Partida Rol por web

La muchacha me estaba esperando y sus intenciones eran claras cuando se quedó desnuda sin ningún tipo de pudor.

- Bien muchacha, puedo ver que muy buena no has sido - le dije - ¿Cuál es tu nombre?-

No iba a negarme el placer, que tan fácilmente me ofrecía, pero luego averiguaría que es lo que quería. Entré en la habitación, cerré la puerta suavemente tras de mí y acepte su oferta.

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Mientras volvía a vestirme con calma, era hora de ver que es lo que realmente buscaba

- Ahora cuéntame, ¿qué era lo que tanto te interesaba allá abajo? – le pregunte

La joven sirvió bebida y comida en su mesa, por lo que Erramun se dispuso a recuperar las fuerzas mermadas tras la jornada de viaje. Después de horas a la intemperie, los primeros tragos y bocados le supieron a gloria.
-Sin duda, buena mujer. Aqueste buen plato ha de devolvernos la color y reponer nuestras fuerzas.-Respondió a la pregunta de la hija del posadero.

Fueron unas breves palabras, puesto que no quería perder mucho tiempo y seguir disfrutando de la cena antes de que el plato se enfriara o algún imprevisto le impidiera acabar la comida. Sin embargo, como si hubiera llamado a algún mal augurio por pensar en aquello, cuando apenas había disfrutado de unas cucharadas más de aquel guiso, reapareció el posadero reclamando su presencia en la habitación junto a Gundane y el desconocido al que habían salvado la vida. Con un mohín de disgusto por interrumpir su cena, el infanzón se levantó tras tragar el último bocado que había podido dar y apuró el vino que se había servido de un trago. Haciendo caso omiso a los comentarios de Ramiro, decidió acudir solícito al llamado que acababan de hacerles.
-Espero que más tarde pueda seguir con la cena que hemos de interrumpir.-Se quedó mirando el gesto del posadero, exigiendo un pago en el mismo momento, y añadió con discreción cerca de aquel hombre.-No os preocupéis señor, está tratando con homes de Dios y homes nobles. Perded cuidado que vuestro facer piadoso y cristiano será bien recompensado antes de que partamos de aquí. Agora solo os he de pedir un poco de paciencia.

Y sin esperar respuesta del posadero o la compañía de Ramiro tras él, se dirigió a la habitación a la que habían trasladado al hombre moribundo.

¿Lo que tanto me interesaba? Erais vos padre, necesitaba que alguien cuidase de mis pecados.-dice melosa mientras se viste-Son veinte maravedís padre, tengo que cuidar de mi madre enferma y de mis hermanas¿ y no querréis que ellas también se corrompan,verdad?-dice todavía divertida pero seria, quiere esos veinte maravedís.

La joven asiente y el padre os mira con cara de no fiarse un pelo de vosotros, mas siendo noble Erramun debe confiar en él, no tiene más remedio.

Os metéis en la sala común, allí está descansando el hombre malherido sobre un montón de paja. A su lado Gundane, el que no aparece es Tomás, pero ese está entretenido.

Entran Erramún y Ramiro, el que no aparece es TOmás. Esperáis un rato pero nada. El hombre empieza a hablar:

-Mi hijo...Dominique, vino aquí hace unos años a purgar su vida pecaminosa. Me contó que había decidido viajar a España para limpiar su conciencia. Solo recibí un par de mensajes suyos. En la primera carta decía que se encontraba bien, que se había instalado como un ermitaño más y que en el monasterio lo habían acogido amigablemente-El hombre habla con dificultad y con un fuerte acento francés. Además por sus formas deducís que es de noble cuna.

En la segunda me escribía que se había tenido que refugiar en el monasterio debido a su extrema debilidad tras una penitencia de ayuno que había llevado a cabo demasiado rigurosamente. Se sentía débil y enfermo y últimamente había tenido alucinaciones de mujeres desnudas que corrían por el monasterio. Al día siguiente preguntaba a los demás monjes y la respuesta siempre era la misma. Nadie había visto nada. LA respuesta lógica que se impuso era que todo era un reflejo de su vida pecaminosa, que ahora se aparecía, ayudada por su ayuno. Que sin duda nublaba su visión y pensamiento.

Un mes después recibí una carta con el sello lacrado del abad del monasterio, en la cual éste me comunicaba que, lamentablemente, Mi hijo Dominique había muerto.-Aquí el hombre se deshace completamente y entre lágrimas continua-En la misma carta cuenta que mi hijo sufrió un ataque de locura. En el cual no hacía más que gritar cosas sin sentido y huyó del monasterio chillando y agitando los brazos como un endemoniado. Poco después varios frailes salieron en su busca . Era ya muy avanzada la noche y había un fuerte viento. Tras unas horas lo encontraron con la ropa hecha girones, los ojos en blanco y la piel completamente desgarrada. TAbién contaba en la carta que estaba medio devorado. Los lobos, dijo el abad.

