Partida Rol por web

Frunció el ceño al ver que su tiro fallaba, atribuyendolo a la poca estabilidad del barco. 

Cuando vio a su oponente corriendo hacia él para atacarle, sonrió de lado, y al momento en que Gabriel entro en el rango de ataque del marinero, se agacho con un veloz movimiento, mientras dibujaba una circunferencia mientras extendía la pierna izquierda, apoyándose con la derecha, para poder dar una barrida en semicirculo, buscando golpear las piernas del sujeto, para botarle al suelo.

Me quedo un momento totalmente quieto y tenso. Mi expresión se torna seria. Luego, miro a mi alrededor, intentando hallar la fuente de esta extraña sensación, pero mientras lo hago la sensación desaparece. Léntamente, vuelvo a mirar a Beremonde. Ella también lo ha notado. Cierro los ojos un momento, meditando. Oigo en mi interior la voz del recuerdo. El recuerdo de mi maestro.

"En este mundo existen muchos poderes, y no todos son benignos, Sycnus. Magos Negros y Nigromantes son temidos en ocasiones, pero los magos sabios temen a la magia demoníaca..." Magia demoníaca. Nunca antes la había sentido, pero estoy razonablemente seguro de que tiene que ser eso.-Tengo mis sospechas sobre lo que puede ser...-contesto en voz baja, meditando. Mis ojos se vuelven hacia la persona que se ha levantado de golpe y ha empezado a caminar por la habitación de forma llamativa.-Y no parezco ser el único...-digo sin perder de vista al hombre.

Hostia como mola ¿no? ¡Gracias!

El tono neutro de la respuesta, unido a lo escueto de su conversación, lo hacen completamente inadecuado, si no maleducado, a los ojos de la soberbia educación que yo he recibido. Sin embargo, es más de lo que esperaba de unos simples humanos. De hecho, siempre imaginé que mi primer encuentro con humanos desconocidos en una tierra inhóspita sería bastante menos cordial. Es de sobra sabido que son salvajes y bárbaros, dispuestos a entablar enfrentamiento a la menor oportunidad, o incluso sin ella.

Y a pesar de todo, mientras habla el desconocido -que no se ha dignado presentarse, como solo puede esperarse de las costumbres de las civilizaciones inferiores- yo solo puedo fijarme en sus ojos. ¿Amarillos? Un color peculiar para un humano... Nunca había oído hablar de ojos así. Me pregunto si hay algún tipo de magia detrás de esta rareza tan insólita.

El desconocido comienza a caminar, sin decir nada más. Sostengo su mirada con gesto neutro, aunque sonrío a la niña al pasar a mi lado. No debo ser descortés con ella, no tiene culpa. Pero tampoco voy a caminar a su lado, si no se me invita a hacerlo. No sería cortés. Dejaré que caminen unas decenas de pasos delante mío, antes de seguir el mismo sendero que ellos. Padre siempre decía que un noble debía ser la mejor compañía de aquellos que quisieran compartirla, y desaparecer de escena sin armar revuelo ante aquellos que no la desearan.

Desesperado por no querer perder el rastro, me salgo corriendo al exterior del barco. Me quito la camiseta y con el pecho al aire, agarro un jarrón, tiro las flores y me echo el agua por encima. Hacia bastante frio y viento mientras sobrevolabamos la ciudad, pero el agua fria acrecentó mas la situación... perfecto. No se me habría ocurrido hacer algo asi en público, pero la situación era desesperada. Me lancé al suelo y con las manos mojadas empecé a hacer marcas. Cuando terminé, me puse de pié en el centro y empecé a recitar el Ank Sumhn con los brazos extendidos hacia el cielo. Las estrellas empezaron a brillar con intensidad como era lógico y habia cada vez mas luz sobre mi. De repente, una columna de luz proviniente de las estrellas se estampó sobre mi y el sello, haciendo que la nave retumbase. La nave aguantará, no pasa nada. Si conseguía canalizar la luz de rastreo, podría trazar el rumbo que ha seguido esa ola de energía oscura. Tengo que encontrar su procedencia, sea como sea.

Con las dos manos, las puse en alto y mientras me concentraba unas bolas de fuego aparecían en mi mano. Inmediatamente apunté hacia el marinero y una llamarada salió proyectada hacia él con un efecto ondulante.

Melissent, que ya se había enganchado de nuevo al brazo de Fineas, volvió su mirada a Katsu con cierto aire de tristeza hasta que decidió animarle de nuevo: - No te preocupes, ¡las encontrarás seguro! Así que anímate, porque no pasará nada malo. Y por cierto: yo sigo diciendo que quiero ir al adivino, bueno, me gustaría... Por curiosidad, más que nada.

Al recuperar la consciencia el aventurero se encuentra totalmente solo, no sabe realmente donde esta, solo sabe que esta solo en una sala circular, ante el se forma una imagen, una mujer envuelta en una tunica de color blanco con el rostro medio cubierto se encuentra parada de pie, observando a traves de la capucha y con una voz tranquila dice:

- Dime, viajero quien eres, cual es tu nombre? pareces cansado y abatido, podemos ayudarte?

