Partida Rol por web

Se ve desplaza ligeramente hacia un lado por el asta de madera de Rurik.Cierra sus ojos, respirando profundamente e intentando mantener la calma.Suelta el aire que previamente inhaló de manera lenta y profunda, y vuelve a retomar el habla.

-De acuerdo, es justo...- respondió tanto a Lia como a Rurik.Una de sus manos palpó su cuello, introduciéndose en el escote.Tras un segundo buscando, ayudándose del cordón negro que colgaba de su cuello, tiró de él hacia arriba, sacando a relucir un talismán de piedra tallada, con un característico árbol milenario, sagrado emblema de Robledo,

-Estos son los colgantes encomendados a todos los guardias de vecería, encargados de salvaguardar las lindes y fronteras del territorio patrio que forma la Marca del Este.Son marcas únicas, cada una de ellas  perteneciente a la ciudad de la que se es vasallo.En mi caso, presto mis servicios a Robledo, al excelentísimo burgomaestre Camil de Hojafuerte- explicó con solmenidad dejando el tiempo suficiente a los aventureros para que apreciasen con detenimiento aquel símbolo, sin duda idéntico al del sello que portabais y que guardaba la carta.

-Mis órdenes son claras, debo guiaros hacia vuestro objetivo, pero antes debo ver la carta, sino, se os considerará traidores a Robledo y desleales hacia la sagrada corona y mandato de su majestad Vigdis II por violación de alto secreto, en este caso la carta.Si es cierto que la portáis, deberías saber que no sois más que unos recaderos, esa carta no os pertenece, pues su legítimo dueño es el burgomaestre, y como tal, yo, su vasalla, tengo la obligación mandada de revisar el mensaje, su sello, y tras esto, ayudaros a completar vuestra misión- explicó ahora con más profundidad, advirtiendo a los aventureros sobre los peligros a los que se enfrentarían si osaban pasar de largo.

-Señor, no dudo que cabría la posibilidad que usted comenta con tanta sorna y picardía, pero si sabéis el nombre de la Anciana, el cual, seguramente esté escrito en la carta y en vuestras mentes, quiere decir que vos sois el mensajero original, pues tal detalle, sería difícil de saber por el supuesto bandido que eliminó al mensajero y tomó su lugar.Aunque he de confesaros que...hasta el más pobre diablo e insensato sabe que no debe interferir en la mensajería real, pues su destino sería más oscuro que las ascuas de la hoguera en la que arderá...- intentó replicar al humano como buenamente pudo.Los burgomaestres no sólo escogían a los mejores y aguerridos combatientes para proteger las fronteras, sino también a los que resaltaban por su inteligencia, algo inusual cuando se hablaba de manos hábiles con las armas.

Posicionando sus brazos en jarra, suspiró mientras negaba con la cabeza.El sol se escondía cada vez más, el fresco incesante de la noche ya se pegaba a sus armaduras y traspasaba sus pieles.Sus alientos se convertían en vapor y sus extremidades comenzaban a insensibilizarse.

-Por favor, compañeros....haced caso a esta guarda...- dijo tras cerciorarse de que aquel colgante era sin duda una obra única-.Cuanto antes terminemos, antes podremos resguardarnos del implacable helor nocturno...- sus manos frotaban los brazos contrarios, intentando crear algo de fricción y calor, pero con la malla, era ardua tarea.Sin duda, las palabras de la semielfa eran bastante imponentes, y sin duda, razón no le faltaba en sus advertencias.

Parecía tener cierta coherencia lo que les explicaba, y su sentido de clérigo le decía que aquella elfa era de fiar.

Se mostró pensativa tras mostrar sorpresa cuando la guarda les mostró aquel bello colgante.

-De acuerdo, sin duda alguna, lo que decís tiene su peso.¿Qué opináis?- dijo ahora girando su rostro para ver a sus compañeros de viaje.

-Como dice Varuna, la noche está al caer, será mejor que nos resguardemos bajo un fuego.A las malas, podremos meditarlo más cómodamente bajo el cálido abrigo de la llama- sugirió a sus compañeros deseando escuchar sus opiniones.

Rurik se inclinó para mirar más de cerca el colgante. Podría ser una asaltadora de caminos que le robó a un muerto el colgante. Pero tampoco tenían demasiadas opciones y parecía conocer el bosque.

