Partida Rol por web

Una joven se encuentra en lo alto de las escaleras de una boca de metro, su mirada se pierde en el cartelito que se encuentra justo encima que reza "Franklin Street". La gente se tropieza con ella, la empujan pero ella no se mueve, sigue en su lugar, a veces rígida, otras temblorosa. Quiere gritar, quiere llorar, quiere correr,... quiere huir. Pero no lo hará. Sabe que debe esperar, esperar a una persona en particular, que cuando la vea sabrá quien es, porque es especial, porque tiene en sus manos la supervivencia de la raza humana.

Mi mirada se perdía entre el gentío que subía y bajaba la escalera, esperando a que llegase. La gente me empujaba, alguien me había tirado un helado sobre mi abrigo nuevo, me estaba perdiendo mis clases pero no podía hacer nada, tenía que estar donde debía. Mi misión era importante, tanto que no comprendía como me la habían dado a mí. Siempre me daban misiones fáciles, e incluso se olvidaban a de mí durante lustros. Cerré los ojos, inspiré profundamente y esperé por el neflilim.

Verónica llegaba caminando por el centro, a pesar de estar en invierno, como siempre, su conjunto era de lo más corto y provocador, una mini-sudadera gris con un top de tirantes verde debajo, unos pantalones vaqueros ceñidos y unas botas marrones. Iba por la calle distraída, dirigiéndose al lugar en el que solía esperar a su amigo para dirigirse a las clases.

Le llamó bastante la atención aquella mujer asiática con el cabello de color rubio platino.

-Es imposible que eso sea natural- Pensó.

Tenia la apariencia de un humano, vestia como uno e incluso habia adoptado el nombre de Eric para pasar desapercibido entre ellos. Era invierno pero no tenia frio, aun asi se protegia su fachada con un abrigo negro y largo como su humor.

Llegaba tarde, caminaba a paso rapido por Franklin Street, cruzandose entre la gente sin mirar a nadie a los ojos, pensando en el poder tan grande que poseia su raza y lo inconscientes que eran de ello.

No obstante el atuendo de una joven llamo su atencion. La fachada no era lo unico que habia adquirido de los humanos, el gusto por las feminas ya no tenia porque ser reprimido. Si su alma no iba a condenarse mas de lo que estaba ¿Por que no disfrutar de los placeres que ofrecia la tierra?.

Miro a la chica y le sonrio con intencion, mostrando su interes... pero tenia prisa. El local que regentaba no se abria solo. Un escalofrio recorrio su espalda y por intuicion dirigio la vista a las escaleras, donde vio a otra chica. Parecia fragil y perdida, diferente a las humanas corrientes en algun modo. Se detuvo y simplemente la observo con fijeza, tratando de averiguar que era aquel ser de eterea belleza, decidiendo si era una amenaza o un regalo del cielo.

Aquella mañana despertar habia sido incluso mas dificil de lo habitual, su habitacion se encontraba en la segunda planta de la casa de sus abuelos por lo que era la mas fria de toda la casa debido al frio viento.Sam no queria despegarse de las sabanas pero al final logro juntar la suficiente voluntad como para levantarse,se despereso con lentitud estirando su cuerpo mientras se dirigia al cuarto de baño.

Se dio una ducha rapida con agua helada para quitarse cualquier resto de sueño que pudiera tener y bajo a desayunar, fieles a su costumbre sus abuelos asi como tambien su madre estaban ya en la mesa esperandolo con unas salchicas junto a unos huevos revueltos, comieron en completo silencio y tras tomar su mochila sam salio rumbo a la universidad tras despedirse con un beso de su madre.Era temprano pero los nervios del ingreso convinado con las extrañas pesadillas que habia tenido ultimamente no le habian dejado dormir muy bien aun con lo comodo que aquello resultaba en invierno, el vecindario era un lugar tranquilo durante las mañanas y a el le gustaba disfrutar de sus sendas arboladas caminando hasta la estacion de metro siempre que le era posible, dentro de la estacion el calor generado por la masa de gente era algo sofocante y aun asi la 'loca del metro' seguia alli tan quieta como siempre.Cuando era mas joven aquella chica le habia llamado la atencion incluso durante sus quince años fantaseo con la idea de empezar a hablarle dado que a pesar de  su extraño comportamiento era sin duda guapa, pero tras tantos años de verla alli parada sin mover un musculo se habia vuelto una parte mas del pasaje de la estacion, sin reparar en ella se subio al metro descidido a dar el 110% en el examen de ingreso a la universidad.