Es entonces cuando puede notarse el frio del suelo, la sala poco a poco va tomando forma y color, una iglesia, parece una iglesia, no demasiado grande pero decorada ricamente, sin duda se trata de un templo, tras examinarla durante unos segundos Scire se da cuenta que debe ser un templo de la diosa Ishtar

Tendido en la fria hierva durante la noche, asi es como despierta Tenebrae, a su alrededor puede ver que esta solo, pero hay algo que le inquieta mas, no esta su preciada espada con el, lo tiene todo menos a espada, ademas el clima del lugar en el que se encuentra es muy diferente, ya no ahce tanto frio ni tanto viento pese a ser de noche, el lugar es algo mas calido y el tipo de arboles es muy diferente, ademas la posicion de las estrellas no concuerda con la que recordaba.

Tras unos segundos desorientado Tenebrae escucha ruido de lucha no muy lejos de donde se encuentra, no consigue ver quienes luchan, pero si orientar donde se encuentran por el sonido.

Lo logró, Tenebrae consiguió lo que se proponía, sacrificar a Kayla para detener el Varander y no solo cumplir con los designios de su Diosa Miyu, sino lograr proteger el equilibrio que tanto había peligrado. El precio de tal proeza fue la muerte de dos compañeros, primero Khan y luego la misma Kayla que encerraba la clave de lo que buscaba... Demasiado poder para controlarlo, no tenía otra opción y por eso no se arrepentía de lo que hizo, un Guerrero del clan de la Temple hace lo que debe hacer sin dudar, sin miedo y con una voluntad inquebrantable.

Aún no terminó...

Se decía incorporándose, sintiendo como su cuerpo solo se resistió unos instantes, recordaba claramente lo que pasó, como su espada Eliza se abrió paso no solo por un muro de hielo, sino que tambien destrozó un escudo mágico y al final, abría la carne y cortaba los huesos... Su espada, lo primero que notaba que no estaba con él, no estaba allí su fiel compañera, la que estaba ligada a el y cuya hoja era indestructible. No, no podía ser que...

Otro sacrificio...

Se negaba a creerlo, perder lo mas valioso que tenía, pero pronto notaba que no estaba en el mismo lugar, tampoco estaba Eliza y sin su espada no dudaba de que todo eso, debió haber sido algun efecto secundario por detener el Varander... Si, su espada debía estar con Eliza y eso significaba que se iban a reunir de nuevo, su Diosa aun espera que cumpla con su deber por lo que no podía preocuparse por algo que regresaría a él sin duda alguna.

Proteger las llaves... Proteger los Templos... Destruir la Orden...

Se repetía en un murmullo, no podía detenerse a pensar mucho, ya estaba empezando a acostumbrarse a esa clase de cosas y como guerrero de su Clan, como siervo de su adorada Diosa, Tenebrae se imponía y se incorporaba comprobando que conservaba todo lo demás e incluso, el regalo de Yui... Yui volvía a su mente, le preocupaba su bienestar, que habrá sido de ella, pero esas preguntas también tenían una respuesta que llegarían tarde o temprano a él.

Mi diosa, mi adorada Miyu, cumpliré mi promesa... Detuve el Varander, ahora destruiré a la Orden y protegeré a las llaves... Pensar en usted me da fuerzas, le suplico que me observe, porque no le fallaré...

Un pensamiento a su Diosa, prácticamente la primera vez que rezaba a su modo y con el ruido de una confrontación cercana, Tenebrae no solo tomaba la daga que llevaba oculta en su bota para esos casos, sino que veía una oportunidad de saber en donde está y a donde ir para continuar con su misión. Puede que hubiese ganado tiempo, solo un poco mas, pero no podía dormirse, tenía objetivos claros que cumplir y con su devoción, también confiaba que Eliza y su espada volverían a él.

Era así como sin perder mas tiempo y armado con aquella daga, Tenebrae empezó a dirigirse hacia donde escuchaba esos ruidos. Pero recordando las costumbres de los suyos, estaba dispuesto a observar primero, ver la situación para ver si era necesario intervenir o que bando elegir... 

-Ugh...

Scire se despertó y se tomó la cabeza. Tardo muy poco en recordar lo que había sucedido, y luego miró alrededor, sin comprender. Aún sentía una mezcla de rabia y amargura al recordar como aquel idiota había destrozado sin piedad a la muchacha por motivos tontos y sin sentido. Le gustaría que no hubiese sido ms que un sueño, pero se sentía bastante realista.

-Creo que ya me han ayudado bastante dejandome quedar aqui, pero me gustaría saber como he llegado.

El ataque de Ducky es bastante malo, de hecho el virote se estrella violenta y ruidosamente contra un arbol muy cercano a el, lo cual hace que los perseguidores se giren y vean perfectamente donde se encuentra, rapidamente comienzan a correr hacia el dispuestos a acabar con su vida, por fortuna para el drow solo uno de ellos esta cerca y aunque lo esta le da tiempo a reaccionar y colocarse en posicion de guardia.

