Partida Rol por web

Por fin pude ver como una vez más salía airoso de un combate. El grupo que me acompañaba era digno de mí. Por este grupo merecía ser castigado y muerto si fuera necesario por salvarlos a todos.....pero a este Escorpión. Sabía que ocultaba algo y poca gratitud mostraba por haberle salvado la vida.

-"Esta no ha sido la mejor forma de conocernos. Tienes razón. Vayamos al pueblo y allí nos pondrás al corriente de este mal que nos rodea." dije al señalar a los muertos vivientes.

Comprobé el estado de fiel corcel antes de volver a cabalgar sobre él.

-"¿Alguien podría sanar y aliviar estas heridas?" acaricié cerca del lugar donde aquel zombie lo hirió.

Sin dejar de pensar en el Escorpión esperaría el momento oportuno para hacerle un par de preguntas....pero lo primero era lo primero: Mi caballo.

-Estoy segura que en el pueblo alguien podrá ayudarte Unircornio. Tengo entendido que vuestras monturas son como hermanos para vosotros, por lo que os ayudaré a buscar un buen sanador.-

Girándose hacia el resto de vosotros, mientras hace una reverencia, dice:

-Os agradezco mucho vuestra ayuda. Hay una posada en Mizu. Su dueño se llama Goro. Por favor, aceptad mi hospitalidad allí mientras ayudo al unicornio a encontrar un sanador para su caballo.-

-Vamos unicornio, encontremos a alguien que os ayude.- Dice poniéndose a tu lado mientras camina hacia la aldea de Mizu Mura.

- De acuerdo Soshi-sama, allí nos veremos. - Digo con una inclinación a modo de despedida. Mizu Mura, Goro. - me repito a mi misma para que no se me olvide la información. Mientras con un gran suspiro intento relajarme, la tensión me ha dejado los músculos doloridos y menos mal que no se dieron cuenta del pavor que me entró al ver aquellos seres. No puedo dejar que me vuelva a pasar, la próxima vez no me puede pillar desprevenida.
Después de inspirar varias veces me giro al resto de mis compañeros. -¿Marchamos? - Con esta frase me encamino hacia donde había dejado mi montura, acariciando la vegetación por el camino. La suavidad y cosquilleo producido por la misma conseguía hacer que me calmara, me recordaba a los paseos que daba de pequeña con mi madre. Al subirme al caballo se me ocurre. - Cuando lleguemos al pueblo, deberíamos avisar a las autoridades locales para que envíen unos etas a limpiar esto.

La bushi Escorpión se marcha junto con el guerrero Ide para intentar aplicar sanaciones sobre su caballo. El resto, nos movemos hacia la aldea. Guardo mi arma, ahora limpia, para comenzar a caminar hacia Mizu Mura, donde espero que pueda beberme una buena taza de sake que me ayude a conciliar el sueño.

Miro como varias personas han acudido y me tapo con el sombrero de paja que llevo, intentando no llamar tanto la atención. La experiencia me ha enseñado que la vida de un ronin es mucho más fácil cuando no llama demasiado la atención.

"Por lo menos, los cadáveres están ahí para probarse como los atacantes. En otra circunstancia, no me extrañaría que me culpen como un bandido o algo así."

Avanzo junto al grupo para poder refugiarnos. La noche ha caído completamente y, considerando lo visto en las afueras del pueblo, no debemos permanecer más tiempo del necesario en el descampado.

La escorpión te acompaña al pueblo y pide a una de las personas que salieron a observar, que la indicara donde se encuentra un sanador o alguien que pudiera ayudaros.

Al hacer mención de la herida, los lugareños miran al caballo con pena, como si ya estuviera muerto y señalan una casa adosada a un establo. Soshi Kumako se gira para hablarte.
-Dicen que no hay shugenjas en el pueblo, por lo que deberemos confiar en la habilidad del criador de caballos local.-  

Mi camino hacia la aldea se volvió triste y apesadumbrado. Era consciente que el ser dañado por unas criaturas manchadas podría ser fatal. Mi caballo merecía los mejores cuidados, incluso de la magia si fuera necesario al igual que si uno de mis compañeros se tratase.

-"Ánimo. Sólo ha sido un rasguño. trataba de darle ánimos mientras acariciaba sus crines.

Era una aldea sin demasiada importancia. Una aldea en la que esperaba encontrar a alguien que pudiera ayudar a mi fiel montura.

-"Si es bueno en su profesión quizás tengamos alguna esperanza." respondí al Escorpión.

Durante unos segundos guardé silencio sabiendo de la importancia de lo que iba de decir.

