Partida Rol por web

Aquel lugar se trataba del laboratorio del doctor Freygan. No es que hubiese un cartel anunciándolo a viva voz, si no que era un lugar del que había oído hablar al propio doctor. Se refería a él como su templo, un lugar donde realizaba sus experimentos para desentrañar las causas bioquímicas de la locura  -así las llamó si no le fallaba la memoria-. 

El lugar era todo lo completo que cabía esperar, al menos desde su desconocimiento. Con microscopios, un incubador bacteriano, una centrifugadora, un refrigerador, bombas de presión, varios soportes y mecheros de alcohol con matraces burbujeando encima.

En dos de sus paredes se desplegaban estanterías con productos químicos y reactivos normales. Armarios llenos de tubos de ensayo y frascos se encontraban a los lados de las estanterías.

El interno se sentía realmente perdido entre aquellas probetas y matraces repletos de extrañas y coloridas sustancias que borboteaban y humeaban llenando el ambiente de un olor picante y molesto. Él estaba acostumbrado al maravilloso olor a celulosa impregnada en tinta, al cuero y el pegamento de los tomos que atesoraba la biblioteca que había sido todo su mundo, aquel escenario le resultaba completamente ajeno y desconocido, por lo que se limitó a vagar por la estancia, mirando en éste o aquel cajón o mirando a través de los tubos de ensayo como la realidad se distorsionaba y deformaba.

El innato interés movió al ex-investigador entre los matraces y buretas, se fijó en algunos de los antiguos y no tan antiguos volúmenes que descansaban en la biblioteca cuando de repente escuchó un conjunto de pasos al otro lado de la pared parecían no ser demasiados pero sí los suficientes para ser de más de una persona.

Extrañamente no había ninguna puerta por ningún lado...

-Mierda…- pensó mientras a sus oídos llegaba el sonido amortiguado de unos pasos que se acercaban a su posición.

El hecho de que viniesen de un lugar en el que no había puerta no hizo más que aumentar su sensación de que se estaba enajenando completamente y que escuchaba, ya no solo las voces que le atormentaban de noche, si no también sonidos que venían de fuera de su cabeza, ¿o serían reales? Desde luego, en su situación no estaba dispuesto a arriesgarse por lo que se escabulló en las sombras detrás de un armario lo más alejado que pudo de aquel sonido y esperó pacientemente a ver que acontecía a continuación.

Se escuchó de golpe un ruido fuerte, luego otro. Entonces advertiste cómo uno de los armarios del lado Sur se abrió de golpe.

-Deberíamoh deja eto abieto, siempre pasa lo mesmo- Se escuchó una voz. Lo primero que apareció fue un barril de bebida rodando por el suelo, y tras éste el hombre que hablaba, demasiado grandes para ese armario. El hombre siguió rodando el presunto continente de bebida*

En el interior del armario hay algo extraño... Una figura amorfa brillante que se ondulaba a veces sobre sí misma... Entonces ésta desapareció y en su lugar apareció una pared de cemento cubierta con extrañas marcas.

El hombre siguió rodando el barril a lo largo de la sala en la que te encontrabas hasta quedar a un lado del sitio donde quedabas oculto. Permanecía en cuclillas mientras intentaba levantar el barril para ponerlo en pie dándote la espalda.

Oculto entre las sombras, encogido detrás del armario no pudo evitar echar una ojeada hacia el lugar de donde provenía la voz. Dejando de lado al hombre y su carga, la mirada del joven se enfocó justo detrás, al hueco que se había abierto tras el armario.

Aquella visión le retornó a sus días en la sección de libros prohibidos de la universidad del Miskatonic, le hizo recordar extraños y horrorosos relatos repletos de seres que, con solo intentar imaginarlos provocaban terribles delirios. Sintió una enorme sensación de vértigo y como el sudor frío bajaba por su espalda. Ahora se encontraba en su casa, rodeado de sangre, de los cadáveres de su familia y de pronto se sintió lejano, como levitando en el vacío cósmico.

Su mente se quedó durante un rato vagando a la deriva en la nada que era su incosciente, pero su cuerpo se levantó de golpe y, agarrando con fuerza el mango del destornillador, apuñaló con violencia la nuca y el cuello del hombre que tenía delante.

El paciente atacó de improviso la nuca de aquel extraño. Lo que provocó que se desplomase rápidamente. Entonces se revolvió sobre sí mismo mirando a su alrededor esperando algún tipo de ayuda más no pareció encontrarlo.