-Siendo así, tienes mi respeto hasta que se demuestre lo contrario.

Hizo un movimiento con el mentón hacia Lia.

-Está bien. Enséñasela.

El norteño se fijó en la cara que ponía la semielfa, a la menor duda de que fuera una jugarreta, pensaba empalarla. No como gustaba susurrarle a las mozas en el oido en las tabernas, no. De forma literal.

-¡Así se habla!- respondió con fervor.Al ver que el resto de aventureros no tenían nada más que decir, se apresuró a indicarles un lugar seguro para acampar, no sin antes observar la carta que le muestra Lia, en perfecto estado tanto el papiro como el sello de cera.Asiente varias veces, satisfecha por el estado del mensaje.

-Seguidme, os llevaré a un lugar seco y cómodo donde podamos pasar la noche- les sugirió indicándole con su brazo que le siguiesen.No anduvieron mucho hasta encontrar un claro bien camuflado entre rocas y árboles, incluso donde había un humilde refugio improvisado a base de ramas, hojas y barro.Delante del refugio, había una hoguera hecha con varios troncos.Estaba apagada y la negrura y el carbón dominaban la leña.No tardo mucho en reavivar el fuego con algo más de leña fresca que tenía guardada en su refugio, resguardada de la lluvia y el helor.Usaron el fuego para calentarse y cenar caliente, invitaba ella.No obstante, tuvieron que apagarlo antes de dormir, pues la luz y el humo podrían desvelar su posición a posibles enemigos.

Acurrucándose junto al calor de las ascuas, usaba su capa a modo de manta y antes de girarse y coger una postura cómoda sobre el suelo, les aconsejó...

-Dormid bien, partiremos al alba- les informó para acto seguido bostezar profundamente y cerrar sus ojos.

Al despuntar el alba, recogéis todos vuestros bártulos y os internáis en la espesura cenagosa. Una pequeña cresta natural que Riselna conoce bien, elevada por encima del pantano, os permite avanzar más cómodamente, aunque en ocasiones la cresta desaparece bajo el fango y las aguas negras del pantano, obligándoos a avanzar por el barro, entre el mangle. La intrincada vegetación forma un espeso laberinto verde. Dentro del mangle la temperatura es más elevada, aunque el sol apenas atraviese el techo formado por las copas de los árboles. Miles de pequeñas criaturas e insectos revolotean en torno a vosotros, toda la selva bulle de vida. Tras unas dos horas de marcha, la semielfa os advierte que más allá de donde os halláis ya no conoce el terreno, pero os señala que la Colina del Muerto y las quebradas se encuentran tras una pequeña elevación de la cresta rocosa que habéis seguido hasta ahora. Os dice que el terreno de las quebradas es peligroso y, según se dice, está habitado por criaturas preternaturales y horribles.

Decididos a continuar la marcha, subís la pequeña elevación y, tras ella, entre la vegetación, contempláis una pequeña colina baja y chata, cubierta de maleza y arbustos pequeños y coronada en su cima por la carcasa ennegrecida de un árbol reseco y muerto, con una extraña forma retorcida. Un poco más allá, hacia el norte, por encima de la Colina del Muerto, se adivinan lasQuebradas de la Ciénaga. Descendéis la loma, para penetrar de nuevo en la jungla pantanosa. La falda más cercana de la Colina del Muerto no distará más de medio kilómetro hacia el norte. La casa de Mara no debe andar lejos.

Ridgern estaba cubierto de barro hasta la entrepierna, y la ropa mojada le estaba paspando la zona de forma extremadamente irritante. Y un Ridgern irritado no era algo lindo de ver.

No había dejado de refunfuñar y maldecir en voz baja desde que entraron en los pantanos, sin entablar conversación con nadie. La humedad no era buena para el acero, y los mosquitos no lo dejaban en paz. Estaba a punto de emprenderla a hachazos contra los árboles e intentar pegarle fuego a todo el maldito bosque.

Cuando vislumbraron la colina, a lo lejos, donde se hallaba su destino, casi llora de felicidad. Intentaba pensar en la recompensa mientras chapoteaba con todo el barro del pantano metido en sus botas.

