Partida Rol por web

El elfo te escucha ensimismado como si el solo canto de tu voz le llenara de regocijo. Toma tus palabras y puedes ver que se queda pensativo, mirándose las manos. Finalmente sonríe.

- Athane -

Su sonrisa se hace más amplia, satisfecha por el nombre que se ha dado y espera a escuchar lo que tú piensas. Entonces recuerda tu petición y tras cogerte de la mano te señala hacia la espesura del bosque.

- Debemos escondernos en el fondo del bosque. Ya no es seguro caminar. Muchos se han vuelto desconfiados. Hay mucha hambre –

Y sin más emprende la marcha con su particular liviandad 

Vuestro paso no es tan veloz como lo fuera la primera vez, las retorcidas ramas obligan a que os agachéis o tengáis que rectificar un poco vuestra carrera. Varias veces os detenéis en seco y observas como las orejas de Athane se agitan, como intentando captar algún sonido. Tú, sin embargo, no sientes ningún alma ¿Cuánto había cambiado el mundo para pasar de aquel idílico lugar a un territorio que evocaba el temor en el corazón de sus habitantes?

Seguís avanzando durante otro rato hasta que finalmente llegáis a lo que parece una enorme pared de roca de la que sobresalen peñones enormes creando un techo natural contra las inclemencias del tiempo. El sonido de una cascada llega hasta tus oídos. Una voz resuena ante vosotros, aunque no ves a quien lo emite.

- ¿Quién va? Si traes violencia a este lugar más te vale dar marcha atrás. –

Aunque la voz intenta sonar decidida puedes percibir que le tiembla al hablar.

Athane te hace una señal para que esperes tras el último árbol.

- No temas. Soy yo y traigo nuevas y maravillosas noticias –

Mientras habla, salta al pequeño claro que separa el bosque de aquella pared de roca

Al hacerlo una elfa de pelo azulado y largo aparece tras un matorral con el rostro claramente aliviado.

- Menos mal. Al oír a alguien acercarse temí lo peor. Nosotros también tenemos noticias ¡El río vuelve a fluir! Y no solo eso. De su resurgimiento ahora una manta de agua cubre nuestro escondite, mira –

Señala hacia el fondo y Athane sonríe.

Athane sonríe y toma de las manos a su compañera.

- Mis noticias también tienen que ver con el nacimiento del río, pero no es algo que pueda contar aquí. Reúne a todos para que pueda revelaros lo que he descubierto. -

La elfa mira extrañada a Athane pero sin dudar, gira sobre sus pasos y se interna entre las rocas que conforman aquella pared. Parece que hay galerías ocultas entre aquellas piedras. Cuando ha desaparecido se gira hacia donde estas.

-Ya puedes salir Hermana Lizëe –

Al acercarte, te señala hacia las rocas para que puedas ver como la sensación de ser una pared de piedra no es más que una ilusión óptica y un pequeño camino asciende por el.

- Nuestro refugio. Gracias a él, aquellos que desean quitarnos nuestro sustento, no pueden encontrarnos. El camino asciende un poco hasta terminar en una cueva que se encuentra elevada sobre el terreno, lo que nos permite ver nuestros alrededores. En el centro crece un árbol nacido del fruto de la misma planta que hicimos crecer en el mismo lugar donde nos diste el Don del habla. – Sonríe animádamente – Donde me volviste a encontrar–

Todo el temor, todas las dudas, toda la incertidumbre parecen haber quedado atrás y Athane confía en ti como siempre lo hizo.

- Cuando lo desees, recorreremos el camino. Ya los habrá reunido a todos alrededor del árbol. -

Camináis por el estrecho camino. Cada paso que dais hace que el ruido de agua cayendo se haga más fuerte. Un olor dulzón llega a vuestras narices. Tras tomar un recodo, ves la abertura de la que hablaba Athane.

Tu corazón se regocija, no solo por el árbol que han hecho crecer en tan inhóspito lugar sino por la gran cantidad de almas que sientes por primera vez desde que despertaras. Al menos 20 de los segundos hijos, todos reunidos a la espera de las noticias que su hermana pudiera traer.

Athane te suelta la mano y avanza la primera hacia la cueva. Cuando llega, mira a todos y lanza su mejor sonrisa.

- Hermanos y hermanas. Algo maravilloso ha ocurrido. El resurgir del río no ha sido más que una señal de este milagro. Siempre os hablé de ella. Os pedí que tuvierais fe. Y ahora, por fin, nuestra paciencia ha tenido su recompensa. – Se gira hacia ti y te hace una señal para que te acerques – Porque, por fin, ¡ella ha vuelto! –

Tras decir eso se hace a un lado para dejar que avances hasta el lugar donde se encontraba ella.

