Partida Rol por web

Dwigth caminó en silencio, un poco por detrás de Peter, que enérgicamente había tomado la delantera. La silueta de la casa, junto a la del granero, que en un principio apenas podía entreverse en el horizonte se fue haciendo paulatinamente más grande. La luz mortecina y el ambiente tormentoso no ayudaban a dar ninguna buena imagen ni al edificio ni a los lúgubres campos que la rodean. Pronto, el letrero lo dejó bien claro. Se trataba de la propiedad el señor Hill. 

John escuchó con educación las palabras de Selina. Pero eso no quitaba para que le diese la razón a la señorita. Selina Sparks podía ser, a los ojos de Dwight, una buena agente. Pero tenía la sensación de que mantenía un perfil bajo. Sus afirmaciones y apuntes eran más bien obviedades, por lo que sólo quedaban dos opciones: O bien la agente era una mediocre, o temía lanzar en voz alta hipótesis más arriesgadas. Sinceramente, esperaba que fuese lo segundo. En tal caso, más le valdría empezar a poner toda la carne en el asador. Y hacerlo pronto.

-En eso no puedo estar más de acuerdo con usted, señorita Sparks. -contestó Dwight en un tono condescendiente. Hay muchas granjas en la zona. Durante un rato no dijo nada más, dejando a la joven agente con la sensación de que su superior le estaba tomando el pelo. Pero esta es la granja de Martin Hill. Y puede que usted, al igual que yo, no crea que el viejo sea el asesino que andamos buscando. Demasiado obvio, habrá pensado, demasiado descuidado, viejo, demasiado irracional. Y, al igual que yo, tampoco es capaz de imaginárselo manejando una cámara Polaroid. Le sonrió a la agente. Una sonrisa que resaltaba las arrugas prematuras de John. Una sonrisa forzada. Sin embargo, desde que hemos llegado aquí todo el mundo parece señalar al viejo Martin Hill. Todo el mundo sabe que no es alguien del que fiarse, e intuyo que nuestro asesino lo sabe también. 

Anduvo un rato más. A medida que se acercaban a la finca aquella sensación agobiante se iba haciendo cada vez más espesa. Resulta tan obvio y fácil culpar al viejo Hill, que temo que haya podido ser utilizado por el verdadero asesino. Al fin y al cabo, siempre viene bien tener un escudo humano, una cabeza de turco a la que el sheriff de turno no dudaría en acusar. El perro salió a su encuentro. Las pupilas de Dwight se dilataron sensiblemente, pero esa fue todo la reacción que tuvo ante la aparición del animal. Miró a Selina, que parecía asustada y aliviada al mismo tiempo. Puede que para nosotros resulte inverosimil acusar a este hombre de asesinato. Pero quizá Martin Hill haya tenido que ver en los crímenes más de lo que pensamos...

Se sentía algo absurdo encabezando una marcha de la que era completamente contrario, pero en vista de que no había muchas más opciones por el momento siguió caminando como si nada, lento pero seguro.

Pensaba como sus compañeros. Parecía demasiado evidente las implicaciones del viejo Hill como para tomarlas realmente en cuenta. Demasiadas flechas apuntando en una misma dirección tendían a llevarte por el camino equivocado.

Escuchaba las palabras de los agentes sin intervenir, demasiado concentrado en no mandarlo todo a la mierda y seguir sus propios palpitos hasta que aquel perro salió a su encuentro.

Instintivamente se colocó entre la flaca bestia y Selina. No lo pensó, simplemente lo hizo. Su rostro asustado le recordó una vez más a la desaparecida Sandy.

Iba a desenfundar su arma cuando el chasquido seguido de un fuerte tirón que paró en seco al animal le detuvo.

-Maldito chucho...- dijo en voz baja.

Una vez recompuestos, continuó su camino junto al resto sin volver a tomar la delantera. Ese puesto se lo reservaba al agente al mando.

Estáis frente a la puerta de entrada, cerrada. Aparte de los molestos ladridos del perro y los truenos de la inminente tormenta, no se escucha nada más. La puerta está cerrada.