Por favor, os lo suplico. Necesito que investiguéis este asunto, no me creo que haya podido ocurrir esto con mi hijo. He llegado hasta aquí, pero me temo que mi camino se ha acabado, no puedo continuar. Estoy malherido, pero he logrado llegar hasta aquí y encontraros a vosotros. Almas bondadosas que haréis por mí lo que yo no pude acabar. Tomad-dice sacando una bolsa de cuero bastante grande con su mano ensangrentada.-Tomad esto y esclareced este turbio asunto de la muerte de mi hijo-El hombre se desploma por el cansancio y se le cae la bolsa al suelo. Está inconsciente pero tiene una sensación de paz que antes no tenía.

Le puse en la mano la frente, asintiendo con afirmción como aquel que ha expulsado el veneno que le corroe por dentro y ahora lo tiene fuera.

Supongo que habla de los monjes dominicos que aguardan en esta localidad, en su monasterio -añadí-. Ahí se refugiaría el hijo, el tal Dominique. Éste señor no está muerto, y hemos de cumplir la suya palabra. Casualmente la diócesis me ha mandado a tratar con ellos unos asuntos internos, y podemos aprovechar esa trama para preguntar por el joven. ¿Mujeres extrañas? ¿Alucinaciones? -musité en alto junto a mis compañeros-. Uhm... bien habría de dejar fuera de la vista de ese posadero la bolsa de monedas de este hombre. Yo lo guardaré, hasta que se esclarezca todo -con la potestad de Dios y de mi cargo, tesorero y portero eclesiásticos, que sabía de dineros y por ello alcé la mano, con la pretensión de guardar discreción, que aquesta entrega era ahora de todos nos y había de ser alguien quien la escoltase-. Si nadie, viajeros y compañeros, tiene inconveniente, descansaremos aquí, daremos cama a este hombre y mañana se verá lo del asunto.

La mire con gesto serio. Ya me había dicho la hija del posadero que era una mujer de vida alegre, pero esperaba que si quería cobrar hubiera fijado el precio primero y así lo hubiesemos negociado.

- Oh muchacha, no sabéis que se cobra la mercancía antes de entregarla - le dije con voz molesta - si queríais cobrar, bien debierais haberlo dicho antes -

- Creo que tendréis que darme buenas razones para que os pague ahora, y como ya habéis visto, la caridad no es una de mis virtudes -

Te mira, sonrie y te coge un moflete-Si lo que quieres son razones habré de daros dos muy buenas-abre la puerta y llama-¡Manolo, Julián!- Y al momento aparecen dos maromos armados con garrotas y cara de pocos amigos.-EL padre necesita "buenos" motivos que le recuerden que se paga por lo que se consume ¿podríais dárselos?-Acto seguido sale de la habitación y se desentiende de lo que allí pueda pasar. Los dos hombres te miran y bloquean la puerta, uno gruñe y el otro extiende la mano.

Tras entrar en la habitación acompañado por Ramiro, Erremun observó el rostro de Gundane esperando recibir los motivos para convocarlos allí en ese preciso momento. Pero fue el anciano moribundo el que empezó a relatarles sobre la historia de su hijo, un tal Dominique, por el cual había emprendido travesía hasta llegar a estos lugares. El infanzón escuchó atento y en respetuoso silencio al hombre, hasta que acabo su explicación y perdió la consciencia, probablemente relajado y aligerado parcialmente de sus cargas al compartir su historia con ellos.
Un pobre diablo buscando expiar sus pecados, locura, visiones de mujeres desnudas, muerto en las garras de los lobos... Tal vez si que acabara endemoniado y llegó demasiado tarde para salvar su alma.

Al acabar de escuchar aquella historia fue Gundane el que, por fin, tomó la palabra para empezar a organizar al grupo.

-Cierto es que debiéramos hacer algo por aqueste pobre hombre, después de habernos relatado tales desventuras. Si ha de visitar precisamente ese monasterio, bueno es aprovechar para facer alguna pregunta sobre el tal Dominique.-Respecto al tema económico, añadió.-El posadero nos comentó sobre el pago por nuestra estancia, sería bueno aprovechar para entregarle los dineros que pide y no levantar ningún revuelo, solo nos serviría para llamar la atención. Descansemos y repongamos fuerzas aquí, desde luego.

No iba a ser él quien disintiera de la palabra del recaudador, al menos en asuntos tan triviales como aquellos.

La verdad es que no sabía muy bien por qué Gundane los había convocado.  El caso es que allí estaban  viendo a aquél hombre presa de sus heridas y a punto de desfallecer por el cansancio y al parecer esperando por Tomás que no acababa de aparecer. El hombre no podía esperar más a contar su historia y comenzó a relatar con las escasas fuerzas que le quedaban. Escuchó la historia con curiosidad, el relato de Dominique contado por su padre picaba la curiosidad del Goliardo. Más cuando comenzó a hablar de mujeres desnudas y libertinaje.  El señor lo había hecho pecador  en su sabiduría eterna.