-"Dada la situación no me andaré con minudencias. El daño a mi caballo no quedará impune." dije seriamente.

-"Algo me llamó mi atención en nuestro encuentro......¿Por qué poseeis y además está vacía....una saya de color azul cielo con la punta rematada en plata labrada? Esos colores son más propios de otro clan. No de los escorpiones." ....

-En efecto.- Dice la Shosi sin inmutarse mientras os dirigís hacia los establos. -Veo que sois observador y estaría bien contar con vuestra ayuda. Además, podréis vengar el daño infligido a vuestra montura.-

Una vez allí, la escorpión golpea un par de veces la puerta de la casa adyacente al establo. Al poco tiempo sale un hombre soñoliento que espabila de repente al ver a dos samuráis a la puerta de su casa, armados y a esas horas de la noche.

-Mi compañero unicornio ha tenido un percance y su caballo ha resultado herido. Debe ser tratado de inmediato y sin dilación.- El hombre, todavía estupefacto, reacciona poco a poco inclinándose ante vosotros con un tímido "Hi", cogiendo un farol y llendo hacia el establo para abrir las puertas.

Ves como la escorpión le dice algo al oído mientras abre los portones, a lo que el hombre responde abriendo mucho los ojos y mirando la herida del caballo. Enseguida la Shosi le dice algo más que le hace temblar y te hace señas de que entres tu montura.

-Samurai Unicornio perdonadme, sin duda querréis estar con vuestra montura, pero está en buenas manos. Os insto a que vengáis a la posada donde esperan vuestros compañeros. Yo no puedo quedarme o pecaré de ser una mala anfitriona.-

Como dijo la escorpión, la posada de Mizu pertenece a Goro, un tipo flaco medio calvo pero bien adecentado. Su cara revela la picardía propia de comerciantes. Enseguida que entráis se presenta ofreciéndoos sus humildes servicios.

-Saludos viajeros. Mi nombre es Goro y regento esta humilde posada.- Acompaña sus palabras con una buena reverencia para ser un Burgés. -¿Qué puedo ofrecer a tan nobles samurais? ¿Comida, sake o reposo? Cualquiera de las tres podrán ser satisfechas en la casa de Goro.-

Llegamos a la aldea y buscamos la posada donde podemos descansar esta noche. Entro en el lugar, sacándome el sombrero y dejando mis enseres en la entrada, en la parte apropiada, menos mi daisho. Nos recibe un calvo al que respondo con un leve asentimiento y unas palabras en tono gentil:

 - "Las tres cosas me apremian, exactamente en ese orden."

Avanzo hasta una mesa de suficiente tamaño para albergarnos a todos y me siento. No hemos tenido aún el problema de comer juntos, por lo que no sé si todos ellos están dispuestos a compartir su mesa con un ronin. En caso de que no sea así y alguno me lo haga saber, me retiraré a un rincón de la sala para comer y beber en soledad.

Miráis con escepticismo el local, al posadero y a la mesa donde se sienta el ronin. Permanecéis de pie mientras el posadero trae sopa de fideos y sake al ronin.

Después, acercándose a vosotros tres con miradas intercaladas al ronin, parece comprender. Con las manos temblorosas os indica una mesa a parte de la del ronin para que os sentéis. 

El calor y tranquilidad de la casa de Goro me hacen sentir una tranquilidad que la última vez que la sentí fue en aquella playa con mis padres, mientras oía el suave sonido de las olas barrer la arena y la fresca brisa acariciar mis mejillas. Cerré los ojos e inspiré profundamente para olvidar la sensación de terror que viví hace unos momentos. Al abrirlos vi cómo el Ronin... Oruno creo que se llamaba estaba sentado en una mesa lo suficientemente grande para entrar todos y cómo nuestro retraso en la reacción había hecho entender al posadero que no era nuestro deseo compartir mesa con él. Contra este persamiento me apresure a indicarle. - Por mi no será necesario amable tabernero. - al terminar hago una leve inclinación de cabeza, más por respeto que por etiqueta, y me encamino a la mesa. Me froto las manos para entrar un poco en calor y le digo al tabernero. - Para mi una sopa de Miso. -

Me giro al misterioso Oruno - Y bueno, ¿cúal es tu historia? Estoy segura que todos los ronin tiene una historia interesante detrás. Y en cierto aspecto es admirable el hecho de que vayáis sirviendo sin el respaldo de un Daimio. - espero que tengan ōnsen en este sitio, me apetece relajarme. Aunque también estoy ansiosa por escuchar las palabras de la escorpión. Quizás en un ōnsen compartido con Zhuo se relaje y nos cuente con más detalle lo acontecido. - Pienso para mi.

