Partida Rol por web

Luca había encontrado lo que buscaba, o eso esperaba. Si dentro no estuviera el mapa se llevaría una gran decepción. Pero ahora solo tocaba abrir esa caja con candado. Por suerte Luca se había criado en una familia de escribas y las cajas de planos y/o libros que nadie debía ver, eran comunes en sus tareas.

Todos se preocupaban de la cerradura, pero nadie ojeaba las visagras que fácilmente y con cuidado, podían ser retiradas con un fino cuchillo y vueltas a poner sin que sospechara nadie. Aunque en en medio de ese bamboleo no iba a ser fácil.

Con el barco zarandeandose de aquella manera y con sólo un cuchillo como herramienta, fue prácticamente imposible abrirlo.
Si tuvieras un par o tres de horas, quizás terminarías logrando desencajarlas, pero suponías que tarde o temprano aquello terminaría.

De hecho, te pareció que el zarandeo se volvía menos violento hasta que apenas un par de minutos después desapareció.
Seguir en esa habitación era arriesgado, pero seguramente era tu última oportunidad de manosear esa caja.

El tiempo se agotaba. Tenía que volver a por el de las pistolas y ponerlo de nuevo en la habitación o sospecharía. Aunque no hubiera podido abrir la caja, había sacado algo bueno de todo eso, el rubiales debería un favor, seguro que no quiere que nadie se entere de que le tiene miedo al agua.

Con gran pesar, Luca dejó la caja donde estaba y fue a buscar al gato encaramado en su mesilla.

-Eco.- dijo al vovler. -Luca Siviero e un homo de palabra, volvere per voso.-

Finalmente habíais llegado a la supuesta Bahía Tchaluk. Su aspecto era el de una cala cualquiera, aunque apenas había playa, si no que grandes acantilados rodeaban la arena.
Eso hizo que el Santa Catalina debiera anclar a bastante distancia de la costa, lo cual iba a ralentizar los necesarios trabajos de reparación que el Capitán Rodríguez había previsto que durarían al menos 10 días.

Así pues, usasteis los botes para llegar remando a la estrecha playa, sorteando las rocas que sobresalían de las aguas.
El Capitán Rodríguez y seis de sus hombres de confianza os acompañaron al resto:
Taylor y su guardaespaldas Sigurd, Lola, Angelique, Luca, José, Oleg, Zelinda y Wilfred.
Un total de dieciséis hombres y mujeres que llegasteis a la playa de finas y blancas arenas, con el cristalino mar donde estaba anclado el barco.
Un lugar de aspecto paradisíaco, silencioso y tranquilo.

Los únicos ruidos que escuchabais eran las aves piando a lo lejos.
No hay rastro del barco pirata... ¿seguro que están aquí? preguntó el Capitán.

No hay duda, Capitán. Esta costa tiene muchos recovecos donde poder esconder un barco. Es por ello que vuestros hombres deben estar bien atentos mientras reparan el Santa Catalina. explicó Taylor.

Rodríguez hizo una mueca de desagrado, pero en todo caso pusisteis pies en la playa.
Señores y señoras, hemos de hallar a los piratas que me robaron el Orbe y por ahora lo primordial es saber dónde están.
Nos dividiremos en dos grupos, uno bordeará la costa intentando localizar su barco. Otro se internará en la selva por si se han adentrado en la isla.
Que nadie cometa una imprudencia, se trata de localizarles y regresar para informar de su posición, reunir hombres y atacarles por sorpresa. ¿Queda claro? preguntó serio.

Bien, yo dirigiré el grupo que bordeará la costa. El Señor Oleg nos acompañará por lo que pueda pasar.
El resto serán dirigidos por Don Taylor. dijo convencido.

Eso os dejaba a Lola, Angelique, Luca, José, Taylor, Sigurd, Wilfred y Zelinda para adentraros en la selva. Habíais cargado algunas provisiones en los botes que repartisteis a partes iguales, aunque se esperaba que obtuvierais más en la selva.

Diste un rodeo por la costa. El Santa Catalina se había anclado enfrente a la estrecha playa, y un par de botes se dirigían hacia la arena entre los que vistes al Capitán, Oleg, y el resto de mercenarios.

Nadando un rato más por las cálidas aguas, viste la desembocadura de un río que seguía hacia la densa selva.
Y también, al cabo de un buen rato, viste otro barco. Estaba anclado en una zona de recovecos entre acantilados donde desde la costa era casi imposible verlo.

Era un bergantín algo gastado, con las velas recogidas, y la figura tallada de una mujer de madera en la proa.
Era difícil desde las aguas apreciar muchos más detalles.

