Partida Rol por web

- Gracias. - respondo al hombre sin apenas mirarlo, centrándome en lo que me entrega. - Se lo que hago, pero la vida de este hombre esta en manos de la naturaleza y sus remedios. No en las mías. - digo tanteando la compasión del hombre.

Sin perder tiempo examino que el cuenco este limpio, lo enjuago con el agua limpia de los barriles, después hago lo mismo con las planta y empiezo a moler las hojas de adormidera con ayuda del mango de mi cuchillo. 

- No soy estúpida, no pretendo heriros con este pequeño utensilio. - explico mi comportamiento ante el bárbaro antes de que se extrañe. 

Una vez molida parte de la adormidera le añado un poco de agua limpia con cuidado y corto unos pétalos de la misma flor con el cuchillo para asegurarme de que el enfermo los traga sin dificultad. Me postro ante el anciano dolorido y convaleciente.

- Sujétalo. No quiero que vierta el brebaje. - digo pidiendo ayuda al hombre que esta cerca de mi. Una vez me asegure que lo tiene bien sujeto le hago ingerir el calmante liquido. 

Cuando me quiero dar cuenta, tras suministrarle el potingue, vuelvo a estar rodeada de gente que portan las plantas y hierbas que pueden salvar la vida al enfermo. Sin demora me seco el sudor que cae hasta mis ojos y empiezo a impartir ordenes.

- Necesito agua caliente, que hierva... - digo para la muchedumbre - ...que burbuje. - aclaro por si en el nuevo dialecto no hubiera una definición para hervir. 

He ganado algo de tiempo con ese brebaje, pero una infusión sera mucho más calmante para el hombre y me hará ganar tiempo para preparar otro remedio. 

Mientras preparan el agua hirviendo me acerco al montón de plantas y hierbas. Con mano rápida y mirada experta busco las plantas de aloe con el tallo más largo y maduro. Después busco la flor de la caléndula. Si no encuentro lo que busco seguiré examinando el montículo en busca de materia con efectos similares a los de estas plantas.

Cuando el agua este lista, limpio y añado hojas de amapola adormidera para realizar la infusión. Tras un hervor de pocos minutos retiro el recipiente de el fuego y espero que se enfríe progresivamente antes de suministrarlo al anciano. Solo entonces me dispongo a preparar una posible cura para el enfermo.

El viejo agarra tu cuello de manera inconsciente, se contrae rápidamente y deja caer su mano sobre tus tus telas del pecho. Disminuyen las convulsiones... Abre los ojos y tras ingerir las hierbas cicatrizantes entra como en un sueño profundo... Respira aunque todos se amontonan cerca para ver la reacción del anciano el cual, al poco, abre los ojos

Gracias...- Con su mano aun en tus ropajes la eleva a tu rostro y pone el pulgar en el párpado derecho, el cual has cerrado para no tener su yema en tu iris, realizando una circuferencia en tu cuenca, como un símbolo.

Acostumbrada, tras dos años de largo viaje, a las reacciones de los moribundos no me sobresalto en demasía cuando el anciano asía mi cuello con su mano. Dejándola reposar sobre mis ropajes al momento. 

Tras la ingesta de la infusión improvisada, las miradas de hostilidad se tornan en miradas de curiosidad al tiempo que la muchedumbre se agolpa alrededor. El anciano parece reposar con un poco más de calma, hasta que sin previo aviso abre los parpados permitiéndome ver sus cansada mirada. Una palabra de agradecimiento se escapa de su boca, seguida por un gesto que parece denotar agradecimiento.

No estoy muy segura de lo que acaba de acontecer. ¿Era un gesto de gratitud?, ¿algún tipo de ritual? ¿o ambas cosas? - pienso al dedicarle una calidad sonrisa y con una leve inclinación de mi cabeza le doy mi respuesta, tratando también de darle un poco de esperanza.

Un poco más tranquila y sin tanta presión sobre mis jóvenes hombres, me levanto para preparar los siguientes remedios que ayudaran al anciano a seguir entre los suyos. 

Sin prisa pero sin pausa Isaura. - me repito mentalmente para misma. 

Tienes las plantas en las manos del sudoroso "caballero" que te acompañó anoche.

- ¿´Pondrá bien?- Los gestos duros se tuercen de preocupación en el entorno.

En sus negras palmas tiene el aloe y caléndula, tras de él se haya un Witiza con nervios en el semblante, agita sus manos con fuerza mientras Ylva lo mira de cerca y usa sus azules ojos para tranquilizarlo.