Le besó la frente en señal de bendición por su nuevo nombre, algo que lo llenó de felicidad al parecer pues se le veía más animad que hacía unos instantes. Aún no podía dejar de pensar en todos los años que los había abandonado, consciente de que eso para ella solo fueron unos pocos minutos de su inmortal existencia. ¿Que tanto daño les había hecho a sus hermosas criaturas? Estaba pasando todo muy deprisa y la desesperación se hacía notar en cada rama seca, en cada árbol caído y en cada roca desprendida... Mientras corrían, frenaban, esquivaban... encontró una resolución que le partía el alma en dos por lo que las lágrimas brotaban de nuevo para morir al caer por sus mejillas. No iba a volver a su hogar, tenía mucho miedo de hacerlo a pesar de que sabía que si hacía eso era muy probable que no volviese a ver a sus hermanos.. a.. a Mahvan. Frenaron tras escuchar una voz por lo que se apresuró a secar sus lágrimas y mirar a su alrededor algo más aliviada por el sonido que era tan bello para ella, el de una vida, una vida que hasta ahora no había percibido más que con Athane y que ahora se manifestaba en otros lados.  No tarda en asentir sin rechistar lo que le pide el ya no tan joven elfo quedando obediente tras el árbol, pero sin poder evitar observar como se desencadenan las acciones frente a ella. 

Hermoso, sencillamente... increíble, del color del agua más clara y pura era la cabellera de aquella elfa que había aparecido. ¿Que tantos rasgos diferentes se habían desarrollado desde la primera vez que posó sus pies en la tierra? Recordaba aún los jóvenes élfos sin conocimiento de palabra y algo asustados de rasgos muy parecidos entre si. Habían evolucionado y eso la llenó de regocijo antes de que en unos segundos se convirtiese en temor. Si lo habían hecho era porque la situación era muy difícil y se habían tenido que adaptar, eso no le agradó tanto y sintió la imperiosa necesidad de salir de su escondite aunque se controló hasta que observó como desaparecía entre las rocas para más adelante ser llamada. Con cierto temor por lo que podría encontrarse avanzó casi con timidez, la había llamado hermana, ¡Hermana! la consideraba uno de los suyos, la hizo sonreír y maravillarse por lo que estaba viendo, oliendo. Para otros podía ser algo estúpido quizá, algo normal pero ver como el sonido, olor y visión de la vida misma volvía a envolverla sin poder evitar observarlo todo al detalle, quedar fascinada por como lo habían podido superar poco a poco, cada bache de su vida... Estaba claro que no necesitaba estar preparada si no estar allí con ellos por lo que no frenó ni un segundo su marcha, no hasta que cruzaron aquella abertura visión que provocó que le soltase la mano a Athane de manera suave manteniendo su mirada fija en aquel enorme y precioso árbol rodeado de sus amados hijos que observaban atentos a los tres llegados.

Athane habló y notó como una reacción natural surgía en sus mejillas que quedaban coloreadas de un rosado pálido muy distintivo de la vergüenza que sentía al ser llamada y aclamada de ese modo. Dio unos pasos al frente situándose al lado de Athane y tras eso cerró los ojos para dejar caer un mensaje que llegaría a todos y cada uno de los presentes allí.

_{-Siento en lo más profundo de mi ser, no haber estado con vosotros en este tiempo, pero... eso se terminó pues no me iré, aunque deban pasar años hasta que vuestras vidas sean encauzadas aquí seguiré... Y cuando sepa que todo es como debe ser descansaré.}

Tus palabras son un bálsamo para todos los allí presentes. Aunque inicialmente pudiste sentir su desconfianza hacia ti, poco a poco se va diluyendo hasta que al final casi todos te miran esperanzados. Sin embargo, unos pocos no han mudado el rostro.

 Uno de ellos, una elfa de cabello pelirrojo y mirada penetrante da un paso al frente.

- Fácil es hablar. pero mucho es lo que hemos sufrido. Grande el oído que ha apostado nuestros corazones y nos ha distanciados a hermanos y hermanas. Ahora debemos alegrarnos porque estás aquí ¿No? vas a resolver todos nuestros problemas - Sus palabras se te clavan como dagas – El cataclismo casi nos hace desaparecer, pero nos destruyó por dentro ¿Dónde estabas entonces? El hambre casi nos diezma. ¿Dónde estabas entonces? –

Athane da un paso hacia delante con la mano en alto.

- Hermana, no te dejes llevar por el odio. Esto es lo que estábamos esperando – El Elfo te señala – Con ella podemos resurgir. –

Su rostro bañado en lágrimas le implora.

La elfa peliroja niega con la cabeza.

