Partida Rol por web

Parecía no entenderlo... -La venganza es un concepto puramente humano...- De pronto una idea cruzó mi mente. -Aunque puede que pueda convencerlo... pero me llevará tiempo y es mejor que lo haga a solas.-

Tras decirle esto a Lola me giré hacia el reptil y le dije. -Mi amiga puede curarte. Primero dolerá y luego mejorará. Yo me quedaré contigo hasta que mejore. No me iré. Para curarte tiene que atarte. Después te soltará. Yo estaré contigo todo el rato.-

Esperaba que eso le tranquilizase, si no me tocaría curarle yo mismo y tenía la impresión de que Lola lo haría mejor.

El reptil comenzó a mover la cabeza nervioso cuando comenzasteis a hablar entre vosotros.
Cuando finalmente Pyotr se dirigió a él, éste miró fijamente a Lola.

Que le ataran no le gustaba nada, pero si podía calmarle ese dolor...
Está bien... que me cure de una vez. dijo, y se quedó quieto esperando a que Lola atara su hocico.

No opuso resistencia y la castellana pudo fijarse bien en su herida.
Parecía un impacto de bala, y a falta de conocer la anatomía de esa cosa, creía que había impactado cerca de sus pulmones. Probablemente la dureza de su piel escamosa había evitado daños mayores.

Cuando saliste de tu escondite, la joven comenzó a gritar asustada y metió su cuerpo dentro del agua.

Cuando comenzaste a hablarle en castellano, tus sospechas se confirmaban; ¡te entendía!
¡¿Quién eres?! preguntó asustada.
¡¿Eres uno de esos piratas?! añadió de mal humor.

Tras la confirmación de Pyotr, primero le até el hocico lo mejor que supe. Después, viendo el tamaño de sus zarpas, decidí atarle las zarpas también, por lo que pudiera pasar. Siempre avisando antes a Pyotr para que informara a la bestia y no se pusiera nerviosa por lo que hacía.

- Dile que voy a hacer un pequeño fuego. Necesitaremos un hierro caliente para cauterizar la herida. Su piel es demasiado dura para coserla.

Preparé un pequeño fuego lo más discreto posible. Solo necesitaba calentar una daga para cauterizar la herida. Mientras la daga se calentaba procedería a la inspección.

- Dile que ahora voy a inspeccionar la herida y a sacar la bala que le dispararon. Esto le va a doler.

Observé el ángulo de entrada de la bala, preparé unas pinzas y limpie la herida para poder ver mejor. Era un buen momento para rezar por que la herida no fuese muy profunda y pudiera llegar hasta la bala con las pinzas.

- Sujétalo fuerte. Oleg ayúdale. Tengo que meter un poco los dedos para llegar hasta la bala. Por suerte tengo dedos finos.

Esperé a que lo sujetaran para meter las pinzas un poco más profundamente y alcanzar la bala que extraje.

- Sujetadlo. Sujetadlo. – les apremié mientras el reptil se revolvía – Avísale que ahora viene lo que más va a doler y después mejorará. – le dije antes de aplicarle la daga al rojo para cauterizar la herida y enseguida unirme a ellos para sujetarle.

- Ya pasa. Ya pasa. – traté de tranquilizarlo y volver a cantarle una canción para calmarlo de nuevo.

José se mantiene alerta  y cubriendo a sus compañeros 

Viendo que el reptil estaba de acuerdo le dije a Lola que podía curarle y me quede con él todo el rato. En parte para conocerle, en parte para distraerle. -Yo vengo de lejos. También hay bosque, aunque hace más frío. ¿Tienes familia?-

-Ahora viene dolor.- Dije cuando Lola iba a cauterizar la herida. -Pero es bueno. Así dejara de doler antes y se curara mejor.-

Esperaba que no le diera un ataque de rabia o algo al notar el fuego. A los animales no les solía gustar el fuego...

-¿Pirata?.- Contestó Luca haciéndose el sorprendido. -Io no atacare a vos, non violare...- hizo la señal de Theus -...no matare.- La voz de Luca sonaba dulce acompasada por pequeños cambios en la entonación para que fuera amigable... o algo más. -Io exploratore pedito en la questa selva. Mi llamo Luca, Luca Siviero para serviros.- Acompañó  la presentación con una reverencia. -¿Y vose?. Mas qui estan mis modales. Perfavore, vestire. Io me dare la vuelta per que podais verme in tutto momeno.