La suerte no favorecía al Vodaccio. A lo mejor era porque la iglesia rezaba en su contra y Theus les escuchaba.

Lola frunció ligeramente el ceño. No le hacía gracia meterse en la jungla, pero no iba a parecer que se acobardaba.

Se pertrechó con todas sus armas, estoque, cuchillos, pistolas, arco, flechas,… y preparó una mochila con los aparejos de supervivencia, brújula, cuerda, cuchillos de caza, catalejo, pico, martillo, vendas, pólvora, pedernal, etc.  

- Bien, en marcha entonces. – se limitó a contestar. Cuanto antes empezaran, antes regresarían.

Después de los zarandeos, mojaduras y golpes que había sufrido durante esa extraña tormenta, bajar y poner los pies sobre tierra firme no le parecía a Luca mala idea. De echo, si hubiera caníbales presentes habría bajado igual.

Aunque era un lugar extraño, la bahía Tchaluk destilaba misticismo, romanticismo e inquietud al mismo tiempo. Desde luego sería un lugar que los nobles se disputarían para construirse allí su segunda residencia cuando quisieran descansar del ajetreo de la ciudad.

Al fin en tierra, Luca iba pertrechado con su negro atuendo pero había dejado el gabán en el barco ante el calor sofocante de ese clima. También se había ceñido la espada, algo que no habían visto sus compañeros desde que le conocían, pues siempre la llevaba en el equipaje o estaba en el lugar donde se encontraba su equipaje.

-Io no estoy acostumbrado queste peso.- Le dijo a Lola acercándose a ella. -¿Qui insegnarme alcune tecnica di esgrima?. Ahora mesmo,- la dijo acercándose más y tocando descuidadamente una de sus pistolas. -Qui mesmo.-  

Luca pudo sentir como la diestra de Lola se posaba en su mano retirándola con delicadeza, pero más podía sentir el acero de su daga con la siniestra en su entrepierna.

- Primera técnica. Nunca pongas una mano tuya cerca de mi o perderás lo poco de hombría que tengas ahí abajo y espero que no me falte ni un alfiler de la ropa cuando compruebe si me has robado algo. – le dijo en un susurro dulce y quizás por ello más amenazante.

- Ahora, delante con Taylor, donde te pueda ver la espalda. – le indicó educadamente con la punta de su cuchillo que no se había separado de Luca hasta que este se retirara de la zona personal de Lola.

Tras ver la situación decidí que lo mejor era ser de utilidad al grupo, así que volví a la playa lo más rápido que pude. A unos 100 metros de donde habían desembarcado los botes, en dirección al acantilado y una vez allí me acerqué a tierra firme todo lo que pude para cambiar a mi forma humana.

Al salir del agua (como a unos 100 metros de distancia) me acerqué a ellos moviendo los brazos. -¡Hola!- dije en castellano, esperando que nadie me disparase.

Al llegar donde estaba el resto de la gente (si nadie me dispara) -Привет- le dije a Oleg mientras recobraba el aliento y restandole importancia al hecho de que estaba vivo. Luego miré al Capitán y le dije -Mientras me daba un baño he visto un barco, un bergantín con una figura de una mujer de madera en la proa. Puede ser el barco pirata que estamos buscando ¿no? Está anclado en un recoveco de los acantilados. Creo que si nos acercamos a el con nuestro barco tendrá poco margen de maniobra y será un blanco fácil de los cañones castellanos. Pero hay que darse prisa, no sea que me hayan visto y reaccionen-

Bien. Estaba todo soltado rápido y esperaba que nuestra capacidad de emboscada hiciera que las preguntas sobre como había sobrevivido fueran pasadas por alto.

Estabais ya equipados y a punto de dividiros cuando os llamó Pyotr.
No parecía un fantasma, la verdad.
Era como si acabara de salir de un baño en las cristalinas aguas.

Cuando comenzó a explicar lo que había visto, el Capitán Rodríguez se detuvo en seco y se acercó al ussuro.
¡¿Cómo?! ¿Cómo que “mientras me daba un baño”? Te vi caer al agua a cientos de millas de aquí... dijo El Capitán, sospechando.

Taylor se acercó por su espalda.
Capitán, ese barco con una mujer tallada en proa seguramente sea el Herringston. El barco del Capitán Howard, un conocido pirata de los mares del Nuevo Mundo.
El hombre que os robó el Orbe... sugirió el avalonés.

Yo también recuerdo ver a ese hombre caer al agua... pero... por algún motivo Theus o quien sea lo ha traído hasta aquí y con una información muy valiosa... yo no la desaprovecharía... añadió.