Frunzo el ceño mientras caminamos ladera arriba hacia la ominosa figura de la destartalada granja. El entorno no podía ser más cenizo, y eso hace que mi humor se comporte acorde. 

Selina destaca lo que pensamos todos, y John patroniza la explicación.

- Sea como fuere - añado tras las palabras de Dwight - creo que la evidente inclusión del viejo Hill como sospechoso, seguramente incitada por el verdadero asesino, deja claro que el verdadero asesino conoce bien al viejo y su mezquina reputación en el pueblo. Lo que vuelve a confirmar que el sospechoso es alguien local. -

Me paro un segundo frente a la puerta y vuelvo la cabeza instintivamente hacia el granero. 

- No, lo primero la cortesía. -

Sin pensarlo dos veces subo de un salto los tres escalones del porche y toco el timbre dos veces seguidas.

El timbre no funciona. No suena, y tampoco parece que el mecanismo interno esté bien puesto que el botón se queda parcialmente incrustado en el interior.

Selina respondió, algo azorada, tras los comentarios de Dwight. Tenía la impresión de que había empezado hablando con ella en un tono condescendiente, y se sintió algo tonta. Tal vez sus comentarios en esa ocasión habían sido demasiado obvios, pero nadie más los había puesto todavía en común con el grupo.

-Disculpe, señor, no he querido insinuar en ningún momento que esta visita sea una pérdida de tiempo. Inspeccionar esta granja y tal vez hablar con el viejo Hill puede que nos aporten algo importante, algún nuevo indicio para seguir avanzando en la investigación.

Siguieron avanzando hasta llegar al porche de entrada a la casa. El doctor Sullivan se adelantó para intentar llamar al timbre situado al lado de la puerta, con nulo éxito. Aquella construcción parecía a punto de derrumbarse en cualquier momento.

-Puede que tengamos más éxito golpeando directamente sobre la puerta.

John no dijo nada ante la disculpa de Selina. Simplemente asintió mudo. 

Cuando resultó evidente que llamar al timbre no iba a dar ningún resultado enarcó una deja. 

-Adelante, pues. -contestó a la proposición de la agente Sparks.

Nadie responde a los golpes en la puerta.

Ante la falta de respuesta a las insistentes llamadas, Peter desenfundó su arma y comenzó a rodear la casa, tratando de observar el interior de la vivienda por alguna ventana antes de irrumpir dentro sin una orden del fiscal del distrito.

Caminaba lentamente, procurando no hacer ruido, asomándose por cada abertura que le salía al paso. De vez en cuando lanzaba miradas hacia el maizal intentando adelantarse a un posible ataque que pudiese provenir de aquella dirección.

Sus sentidos se activaron y, durante unos segundos volvió a sentirse en tierra hostil.

Peter Johnson es el primero en quedarse sin paciencia. Saca su arma y rodea la casa oteando por las ventanas. El siseo de los maizales moverse con el viento es aterrador en aquella loma. A un par de millas de Ashville, pero parecía estar en una realidad diferente, mucho más olvidada y asfixiante, propia de una pesadilla.

- ¡Eh, ustedes! Malditos entrometidos. ¡Largo de aquí! ¡Es una propiedad privada! ¡Llamaré a la policía! - Una retahíla de acusaciones comienzan a llegar de la figura que ha aparecido entre la espesura de los maizales. Su voz está cargada de odio, y agita de manera atemorizante una guadaña que lleva en su mano con el brazo levantado. - ¿Ha venido a robarme? Los jóvenes lo echáis todo a perder. Eh, ¿eso es un arma? ¿Vas a matarme, puto niñato? - El "viejo Hill" increpa con la velocidad de una ametralladora con insultos casi aleatorios. - Id a drogaros por ahí o tendré que soltar al perro. - Amenaza, aunque lo que hace es encerderse un cigarrillo muy tranquilamente.