El hombre de trenzas te repite mientras observas...

-¿´Pondrá bien?

Al ver que te alejas del hombre Witiza gruñe

-¿Qué haces? ¿Te rindes así de fácil? Ve con él, no lo dejes morir o te arranco la cabeza de cuajo.

Ante los rugidos un poco más elevados aparece una niña pequeña de cabellos rubios.

Niña:- Abuelo se cura papá?

Se hace un pequeño silencio ante las inocentes palabras de la pequeña. Witiza se gira veloz y de un salto llega a la escalera adelantando a Ylva que llegaba ya a por la retoña. Un vez arriba oyes de manera casi inaudible

Witiza- Sí lobita, abuelo se pondrá bueno pronto y jugarás con Moon junto a él.

La niña claramente estaba asustada por los alaridos de su abuelo y se refugia en los brazos del que parece ser su padre.

- Lo sabremos pronto. - contesto ante la insistencia del hombre de piel morena, mientras recojo con cuidado las plantas que sujeta. 

No pierdo mucho tiempo, me pongo a limpiar las plantas en las barricas de agua mientras pienso en los siguientes preparados que tengo que hacer. 

Con la planta de aloe he de preparar un cataplasma que se pueda ingerir. Si estuviera en la aldea podría pedir algo de harina, por suerte no la necesito en este caso. - pienso un tanto aliviada - Y un poco de jugo de la planta también vendra bien.

La voz de Witiza me saca de mis cavilaciones sobre como sanar al moribundo y a punto estoy de contestar al hombre con palabras que sin duda me habrían hecho merecedora del más profundo de sus odios y rencores. Por suerte al escuchar una voz de niña mis labios se sellan por completo antes de soltar los improperios dirigidos al hombre. 

De modo que solo trata de proteger a su...familia. - medito mientras una amarga sonrisa se dibuja en mi semblante. 

Me siento con las piernas cruzadas y empiezo a preparar el primero de los remedios. Corto los tallos de aloe en segmentos más pequeños y manejables antes de añadirlos, poco a poco, en el mortero donde los voy majando con paciencia y mano diestra hasta obtener una pulpa más comestible. Finalmente añado también la caléndula y sigo machacando las plantas dentro del cuenco.

No soy muy consciente del tiempo que me habrá llevado realizar la pasta de propiedades sanadoras y cicatrizantes. Me incorporo sobre mi misma y busco a Ylva con la mirada.

- Ylva, venid, por favor. - digo llamando a la bella mujer. 

La muchacha que no paraba de dar vueltas por la zona yde vez en cuando se acercaba al anciano oye tus palabras y se acerca ráudamente a ti.

- ¿Está bien ya? ¿Ponerse bien?

Su mirada revela cierta esperanza en tus manos y por vez primera atiendes a esos oos de una muchacha no mucho mayor a ti.

- Este ungüento le ayudara a sanar... - digo mostrándole el mejunje a la mujer - El resto depende de su fuerza por vivir. - añado con un tono suave intentando aportar algo de esperanza. 

Espero que el efecto cicatrizante del aloe combinado con las propiedades depurativas de la caléndula sean suficientes para estabilizar su estado. - pienso mientras mis ojos encuentran algo de descanso en los de Ylva.

- Sera mejor que te limpies la cara. - le comento a la mujer al ver las heridas de su tez - Eso puede infectarse. Este mismo ungüento te ayudara a sanar. - digo esperando que acepte el ofrecimiento.

Sin mucho esperar a que Ylva me haga caso, me inclino ante el anciano y suavemente intento despertarlo para ayudarle a tomar el medicamento. Una vez ingerido espero la reacción del anciano y de la gente que me rodea. Si Ylva decide hacerme caso con gusto y ternura la ayudare con sus heridas.

¡ Pino ! ¡ La infusión de pino también le ayudara !