Luca se dio la vuelta para que la chica pudiera salir y vestirse sin que la viera. Era una temeridad darle la espalda a alguien que acavas de conocer, pero así era Luca con ls damas. 

Lola tenía escasos conocimientos de veterinaria y cuando ya se trataba de reptiles gigantescos que bien podrían ser supervivientes de los míticos dinosaurios, sus conocimientos eran nulos.
Pero aún así tirando de sentido común logró extraer la bala, que por la dura piel del reptil apenas había entrado.
Luego cauterizó la herida con la daga al rojo, provocando que la bestia se removiera histérica y tumbara a Pyotr, y al poderoso Oleg y Wilfred, que la habían sujetado.

El animal se sacudió intentando quitarse sus ataduras. Consiguió tras revolverse hacer que las cuerdas de la boca flojearan, e intentó morder las ataduras de las patas.
Pyotr trató de calmarla así como Lola con sus nanas, pero el dolor de la daga al rojo había sido demasiado intenso como para poder confiar en vosotros.

De forma frenética mordió e hizo añicos las cuerdas de sus patas, y entonces pareció notar algo... el dolor remitía poco a poco.
Y sin duda era mejor que cuando tenía “eso” clavado.
Se quedó tumbado en el suelo jadeando, con las cuerdas rotas o a punto de hacerlo.

Mejor... fue lo único que le dijo a Pyotr.
Sacame las ataduras. le ordenó jadeando.

La muchacha hizo una mueca de fastidio poniendo morros.
Cuando te diste la vuelta, salió del agua y se vistió, aunque su vestimenta eran apenas unas telas de color marrón que cubrían sus partes íntimas, así como un collar de cuero con una piedra de color verdoso.

Ahora, date la vuelta te ordenó todavía en un tono que denotaba desconfianza. Al hacerlo viste que en su mano sostenía una daga, prácticamente un machete por su tamaño, ligeramente curva y con varios dientes serrados.
Te apuntó con el arma.

Vale, explorador perdido. ¿Qué haces aquí? ¿Cómo has llegado? Y, ¿hay otros hombres pálidos contigo? preguntó, si bien aunque sostenía un arma y se hacía la ofendida, notaste por su expresión que no estaba realmente enojada.

Perfecto. Parecía que todo había terminado. Cuando me dijo que lo desatáramos dije al resto mientras comenzada a desatarlo yo -Creo que ya podemos desatarlo.-

Una vez desatado les comenté -Está agotado, creo que lo mejor es dejar que recupere el aliento. Después intentaré convencerlo para que nos ayude. Deberíais ir delante. Él ha herido a uno de ellos, así que eso les habrá ralentizado, pero hemos perdido algo de tiempo.-

Dicho esto me quedé junto al reptil mientras recuperaba el aliento.

Me parece buena idea buscaremos el rastro de sangre. Lola si has acabado ayúdame por favor. 

En el caso de que Lola me acompañe y nos adelantemos un poco para buscar rastros.

Enhorabuena una gran destreza médica. Y ahora otra cosa, que los hombres hablen con las bestias escapa al orden natural de las cosas, soy un hombre moderno y de nuestro tiempo incluso he leído a Arcineaga, pero esto me ha perturbado un poco, en las tabernas de marineros se hablaban de brujas y brujos que hablaban con las especies marinas pero siempre entre rumores y leyendas.   

Ayudé a Pyotr a desatar a la bestia una vez que pareció calmarse.

- No me hace gracia separarnos, Pyotr. Seguir el rastro por la selva no es fácil…

La cara de Pyotr y de José me decían que lo dejase estar, aunque tenía la sensación de que era por motivos diferentes. Suspiré guardando las cuerdas.

- Dile que le voy a acercar mi mano al hocico para que la huela, por favor. No sé si tendrá un olfato agudo como un perro, pero seguramente sea mejor que el humano y pueda servirle para ayudarte a seguir nuestro rastro si accede a ayudarnos.

Espere a que me confirmara que la bestia estaba de acuerdo para acercarle al mano, dejar que reconociese mi olor y marcharme con José y los demás, no sin antes volver el rostro una última vez.

