Partida Rol por web

El dragón rie y señala la curiosa diadema que reposa sobre su cabeza, podeis comprobar que tiene un anillo y un brazalete en cada garra delantera.

- Estas loco si crees que puedes acusar de nada a un mago tan poderoso como yo. Te lo advierto, pequeño simio, una sola palabra mía bastaria para convertirte en nada más que polvo.

Bien, ahi habia quedado aquella "gran idea"... La elfa emitio un quedo suspiro. El aspecto positivo era que no deberia seguir vistiendo aquellas apestosas pieles. Y, gracias a los dioses, el dragon habia propiciado la charla en vez de simplemente achicharrarlos con su aliento. Las cosas buenas hay que tomarlas cuando aparecen. 

-Podemos estar discutiendo los motivos para desconfiar del otro infinitamente, señores, o sentarnos a hablar como seres civilizados... +intervino finalmente+... En esta situacion, no hay mucho más que podamos hacer. Por mi parte, sugiero un punto intermedio. Es evidente que muchos en este grupo no se sienten comodos con la idea de entrar a la guarida de un dragon, vigilados por este. Por otro lado, la princesa no desea abandonar la cueva ni a su protector, en el supuesto que esas sean las condiciones de su estadia aqui.

Se cruzo de brazos, aunque dado su estado invisible era mas un gesto de animo para ella misma que otra cosa.

-¿Seria mucho pedir que la princesa venga hasta la boca de la caverna a charlar? Asi quedaria segura a vuestro lado, señor dragon, y nosotros permaneceriamos apartados al aire libre. 

La respuesta de Krystellion es seca y directa.

- Podeis ir dentro de la caverna o al puerto a buscar la verdad, pero la verdad no saldra a buscaros.

El enano se removió en su sitio, incomodado ante la situación. Cualquiera venía a exigirle cuentas a un dragón, aunque no dudaba que si no intervenía, el brillante matadragones soltaría alguna tontería que les llevaría todos al cementerio... o ni siquiera eso, habida cuenta que la incineración corría por cuenta de la casa:

— La verdad es muy fría por sí misma, es lo que yo digo, por eso hay que adornarla. Pero no sé de que forma vamos a encontrarla en el puerto, allí solo hay cerveza aguada y putas viejas —y cualquiera de las dos me atrae más que el fuego de dragón—. Esto me lleva a preguntarme si el señor dragón tendría a bien concedernos una invitación formal a su morada, a fin de honrar las sagradas leyes de la hospitalidad —dijo, con cierto tono grandilocuente.

La mente del enano rebullía de pensamientos:

— Maravilloso Drokern. Se te olvida el detalle de que el invitado ha de traer algo que ofrecer al hospedador y tú le has traido un rebaño de idiotas suicidas disfrazados de muflones. ¿O era al revés?

¿Entrar en la guarida del dragón para conocer la verdad? No era lo más inteligente desde luego, pero si lo más honorable. Conocer la verdad de primera mano para actuar en consecuencia, bien contra el dragón, bien contra los lechuzos del palacio real - Hay que entrar y el gran Nanuk se dispone a hacerlo con grandes zancadas hacia la entrada de la caverna... No obstante, la voz del enano le hace detenerse - Ciertamente deberíamos tener alguna garantía de que el dragón no nos atacará cuando entremos confiados... Para mi bastaría su palabra, pero está claro que en el corazón del enano la honor no abunda, por lo que desconfía sistemáticamente. No debería generalizar, pero si ha sido expulsado o se ha ido por voluntad propia de su clan es posible que el honor sí sea una cualidad de la raza enana, por la misma razón que no lo es en el mío.

A pesar de esto, Nanuk no está del todo versado en las tradiciones de estas tierras, por lo que comienza un discurso de cortesia.

