Partida Rol por web

Las luces de las celdas se encienden y nuevamente la peste del hacinamiento de hombres llega a tu nariz. Afortunadamente tu compañero es un sordomudo el cual es la mofa de la mayoría de reclusos, haciendo que en algunos momentos pases más desapercibido y libera la presión sobre ti.

Los guardias comienzan a avisar de que salgáis para el desayuno y el patio, momentos duros para los que no tienen protección o pertenecen a algún grupo organizado.

Todavía recuperándome de la última golpiza por no querer dejarme usar me incorporo despacio y con mucho esfuerzo. Si mi compañero de celda no fuera un pelele ahora estaría siendo ultrajado.

Con un gran esfuerzo me levanto para no motivar a los guardias para golpearme gratuitamente, como si les faltaran excusas para hacerlo y me formo con los demás para el conteo. - 318. - La ceremonia de todos los días. Dos minutos y medio tardaron hoy, como todos los días. Los mismos guardias, la misma rutina, la misma hora de entrada y salida. Ni cuando trabajaba tenía una vida tan monótona pero ahora no tenía opción de elegir o de sufrir.

- ¡Vamos coño! No tenemos todo el día.

El jefe de todos los celadores del recinto observa con atención como vais andando ordenadamente hacia el comedor. Es odiado por todos los reclusos sin distinción. Por si no había bastante con el resto de presos, también hay que tener cuidado con los guardias.

Con la misma cara sobria y sin denotar emoción alguna camino en la fila detrás del mismo sujeto desde hace años y escoltado por el mudo también desde hace años. Falta poco y me largo de este maldito lugar. El plan estaba marchando, el mudo viendo que nadie le daba cabida tenía una sola posibilidad y yo también lo necesitaba. Si no fuera por su situación de sordomudo no hubiera confiado en él pero así son las cosas.

Solo de a dos podríamos recorrer el camino de salida de este lugar y lograr la libertad, la vida en prisión no sería mala sino fuera por sujetos como Thompson o ese condenado pelado extremista. Pero así son las cosas.

Intentando en la medida de lo posible pasar desapercibido, recoges tu bandeja del desayuno en el amplio comedor. No puedes evitar mirar de reojo al grupo extremista de los sajones, donde su líder Oskar, al que todos llaman jefe, sigue lavando el cerebro con su palabrería a un grupo de reclusos cortados por el mismo patrón.

- Y cuya corrupción infecta a todos los estratos de esta pseudodemocracia que nos intentan imponer en el Tri-Estado, y donde hablar de la Verdad es castigado duramente por éstos corruptos...

El grupo de hombres asienten a todas las palabras que salen de su boca.

Y ahí va de nuevo con su discurso pre-fabrícado para lavarle la cabeza a los incautos o de poca materia gris. Viene a mi mente los recuerdos de cuando intentó hacer lo mismo pero se chocó con alguien con quien su charlatanería no funcionó y eso ya le había pasado antes pero con gente de otros grupos como los rasta y los asiáticos pero por algún motivo en particular que un sujeto que a nadie tenía le dijera que no le había sentado mal y por suerte por ahora todo intento caía en largas charlas donde había mucha tensión pero solo palabras inteligentes como armas y hasta quien sabe que punto.

No hago lo obvio que sería esquivarlo o mirar para otro lado, eso demostraría que le tengo miedo y ya tengo suficiente de eso.. Para mis adentros repito una y otra vez que ya me largo, que ya salgo, que ya seré libre y de paso a un pobre diablo como mi compañero de escape y aparte para el escape es vital hacerse entender por gestos para no hacer ruidos no deseados.

Voy directo a el lugar de siempre en la mesa donde por tanto tiempo que ya hasta el piso está más gastado donde apoyo los pies y uno podría tomar una huella de mi suela. Le hago señas a mi compañero para que me siga y no nos detengamos delante del pelado. Por suerte el lenguaje de sordomudos no es tan complicado como aparenta, no podré dar clases pero por lo menos puedo hablar con él fluídamente sin estar pensando que le estoy diciendo.

De repente tu compañero se tropieza con uno de los sajones, un lugarteniente del jefe Oskar llamado Erik. La bandeja de comida cae sobre el propio pecho de tu compañero y aunque Erik ni siquiera se ha manchado, le coge enfadado de la camisa de recluso.

- ¡Imbécil! Mira por dónde vas si no quieres que te meta la bandeja por el culo.- Le advierte, tras lo cual gira la cabeza y te mira de reojo. Te tiene en el punto de mira desde hace bastante, pero has evitado caer en sus trampas como has podido.- Vuelve con tu novia, ¡apestado!