Me mantenía con los ojos cerrados, la respiración acompasada, los músculos tensos. Y lo sentí, sentí ese impulso que tiene alguien antes de tirarse en paracaídas. Abrí los ojos y me quedé mirándole fijamente. Mis pasos fueron lentos pero seguros, me acerqué a él, casi lo podía rozar. Si, sin duda, era él, y estaba ante mí. Tanto tiempo esperando y por fin, había resultado.
-Feliz cumpleaños -le susurré al oído al nefilim. Posé mi mano suavemente sobre su pecho y poniéndome de puntillas, base su mejilla. Deslicé mi otra mano a su bolsillo y tomé su cartera entre mis manos, al sacarla, observé que estaba sujeta a su cinturón por una cadena. Casi gruñí frustrada pero sólo fue una leve mueca en mis apetecibles labios. Di un fuerte tirón y la cadena se rompió.

Le enseñé la cartera entre mis manos y me eché a correr entre la gente, alejándome de ese lugar.

El gentio en la estacion era tal que a sam le resultaba dificil encontrar una ubicacion donde no estuviera rozando alguna parte del cuerpo de otra persona, finalmente a base de empujones logro acomodarse en una zona despejada de la plataforma.
El mar de personas aun lo rodeaba pero al menos tenia un respiro para intentar subir al vagon,de repente la chica que habia estado parada todos aquellos años en la estacion sin moverse empezo a caminar en direccion a el,al principio no le presto demasiada atencion pensando que se trataba simplemente de otra fase de la locura que la afectaba pero para su sorpresa lejos de seguir su camino se acerco hasta el.
Le hablo y lo toco como si lo conociera de toda la vida,incluso le deseo feliz cumpleaños cosa que te no tenia forma de saber. En otra situacion su primer reflejo habria sido ponerse en guardia pero el ataque de la chica fue tan sorpresivo que no alcanzo a reaccionar hasta que la vio con su billetera en la mano-oye devuelveme eso-le grito mientras se habria paso a empujones intentando no perderle el rastro

Verónica pudo observar como la "Asiática teñida" robaba la cartera a un joven universitario. Se levantó, guardó sus cosas y comenzó a correr detrás de ella.

-¡Vuelve aquí, choriza!-

Continuaba corriendo, hasta que llegó a ponerse justamente a su lado. A Verónica le encantaban este tipo de situaciones, quizás por el hecho de ver muchas películas de acción, pero le encantaban.

Eric dejo pasar a la chica sin interponerse, podia haberla detenido con facilidad pero no tenia ningun motivo para hacerlo. No era asunto suyo si el niño tonto se habia dejado robar la cartera... aunque tenia la sensacion de que era la jovencita picara la que estaba buscando una excusa para que la siguiera.

- Mujeres... terrenales o divinas, siempre han sido y seran, perdicion y redencion de los varones...- penso apartandose un tanto. No obstante, la mujer de atrevido vestido queria interferir y corria tras ellos.

Karel, se interpuso descudadamente, chocando deliberadamente con la preciosa morena y dejando a la extraña pareja en su romantica persecucion.- Lo siento señorita, ¿Se ha hecho daño? pregunto tratando de ser cortes pero en su voz caia una vena de cinismo constante.

Verónica se levantó, mirando fijamente al hombre con el chocó a los ojos. Era mono, pero tenía cosas más importantes que hacer que entretenerse a hablar con el.

-¿No ve que esa china escapa con una cartera?-

Eric chasqueo la lengua.- ¿Acaso es su cartera?.- pregunto arqueando la ceja.- Entonces... ¿que le puede importar que un desconocido pierda unos dolares? Ademas, creo que es perfectamente capaz de alcanzarla el solo ¿No le parece?

Verónica cayó bajo la lógica aplastante de su desconocido compañero. En parte tenía razón, no sabía muy bien por que salió corriendo ella también.

-Pues, no se, como que no me parece justo.-

Se mordió el labio inferior, pensando excusas mejores para no parecer estúpida.

La justicia es un termino muy relativo.- murmuro Eric.- Suele dejar mas victimas de las que se supone que defiende.- comento y decidio que ya habia perdido mucho tiempo en aquel lugar.- Tengo un negocio que abrir, señorita, un bar en una zona mucho menos lucida. Comprendera que por ello deba dejar esta interesante discusion para mejor ocasion.. a menos que quiera acompañarme y me de deje invitarla a una copa.