Su aspecto es el de un viejo con un carácter infernal. Sucio y demacrado, que se aferra a la vida por pura terquedad. Está delgado, seguramente por una mala alimentación, aunque contrasta con la energía que muestra. Su arrugada piel está salpicada de manchas seniles. Su ropa tiene un aspecto antiquísimo, incluso es una reliquia del pasado para las gentes de Ashville. Los pantalones están desgarrados y se sujetan con dos tirantes que hace décadas que debieron haberse roto.

Su mirada destila fiereza y su carácter la acompaña.

- ¿Todavía estáis ahí? ¡Largo, joder! - Grita, haciendo el amago de ir hacia los agentes.

-Señor Hill. Somos del FBI. Necesitamos hacerle unas preguntas- dijo encarando al anciano. En ningún momento apuntó su arma contra el viejo Hill, pero tampoco la enfundó, no mientras aquel hombre empuñase aquella guadaña. Si su carácter era la mitad de violento de lo que se decía habría que andarse con cuidado.

Lentamente sacó su placa y la levantó para que fuese bien visible.

De nuevo Peter volvía a actuar con esa impulsividad tan propia de la juventud. Una actitud que ponía en peligro a toda la unidad. John Dwight se dijo a sí mismo que más tarde tendría que mantener una seria conversación con el agente Johnson. 

Escuchó los gritos del viejo Hill al otro lado de la casa. No se sobresaltó. Con su ya característica parsimonia caminó pausadamente hacia el foco de la discusión. Allí pudo ver a Peter Johnson, con la pistola desenfundada y sosteniendo la placa en alto, encararse con Martin Hill, quien sostenía una guadaña y adoptaba una expresión iracunda. 

-Disculpe la intromisión, señor Hill -Dwigth finalmente llegó a la altura de su compañero y le hizo un gesto para que guardase el arma. También le lanzó una mirada, a primera vista inexpresiva, pero que para Johnson empezaba a ser familiar. El reproche mudo. -Espero que no haga falta soltar al perro, nuestra visita será breve. Como ha dicho mi compañero, somos agentes del FBI, pero tranquilo, solo hemos venido a hacerle unas preguntas.

Sabía cómo tratar con chalados como aquel. Durante años fueron para John su pan de cada día. Todos, sin excepción, escondían algún pasado trágico, un trastorno psicológico o una adicción severa a las drogas. A menudo una mezcla de las tres. Muchas veces bastaba con escucharlos evitando parecer una amenaza para que se calmasen. Podía contar con los dedos de una mano las veces que se había visto forzado a utilizar la fuerza. 

- ¡Ya le dije a esa zorra de Joanna que me dejara en paz! - Grita fuera de sí, y sin soltar la guadaña de afilada hoja. - A mí no me acobarda un grupo de críos con placa como vosotros. No, no, no me acobardan. ¡No! - Su estado senil se torna patente en su manera de hablar, que parece hacerlo más para él mismo que para los agentes. - Le dije a la puta sheriff que yo no sé nada de esas muertes, así que ¡fuera de aquí y dejadme en paz! ¡Hijos de mala madre!

Fuma compulsivamente el cigarro y su lengua parece incontrolable. Está totalmente dominado por su odio a todo el mundo.

Sigo los pasos de Dwight hacia dónde proceden los gritos del viejo Hill y dónde Peter intenta calmar al cabeza de turco local. Las palabras de nuestro agente al mando, calmadas como siempre, no consiguen transmitir suficiente serenidad al anciano como para que abandone su tono agresivo. Muy probablemnte, años de trastornos y dureza hayan anclado tanto la hostilidad en su manera de ser, que el hombre ya se comunica así con todo el mundo por defecto.

Intento obviar las observaciones racistas y misóginas que el viejo lanza sobre mi persona y la agente Sparks, y le pregunto con una sonrisa.

- Señor Hill, aparte de la Sheriff y sus hombres, ¿sabe si alguien más ha estado husmeando en su granero - hago un gesto con el pulgar hacia la estructura al otro lado de la casa - o ha visto a alguien deambulando por sus campos de maíz ultimamente? -

Mientras contesta intento visualmente hacer un análisis de su estado de salud y mental. Parece desnutrido y seguramente fume como un carretero, ¿bebe? ¿se droga? El tono de la piel, de la lengua... Tal vez esté loco, tal vez sea un superviviente de una vida dura ¿miente? ¿amenaza? ¿o es sólo perro ladrador?. Intento averiguar todo lo que pueda mientras sus insultos vuelan contra nuestras personas. 