- No, esto no es lo que yo quería. Me quedé por vosotros, no por una esperanza vacía. Mira a tu alrededor. Hemos podido sobrevivir sin ella. Podemos seguir sin su ayuda. No veo por qué debemos aceptarla. –

Empuja a Athane a un lado

- Y si este es el rumbo que tomaremos, siento decir que yo no puedo seguir aquí. Y los que como yo piensen, pueden seguirme. –

Con esta última declaración

Aquellas palabras dolían, sí, pero tenía toda la razón por eso fue que cuando Athane habló, rompiendo en llanto lo miró, le posó la mano en el hombro y le negó con tranquilidad, pidiendole que no siguiera. Tras eso siguió escuchando a la Elfa a la cual le tendió una sonrisa con orgullo, el orgullo de una madre que ve como sus hijos saben cuidarse de si mismos... Por primera vez abrió la boca y alzó la voz, para que todos la escucharan claramente sin necesidad de que fuese mental.

-Tienes razón. No es odio lo que llevas en tu interior, es independencia, es vida y es futuro lo que deseas. No he venido a salvaros de un cataclismo, he venido a ayudar en lo que necesite y ya he encontrado el motivo por el que estoy aquí...

Miró hacia Athane con ternura y luego señaló a la elfa con orgullo.

-Seguidla, tiene sus ideas claras, aprended de ella, aprended a ser autosuficientes... Los problemas pueden venir uno tras otro, pero debéis tener la suficiente razón, el suficiente coraje para levantaros y seguir adelante... Os amo, os amo a todos vosotros... y por eso no puedo hacerlo todo yo sola, si no, no seríais mis hijos, seríais mi entretenimiento y jamás os voy a hacer eso. 

Hizo una pausa, sus palabras eran duras sí, pero estaban llenas de amor... Tras unos segundos de silencio, en los que tomaba fuerzas para volver a hablar se podía notar en ella que estaba algo preocupada.

-Puedo obrar ciertos milagros, que os ayudarán a avanzar... Estaré con vosotros, si depende de mi me quedaré hasta que vea que todo sigue su buen curso, que podéis solos, que avanzáis en vuestra línea de vida... 

Calló y se posicionó al lado de Athane para decir una última cosa.

-Me gustaría que ambos, tú y Athane, este elfo que ya tiene nombre, guiaseis a vuestro pueblo, tú con tus ideales e independencia, consiguiendo un avance incontenible y hermoso y tú, Athane con tu sabiduría y tu amor desmedido.

Había sido muy clara con el tema y se podía respirar en el ambiente un amor tan grande por su parte, por sus hijos... que casi se podía palpar.

Al escucharte, las duras facciones de la elfa se suavizan. El viento aúlla y agita su melena mientras sus ojos te examinan detenidamente. Su respiración parece relajarse un poco.

- Hablas con cierta sabiduría… es algo que no me esperaba – Agacha levemente la cabeza – Pero realmente creo que este es el rumbo a seguir y si no te interpondrás en nuestra decisión, aunque no compartamos ideas, al menos tienes mi respeto. -

La elfa se gira y hace un gesto hacia algunos elfos que tímidamente salen del grupo y se aproximan a ella. Algunos rostros se muestran tristes y preocupados.

- Hermano, espero que el camino que has decidido seguir te llene de felicidad. Hermano no… - Se gira hacia La Diosa – Athane ¿No es así? Curiosa forma de identificarte y sin embargo divertida. - Se queda un momento dubitativa, hasta que finalmente abre mucho los ojos y sonríe – Siempre me he sentido como la llama de una hoguera ardiendo sin cesar. Firaga. – Mira a Athane primero, luego a ti – Podéis llamarme Firaga. –

Se gira hacia Athane y lo abraza.

- Espero que nuestros caminos se vuelvan a encontrar y sea en tiempos más felices para ambos. –

Con estas últimas palabras, Firaga y unos pocos elfos más salen de la cueva

Athane permanece callado todo el tiempo, aguantando las lágrimas en su interior. Cuando el último elfo sale de la cueva, se gira hacia ti.

- Es su decisión y debemos respetarla. Me encantará recordarla por el nombre que ella misma se ha dado. – Agacha la cabeza – Ahora debemos pensar en nuestro propio futuro ¿Por dónde empezar? –

Los Elfos que allí han quedado entre compungidos y confusos, esperan que puedas poner algo de orden en su ahora destrozado mundo.

Le cedió una reverencia a Firaga, con una sonrisa en el rostro así como una despedida para todos aquellos que iban con ella. Sabía que no se iban sin el ardiente, guerrero y cálido amor que ella misma poseía y les había otorgado por lo que estaba tranquila.