El Capitán miró a Taylor y luego otra vez a Pyotr.
El caso es que el Santa Catalina está muy dañado... en caso de un combate, deberíamos ser muy rápidos porque en caso de recibir fuego enemigo difícilmente lo soportaríamos... dijo, quedándose pensativo.

A pesar de la cantidad de pistolas que llevaba encima, Lola echó mano del arco y las flechas para apuntar al supuesto Pyotr.

- ¿Cómo sabemos que no es un mago de los piratas? Pudieron entrar y salir con magia del despacho del capitán, así que podrían usar la magia para parecerse a otra persona, ¿cierto? Podrían haber encontrado el cadáver del ussuro y estar haciéndose pasar por él para llevarnos a una trampa, capitán. – dijo Lola con tono serio.

- Y, capitán, si me lo permite, el barco no está en condiciones para afrontar una batalla. No tenemos maniobrabilidad y ellos conocen estas aguas mejor que nosotros. Le haría sugerencias, de como abordarlo, pero primero deberíamos asegurarnos de que este hombre no es un impostor.

A Luca le gustaba la manera en que la castellana llevaba la situación, pero no pudo por menos preguntarse si en la cama era también así, o de las que se deja llevar siendo todo lo contrario de cara a los demás.

Luca miró a Angelique, curiosamente no había hablado en bastante tiempo y le preocupaba. Tal vez se hubiera mojado más de lo debido y refunfuñara en montaignés para sus adentros.

-Eco capitan. Il barco e cattiva, caputo, non podere enfrentarse, ma une persona silenciosa o grupo podere acercarse, robar il orbe e volvere qui.- 

Abatido por haber sido incapaz de haber ayudado en los momentos más críticos del cruce del Maelstrom, apenas si soy copartícipe de las celebraciones tras pasarlo y mucho menos del optimismo de nuestro invitado avalones.

Así pues taciturno y decaído permanezco en un segundo plano hasta que nos han asignado una misión a cada grupo, la verdad es que me encuentro cómodo en la espesura y mis habildiadescomo cazador son bastantes buenas como para no ser una carga.

 Justo cuando íbamos a comenzar nuestra misión dividiéndonos, surge del mar cuál Venus la última adquisición del grupo, que habíamos dado por perdido. E informa de haber visto a nuestro objetivo. Se inicia una discusión sobre la táctica a seguir y tras escuchar a los presentes y valorar nuestras opciones  me decanto por aportar mi voto a la  propuesta de Lucca.

 Voto por lo propuesto por Lucca, sera una misión más de robo que de castigo pero cuando tratamos con la Santa iglesia primero sus objetivos y después todo lo demás.       

-Ellos están anclados y no se moverán mucho. Además también tienen el barco un poco dañado.- dije ante la palabras del Capitán y el avalones.

Al hablar la castellana me apuntó con un arco, por lo que yo levanté las manos, y dijo que yo podía ser un mago. Lo más curioso fue que dijo que otros magos entraron y salieron de su barco. Puede que fuera esa extraña y maloliente magia de Montaigne... -Soy yo. Pyotr. Y quiero darte las gracias por intentar salvarme arrojándome un cabo.- dije esperando que eso no lo conociera el mago que cambia de forma.

Después habló otro y otro castellano dijo que lo que había dicho era buena idea, así que le pregunté a Oleg -¿Y este que ha dicho?-

No habrían tenido tiempo de interrogarlo y aparecer tan pronto, pues apenas acabábamos de llegar. Bajé el arco y lo guardé, al igual que la flecha.

- Ahora sé tú nombre. Ya nos explicarás como sobreviviste y que clase de magia usaste para ello, pues es imposible que nadie sobreviviera a eso y menos aún sin un solo rasguño. – le dije sin parecer tener una mala predisposición a que realmente hubiera podido usar magia – Siempre viene bien saber de qué son capaces los compañeros.

Luego me giré al resto del grupo, incluido el capitán.

- Opino como Lucca en cuanto a que un pequeño grupo podría infiltrarse para robar el Orbe, pero no veo por qué quedarnos en ello. Seguro que tienen pólvora abordo que podemos usar para mandar a pique el barco y nos convendría capturar al capitán para descubrir como supieron del envío del Orbe y de cómo encontrar vuestro barco.

- Y luego estaría bien explorar estas cuevas y descubrir dónde han estado escondiendo su tesoro estos piratas. – añadió con una sonrisa amplia, dirigiendo una mirada a Taylor quien también venía por el oro.