- Si hubiera descubierto a alguien husmeando por mi finca, ya le habría rajado el pescuezo. - Dice amenazantemente, zarandeando su guadaña mientras un trueno golpea las nubes a los lejos. - Sólo venís aquí porque en Ashville me tienen manía. ¡Putos engreídos! Ya le cerré la puerta en las narices a Joanna y la amenacé con coserla a balazos si volvía. Se ha cagado en los pantalones y os manda a vosotros. - Su carácter es conflictivo, y su odio hacia todo parece haber traspasado este mundo. - ¿Y crees que por mandar una cría jovencita y guapita no vas a ser pasto de mi escopeta? - Dice ahora señalando con el dedo a la Agente Sparks.

Sus amenazas difícilmente las llevaría a cabo. Desde el punto de vista psicológico, es un enfermo mental de avanzada edad cuyo pilar básico es el odio hacia el mundo actual. Ya no parece obrar con demasiada lógica y, la táctica aconsejable en estos casos es... ignorarle.

Su aspecto derrocha mala salud: edad avanzada que propician todo tipo de enfermedades óseas, cutáneas, manchas seniles, color de piel que probablemente tenga su origen en problemas hepáticos, mala nutrición, consumo de tabaco y, por el enrojecimiento de capilares en nariz y pómulos, consumo de alcohol.

Peter se mantuvo firme ante las amenazas del viejo Hill y estoico a la mirada de Dwight. Estaba casi seguro de que aquel hombre no era una amenaza real para el grupo, pero no iba a bajar la guardia mientras estuviera armado.

Siguió empuñando su arma reglamentaria, aunque cambió su posición de agarre a dos manos por una más relajada a una mano, siempre manteniendo la tensión para poder levantar el arma y disparar en décimas de segundo.

Aquel individuo estaba simplemente enajenado. No creía que hubiese tenido ningún reparo en decapitar a cualquiera de las dos víctimas con su guadaña por la más nimia discusión, pero no le veía con las capacidades mentales de perpetrar un crimen con premeditación. Eso o fingía muy bien.

Echó una fugaz mirada hacia Selina cuando el anciano la señaló y calculó cuanto tardaría en abatirle si salia corriendo hacia ella, tendría tiempo de sobra.

Estaba claro que no iba a atender a razones, pero prefería mantenerse al margen y que fuera Dwight quien tratase con el viejo demente.

Aquel viejo no tenía ningún reparo en amenazar a una agente de la ley, y menos aún en reconocerlo públicamente. No atendería a la razón, ni a la intimidación, ni siquiera respondería ante la fuerza bruta. Pero tenía la intuición de que aquel chalado todavía tenía algo que decir. Y la única manera de sonsacarlo era dirigiendo esa furia ciega en la dirección correcta.

-Dígame, señor Hill -preguntó Dwigth- ¿ha estado alguna vez en prisión? 

Se acercó un poco más al viejo, atento a cualquier movimiento impulsivo por su parte. 

-Le confesaré algo. Está usted en lo cierto. Ashville le tiene manía. Aún más, apostaría a que quieren verle entre rejas. En concreto hay alguien que sí. Y puede que muy pronto lo consiga. Como sabrá, la última semana dos personas han sido asesinadas. Y con una de ellas tuvo usted un encontronazo justo el mismo día de su muerte, ¿le suena el nombre de James Elmore? 

John buscó en los ojos de Martin Hill alguna señal de reconocimiento. 

-Alguien se la está intentando jugar, señor Hill. Quieren hacerme creer que usted entró en el domicilio del señor Elmore y lo acuchilló hasta matarlo. No venimos a acusarlo a usted, pero si no nos da algo, no tendremos más remedio que hacerlo.

- ¡Jamás he pisado una prisión! - Grita orgulloso.

Otro trueno retumba en la colina y los pelos de la melena de la Agente Sparks comienzan a cargarse de estática.

