Partida Rol por web

Un par de minutos después estáis frente a la iglesia. A estas horas no hay oficios religiosos, pero las puertas permanecen abiertas, siempre dispuestas a acoger a sus feligreses necesitados de un momento de recogimiento y oración.

La puerta de madera, aunque antigua, se abre sin el menor chirrido. El interior es pequeño, poco más grande que una capilla, y está formado por dos hileras de bancos, con un modesto altar y una cruz al fondo. La luz interior es mortecina pero acogedora. Su silenciosa atmósfera, con olor a cera de velas, incienso y madera vieja, infunde sosiego y tranquilidad.

En el interior no se ve un alma. Aunque lo que más os interesa es el cepillo, situado a mano derecha en la pared. Como todos es una simple caja de madera con un rendija en la tapa, que está cerrada por un pequeño candado.

¿Padre? ¿Cura? ¿Señor? ¿HAY ALGUIEN? - dice sullivan elevando la voz y avanzando hacía el altar mientras revisa el lugar por si ve a alguien. Su mirada se para en la estatua de jesus crucificado en lo alto de la pared y añade: ¿Hay alguien vivo por aquí?

De una pequeña puerta lateral situada en la zona del altar, sale una mujer. Es bajita y muy mayor. Lleva un pañuelo anudado a la cabeza y una fregona aún en la mano, parecía estar en plena faena. Os mira con una mezcla de inquietud y desaprobación.

-Pero qué pasa, por qué gritan.

Salina entra en la iglesia siguiendo a sus compañeros, se acerca a la pila de agua bendita, sumerge en ella los dedos índice y corazón de la mano derecha y se santigua. Amén. Hace mucho que no visita una iglesia, pero las viejas costumbres nunca se pierden. Al ver avanzar con tanto desparpajo a Sullivan, empieza a sentirse ligeramente incómoda. El silencio sepulcral, tan sólo quebrantado por el eco de los pasos y en ocasiones el murmullo de una plegaria fervorosa, le ha inspirado siempre un gran respeto.

-¡Sullivan! -exclama en un susurro-. ¡Baja la voz!

Salina lo mira con el ceño fruncido pero en el fondo empieza a sentir cierta simpatía hacia él. Es de las personas más auténticas que ha conocido es su vida. Sonríe para sí, mientras se acerca al cepillo.

La mujer os mira, esperando una explicación.

Sullivan avanza hacía la señora mientras saca su identificación de la americana.

FBI, no se preocupe, no venimos por usted. ¿Quien esta al mando de este lugar? Tenemos que abrir el cepillo inmediatamente. Hemos recibido una llamada... - sullivan se girá para observar lo que hacen sus compañeros y comprobar si el cepillo se puede abrir o no, al ver el cerrojo se vuelve hacia la mujer y termina de hablar: ¿Con quien tenemos que hablar para abrir ese candado?

La mujer necesita unos segundos para asimilar la situación.

-El FBI... ¿Abrir el cepillo? Pues... yo misma. Soy Mary Benson, la mujer del reverendo. Bueno... -se corrige con un temblor de la voz- del antiguo reverendo, que el Señor lo tenga en su gloria -añade santiguándose, y entonces reparáis que va de luto-. Pero no entiendo qué esperan encontrar...

Aunque un poco renuente, quizá sobre todo por los modales de Sullivan, la señora Benson acaba accediendo. Deja la fregona apoyada contra una pared y se encamina hacia el cepillo. Es una mujer bastante gruesa, aunque se mueve con agilidad para su edad. Saca un manojo de llaves del bolsillo y abre el cepillo. Cuando os asomáis a su interior descubrís que... está vacío.

La mujer os mira con curiosidad mientras guardáis un decepcionado silencio. Notando vuestro desconcierto intenta ser de alguna ayuda:

-Hum... Yo vacío el cepillo cada día. Tal vez si me dijeran lo que estaban buscando...

-Sra. Benson, acepte nuestro más sincero pésame -dice Salina, acercándose a la mujer todo lo posible, pero dejándola también espacio para que no se sienta intimidada-. Soy Salina Sparks, agente del FBI, y éstos son mis compañeros: el agente Sullivan, el agente Dwight y el agente Peter Johnson. ¿Podría enseñarnos lo que ha recogido en el cepillo los últimos días?

Salina se coloca tranquilamente unos guantes de látex y coge el cepillo, lo guarda en una bolsa de pruebas y lo reserva para analizarlo detenidamente más adelante. Probablemente no encuentre nada, pero...

-Lo siento -añade, disculpándose al ver el gesto de la viuda-, pero me temo que tendré que llevármelo para examinarlo. Le prometo devolvérselo en cuanto termine.

Sullivan hace un gesto con la garganta y empieza a sudar por el estrés acumulado.

Lamento su perdida señora, sin duda ahora se... - sullivan no parece encontrar las palabras que quiere decir o tal vez se calla para no meter la pata. Perdone, pero habíamos recibido un aviso de que podría haber aquí algo... ¿No ha encontrado usted nada raro o fuera de lo habitual en los últimos días? ¿Acaso tiene la iglesia otro cepillo?

-Pues... No sé qué decirles. En el cepillo están las limosnas de los feligreses, ¿qué otra cosa podría haber? -Pero al decirlo parece recordar algo-. Bueno, ya que preguntan con tanta insistencia, también había una foto de mi marido, pero no creo que eso les interese.

Sullivan se queda de piedra al escuchar lo que ha dicho la señora. Se vuelve hacías sus compañeros con una expresión de incredulidad y a continuación saca su cuaderno donde empieza a hacer anotaciones.
Duda entre hacer una llamada telefónica o no pero al final decide no hacerla.