Ningún indicio en él resultaba familiar, de rostro barbudo y pómulos marcados, su ropa era un cristo de lo desastrosa que estaba. Casi parecía algún tipo de mendigo sin embargo hacía apenas unos instantes parecía tener muy claro lo que estaba haciendo.

La visión de la sangre saliendo a borbotones del cuello de aquel hombre le hizo entrar en un frenesí que le llevó a perder el poco control que pudiera tener de la situación.

Sin pensarlo dos veces volvió a hundir la herramienta en el cuello del hombre, ésta vez pinchó entre el cuello y el hombro, perforando de nuevo la carne de aquel pobre infeliz y haciendo que un nuevo géiser de sangre brotara de la herida.

El pobre diablo sólo alcanzó a ver cómo cargaban contra él y lo siguiente que vio fueron las estrellas. Presa de la ira, tal vez por un instinto de supervivencia Freddy fue implacable con su víctima. Cuando volvio en sí se incorporó y advirtió cómo se estaba formando un charco de sangre empezaba bajo la espalda del caído. El desgraciado aún respiraba como delataba el movimiento de su caja torácica. Aun lado de éste apareció un arma que debió caérsele en algún momento del forcejeo.

En cuanto devolvió su atención al entorno se percató de que la habitación apenas había mutado desde la última vez que la miró, salvo por un nuevo barril como los que había en los bares y tascas. Recordó entonces cómo había llegado hasta aquel lugar: el armario.

Éste se encontraba abierto de par en par y en su interior había una segunda puerta a la cual se encontraban adheridos filas enteras de viales de vidrio. Tras este un muro de cemento en el cual extrañamente se encontraba cubierto por unas marcas de origen desconocido...

El cuerpo que tenía debajo dejó de moverse y la niebla que le cegaba se fue disipando hasta desaparecer.

Su mano izquierda, apoyada en el suelo rodeada por todas partes de sangre cálida y pegajosa, como una pálida isla en medio de un mar carmesí mientras que su mano derecha apretaba con fuerza el mango del destornillador cuya punta continuaba alojada en el cuerpo de aquel individuo.

En ese momento fue consciente de que estaba sentado a horcajadas sobre un cadáver y aquel conocimiento le trajo a la memoria recuerdos del pasado, se encontraba en el salón de su casa, bañado en la sangre que brotaba de los cuerpos destrozados de sus padres. Los ojos de su madre aún brillantes por las lágrimas que se mezclaban con la sangre mirándole, suplicándole que se detuviese, pero no lo hizo.

Se puso en pie mientras limpiaba su arma improvisada y sus manos en la ropa del asesinado. Aprovechó para rebuscar en sus bolsillos en busca de algo de utilidad y después se dirigió a la puerta secreta y pasó sus finos dedos por las marcas grabadas en el cemento tratando de extraer de ellos algún tipo de información.

De repente la pared pareció girar sobre sí misma y desapareció dando lugar a una especie de masa informe, una masa familiar pues la había visto hacía apenas unos instantes para volver a aparecer el muro en su estado original... Brujería...

Al volver a acercarte la pared volvió a desaparecer y la masa informe estuvo más tiempo abierta. De ahí había salido aquel tipo tan extraño con su bidón...

Impactado por lo que acababa de ver, el interno dio unos pasos atrás, hasta tropezar con algo que había junto al cadáver. Al bajar la mirada pudo comprobar que era un arma. La recogió y se sintió algo mejor.

Con la pistola en una mano y el destornillador en la otra avanzó de nuevo hasta la extraña pared. Se paró a escasamente dos pasos de ella y la miró con intensidad. Trató de memorizar aquellos símbolos que la cubrían y cogiendo aire atravesó aquel umbral a lo desconocido.

Repitió la operación, esta vez sin dudar. Con los ojos cerrados para abrirlos en algún momento de curiosidad o duda -tal vez temiendo un inminente porrazo frente a un muro de hormigón- revelándose así una informe masa de colores que poco a poco fue cobrando forma...

El lugar era húmedo y rocoso. Un adjetivo que puede sonar extraño pero es que aquel lugar estaba repleto de formaciones rocosas que envolvían un lugar amplio de unos 30 metros de largo por 5 o tal vez 6 de ancho. Atrás el portal se disipó y apenas un par de metros más allá se distinguía la forma de otra pared con símbolos similares... Tal vez otra puerta a algún sitio.