El hombre no parecia experto, sin embargo mueve su arma con gran agilidad, mucha mas velocidad de lo esperado, Ducky instintivamente da un paso atras, pero el salteador se lo esperaba y se mueve con gran velocidad logrando golpear en el pecho del Drow con su escudo lo que aturde a Ducky y le deja con algunas magulladuras, mientras tanto no falta mucho para que los otros dos hombres logren llegar al combate contra el.

Tenebrae sigue el sonido de lucha y no tarda demasiado en encontrar su origen, no muy lejos de el puede ver a un drow recibiendo el golpe de un escudo de un hombre que lleva en su mano un escudo y en la otra un garrote, pero unos gritos le ponen en alerta ya que dos hombres mas con espadas y vestidos con ropas de cuero y capucha se dirigen corriendo hacia la lucha.

Gabriel se dispone a correr hacia el marinero cuando escucha un sonido extraño, una bola de fuego surge de las manos de una de las hadas y golpea con una explosion cegadora al marinero, sin embargo, parece que este no ha sufrido apenas daño, pero si que ha servido para que Gabriel pueda golpearle, el marinero mas fuerte de lo que parecia en un primer momento no termina de caer al suelo, pero si suelta su arma.

Mirando con ira a Gabriel le lanza un puñetazo al estomago que golpea al hombre en un costado haciendo que se resienta levmente ya que gracias a su armadura apenas nota el dolor

La mujer parece sorprendida y dice:

- Como has llegado, eso es lo que desconocemos, de hecho te acabamos de encontrar aqui mismo.

Mira a su alrededor y dice:

- Quieres decir que no sabes como has llegado al hogar de nuestra madre creadora Ishtar? 

Mira hacia una figura de la diosa considerada la lider de los dioses del bien, la que segun las leyendas creo a la mayoria de seres y les otorgo la magia blanca, sin duda Scire estaba en un templo de esa diosa 

Cuando Tenebrae logra acercarse lo suficiente para ver la situación, se detuvo para poder ver mejor la situación de aquella confrontación, sobretodo cuando notaba que uno de los contendientes era un Drow. No pudo evitar recordar todo aquel tiempo de encierro cuando se encontró en aquella tierra desconocida, cuando lo único que hacía era sobrevivir y aprender, esperar al momento adecuado para liberarse de las cadenas y empezar con la búsqueda de su Diosa...

No era necesario aclarar lo poco que le agradaban los Drows, pero también se acordaba de aquel con el que se encontró en el barco mercante, cuando tuvo su primer trabajo como mercenario. Parecía que hubiesen pasado décadas y en cambio no era así, pero aquel Drow le había hecho ver que no todos eran así...

Era así que dejando de lado aquellos detalles, Tenebrae notaba pronto como aprecían dos hombres mas para luchar, estaba seguro que iban en contra del Drow, aunque lo que el notaba eran esas espadas... Tenía una daga y sabía usarla tan bien como una espada, pero con una espada era capaz de causar mas daño, de luchar con mas destreza que con un arma corta.

Si lo ayudo no podrá negarme las respuestas que busco.

Dejar de lado el resentimiento, pensar fríamente y buscar la forma de volver al Templo del Viento o marchar hacia cualquiera de los otros Templos... Tenía aquel medallón para ser recibido como un protector, debía advertirles de la Orden, buscarlos y eliminarlos. Por el momento no podía darse el lujo de esperar a Eliza y a su espada, ella sabía lo que estaba haciendo y no dudaba que sabría como encontrarlo... Confiaba en ella.

Era así que con la necesidad de una espada e información, sin mencionar que dudaba que un solo Drow pudiera causarle problemas, no dudo en intervenir. Dos se unían a la batalla, era a ellos a quienes atacaría primero para evitar que tomen por sorpresa al Drow y así reclamar una de sus armas antes de continuar.

Mientras me tambaleo hacia atrás algo aturdido desenvaino la espada corta y la interpongo entre el agresor y yo. Tras un segundo para recobrar la compostura, tanteo la situación procurando mantener al asaltante apartado de mi con la punta de la espada. "Aunque logre abatirle luego vendrán los otros dos, y aún falta el arquero que se ha quedado rezagado" Viéndome en una situación bastante comprometida decido intentar otra opción. Sin bajar la espada suelto una risita de superioridad y intentando aprovecharme del aspecto bastante garrulo de mi oponente y le digo:

- Aunque logréis deshaceros de mi, jamás os haréis con la carreta. El mercader es un mago poderosísimo, capaz de convertir el plomo en oro y vuestros culos en escarcha. Vuestra única solución es que alguien cercano a él le de muerte de improvisto, alguien como yo. ¿Y bien, que me dices?

Sigo sin bajar la espada, tanteando la mirada del asaltante, y preparado para asestarle un tajo en el cuello si declina mi oferta.