de Mischa provocaron que cualquier tipo de duda en lo respecto a su siguiente paso disuelto al instante. Debían adentrarse en la corrupción del "Jardín de las Delicias", un mercado en el que como pronto verían que todo estaba permitido. En ese momento Lemto, el nigromante, y Aileen, guardaespaldas de este, fruncieran ligeramente el ceño. Tal decisión no les gustaba en absoluto, pensamiento que no tardaron en compartir con los demás. 

—Nosotros nos quedamos aquí. He tenido problemas con las gentes de aquel lugar. En cuanto ponga un pie allí, trataran de matarme a la primera. De modo que nos marchamos, pero antes de hacerlo quiero daros un consejo— dijo con voz queda el mediano—. El Jardín de las delicias es un lugar en el que no es bueno hacer preguntas, así como que os pillen disfrazados o metiendo las narices donde no debéis. Sed prudentes y no deis nombres, ni siquiera falsos. 

» Ya que no podemos aportar nada en este momento, iremos realizando los preparativos para el futuro. Desde hace un tiempo, camaradas míos han estado investigando los puestos de avanzada de la Hermandad de los Vigilantes— añadió poco después de manera pausada y monótona, casi carente de emoción—. De encontrar supervivientes, los organizaré y prepararé para lo que esta por llegar. Cuando necesitéis ayuda enviad un mensaje a la comarca de Eldon con este sello impreso en el lacre y me pondré en contacto con vosotros. 

Tras pronunciar aquellas palabras, se se quito un anillo tallado en ónix y se lo entregó a Agatosh. Después se despidió con una mera inclinación de cabeza y sin más, ambos medianos abandonaron la biblioteca. El resto de aventureros no tardo en hacer lo mismo, pero con un destino muy distinto, el "Jardín de las Delicias".