Partida Rol por web

No tengo tiempo de impedir la marcha de mi compañero. Cuando salgamos de allí, debería tener una relajada conversación con él, con un buen Whisky en la mano. Me agarro a mi carabina con fuerza mientras sigo encargándome de los polvos cuando corresponde. - ¡No te alejes Artie!

Cuando aquella cosa sorprendió a Gumshoe, todos nos sobresaltamos, pero el cántico no se paró. - Continuen, mi querida Matilda y yo cuidaremos de vosotros. - Digo poniendo un tono que intento que sea tranquilizador mientras aferro mi carabina y me pongo en guardia.

- ¡Artie, regresa! ¡Yo te cubro! - Grito con la esperanza de que pueda regresar a la cabaña, a la protección de los glifos, y darme espacio para disparar a aquella cosa sin herirle a él en el proceso.

Artie no apuntó demasiado, pero si trató de disparar a a cabeza de aquel cadáver andante. Tuvo la lucidez suficiente, quizás las palabras de Warren le sacaron de su ensimismamiento, para apretar el gatillo. No falló el tiro, aunque le dio de refilón. Acto seguido salió corriendo hacia la granja tratando de salir de la línea imaginaria que trazaba el cañón de la carabina de su amigo y el monstruo se arrastraba hacia él.

- ¡Disapare Bedford, ahora! - Le dijo a su buen amigo al apartarse.

El fuego del arma de Artie revienta parte de la mejilla y la mandíbula del cuerpo de la mujer, que salpica la hierba de hueso y carne putrefacta. De la herida gotean líquidos corporales y sangre coagulada mientras sigue acercándose con una expresión agónica en su rostro.

La entrada de la mujer me puso nerviosa, muy nerviosa.....esperé que el profesor me relevara, pero parecía más interesado en ayudar a Artie.....sólo esperé no haberme equivocado en las `palabras.

Los pelos de la nuca -y en verdad creyó que de todas las partes del cuerpo donde tenía bello- se erizaron como escarpias. En cualquier caso se negó a distraerse y continuó a lo suyo. Ahora comprendía de manera fehaciente qué significaba pertenecer al grupo, y daba fe de que nadie creería cuanto estaba sucediendo. Pero recordó que dependían de él tanto como él de ellos, y que su trabajo era el de recitar y contener cualquier otra distracción hasta que el cántico surtiera efecto. Sin duda esas criaturas del averno no eran más que un desesperado intento por detener su tarea, pero esta vez no vacilaría...

Artie hizo lo que le pedí y vi como se giraba y empezaba a correr, no sin antes apuntar con su arma a aquella… cosa y abrir fuego. Ahora era mi turno, me apoyé rápidamente la culata en el hombro y apunté, pero tal vez por los nervios o quizás por la edad, sentía que mi pulso temblaba.

“Vamos maldito vejestorio, no te vengas abajo ahora”

Apunté al blanco, justo detrás de Gumshoe que corría hacia la casa. Pero era tan pequeño… La vista se volvía borrosa. De pronto eché en falta esas gafas que me había obligado el médico a llevar. Pero este no era el momento, no podía dejar que mi edad le costara la vida a un amigo. Respiré hondo. Solté el aire y disparé.

El disparo resonó por toda la casa y la bala surcó el aire perdiéndose en la negritud de la noche. No había hecho blanco. El miedo se apoderó de mi al ver a aquel ser tan cerca de mi compañero.

“Maldito viejo, maldito viejo, maldito viejo…”

Bajé el arma para recargarla intentado poder hacer otro disparo. Pero no pude evitarlo, grité.

- Vamos Artie, maldita sea, corra para acá -

El cadáver de la mujer se azota como una marioneta sin control, y extiende sus amoratados brazos hacia Artie mientras éste trata de apartarse hacia la casa sin éxito, porque la monstruosa furia con la que mueve sus extremidades no puede ser sino producto de un estado de locura propio de una pesadilla. El cadáver destripado golpea un par de veces el cuello y torso del investigador, que nota como las uñas de la dama se clavan en su piel, mientras observa por el rabillo del ojo cómo Red Jake está ya a escasos metros de él con una mirada perdida y su mandíbula hecha añicos y sus pantalones ensangrentados en viscosa sangre.

- ¡Maldita sea! - Gritó Arthur Gumshoe fuera de si. - ¡Dios te salve María, llena eres de gracia...! - Inició una plegaria, aunque al no ser demasiado religioso, al llegar a cierto punto, el cual estaba casi al principio, no supo como continuar. - ¡Mierda, joder!

Tembloroso apuntó hacia la cabeza de aquella mujer regresada de la tumba. Sus manos temblaban presa del pánico y la locura de la que estaba siendo presa en esos momentos. En aquella condiciones, alinear el punto de mira y el alza eran una misión casi imposible y aún así, Artie disparó. El impacto fue bueno en esa ocasión. De hecho, fue muy bueno, lo que le dio el tiempo necesario para darse media vuelta y salir corriendo como alma que lleva el diablo.

Arthur estaba aterrado. Nunca antes en su vida había experimentado algo así. Si bien, en la mansión Corbitt tuvo que enfrentarse a fenómenos similares, aquel caso le había afectado especialmente. Podía ser que la razón principal residiera en la muerte de Rupert Merryweather. Había estado hablando con él justo antes de su fallecimiento y había visto muy de cerca las consecuencias de la muerte. Había pasado de estar junto a ellos, a desaparecer para siempre. Eso, había hecho mella en su subconsciente y ahora... ahora Arthur Gumshoe no podía controlarse ni a si mismo.