Pasan los minutos y tus tripas rugen, el anciano mejora y todos los habitantes del bosque se arrodillan para hacer una plegaria ante el altar, los lobos mueven el rabo y salen veloces hacia los arbustos (eso arbustos que conoces bien al ver por primera vez los ojos de las fieras)

Todos parecen tener hambre pero hasta las dos niñas plegan ante el altar, un silencio sepulcral tiñe el ambiente. Los brazos de los arrodillados se entregan al suelos, acarician los elementos de la naturaleza como si de un baño se tratase se frotan la piel sin arrancar ni un tallo ni hoja de las acariciadas. Luego cada uno por orden jerárquico, supones, se levantan individualmente al altar. Primero Witiza que extrae del altar un punzón de metal que cauteriza con las llamas verdes creando un brillo morado bastante místico, a continuación apuñala su palma de la mano izquierda y deja fluir su sangre ante la llama verdosa que parece crecer con cada nueva gota. Witiza sin duda es el que mas tiempo pasa dejando verter su sangre. Se extrae el punzón y pone la mano herida en el fuego que tras un gemido fuerte de Witiza saca la mano ilesa. Este proceso lo repite cada uno de los habitantes (menos las niñas) pero un tiempo bastante menor de desangramiento.

Ante tu mirada furtiva del evento se encuentra el anciano de pie con un gesto amable y viendo tus posibles dudas. Te mira como diciendo "Pregúntame"

Ya lo tienes vaya despiste.

Ya ha pasado bastante tiempo desde que me desperté y mis tripas me avisan de ello. El anciano parece un poco mejor que la primera vez que le vi y cuando me dispongo a hablar con Witiza sobre el tema sucede algo que me deja sin habla, totalmente perpleja.

Los pobladores de este bosque se inclinan ante el altar y empiezan a realizar plegarias. Un silencio que ni el bosque se atreve a romper se adueña del lugar durante la ceremonia ritual. Yo por mi parte, decido contemplar las costumbres de estas gentes sentada junto al anciano en completo silencio, observando todo lo que acontece a mi alrededor. 

Que acaban de ver mis ojos. - pienso al contemplar atónita como Witiza saca su mano ilesa del fuego - ¡ Tendría que tener la mano repleta de quemaduras y de ampollas ! ¿¡ Como es posible que la tenga curada después de atravesarse con un punzón y tocar la llama con su mano !? - mis pupilas denotan una curiosidad que hacia años no se veía reflejada en mi mirada - Tiene que tener un truco, tiene que ser eso, algún tipo de artimaña que engaña a la vista común y poco entrenada. - discurro sin apartar la vista del altar. Observando de manera furtiva, ahora más que nunca, todos y cada uno de los movimientos que realizan ante el altarejo de piedra y madera que sujeta el fuego cambiante. 

Uno tras otro se van sucediendo los sacrificios sin que mis ojos o mi mente encuentren explicación alguna ante lo contemplado. Recuerdo ahora las palabras de amenaza que Witiza me dedico si empleaba la brujería, también recuerdo que Ylva dijo que Woof les protegía de todo mal. 

He escuchado historias a lo largo de estos dos años, nunca las he creído por que nunca eran mis ojos los que habían contemplado esas historias narradas por boca de viajeros y supervivientes. Pero ahora es diferente, ahora lo he visto con mis propios ojos, como aquella extraña piedra que me enseño aquel guerrero. Sigo sin poder creer lo que he visto plenamente, como mi abuela a bien tenia decir: todo lo que parece magia deja de serlo con el estudio y la observación pertinente. La magia es solo el desconocimiento de las cosas muchacha. 

Cuando salgo de mi ensimismamiento me doy cuenta de que el enfermo anciano ahora se encuentra de pie junto a mi. No puedo evitar mostrar un signo de sorpresa en mi rostro y antes de proferir palabra alguna guardo silencio ante la sabía mirada del anciano. 

- Isaura. - acierto a decir con un susurro llevando mis manos al pecho para presentarme. Tras un largo rato de silencio, meditando y macerando mi pregunta digo - ¿Qué o quien es Woof?, ¿de que os protege? - digo intentando no parecer demasiado ansiosa por la respuesta.

Todo lo que tus ojos contemplan es que no hay más habitantes en el refugio forestal. El resto tus ojos de lechuza lo observaron todo.

El Anciano levanta su comisura del labio superior creando una sonrisa extraña pero amable.

-Helio Woof... Ven demos un paseo- Tiende una mano con la palma hacia arriba- Este bosque te responderá más con tus sentidos que mis míseras palabras.

El anciano sigue débil pero parece que se nutre de lo acontecido.

No esta en condiciones de moverse y mucho menos de andar. Pero... - pienso mientras medito la oferta del anciano. 

- Esta bien, pero andemos despacio  y no muy lejos. - digo con un tono un tanto de reproche, no tanto por el anciano, sino por mi. Le enseño mi brazo para que se apoye en el y así tenga que hacer menos esfuerzo. Dejo que me guié por donde guste pero intentando no alejarnos demasiado del lugar, también ando a su ritmo, realentizandome algunas veces para ir incluso más despacio. 