Des-común al dragón - dice Nanuk con voz potente, tratando de encontrar las grandilocuentes palabras adecuadas para esta situación - Me dispenso a penetrar tu agujero, con tu con-sentimiento. Lo hago con mi instrumento enfundado - señala su espada a la espalda guardada en su vaina - y bajo las reglas de la hospitalidad. Además, como muestra de buena voluntad penetrará conmigo todo este rebaño de muflones, para tu satisfacción - Tras haber correspondido con los gustos y costumbre de estas tierras, el bárbaro se dispone a entrar con el rebaño de muflones en el "agujero" del dragón

El dragón frunce el ceño varias veces al oir a Nanuk y suspira varias veces mientras lo oye.

- ... La mitad de tu discurso ha sonado a proposiciones indecorosas que estoy dispuesto a olvidar como si no las hubiera entendido. Deja el rebaño fuera, podeís entrar bajo mi hospitalidad. -dijo mientras entraba a su guarida, habia pronunciado la última palabra con un enfasis especial, como si no quisiera pronunciarla a la ligera.

Esa sería una gran balada picantona para una noche de borrachera... Con un suspiro Richard esperó la respuesta del dragón, aunque temía que fuera tan solo una llamarada...

¿quien demonios ha enseñado a este hombre a hablar?

Tras coger aire y mentalizarse, pues el draconico no era muy facil de hablar algo cambió en su cuello, sonidos extraños para el cuerpo humano salieron facilmente de su garganta.

*Lo que mis compañeros quieren decir es que con humildad solicitamos la hospitalidad de tu guarida, gran sierpe, y nos comprometemos a cumplir las normas de tu casa, incluidas por supuesto no dañar ni tocar ninguna de tus posesiones.

Meneo la cabeza. Podian pronunciarse los juramentos que quisieran, pero ella no confiaba en la palabra de una sierpe maligna. No habria ninguna represalia si adentro decidia faltarla. Asi que sin decir nada mas, dio media vuelta y emprendio regreso al poblado. Que el resto se arreglasen. Ella volveria a la corte a informar al rey de la situacion.

Krystellion os acompaña dentro de su guarida, ni Fairiel ni Oswald estan con vosotros. La caverna del dragón es simplemente enorme, podría volar perfectamente dentro de la sala principal. El dragón os conduce a la sala donde tiene los tesoros, hay millones de monedas y centenares de objetos mágicos. Sin duda con todo lo que tiene ahi podria comprar diez reinos enteros. Encima de una pila de monedas, recostada sobre cogines se encuentra una mujer de gran belleza.

- Veros regresar llena mi corazón de alegría, mi señor -dice la dama al dragón- Veo que venis acompañado ¿Quienes son los huespedes de mi señor?

- Creo que seria más adecuados que se presentaran ellos mismos, han venido solicitandome una audiencia contigo.

La cueva del dragón es tan inmensa que cuesta incluso ubicarse dentro de ella. Podría impresionar a cualquiera, pero Nanuk es un bárbaro poco impresionable, o al menos eso trata de aparentar... por nada en el mundo en gran Nanuk mostraría el menor signo de asombro delante de un dragón - Sin embargo esta cueva es magestuosa, al igual que el tesoro amontonado en ella... empiezo a entender el interés del rey en la muerte del dragón. Claro que una sexta parte podría ser mía... si fuese un bárbaro codicioso no tendría duda alguna en cómo actuar. Pero el honor es más importante que el oro, no te quepa duda Nanuk, no te quepa duda alguna...

Acercándose a la princesa, Nanuk realiza una reverencia excesivamente efusiva y grandilocuente. No quería faltar a las normas de la hospitalidad de la sociedad que tan poco conocía - Excesiva magestuosa, permítame presentarme como su leal surtidor, el bárbaro Nanuk. Hemos acuciado a este lugar para tratar con vos. Espero que se encuentre disponible para expoliarnos el por qué de su estancia en esta cueva - Satisfecho, Nanuk se retrasa a la espera de las presentaciones de sus compañeros.