CUando la bandeja impactó de lleno en el pecho de mi compañero de celda al rebotar en la mole de Erik me veo venir un montón de situaciones desagradables al intentar salvarlo de una golpiza y lo peor de todo es que lo necesito para poder salir de este lugar, el tener un lenguaje silencioso y haber practicado el escape ya una docena de veces lo hace invaluable. Más que hoy es el mejor día para irnos, cuando los guardias festejan la formación de esta estado y celebran sin tanto reparo.

Sin buscar interponerme entre Erik y mi ahora torpe compañero veo si hay otros sujetos que acompañen a Erik, aunque teniendo en cuenta la fama del sujeto se basta y sobra para dar buena cuenta de muchos como yo sin transpirar.

Erik va acompañado de otro par de gorilas que rien a carcajadas con sus ocurrencias. Tras la mirada despectiva a ambos, se retira hacia la mesa exclusivamente reservada para los sajones y la camarilla del jefe Oskar.

Afortunadamente el encuentro no pasa a mayores, aunque tu compañero Bernard tendrá que aguardar de nuevo la cola para recoger el rancho del día. Por un segundo dudas de si merece la pena el esfuerzo por un poco de papilla de algún cereal y un trozo de carne de un animal desconocido por tu paladar.

La voz por megafonía anuncia una reunión en el patio para las cuatro de la tarde. Algún anuncio del alcaide debe ser...Nada bueno por norma general...

Y por un pelo nos salvamos de que nos partan la cara a ambos y tener que reformular nuestros planes de escape. - No cometas más errores o no podremos escapar. - Le digo en lenguaje de señas a mi compañero de escape. - Ve a buscar otra ración que tienes que estar con fuerzas. - Sigo con el lenguaje de señas pero una voz por el megáfono me pone los pelos de la nuca parados.

Que no lo arruine todo, que no lo arruine con un demonio. Si cambia algo no podremos irnos. Salgo como el resto hacia el patio y ya lamento que mi compañero y yo no podamos comer, ya es una complicación que no esperaba.

Una vez todos reunidos en el patio y rodeados por bastantes celadores, aparece en un atril el alcaide Plain. De gesto serio como de costumbre y un hombre al que no conviene enfadar.

- Caballeros.- Os saluda.- Dentro de un par de horas varios de vosotros se marcharán en un autobús y después en un barco para realizar una obra en El Yermo. Forma parte de un plan gubernamental para enseñaros el valor del trabajo y del esfuerzo, en pos de vuestra reinserción en la sociedad.

Entre los reclusos comienzan las miradas entre ellos. Todos saben lo que hay. Esclavismo disfrazado. Horas y horas de trabajo a cambio de un poco de pan. Y encima en el frío Yermo.

- Dejaremos la lista en las puertas de entrada a los bloques A y C. Los elegidos deberán estar a las seis aquí, en el patio. Gracias.

Con parsimonia el gentío comienza a disgregarse. Los hombres se acercan a las listas a ver los nombres allí escritos. Gritos de alegría de los que no son elegidos, gestos de enfado de los que sí. Tras varios minutos la zona se despeja y puedes echar un ojo a la lista.

En ella está tu nombre. No ha habido suerte.

Sigues mirando para ver quién más va. Algún conocido y demás. Bernard no está, dejan a tu compañero aquí. Más nombres...¿Erik? Qué extraño, normalmente los sajones están protegidos y se escapan de todos estos trabajos y esfuerzos. Quizá el alcaide se ha cansado de ellos o ha habido algún problema.

Sea como fuere. A las seis debes estar en el patio para un viaje bastante largo hasta El Yermo.

Me quedo duro al leer mi nombre en la lista, justo hoy... caerme enfermo podría ser una opción pero no tengo con que comerciar con el doctor para que me de el pase y teniendo en cuenta que Erik está en la lista el precio debe ser más alto que nunca. Miro a Bernard y éste me devuelve la mirada sabiendo que toda nuestra planificación se va por los caños y tendríamos que esperar quien sabe cuanto tiempo más para volver a intentarlo.

Esto no puede estar pasando, era nuestra libertad, mi libertad. Me "alisto" teniendo en cuenta que lo único que tengo por preparar es mi mente dado que no tenemos pertenencias para llevar resignado a que por lo menos por un año deberemos esperar para intentarlo de nuevo.