-Gracias- Dice mientras se apoya en tu brazo- Por todo... Cometí una improdencia tomando esas bayas provocando casi mi muerte... Sino llegan a encontrarte.

El anciano con paso lento va guiandote por un sendero estrecho pero transitable. Su voz tiene un ligero acento de los mares del sur de tu Italia, más allá del antiguo mediterraneo.

-Uno nunca debe verse libre de cualquier mal...Este bosque también tiene sus peligros... Supongo que estarás bastante- Para buscando la palabra idónea- Impresionada por lo que han visto tus bellos ojos... Antes de responder a tu ansiedad... ¿Crees en los Dioses?

El hombre claramente no estaba hablando en broma y su voz se oscureció con la pregunta.

Encontrarme...mas bien traerme casi a la fuerza y después amenazarme. - una amarga sonrisa se dibuja en mi rostro ante las palabras del anciano aun que finalmente cambia a una sonrisa algo más dulce, sincera - Aun que hubiera venido de todos modos de saber que había alguien enfermo. 

- El bosque no es peligroso, el desconocimiento del hombre hace al bosque peligroso. - puntualizo ante las palabras del anciano - Por suerte, el conocimiento hace que lo peligroso se vuelva esencial para salvar vidas. - termino con una pequeña risita. 

Ante las palabras del anciano guardo un momento de silencio, meditando sobre lo que me a preguntado. 

- Creo...en lo que veo y lo que no veo. Para mi, supongo, que todos son uno, si es eso lo que pregunta. Tiene que haber un gran pintor que haya pintado estos bonitos paisajes. - respondo tratando de ser más sincera conmigo que con él. - Su nombre lo desconozco, pero sin duda esta ahí. 

- Buena respuesta. Ve y tráeme esas bayas venenosas que ingerí y algunas otras que puedas enseñarme y depués responderé a todas tus preguntas... ¿Tu nombre era?

El anciano está a gusto e tu presencia e incluso parece encontrarse naturalmente mejor, como si las hojas del bosque le aclimataran y dejaran en él una resistencia propia de un joven

- Isaura Du Couteau. - respondo a la pregunta del anciano. Me pongo con la tarea de buscar el peligroso fruto, no sin antes asegurarme de que el anciano estará bien en mi corta ausencia. 

Este bosque es más frondoso que la parte en la que buscamos la otra vez, de modo que procuro alejarme lo menos posible para no perderme entre la espesura del paraje. Con tiento voy buscando lo que el anciano a bien a tenido de indicarme le lleve y también algunas otras hierbas que puedan ser útiles y reconozca. Al regresar junto al anciano lanzo de nuevo la pregunta anterior a nuestro paseo:

-  ¿Qué o quien es Woof?, ¿de que os protege? - digo esperando recibir una respuesta. 

-WOOF lo es todo, todo cuanto pisas es de su pertenencia y nos acoje en su lomo paternal... Puede parecerte dificil de entender pero... Hace un tiempo, cuando pasó el terremoto mi hijo y yo nos refugiamos junto a un grupo de gentes de todo tipo en el bosque, por alguna razón estuvimos a salvo. Woof nos abrió las puertas de su casa... Al principio era dificil saber de su existencia pero todos los que no creían en su poder caian en desgracia por el bosque... Animales, caidas, enfermedades...

De pronto aparece un jabalí de grandes dimensiones frente a vosotros, pastando plácidamente pero habiendo advertido tu presencia....

Escucho con expresión atenta y calmada las palabras del anciano Helio. Reflexiono ellas y sobre todo lo acontecido recientemente: lo visto, lo oído y vivido. Mi expresión se torna un poco amarga al comprender que para mi sera mucho más difícil confiar en una entidad que ya refleja un nombre, un nombre al que poder adjudicar poder sobre la vida y la muerte, sobre el destino de los demás. 

Todos son uno. No importa el nombre, el rostro o la procedencia. 

El crujir de las ramitas ante las pezuñas de un jabalí de dimensiones respetables me saca de mis cabalas mentales. Con templo al animal igual que el me contempla a mi durante unos instantes antes volver a su pastoreo. 

Esta claro que aquí acontece algo que podríamos considerar divino. Pero si el anciano profesa una buena fé hacia Woof, como explicamos la desgracia que le sucedió.