No obstante la historia parecía peliaguda, tanto como para que un padre se desplazará esa distancia para investigar la muerte de su hijo. Se llevó la mano al mentón intentando centrar su mente y eliminar las imágenes de mujeres desnudas y centrándose en el tema que se les presentaba.  –Cierto es que si nuestro destino es el monasterio podíamos dar solución a tal misterio, con la ayuda del señor. Además, no me disgusta la idea de volver a probar un buen guiso unos días más. Quién sabe lo que me podré llevar a la boca en días venideros…- mostro una sonrisa cargada de picaresca al ver a Gundane “guardar a buen recaudo” la bosa de monedas del herido, mas no añadió nada al respecto.  – Quizá podrías darme alguna moneda, los hombres padecen verborrea cuando la apuesta es alta. Si así lo deseáis podría intentar ver que han visto estas buenas gentes…- sin eliminar la sonrisilla de la cara

Era de esperar, ahora la mujerzuela pretende obligarme a pagar llamando a dos matones. ¿Pero qué se ha creído?, pienso para mi sintiéndome profundamente ofendido.

Miro a los dos hombres que me bloquean la salida armados con garrotes, y me dirijo a ellos con gesto orgulloso una vez acabe de recoger mis cosas.

- No sé quién pensáis que soy. Yo no me rebajo a cumplir tratos cuyas condiciones no se han pactado antes - les digo imitando ese tono con el que mi padre se dirige a aquellos que estan por debajo de su posición - Si la muchacha quería cobrar, hubiera de haberlo dicho antes de empezar. Ahora, apartaros de la puerta, que me esperan abajo -

Uno de los matones te pega un empujón y te sienta al momento en el camastro, te amenaza con el garrote y el otro dice-Padre, no queremos hacer daño a un hombre de Dios, pague lo que ha dicho la moza y aquí paz y después gloria.-Los matones estaban acostumbrados a que les intentasen engañar y no iban a perder la ocasión de sacar unas monedas a un cliente de su moza por unas palabrejas y muchos ropajes. Quizás incluso estában más mosqueados porque un cura con esos ropajes a bien seguro que tenía maravedís, y que les diesen largas no les hacía ni pizca de gracia.

Salisteis de la sala común y volvísteis al comedor. No había ni rastro de la peliroja ni de Tomás. Los parroquianos ya parecía que estaban recogiendo para marcharse. Y en la mesa en la que estábais Erramun y Ramiro está el plato a medio comer de Erramun y el plato apurado de Ramiro, a la par que una ollita con más guiso que hay en la mesa. La hija del posadero va limpiando y recogiendo todo mientras los tertulianos habituales se largan y el padre está en la barra limpiando los vasos mientras os mira.

Fue entonces cuando me acerqué al posadero. No tenía la decencia de ser discreto, y nos miraba fijamente.

Oiga -le dije mientras abrillabantaa aquellos vasos-. Que el hombre que tenéis en la sala malherido tenga la mejor habitación -le espeté, mientras sacaba unas cuantas monedas de la bolsa disimuladamente-. Comida y agua, y cuidados, he dicho. Suponía que aquello sería suficiente para contentar al posadero. Y ahora pregunto para todos nosotros: querríamos otra alcoba para descansar esta noche.

Aun estaba resquemoso con ese tipo por la escena de antes.

¿Como se atreve a empujarme?. Me irrita su comportamiento y que me ignoren. No estoy dispuesto a pagar a la mujerzuela y me ofende que sigan insistiendo sin tratarme con el debido respeto.

- Os he dicho que me dejeis pasar - les digo de nuevo ya mostrando mi enfado en la voz.

Salieron de los aposentos donde habían dejado reposar a aquel pobre hombre para volver al salón principal de la posada. Observando que Gundane se acercaba al dueño del local para arreglar los asuntos económicos, sin mediar palabra decidió recuperar el lugar que había ocupado a la mesa y retomar la cena que había dejado a medias para acudir a escuchar la historia de aquel forastero. Una historia terrible, y algo rara. Hay demasiadas cosas sin aclarar en ese relato. Espero que nuestra piedad y buen hacer cristiano no nos lleve a meternos en asuntos demasiado peligrosos.

No es que Erramun tuviera miedo, podía presumir de valor y era bien conocida su fama de no dudar en hacer frente a cualquier enemigo que osara ponerse en su camino. Pero sin duda el infanzón no era amigo de los imprevistos ni los cambios de planes, y el derrotero que estaba tomando aquel viaje le daba mala espina.

Al dar un nuevo bocado al guiso que había dejado en el plato, un mohín de desagrado se formó en su rostro. Miró en busca de la hija del posadero para comentarle.
-Espero que el guiso que sigue en la olla todavía esté caliente. Si no, bien haríais en traer otra olla para continuar con la nuestra cena donde la habíamos dejado.

Te sueltan un par de puñetazos de advertencia. El primero lo logras esquivar, pero el segundo te da de lleno en el hombro izquierdo, es un buen golpe- ¡Suelta los maravedís maldito cura agarrao!- Te dice mientras te golpea.

-Yo....eh....él me dijo-dice señalando a Ramiro intentando escudarse de la mala leche de Erramun.