Joer, que fuerte. Esto confirma que han sido tres los asesinatos y que encima lewis estaba al tanto de lo ocurrido.

Salina se prepara para precintar la zona que rodea al cepillo y saca su equipo de recogida de huellas y demás pruebas.

-Disculpe, señora Benson, me temo que tendré que examinar la zona, aunque imagino que habrá múltiples huellas, incluidas las suyas. Le agradecería que me facilitara una muestra de sus huellas y de su ADN para facilitarnos la labor de búsqueda y de descarte.

Termina de precintar y se dispone a iniciar el examen cuando la señora Benson menciona lo de la fotografía. Oh, maldición. Salina vuelve a meditar sobre la curiosa coincidencia de que las tres víctimas vivieran o trabajaran en, aproximadamente, tres de los cuatro puntos cardinales del pueblo.

-Por favor, señora Benson, necesitamos esa fotografía y también nos gustaría, si no es molestia, que nos hiciera el favor de contarnos cómo murió su marido, dónde lo encontraron, qué hizo los últimos días, si coincidió con alguien nuevo o desconocido, si tuvo algún conflicto con alguna persona, ya fuera del pueblo o no... Hum... Perdone, no pretendo apabullarla. ¿Hay algún sitio donde nos podamos sentar a hablar más tranquilamente? -le pregunta, dándose cuenta de pronto que ni siquiera ha tomado aire entre una pregunta y la siguiente. Mientras la viuda asimila la información, Salina saca el teléfono móvil de su bolsillo y llama a la comisaría de Ashville.

-Voy a llamar a la Sheriff. Debería estar presente.

Por teléfono Patty te dice que la sheriff aún no ha regresado de Joshua Tree, pero irá Fred en su lugar.

Mientras tanto, la señora Benson se sienta en el banco más cercano, claramente desconcertada.

-No entiendo nada, ¿por qué me hacen tantas preguntas? Mi marido no tenía problemas con nadie, era un hombre amable y muy cristiano.

Poco a poco le iréis sonsacando la información a la viuda. No recuerda nada fuera de lo normal en los últimos días. Salvo, obviamente, los terribles crímenes. Se santigua repetidamente al recordarlos y murmura una breve plegaria por sus almas. Después os cuenta que fue ella quien encontró el cuerpo sin vida de su marido.

-Fue hace cuatro días -explica intentando mantener la voz firme-. Arthur se retrasaba para la cena, así que vine a buscarle. Él estaba... -pero no puede contenerse y se lleva la mano a la boca ahogando un sollozo. Sus ojos se dirigen a un punto del pasillo, entre las hileras de bancos-. Lo siento... -se disculpa mientras seca sus lágrimas-. No debería llorar, ahora está en un lugar mejor. Pero lo echo tanto de menos...

Cuando se repone un poco os explica que lo encontró tendido en el suelo. Según el parte médico murió de un ataque al corazón. También os entrega la foto, que lleva en su bolsillo.

-La encontré en el cepillo, al día siguente. Imagino que la dejó algún vecino. La foto no se ve bien, pero me pareció un detalle bonito. No tenía ninguna foto reciente de Arthur.

Es una foto polaroid, similar a las otras dos.

Peter observa la fotografía que les ofrece la señora Benson. Esperaba encontrar cualquier cosa, pero no había pensado en la fotografía. Por una parte se alegraba de que no fuera una ayuda de Lewis. Al menos así sabía de que bando estaba. Lo que menos le habría apetecido era tenerlo de consejero.

Aún así, pensaba que la fotografía no hacía más que confirmar (y complicar) lo que todos sospechaban. Ahora había que descubrir como Lewis había accedido a esa información. Llamar al sanatorio y saber si recibía cartas, llamadas o cualquier tipo de información del exterior. Quizá las manos estuvieran en Ashville pero el celebro de todo esto siguiera siendo él.

En todo esto pensaba mientras observaba aquel anciano, y compadecía a su mujer por agradecer en su ignorancia aquel último regalo.

- Señora Benson ¿sabe quién fue la última persona en ver a su marido con vida, y sobre que hora? también si es tan amable, nos gustaría saber quién fue el médico que realizó la autopsia.

-Creo que yo misma. Me había despedido de él cosa de una hora antes. Yo volví a preparar la cena, pero él se quedó en la sacristía un poco más. Me parece recordar que estaba trabajando en el sermón del domingo...-suspira pesadamente.

-¿El forenso? No sabría decírselo, pero el primer médico en verlo fue el doctor Stevenson. ¿Por qué me hacen tantas preguntas? ¿Es que piensan que esto tiene alguna relación con los crímenes?

Sullivan toma notas en su libreta sin levantar la vista excepto cuando la señora menciona la otras muertes.
¡Maldición! Ahora mismo no nos interesa que haya más filtraciones hay que tener a esta mujer atada para que no se vaya de la lengua.

Es posible, no podemos ni confirmarlo ni descartarlo por ahora. Sin embargo le rogamos que no lo comente con nadie todavía pues solo serviría para provocar el pánico o algo peor entre sus vecinos.
No creo que su difunto esposo quisiera algo así para los miembros de su congregación, ¿Verdad? - tras una pausa técnica para que la mujer se vea forzada a responder afirmativamente, o al menos eso espera sullivan, este vuelve a la carga.

Dígame, ¿Sabía usted si su cónyuge tenía algún enemigo en el pueblo? ¿Acaso hay gente en el pueblo que no venga a misa habitualmente? En una pequeña comunidad rural como esta supongo que todos serán bastante cristianos, ¿Verdad?

-Bueno, siempre hay alguna oveja descarriada... -parece tener algunos nombres en mente, pero se muestra reservada y cambia de tercio-. Pero no, no, no, tienen ustedes que estar confundidos. Mi marido murió de un ataque al corazón.