Partida Rol por web

El animal os mira y sigue pastando. Helio se acerca y acaria el lomo de la bestia.

Helio- Si estás en armonía contigo mismo podrás encontrar un Yo animal... ¿Quieres ver el tuyo Isaura?

La enigmática pregunta te deja algo sorprendida. Pero antes de que puedar contestar te pide que cojas una bolsa de hojas que tiene en su mano izquierda.

Me sorprendo a mi misma avanzando con paso firme hasta la bolsa que me indica el anciano. Embrujada por la situación y animada por mi inagotable ansia por el conocimiento tiendo mi mano con las bayas que Helio me mando a buscar con anterioridad, mientras que con la otra, sujeto su saquito de hojas. Esperando casi paralizada, el siguiente movimiento del anciano.

Esto contradice todo lo que he creído durante muchos años, pero últimamente las cosas están en constante cambio y una contradicción en el camino no es más que algo que se a de aprender o experimentar para superar. Puede que mis creencias no sean las mismas que las de Helio, Witiza o Ylva...pero estoy segura de mi misma, tal vez más de lo que haya estado nunca.

- ... - mis labios son incapaces de emitir sonido alguno, de modo que un leve asentimiento de cabeza le transmite al hombre de avanzada edad mi respuesta a su pregunta.

El anciano sonrie de manera notable y saca de sus ruidas pero anchas mangas una bolsa pequeña. La abre delante de tus intrigados ojos y saca un frasquito del tamaño de una falange.

-Bebe una gota y verás qué incubas dentro de tu ser... No temas,- Dice al ver tu rostro algo de reticencia -WOOF te protege.

Al darte el frasco las hojas de los árboles se agitan con suavidad como un abrazo a tu espalda y un escalofría al tocar el frasco te recorre las pantorrillas, el abdomen, el pecho, la espalda y la cabeza. Algo no es normal en todas estas sensaciones o tu cerebro está siendo el bromista de tus sensoriales.

- Confía en nuestro nuevo padre.

Llevada por el embrujo, cada vez más y más presente en esta parte del bosque, cojo el delicado recipiente con el sumo cuidado que me ha proporcionado mi experiencia junto a mi abuela. Las emociones se intensifican en mi interior de tal forma que apenas alcanzo a escuchar las palabras del anciano. Mi mente es como un torrente de pensamientos descontrolados, intentando dar lógica al caos que ahora mismo rige mi cuerpo. Cuando quiero darme cuenta ya he bebido un pequeño sorbo.

Mi mirada se pierde, no en el exterior de mi ser, sino en el interior del mismo.