Aquel lugar evidentemente era desconocido y nada familiar, se sentía casi como si estuviese en la cueva del capitán Nemo bajo la isla misteriosa de Julio Verne. La razón de aquella referencia familiar en lugar de otra más cavernícola la daba una forma rectangular cercana que conformaba un recipiente de grandes dimensiones con rejillas a ambos lados. Un poco más allá se distinguía algún tipo de generador de energía y a lo lejos más recipientes metálicos y formas futuristas que contrastaban con la tosquedad del entorno. 

El recién llegado devolvió la mirada a la pared por la que había llegado esperando encontrar una puerta, en su lugar volvió a ver una pared con los mismos símbolos extraños que había visto antes, y a medio camino de la otra agrupación de símbolos varios grupos de barriles. Al recordar la experiencia sintió una sacudida en la cabeza... Sin embargo ésta fue breve.

Definitivamente aquel hombre armado venía de aquel lugar... Fue entonces cuando oyó las voces... Allí había gente...

¿Dónde demonios estaba? ¿Quién era aquella gente? Todo eran preguntas en la cabeza del interno. Cada paso que daba le acercaba más y más a un abismo de dudas que amenazaba con acabar con la poca cordura que había sido capaz de mantener.

No entendía la naturaleza de aquel lugar, ni como había llegado allí y había pensado en darse una vuelta tranquilamente por el recinto intentando averiguar algo cuando escucho nuevas voces. No se podía determinar su origen, pero parecían venir del fondo de la gruta, de algún lugar que no alcanzaba a ver desde allí.

Corrió en línea recta hacia un especie de caja metálica(3) y, colocándose tras ella, avanzó pegado a la pared, siguiendo unos tubos hacia el lugar del que procedían las voces, teniendo cuidado de permanecer oculto durante todo el camino.

Las voces no cesaron a lo largo de su recorrido, incluso se hicieron algo más audibles como si tuviesen menos obstáculos por el camino. Sin embargo Freddy no encontró el origen por lo que aún no tenía claro de qué pie cojeaban, puede que incluso fuesen amigos del hombre caído bajo su mano.

Al llegar a la caja metálica advirtió que el recipiente era más grande de lo que parecía a primera vista, de metal con rejillas a ambos lados. Por uno de sus lados el aire parecía entrar mientras que por el otro expulsaba aire, un aire puro que parecía provenir de alguna montaña rodeada de densos bosques... Al bordear la caja una desagradable imagen se dibujó por el hueco de las rejillas, una especie de masa biológica informe que se movía como si tuviese vida, es más... parecía... contraerse y ensancharse al mismo ritmo que el aire era absorbido y expulsado... Aquella era una información demasiado extraña por procesar e intentando retenerla el recién llegado siguió bordeando la caja hasta que se acercó a una de las tuberías que conectaban la caja con aquella especie de generador (4) 

El generador que se dibujaba a unos pocos metros era en realidad cuatro generadores diésel de los que salían varios tubos, uno de ellos iba derecho al aire, el resto conectaba con otros puntos de aquella extraña cueva y también parecía alimentar (lógicamente) la electricidad de aquel lugar.

Fue entonces cuando lo vio... el origen de las voces: una garita (6) en la lejanía la cual estaba iluminada por su propia luz. En su exterior se recortaba la sombra de un par de personas sentadas en taburetes, al lado de cada una aquellos individuos descansaban escopetas recortadas esperando el turno de ser usadas mientras aquel par de guardas daban cuenta de un par de cigarrillos tal y como desvelaban los movimientos así como el brillo que aparecía y desaparecía cual faro en la costa.

El no escuchar más voces que la que provenían de la garita le dieron la sensación de que solamente aquellos dos guardias estaban en la cueva, por lo que decidió continuar su camino pegado a la pared, cubriéndose con cualquier objeto lo suficientemente grande y cobijándose en las sombras. Esperaba no tener que llegar a utilizar la violencia, pero aún así apretó con fuerza sus dos armas. El tacto tanto de la culata de la pistola como del mango del destornillador le proporcionaban cierta seguridad.

En su camino trató de escuchar la conversación proveniente de la garita, pero la distancia y la forma abovedada de la cueva le impedían entender lo que decían aquellos dos hombres.