Al enano tanto oro le revolvía las tripas. A fin de cuentas el oro no podía comerse, y si lo comías te daba una indigestión. Al enano le gustaba más el vino y las mujeres y ambos podían conseguirse con oro. El vino, comprándolo, y a las mujeres, golpeándolas con una bolsa suficientemente llena en la nuca. Había solo un problema. El problema era grande, con alas y escupía fuego. Y también le gustaban las mujeres y a buen seguro el vino, que es bueno para el ardor de estómago.

Drokern miró a la princesa con denodado interés, en busca de rasgos y otros detalles que quedaran bien para una canción de taberna. Tenía escritas lo menos tres docenas, pero siempre ayudaba el añadir detalles reales. Lo hacía más creíble. En este cuidadoso examen* se fijó también en si la doncella (suponiendo que lo fuera, porque el dragón tenía una cola muy grande) presentaba signos de alguna hechiceria o encantamiento.

Acabado el reconocimiento rápido, el enano sacó el laúd y toco unos acordes sencillos a modo de presentación. No gustaba de agacharse, pues le dolían los riñones, y a las mujeres les gustaba mucho su instrumento, luego lo usaba de excusa para evitarse dolorosas florituras.

— A sus pies, bella dama. Mi nombre es Drokern, llamado Drakensong —miró de reojo al dragón por si se mostraba ofendido o halagado. Los estados de ánimo de un dragón siempre eran importantes—. Soy músico virtuoso, avezado cantor y excelso amante, entre otras virtudes varias y defectos numerosos entre los que no se cuenta la codicia propia de mi raza —añadió, con cierto desprecio en esta última palabra—. Tal vez podríamos mantener una charla amistosa todos juntos en un lugar cómodo, si a maese dracónido le parece bien —nunca consigo recordar su nombre completo— y aclarar ciertos puntos conflictivos. Ya sabe, malentendidos. Como trovador y poeta gusto de conocer todas las versiones pues de lo contrario lo que uno cuenta no se aproxima a la verdad, como es menester.

Richard quería dar una impresión heroica al hablar con la princesa, sin embargo el bardo malhablado y su compañero el honorable habian empezado su función de duo comico. Prefirió simplemente quedarse en segunda fila y vigilar al señor matadragones. Esto no entraba en el plan desde luego. Mientras hablaban con la princesa  también le hechó un vistazo al dragón, calculando lo dificil que sería el enfrentamiento, ya que no esperaba que su compañero se quedara quieto demasiado tiempo.

Krystellion permanece en silencio, a diferencia de lo que espera el dragón no esta ni ofendido ni halagado. La palabra más correcta para definirlo seria entretenido, encuentra la situación particularmente divertida.

Te das cuenta de que sus movimientos son muy buenos, no recuerdas haber visto un elfo con mayor coordinación que el dragón que tienes delante. Tambien la forma en que meuve un cuerpo tan grande te hace pensar que tiene mucha más fuerza que un dragón rojo de su edad, eso junto al hecho de que lleve una diadema de intelecto, un objeto de mago, en lugar de una capa de carisma, como hechiceros que son los dragones hace que te des cuenta de que Krystellion es mucho mas de lo que aparenta.

Oswald ahce tiempo que no esta con vosotros.

- ¿La verdad? La verdad es que mi padre es un cerdo con corona, se piensa que no me entero de nada pero se que las chicas que supuestamente sacrifica al dragón son llevadas al puerto y vendidas como esclavas.

Fairiel y Oswald regresan a la corte, cuando llegais el rey se ha ido a atender sus deberes pero os indican que podeis hablar con el capitán de la guardia.

Alli el capitán os pregunta que ha ocurrido y porque regresais solos.

- Han hecho caso de las palabras envenenadas de la bestia -indica Oswald al Capitán de la Guardia- En estos momentos debe haberlos engañado para que se unan a las conspiraciónes del barón. Es una situación muy crítica para el reino, si el barón gana poder militar suficiente el reino entrará en una gran guerra civil...

- ... y cuando el bando vencedor haya pagado la victoria con gran parte de su fuerza el dragón estará allí para reclamar los restos.