Partida Rol por web

Aún estaban aturdidos, el mundo era tinieblas y puntos luminosos, con el tiempo estos fueron haciéndose cada vez más grandes y con éstos vinieron los colores.

-¿Estaréis contentos.- Dijo una voz familiar sin respetar aquel periodo de adaptación. Como una madre que obliga a su hijo a levantarse para ir al colegio. -¿Acaso sabéis lo que habéis desatado? -Finalmente los colores revelaron la faz constreñida en una mueca de ira del Doctor Freygan.

Aquel lugar parecía tratarse de algún tipo de laboratorio. El lugar era todo lo completo que cabía esperar: con microscopios, un incubador bacteriano, una centrifugadora, un refrigerador, bombas de presión, varios soportes y mecheros de alcohol con matraces burbujeando encima. En dos de sus paredes se desplegaban estanterías con productos químicos y reactivos normales. Armarios llenos de tubos de ensayo y frascos se encontraban a los lados de las estanterías. Sin embargo el centro de atención era la figura que se encontraba en aquel momento frente a ellos.

La cara de Smith al pasar de la oscuridad fangosa y pútrida donde habitaba esa criatura demoníaca a la claridad cegadora del laboratorio debió de ser un poema.

Notaba su propio desconcierto, que no le dejaba articular más palabras coherentes que:

-Pero.. ¿Qué..? ¿Cómo..? -un parpadeo rápido y un esfuerzo mortal para alejar cuanto antes la confusión de su mente-.. ¿Dónde estamos? ¿Cómo hemos llegado aquí?

Freygan... Aquella voz tan familiar que le recordaba las interminables sesiones matutinas se coló entre las rendijas de las tinieblas que le rodeaban haciéndole volver en si.

Por un lado estaba contento con el hecho de que la masa no hubiese acabado con él. Por otro lado se sentía un tanto decepcionado al encontrarse de nuevo en la institución después de haber respirado, aunque brevemente el aroma de la libertad.

No pudo evitar irritarse con las risillas que se burlaban de su infortunio. Pero no era momento de prestar atención a esas cosas, el doctor estaba allí, visiblemente enfadado y eso, de algún modo se satisfizo, al menos había conseguido desbaratar su experimento.

Prefirió mantener la calma y la boca cerrada, y dejar que los investigadores fuesen los que llevasen la iniciativa, al fin y al cabo, el solo era un interno.

Todo le daba vueltas. El extraño viaje al pasar por aquellos portales estaba saturando sus defensas mentales y ya casi no sabía donde se encontraba. El ver a Freygan allí no le ayudó. Alan, bastante aturdido, no se paró a preguntarse primero por Freygan y sus maquinaciones, sino más bien por sus palabras.

- ¡Señor Freygan! ¿Qué hemos desatado? y más importante aún, ¿Dónde estamos? - Preguntó un desorientado historiador que miraba de aquí para allá.

-¿¡Acaso os creéis que podéis ir moviéndoos por una institución mental a la ligera!? ¡Habéis alterado a uno de mis pacientes quién por cierto no sé qué hace por aquí!- Exclamó totalmente airado. Tras calmarse un breve momento y reflexionar por unos breves instantes decidió hacer amago de marcharse

 -Debería llamar a la policía, a estos les encanta indagar en mis asuntos sin embargo hasta donde yo sé lo que ustedes están haciendo es allanamiento de morada. Sería incluso defensa propia...

Smith parecía ir recobrando ya el ánimo, y también su impaciencia:

-¿Pero qué es eso tan importante que estamos haciendo? Nosotros ni siquiera estábamos cerca de aquí cuando hemos aparecido de pronto. Sentimos haberle interrumpido en lo que quiera que estuviese trabajando, pero está claro ahora que usted sabe más de lo que nos hizo creer. No lo oculte, no tiene ya sentido. ¿Qué está pasando? ¿¡Cómo es posible que desde la iglesia de la aldea hayamos aparecido en el sanatorio mental, tras pasar por ese lugar tan terrible, con esa criatura de otro mundo!?

El enfado ya era excesivo, pero no pudo evitar reaccionar ante las acusaciones del doctor:

-Los que le vamos a denunciar y alegar defensa propia somos nosotros. Usted sabía lo de esa criatura, ¡¡que ha matado a varios policías y a nuestra amiga!! Así que no me venga con remilgos, doctor.. ¿¿Qué está pasando aquí??