- Suerte más que destreza. – no parecía querer pecar de falsa humildad – Tampoco es natural que las bestias se calmen simplemente por cantarles o al menos a mí nunca me había pasado, y hete aquí. – se encogió de hombros – Quizás sea esta tierra, José, la que despierta en nosotros habilidades que no conocíamos. Quizás sea algo que también esté descubriendo él aquí, aunque tampoco me preocupa que no sea así. Juzgo a los hombres por sus actos y hasta ahora él ha actuado como un hombre justo y de confianza, no como ese malnacido vodaccio – escupió al suelo – También se decía antes que esto – tocándose una de las pistolas que llevaba – era un invento de Legión y mirad ahora. – se volvió a encoger de hombros – No le deis más vueltas, José. Si lo que ha hecho fuera una afrente a Theus él mismo podría fulminarlo con un rayo. Dejad que sus actos hablen por él y quizás sus habilidades no sean de buen provecho en el futuro.

Por su tono era fácil deducir que lo que pensar Theus o la Iglesia al respecto le importaba menos que un comino y que tenía una visión esencial pragmática de la vida.

-¿Huomos per como Io?- preguntó con una interpretación entre cómica y orgullosa. -Muito pocos en il mondo.- terminando con una sorisa encantadora. -Mais... E un grupo mixto, mulleres, hombres.- dijo sin darle importancia. -Nos veni qui a rescatare une artefacto, como una bola, de huomos malos y una bruja, que se esconden qui. ¿Comprendere?. ¿Tu vere esos malos huomos? 

El lagarto gigante se quedó tumbado y jadeando una vez lo desatasteis.
Pyotr decidió quedarse con él y tratar de convencerle de que os brindara su ayuda.
Cuidate, hermano. ¡Te quiero ver a lomos de esa cosa aplastando cabezas de pirata! dijo Oleg a modo de despedida.

No hagas tonterías, ussuro. fue la despedida de Zelinda.

El reptil olisqueó a Lola antes de que se marchara.
Así pues Lola, José, Oleg, Zelinda y Wilfred avanzaron a través de la selva.
El castellano pudo recuperar el rastro, y se dio cuenta de que ahora era más fácil que antes; a las pisadas se unían algunas gotas de sangre aquí y allí.

Avanzasteis un buen tramo de selva hasta que la vegetación comenzó a escasear y ante vosotros se abrió un gran claro.
En él se veían algunas cabañas de madera con techo de paja, con una forma que os resultaba exótica.

Habrían una docena larga de cabañas, así como algunas aves correteando por el suelo, perseguidas por niños de piel tostada y cabellos negros y sedosos, vestidos con poco más que un taparrabos de tela marrón.
También visteis algunas mujeres sacando frutos de los árboles que había en la aldea, o arrancando tubérculos de lo que parecía un campo arado de forma bastante brusca.
A todas luces, era un poblado indígena.

La joven puso cara de no comprender cuando te lanzaste a ti mismo un piropo.
Sin embargo, su expresión cambió cuando le hablaste de la “bola”.
Creo que sé de lo que hablas... dijo en un tono pensativo.

Unos piratas estuvieron en mi aldea, traían con ellos una bola. Era dorada como el sol.
Estuvieron hablando con mi padre, Fernando hizo de intérprete... explicó, sin que supieras a quién se refería.

Mi padre no les quiso ayudar, parece que buscaban la tierra de los Kuraq... dijo con desprecio. ...se marcharon después de llevarse una gran parte de nuestras provisiones. Nos ofrecieron oro, pero mi padre dijo que el oro no iba a salvarnos del hambre y se negó.
Así que comenzaron a sacar unas armas que escupían fuego... mataron a dos de los guerreros y mi padre cedió para evitar que hubiera más víctimas pese a que Tizok y los guerreros querían sangre. explicó, relatando la escena con resentimiento.

Así que te recomiendo que te marches si no quieres que mi padre o sus guerreros te maten. dijo, y bajó la daga lentamente.

¡Narja! ¡Narjaaaa! ¡¿Ahfbisjnakmf?! alguien gritaba en algún idioma que te era desconocido, del que sólo pudiste entender Narja, el probable nombre de la chica.

Intento observar en detalle todo cuanto entra en mi campo visual. 

-Jeje, haré lo que pueda. Espero que no acabéis con todos los piratas antes de que llegué.- Le dije ante las palabras de Zelinda y Oleg. Despúes me despedí del resto esperando verlos pronto.