Llegamos a un callejón sin salida. Estaba atrapada pero no importaba. Me acerqué a él y le tiré la cartera al pecho para que la atrapase mientras me ponía a su altura Y....

Una bomba estalló en el metro que pasaba por la entrada de Franklin Street o eso es lo que todos pensaban.

Me abalancé sobre el joven, y extendiéndome mis alas lo protegí con mi cuerpo de escombros que volaban. La tierra tembló, los humanos gritaba y lloraban, deambulaban sin sentido de un lado a otro. Alcé la vista y pude ver como dos decenas de almas abandonaban los cuerpos donde habitaban en esta tierra. 

Cuando todo acabó me levanté y le tendí mi mano para ayudarle a levantarse mientras replegaba mis alas detrás de mí.

Aquel dia habia empezado de una manera perfecta y llena de promesas sobre futuros exitos, pero al parecer a la vida le gustaba golpearlo en la cara cuando se volvia demasiado optimista.Para una persona que se habia pasado los ultimos años simplemente parada frente a una estacion de metro la chica de pelo plateado corria endiabladamente rapido,aun con su entrenamiento en parkour estaba teniendo problemas siguiendole el ritmo a traves de el rio de personas que fluian en direccion a la estacion.

En mas de una ocasion estuvo a punto de perderla pero su melena tan llamativa arrancaba siempre un ultimo destello que era capaz de seguir antes de que se escabuyera por completo, al final termino acorralandola en un callejon sin salida, no habia ventanas cerca y la pared era demasiado alta y lisa como para escalar del otro lado-solo devuelveme mi billetera y no te pasara nada-le dijo en un tono que trataba de ser tranquilo aun con lo agitado que estaba luego de perceguirla, sabia perfectamente que la chica podia muy bien estar escondiendo una navaja o algo todavia peor entre sus ropas, necesitaba acortar la distancia sin quitarle los ojos de encima o podia terminar con un hermoso agujero en su estomago.

Gracias al cielo la chica no se resistio y le lanzo la billetera sin causar mayor problema,la tomo con celeridad pero aquel momento de descuido fue todo lo que necesito ella para cerrar la distancia y lanzarse sobre el, estuvo a punto de hacerle una llave pero la repentina explosion lo tendio al piso mientras sentia como el cuerpo de ella se apretaba contra el suyo protegiendolo con algo que se sentia suave y calido al tacto-que demonios ha sido eso-dijo mientras se levantaba con la ayuda de ella con su aroma aun pegado a su nariz, si se trataba de un ataque terrorista no queria imaginarse lo que habria pasado si e hubiera estado arriba del metro.

Verónica miró de arriba a abajo a aquel extraño que la invitaba a una copa, no sería la primera vez que aceptaba este tipo de cosas de algún extraño. Quien sabe, a lo mejor consigue acostarse con el sin sentir la necesidad de desmembrarlo.

-De acuerdo, ¿Adonde me llevas?-

Dijo poniendo las manos en jarra.

Karel estaba hablando con aquella chica cuando una explosion sacudio el suelo. Por instinto abrazo a la mujer con quien hablaba con intencin de protegerla. Por mucho que lo negara habia sido creado para proteger a esos pequeños idiotas. En cuento ceso la conmocion se aparto de ella, avergonzado de haberse comportado como un estupido angel cuando ya no tenia ni un alma que perder

El aire olia a muerte. Zuncio el ceño, decenas de almas desaparecian, otros lloraban y gritaban. Quiso pasar de largo, no era su problema pero sus pies se dirigieron raudos a ayudar, al menos mostrarles a los necios muñecos de Dios, por donde estaba la salida.

- Señorita, si aun se siente caritativa, llame ambulancias.- dijo adentrandose en el lugar de la tragedia.

Verónica asintió, sacó su teléfono móvil y llamó a Emergencias. A la vez estaba bastante decepcionada por el hecho de perder una cita tan buena como la que podría haber tenido con aquel atractivo desconocido que la invitó a una copa.

-¿Emergencias? Si, mire, algo ha explotado, hay gente malherida por todas partes, necesitamos ambulancias...-

Colgó el teléfono tras darles la dirección, se acercó al extraño y le susurró al oído.

-Gracias por salvarme...-