Un autobús de transporte de reclusos os espera en el patio y los elegidos formáis una fila india para subir a él. Bajo la atenta mirada desde la ventana de su despacho del Alcaide Pain, los guardias ordenan al grupo y los van sentando y esposando a los asientos.

Todo transcurre con normalidad hasta...
 

El sajón se queda a un paso de la puerta del autobús y se dirige al celador Thompson.

- ¿Qué hago aquí?- Dice bastante serio y amenzante.- Devolvedme a mi celda y lleváos a otro mequetrefe...
 

Thompson pone un gesto aún más amenzador y se encara con Erik.

- O subes al autobús o te subo yo. Y no podrás sentarte porque te meteré la porra por el culo, ¿entendido?

Se nota una gran tensión en el cruce de miradas entre ambos hombres. Algún otro guardia se acerca sigilosamente y echa mano de su arma de defensa personal, pero Erik agacha la cabeza y sube al autobús sin abrir la boca.

Thompson le sigue con la mirada hasta que el sajón se sienta y le esposan. Luego mira a su alrededor.

- ¡Novato!- Exclama para llamar a alguien. Una persona que nunca habías visto antes se acerca a él.- Vamos, vigila a los últimos de la fila para que no se duerman. ¡Vamos coño, no tenemos todo el día!

- ¡Si jefe!

Le responde alguien que parece un nuevo celador. Se nota que no está acostumbrado a su uniforme ni a su porra, moviéndose un poco torpemente. Parece estar en forma y tiene rasgos de los habitantes del Imperio. Se acerca al final de la fila, donde tu te encuentras y os vigila a todos.

- Vamos...ehh...movéos...
 

El frío os hace temblar a todos. Os han dado algo de ropa de abrigo, pero no es suficiente. Tembláis y tiritáis congelados mientras os ponen en fila y reparten picos con los que tendréis que trabajar las rocas que tenéis delante. Los guardias os mueven de aqui para allí para colocaros.

Tiran una gran cadena larga y gruesa a espaldas vuestras y sacan unas esposas dobles. Un extremo va sujeto a la gran cadena mientras el otro atrapa a dos tobillos, cada uno de un recluso distinto. De esta forma se forman parejas unidas por las esposas, mientras que todas las parejas están sujetas a la gran cadena.

Entre empujones y gritos, se van formando las parejas. El nuevo celador te empuja y te aleja de un par de hombres hasta juntarte con otro recluso. Te coloca la esposa en el tobillo y saca una llave para cerrar el candado que os une a la gran cadena.

Te giras para ver a tu pareja de trabajo, a la cual estarás encadenado durante varias horas...

...

...Es Erik.

Sacudones y más sacudones cual ganado que es acarreado de un lado al otro, nos separan y juntan como se les da la gana para terminar separándonos en parejas que al final todas están unidas a la gran cadena. Mano de obra esclava obligada a trabajar gratis para que la mugre del alcalde se pague unas mejores vacaciones con nuestro espalda rota. Total que le importa, siempre habrá alguien que nos reemplace.

Giro mi rostro para ver quien tengo a mi costado y me quedo perplejo al reconocer en mi compañero a Erik. Ésto es demasiado, no sobreviviré cuando un pico se me clave en el medio de la cabeza por un "accidente" laboral. Mis músculos se tensan por los nervios y avanzo torpe cuando los guardias gritan para que avancemos a la zona de trabajo.

Los hombres comienzan a picar y picar. Allanando la zona y quitando piedras y más piedras. El sonido del trabajo es constante y en cierta medida alivia estar entretenido con algo, aunque conlleve un esfuerzo añadido.

Tras un buen rato, ya no parece que haga tanto frío e incluso sudas un poco. Cada cierto tiempo pasa de trabajador a trabajador una botella de agua para reponerse y tener un respiro.

Erik pica con fuerza gracias a sus músculos forjados en el gimnasio de la penintenciaria...Pero no quita ojo al celador novato. Éste se mueve despreocupado entre los reclusos, acercándose demasiado según tu impresión. Las llaves tintinean en su cinturón en cada paso y no parece darse cuenta de que el sajón se fija demasiado en ellas.

Afortunadamente parece que Thompson le llama desde lejos y abandona su puesto para recibir algún tipo de instrucción. Momento que aprovecha Erik para hablar con las parejas que tenéis a vuestro lado.

- Vamos, acercaos.- Ordena férreamente.- ¡Más juntos!

El resto de presos le obedece sin rechistar y continúan picando más cerca de vosotros, formándose una pared de hombres más contínua y apelotonada.