Richard comenzó a abrir los ojos para apreciar la discusión que estaba teniendo lugar. Estaban de nuevo en el psiquiátrico y allí se encontraba el Doctor Freygan también.

Cita:

Esas palabras bastaron para que se le pasase cualquier aturdimiento. Smith se adelantó en contestar a Freygan. Hecho afortunado, pues el vaso de Richard se estaba colmando y llegando al límite.

Se quedó mirando a Freygan con cara de pocos amigos, esperando que respondiese a las preguntas de su compañero.

Estaba claro que Freygan no se imaginaba como habían llegado allí, o al menos hasta que el periodista en un típico alarde de derechos civiles propio de su profesión empezó a parlotear sobre la defensa propia y a interpelar al doctor acerca de muertos y criaturas asesinas de policías... Quedaba patente que si tenían alguna posibilidad de salir de allí con un a elaborada excusa, ésta había desaparecido en el momento en el que Freygan fue consciente de que aquellos hombres sabían demasiado.

Por su parte, el interno se limitó a encogerse de hombros ante las palabras del director de la institución. Dando a entender que tampoco él tenía muy claro que era lo que hacía allí, cosa totalmente cierta; debería estar disfrutando de su libertad lo más lejos de aquel lugar que le hubiesen permitido sus piernas llegar antes de desfallecer.

-¿Ehhh? -Respondió el Doctor como si acabase de descubrir algo. -¿Iglesia? Definitivamente lo que usted sufre es un delirio esquizofrénico. No distingue la realidad y lo que es más grave parece culparme a mí de su problema. -Dijo en un tono clínico. -Y no es ese el camino para recuperarse amigo mío. No se preocupen, están en buenas manos, avisaré a un celador para que les acompañe a sus habitaciones para que entre todos luchemos por vuestra recuperación.

Todas aquellas palabras las pronunció con una cortesía excelente y como si de un análisis clínico intachable se tratase. Repentinamente su cara cambió y empezó a dar la alarma:

-¡Robert! ¡Ven rápido, paciente fugado!

Quizás el periodista se excedió en sus palabras, pero ya era tarde para recular. Decidió confrontar la situación valientemente, no dejándose intimidar.

-Tenemos pruebas de su relación con el poblado entre otras cosas. Ya sabe de cuál le estamos hablando. Sabemos muchas cosas.. demasiadas -pronunció la última palabra en un tono pretendidamente amenazante-. Y no estamos solos en ésto. Mi editor está informado de todo. Si no recibe noticias mías de cierto modo cada día, publicará en primera página un editorial con todo lo que está pasando aquí. Fotos incluídas, y luego las entregará a la policía. Este sanatorio acabará siendo investigado, y todos sus chanchullos acabarán en un abrir y cerrar de ojos... Dígale a Robert que se vaya por donde ha venido, y hablemos como personas cabales y razonables que somos todos. Si no, dé su negocio y su carrera por terminadas.

Era un órdago importante el que se sacó de la manga, pero no es la primera vez que amenazando con destapar sociedades u operaciones se libraba de males mayores. Ser periodista y tener acceso al público era una llave que a veces convenía girar.

Smith apelaba por el diálogo pero Chambers estaba perdiendo la paciencia, si es que le quedaba.

"Después de lo que hemos visto y vivido. De esa horrorosa cosa deforme. De esos extraños viajes a través de las paredes", comenzó en su cabeza el escritor, que notaba como la sangre le fluía más rápido y la respiración se le aceleraba. "¡Este hijo de puta piensa tratarnos como dementes para callarnos y dios sabe qué experimentos!".

-¡No se va a salir con la suya desgraciado!

Richard se dirigió violentamente hacia el doctor con la intención de propinarle un puñetazo que lo hiciese callar y forcejear con él para tratar de que no volviese a llamar a su ayudante.

De pronto, todo se desquició en un abrir y cerrar de ojos. Quizás producto de la locura que arrastrábamos, después de todos los acontecimientos entre los que destacaban sobremanera el viaje entre portales y la visión de aquel enorme engendro con restos de lo que pudo haber sido alguna vez una mujer, Richard fue el primero en pasar a la acción. Por su parte, Alan era bastante cauto, debido a su profesión, pero no eludiría ayudar a sus compañeros, llegado el caso.

- Rápido, hemos de amordazarlo, antes de que lleguen sus refuerzos. - Apremió el historiador.