-Es un nombre a tu medida, Firaga. Miró al resto de los elfos que la seguían y les dedicó una sonrisa. - Ahora os toca seguir un duro camino, pues la separación es dolorosa pero puede haceros crecer mucho como seres vivientes y pensantes... Deberéis afrontar mucho pero también disfrutaréis de lo que la vida os ofrezca. Cuando esteis listos podréis nombraros a vosotros mismos tal y como queréis que el resto de vuestros hermanos os llame. Que el amor siempre os arrope allá adonde vayais. 

Le acarició la mejilla a Athane con suma delicadeza y cariño para después otorgarle un abrazo, sabía lo doloroso que estaba siendo para todos los que allí se quedaban así que unos segundos después se separó y tomó su mano, acercándose más hacia los que allí quedaban.

-Esa pregunta es algo que debéis buscar en vuestro interior. Decidme hijos míos, ¿Que deseais? Aquello que tengáis en vuestra mente, en vuestro más profundo corazón será la respuesta, ya que es lo que guiará vuestros actos, vuestras palabras... Y yo intentaré ayudar en lo que vosotros no podáis crear, pues este mundo aún está incompleto y es mi deber moldearlo para permitir vuestras vidas. 

Tu esencia se expande y viaja a través del micro-cosmos que es ahora el plano divino del aquel planeta. Cuando ves que todo lo que te rodea son árboles decides detener tu marcha. Has llegado a tu destino. Con vana esperanza intentas sentir a tu Hermana por si estuviera al igual que tú en el plano divino, pero solo encuentras vacío y oscuridad. Solo hay dos explicaciones. O bien no está aquí o ha adoptado forma física.

Busco las almas de los elfos, si no me equivocaba, ella no estaría lejos de sus ahijados. Era la madrina de esta raza, así que debería estar cerca. Paseo entre sus árboles, ciertamente, había a quién le había tocado la parte más dulce del pastel. 

Necesitaba la fuerza de todos, de paso podría aprovechar para interrogarla. Le daba vueltas a lo ocurrido, en el último momento Litze se lanzó a los brazos de Mahvan. Tal vez le amase un poco más que a los demás. En todo cortejo se hacían regalos, y el era el dios de la muerte. ¿Podría ser obra de la Diosa del Amor todo esto, un cataclismo que hace llover muerte para hacer llegar a su amado multitud de regalos? 

Cualquiera de ellos podría ser culpable, pero hasta que alcanzase la Morada Celestial no iba a poder investigarlo.

Vuelvo a poner en práctica la llamada. 

Litze, estoy en el plano etéreo de tus tierras, buscándote. Es urgente.

O bien el mensaje o bien la búsqueda de los elfos me llevaría hasta ella. Tomaría el camino más rápido posible para alcanzar mis objetivos.

Lanzas tu llamada a Litzen pero esta parece apagarse sin recibir ninguna contestación. Ante semejante panorama, decides buscar a los elfos. Mientras avanzas, te percatas que lo que al principio te había parecido un verde bosque era solo una ilusión. Los árboles bastos y dominantes se retuercen unos sobre otros, la tierra gris por la falta de sol apenas alberga vida más allá de los enormes troncos. Enormes gritas recorren kilómetros y se internan en lo profundo. Parece que tu reino no es el único que se ha vuelto más hostil.

Sin embargo, por muy curioso que pueda parecerte todo, te sorprende el no sentir almas. ¿Acaso murieron todos? ¿Era esta la razón de la desaparición de tu hermana? Sigues recorriendo el lugar velozmente hasta que por fin. Tras un rato, puedes ver un pequeño grupo de elfos avanzando lentamente por el bosque. A la cabeza uno de esos orejas picudas de pelo rojo parece estar guiando al resto. ¿Estará tu hermana en su forma física entre ese grupo? No tienes forma de saberlo

Athane se queda pensativo.

- Hay muchas cosas que deseamos. Conocer el mundo, aprender nuevas palabras, experimentar nuevas sensaciones. Sin embargo, algo apremia más que todo eso. La mayoría de las plantas son venenosas o incomestibles. Apenas tenemos como alimentarnos ¿Cómo podemos remediar esto hermana Lizëe? –

Entonces se gira hacia todos y estos muestran rostros de aprobación.

Es cierto que mientras los observas, puedes ver que están verdaderamente desnutridos y solo su condición inmortal ha impedido que sus cuerpos desfallezcan. Entonces entiendes por qué apenas han avanzado sin ti estos años. Sin alimento, su cuerpo se aletarga y su mente entra en una especia de semi-inconsciencia para evitar consumir energía de más.

- Y… - Vuelve a hablar Athane – ...necesitamos poder defendernos de aquellos que quieren dañarnos. –

Cuando termina de hablar gira el rostro como si le avergonzara lo que ha dicho.