La llegada al pueblo no suposo nada nuevo en mis esperanzas. Mi caballo necesitaba ser tratado y lo único que tenía era un cuidador de caballo.

-"Espero que pueda hacer algo." acariciaba a mi caballo al ver como el Escorpión le decía algo al cuidador. Nada bueno supongo al ver su rostro de sorpresa y miedo.

Veía como mi fiel montura se adentraba en aquel lugar guiada por el nervioso cuidador de caballos. Un lugar donde otros caballos recibían sus delicados cuidados que les otorgaban mejoría y esa mejoría era la que buscaba yo.

-"Vayamos a la posada. Aquí de momento nada más puedo hacer." dije tajantemente.

-Perdón por mi vacilación...- Genji se mostró cortés con una reverencia. -No hay de que preocuparse.- Dijo a Goro sentándose al lado de la Hiruma.

-Hemos combatido bien y no ha mostrado temor. Sus actos son dignos de un samurái...- Dice de una manera inquisitiva esperando una contestación a la pregunta que Mausuko le ha hecho.

-Ha combatido bien y con técnicas de escuela. ¿Quién será este hombre y cuál su historia?.- Piensa mientras espera paciente.

-Si señor, enseguida os traigo algo samuráis.- Y marcha corriendo a la cocina.

En ese momento llega Ide Shido Miko siguiendo a Shosi Kumako. La máscara de ella no revela nada, pero en el rostro del unicornio puede verse un rastro de pesar.

-Espero que os esté atendiendo correctamente Goro.- Dice la Shosi mirandoos a todos. -De vez en cuando comete alguna imprudencia pero es buena persona. Y su sopa no está nada mal.- La escorpión se sienta a la mesa dejando la lanza ya limpia apoyada en la pared.

Zhuo se sintió algo contrariada en la posada. Por más que lo intentaba, no concebía que un heimin tuviera fuera el dueño de una posada. Y lo más increíble de todo, es que estaba en tierras Unicornio. Apuntó mentalmente el lugar, para informar a su superior e investigasen si aquel hombre pagaba sus impuestos al Khan.

— La especialidad de la casa para comer, y una botella de Amazake. Quiero invitar a mis compañeros por la cacería de hoy. 

Luego se dirigió a la escorpión. No sabía como empezar. Durante todo el rato no se atrevió a dirigirle la palabra. Su senséi, y sus padres adoptivos la advirtieron siempre de la "mancha" que representaban para el Imperio. Sin embargo Zhuo trató de hacer a un lado todos esos prejuicios manteniéndose en un prudente silencio hasta ese momento.

— Sumimasen Soshi Kumiko-sama. — Dijo a modo respetuoso bajando la cabeza lo justo para mantener las formas sin olvidar que muy bien podría tratarse de una vil alimaña, hija de otras alimañas y entrenada para taimados fines. — Mi nombre es Zhuo, Ide Zhuo. Alumna leal hasta la muerte de Ide Xilung senséi, maestro del honorable dojo El Único Golpe. Me honra compartir mi sake con alguien de un clan cuyos ancestros también tienen una parte de raíces gaijin. Si no le importa quisiera desvelar una curiosidad que no para de darme vueltas a la cabeza. Me he fijado que vuestra vaina y katana son dispares. Es decir, que esa vaina no pertenece a esa katana. Y me resulta tan.... insólito como un samurái sin daimyo. Seguro que tenéis mucho que explicar al respecto. Si no os importa, claro está.

Los samurai que me acompañan demuestran gran gentileza al decidir compartir la mesa conmigo y les agradezco a todos de forma tácita, con una pequeña reverencia desde mi posición, sentado en el suelo al lado de la mesa.

Cuando estamos todos sentados, no toco mi comida ni sake hasta que lleguen el resto de los alimentos para los presentes, pues no comeré antes que el resto de los presentes.

Entonces la joven Hiruma me pregunta por mi historia, ante lo que bajo la cabeza un poco avergonzado antes de contestar:

 - "Estoy seguro de que mi historia no es mejor que las grandes glorias que el resto de los presentes debe tener para deleitarnos. La mía solo es un relato de faltas y vergüenza, lleno de pesar, nada apropiado para una ocasión como esta, donde debemos celebrar un día más de vida después de encarar la muerte."

Me mantengo en silencio luego de eso, pues a pesar de que estaría feliz de oír los relatos de otros, pero hacerle daría pie para que vuelvan a preguntar del mío y es algo de lo que no debo hablar. No puedo hacerlo, no con gente a la que he conocido recién y que no sé si son realmente dignos de mi confianza.