Aquellos hombres estaban sometidos a una tensión que les hacía actuar de una manera completamente visceral. Eso, o que estaban más locos que el propio interno. Al primer atisbo de que la situación podía torcerse se lanzaron contra el director para tratar de hacerle callar y que no diese la voz de alarma.

Freddy, por su parte se limitó a rodear la escena y asomarse por la puerta para ver si los gritos de Freygan habían tenido el efecto deseado.

-¿Qué haces necio?- Le interpeló el doctor al ver cómo se acercaba de manera amenazadora, buscando protegerse con sus brazos. El puñetazo pasó lejos por lo que no se vio afectado por el mismo. Sin embargo no era la única amenaza que se cernía sobre él pues otros dos compañeros buscaban reducirle con el fin de que no armase suficiente escándalo. Freddy paradójicamente se encontraba inusitadamente calmado y en lugar de esto tuvo un atisbo de razón para encaminarse rumbo a la puerta para cerciorarse de que nadie más vendría a ayudarles.

En el exterior no se ve nada sin embargo crees oír unos pasos accelerados, parecen los de una persona únicamente.

Parecía que el forcejeo iba bien, el hombre no parecía oponer demasiada resistencia salvo algunos gritos. Cuando de repente su faz empezó a contraerse sobre sí misma al tiempo que la boca se abría cada vez más mostrando numerosos colmillitos lo que provocó un respingo en sus asaltantes.

Su cuerpo se convulsionó y aparecieron nuevos brazos en su rostro lo que provocó que las ropas se rompiesen por numerosos puntos mientras el tronco de aquella ¿criatura? empezó a crecer en grosor al tiempo que los brazos primigenios y los nuevos seguían creciendo en longitud hasta que tornaron en algo parecido a tentáculos.

Para cuando la transformación hubo terminado el resultado era algo horrendo e indescriptible, con decenas de ojos que iban apareciendo para a continuación desaparecer, la operación se sucedía en toda la extensión de aquella masa informe que no pudo evitar recordaros a la que habíais visto en la extraña cueva. 

-¡Tekeli-li! ¡Tekeli-li!

Con aquellas extrañas palabras la masa una vez alcanzó lo que parecía su forma final -pues no parecía de mutar con pequeños cambios a lo largo de su oscura piel donde antes había estado lo que aparentemente era una piel humana- atacó.

El movimiento fue extraño, la masa se contrayó y para cuando se dieron cuenta se encontraba encima del incauto Alan quién había sido derribado y estaba empezando a sentir cómo el peso de la criatura oprimía su cuerpo.

De pronto, el miedo volvió a bloquearle. En realidad, no solo era miedo, era la mezcla del mismo con el asombro de ver a aquella enorme criatura en la que Freygan se convirtió. Sin duda, tendría mucho que estudiar y que escribir al respecto, si es que salía vivo de aquel despacho.

Sin apenas tiempo de reacción, la enorme bestia se abalanzó sobre el pobre historiador, que nada puedo hacer para quitarse de en medio, pues la impresión del nuevo ser le bloqueó los sentidos y la iniciativa. El pobre Alan, forcejeaba desde el suelo mientras sentía el aplastamiento que le producía el peso de aquel ser de pesadilla.

Aquello no podía ser. No tenía ningún sentido. "Freygan debe estar usando algún truco o debe habernos drogado para que suframos alucinaciones", pensó Richard, negando con la cabeza.

Aquel ente sin forma y repleto de bocas, ojos y tentáculos era, de lejos, lo más horroroso que había presenciado nunca. Un ser, si se podía considerar como tal, que no habría imaginado ni en sus peores pesadillas.

—¡Alan! ¡Salga de ahí, tenemos que huir! —gritó a pleno pulmón con los ojos saliéndose de sus órbitas y un sudor frío recorriéndole toda la piel. Sus latidos se hacían más pronunciados a cada segundo que pasaba.

No esperaba el periodista algo así, una transformación tan horrorosa.. y tan cercana.

Podía sentir a esa terrible criatura moviéndose, y aplastando a su amigo Alan. Como pudo, desenvainó su barra de hierro afilada del bastón, que tan útil demostró ser en el pasado. Se recompuso e intentó ayudarle tirando por él para alejarlo del monstruo, a pesar del dolor que su amigo debía sentir.

Seguro que prefería estar dolorido a muerto.

-¡Vamos, Alan! -dijo, acompañando de un tirón a su amigo.