- El imbécil de Elmore... ¡Claro que me suena! ¿Me tomas por loco? - Tras estas palabras, evitáis hacer ningún gesto. - Discutí con él hace poco. Lo sabe todo el pueblo. No gano lo suficiente a veces y le pedí que me fiase una compra. No quiso hacerlo. He visto como le fía a otras personas, pero a mí no. ¿Ves lo que te digo? Esos gilipollas de Ashville no tienen otra cosa que hacer que hacerme la vida imposible. Sobre su muerte y la de Bale no sé nada aunque lo tenían bien merecido.

En este punto, el viejo mira al cielo y frunce el ceño.

- Oye, ya me estáis haciendo perder demasiado tiempo. Tengo que guardar las herramientas, el perro y terminar la jornada. ¿Por qué no os vais a la ciudad y buscáis por allí al asesino?

El viento comienza a intensificarse y las dos millas de vuelta se adivinan molestas. Algunos pájaros vuelan bajo, emitiendo desgarradores sonidos, mientras que los espantapájaros se agitan como si fuese una película de terror. Al fondo, en Ashville ya se ha encendido el alumbrado público y la gente se resguarda en sus casas.

Finalmente el viejo Hill había aparecido ante ellos, abriéndose paso entre sus campos catastróficamente cuidados. La estampa de aquel hombre con la guadaña entre sus manos era bastante siniestra, pero aquello no iba a hacer mella en su visita. Estudió con atención las reacciones de cada uno de sus compañeros. Johnson parecía haber reaccionado demasiado impulsivamente, para su gusto y dadas las circunstancias. Sin duda al viejo se le podía considerar armado y en actitud amenazante, y de sus palabras se podía deducir que podía llegar a ser peligroso. Pero tal vez adoptar una actitud agresiva contra él sería como echar leña al fuego. Fue el agente Dwight quien tomo el peso de la conversación, como jefe de grupo, a Selina le parecía lo más apropiado. Empezar a abrumarle realizándole preguntas entre varios hubiera sido un error, no parecía un tipo al que debieran poner a prueba su capacidad de atención ni su paciencia. Solo el doctor Sullivan se aventuró a realizar una pregunta suelta rompiendo el diálogo entre ambos, a lo que Hill si respondió manteniendo el hilo de la conversación.

En un momento dado, el viejo se dirigió a ella con una amenaza directa y pudo ver un destello de preocupación en los ojos de Johnson. Pero tenía la impresión de que aquel hombre tenía bastante más determinación en sus palabras que en sus acciones, así que se permaneció firme, hierática, ante las palabras del granjero. Tras invitarlos con pocas formas a abandonar su propiedad, bien se hubiera dado por satisfecha, pero atendiendo a la mirada de su jefe de equipo, no tenía la impresión de que hubieran concluido, todavía. Sin embargo se decidió a hacer una pequeña intervención a aquella entrevista con el viejo.

-Muy bien señor Hill, ya nos ha dejado clara su opinión sobre como funcionan las cosas aquí en Ashville. Pero no sé si hemos terminado todavía, ¿agente Dwight?

Se giró hacia el jefe, dejando en sus manos la decisión de aceptar la invitación a desaparecer de allí o apretar un poco más el interrogatorio al viejo Hill. Había sido quien había llevado el peso de la conversación, no tenía sentido que ahora ella se entrometiera para darla por terminada.

La respuesta del viejo le decepcionó. Desde luego la decisión inteligente por parte de Martin Hill hubiera sido la de soltar algo, por nimio que fuese, que les diese una pista. En su lugar, se dedicó a seguir insultando a la sheriff Baker y a despotricar contra las víctimas. No le daba ninguna apena aquel maníaco. Y estaría mejor entre rejas. 

Además, necesitaba registrar la casa, y con aquel energúmeno en medio sería tarea imposible. Miró a Peter y a Selina. En el FBI se los habían vendido como los rookies más prometedores de la nueva generación. Ahora tendrían la oportunidad de demostrar su valía. 

-Arrestadlo -susurró.