El cráneo de la mujer revienta y todo su cuerpo cae inerte sobre el suelo, acompañado de un golpe seco. Ahora, aquella mujer se asemejaba más a un montón de vísceras, fluidos corporales y hueso que a un ser humano.

Cuando vi como el buen hacer o quizás la pura suerte hizo que el arma de Artie destrozara a aquel ser, terminé de cargar el arma y comencé a hacer gestos a mi compañero para que entrara en la casa.

- ¡Vamos Señor Gumshoe! ¡corra maldita sea! ¡Entre en la casa! –

Mientras le veía acercarse, le extendía la mano como si de alguna manera, pudiera cogerle y tirar de él. Puede que se hubiera librado de uno de aquellas criaturas, pero aun había otra que le seguía pisándole los talones. Finalmente, Artie llegó y lo empujé al interior, su expresión era de auténtico terror, entonces volví a alzar la carabina, apunté a aquel ser. La vista volvió a nublarse, el pulso seguía temblando.

“Tu vejez va a matar al grupo ¡Contrólate!”

Pero aquella bestia estaba muy cerca y el miedo comenzó a atenazar mi corazón. Casi sin pensarlo, apreté el gatillo.

¡BANG!

Y volví a fallar. ¿Qué podía hacer ahora? Si esa criatura entraba en la casa podría estropear el ritual e incluso provocar la muerte de alguno de esos chicos y chicas que tenían tanta vida por delante. Yo les había metido en esto en un primer lugar, eran mi responsabilidad, confiaban en mí. Y no podía fallarles. Lentamente, me di la vuelta, mirando a la puerta y a Artie que acababa de cruzar el umbral. Le cogí la mano y le dí los polvos del ritual.

- Señor Gumbshoe, terminen el maldito ritual. No se detengan por nada. –

Y cerré la puerta, me giré de nuevo hacia aquel muerto en vida que avanzaba hacia mi. Demasiado cerca para disparar, agarré con fuerza a mi fiel Matilda y me lancé gritando, con la culata por delante, contra aquel ser del averno.

- ¡Aléjate, maldito demonio! –

Un disparo. Otro disparo, otro… Intentaba mantener la concentración en aquel ritual, pero con cada explosión, no podía evitar dar un bote y pensar que algo estaba yendo mal

“Concéntrate, maldita sea, ya falta poco, va a salir bien. Va a salir bien”

Como en un trance, las palabras salían de mi boca casi sin pensarlas, como si las estuviera diciendo otra. Las manos me sudaban mucho y el miedo seguía aumentando en mi corazón. Entonces vi al señor Gumshoe entrar por la puerta, con la cara totalmente desencajada y luego un portazo. Bedford no había entrado.

“Algo va mal ¿Qué esta pasando?”

Quería dejar de cantar, quería preguntar que ocurría. Las lágrimas nublaban mi visión. Y seguía cantando.

Otro disparo.

El cadáver del vagabundo arremete con movimientos bruscos contra el Dr. Bedford que, haciendo de tripas corazón, se aparta en el momento exacto para que Red Jake sólo llegue a golpear la puerta de la entrada a la casa, dejando una impronta de sangre en ella. El cuerpo se convulsiona de rabia y se gira de nuevo hacia su objetivo: el tenaz historiador que sostiene con sus viejas y eruditas manos la carabina.

“Vamos viejo, debes protegerlos”

No se como esquivé el envite de aquel ser, pero sabía que había sido más suerte que habilidad. Decidí aprovechar esto para alejar a aquella criatura del lugar por lo que bajé el porche y comencé a alejarme mientras cargaba el arma. Entonces, cuando mi querida arma hizo su característico clic, sabía que debía volver a intentarlo, al fin y al cabo, mi capacidad física no era la óptima para poder derrotarlo solo con su fuerza y agilidad, mucho menos huir de él.

Mientras apuntaba, iba dando pasos hacia atrás ¿Por miedo o solo por mantener una distancia óptima para el disparo? No me atrevería a decirlo. Esta vez tenía el blanco más claro, tenía la mente más despejada, seguía caminando hacia atrás mientras apuntaba. Entonces vi el blanco claro, comencé a apretar el gatillo… y me tropecé.

No llegué a caerme, pero el dedo se me fue y el disparo resonó, perdiéndose la bala en la nada del cielo. Ahora, tenía un arma descargada y un monstruo frente a mi.

- Va-vamos asqueroso ser. Est-esto no ha terminado –

Mi voz temblaba, mi seguridad se esfumaba. Solo mi deseo de salvar a mis compañeros me mantenía en el sitio. Me llevé la mano al bolsillo para coger una bala más. Solo me quedaban 3 balas.

“Solo un poco más. Necesitan un poco más de tiempo”

Casi me faltaba el aliento y el corazón parecía querer salirse de mi pecho.

El Dr. Bedford se ha quedado fuera a solas con el cadáver del vagabundo Red Jake. Lo que sucede al otro lado de la puerta ya depende exclusivamente de del viejo pero tenaz profesor. Un fuerte golpe sobre la puerta os provoca un vuelco el corazón. Sin dejar de recitar, deseais que Warren Bedford esté bien.

La angustia se apodera del historiador, pero por suerte, su años estudiando la historia europea le han enseñado que a veces, cuando los imperios se tornan más poderosos, pueden venirse abajo de la noche a la mañana, y cuando el más cruel de los destinos te conduce a la miseria, es cuando llega la hora de los valientes y los héroes. Eso, y a maldecir en numerosas lenguas romances.

Emitiendo un sonido gutural que parece brotar del interior de su sangrienta garganta, Red Jake lanza sus manos contra el Dr. Bedford...