La semielfa los guió a su refugio. Rurik era desconfiado por naturaleza con la gente que no conocía y antes de sentar el trasero en el suelo, se puso a observar todo el refugio por donde creía que podían atacarle mientras dormía. El guerrero apartaba la maleza con el asta y se asomaba, así durante un buen rato hasta que la comida estubiera lista. Con la tripa llena, y la garganta remojada en vino, estuvo un rato hablando por lo bajini con Earwën de forma privada, compartiendo sus sospechas hasta que el sopor pudo con él y acabó roncando como una fiera hambrienta.

Al día siguiente todo estaba bien, no les habían robado ni, obviamente, asesinado. Así que sin más problemas, ayudó a recoger el hogar de la mujer en forma de agradecimiento para dejarlo tal y como estaba antes de la llegada del grupo y luego siguió la marcha hasta llegar al pantano.

No tuvo reparo en meter las piernas en el lodo, y se ayudaba con la lanza para andar. No era lo más comodo y más rapido pero él era el que más peso cargaba (o eso creía)

Al final llegaron hasta donde la semielfa les había guiado y Rurik le hizo un gesto de gratitud, aunque también de disculpa, pues ahora se había ganado su confianza. La mujer se fue y los volvió a dejar solos, pero con la información que necesitaban.

-Curioso lugar para vivir una vieja.

Masculló mientras abría la marcha hacia la colina del muerto, previo paso por las quebradas. Luego dejó que el enano fuera delante, pues había abierto bien el camino de maleza y demás estorbo. Una vez allí, prefirió estar alerta y en silencio. Se embrazó el escudo en la zurda y la lanza en la diestra. A veces hacía algun ruido a la burra "tck tck" para calmarla y que no se hundiera en el fango.

Parece que estaba equivocada, aquella semielfa les queria ayudar, no iban a engañarles ni robarles, solo actuaban de buena fe, y eso es de agradecer que haya gente de ese tipo. Pudieron comer y descansar, ella, como siempre, parecía la sombra de Rurik. Al día siguiente avanzaron despues de recogerlo todo, el camino no era fácil, pero para ella tampoco era complicado, estaba acostumbrada a ello. Iba detrás de la burra por si tenía que ayudarla a avanzar porque se quedara atrapada. Todos se detuvieron y observaron la casa a la que tenian que ir.

- Cuanto antes sigamos, antes llegaremos

Dijo antes de emprender de nuevo la marcha hacia la casa, a buen ritmo, para salir cuanto antes de esas zonas tan malas.

Tras guardar de nuevo la carta a buen recaudo, siguió al grupo hasta el refugio. Ató a Perchita a un árbol, dándole rienda suelta para que pudiera pastar a su antojo y cogió el saco y la manta para colocarse al lado del fuego.

Gracias a su estancia en la torre del mago, conocía algunas hierbas que daban buen sabor y no dudó en compartirlas con los compañeros. Al menos esa noche la comida sería mucho más sabrosa que la habitual comida de camino.

Antes de que sus compañeros se tumbaron en sus repectivos catres, Lia cogió una de sus velas y la encendió con un ascua que separó del fuego con un palo. Después, tapándose con la manta y tras decir un escueto -Voy a leer un rato- se pone a repasar el libro de conjuros. Al terminar, sopló la vela y se recostó, tapándose con la manta para que no le molestase la luz del fuego y no helarse en la fría noche.

La muchacha se despertó antes del alba. A pesar del frío matutino, se puso a acicalarse el pelo y hacerse su coleta habitual. Al terminar, se colocó los pirsins y pendientes que se retiró por la noche para dormir cómodamente y se dedicó a recoger sus cosas en silencio.

Hasta que el sol no alcanzó cierta altura parecía que la humedad, el frío y los insectos la afectaban anímicamente. Pero no tardó en volver a comentar alegremente todo lo que veía.

Durante la ruta, montaba sobre su yegua de tiro y dejaba que ella tomara la mejor ruta para sí misma. Iba entre Varuna y el enano mientras les preguntaba si las armaduras no se estropeaban con el agua y les contaba cosas sobre las tareas del hogar que hacía en la torre.

Cuando la semielfa, se despidió, Lia hizo lo propio y se dirigió al resto de grupo.

¿Cómo vamos a ir? Me refiero a qué formación adquirir. Riselna ha dicho que son tierras peligrosas y deberíamos ir en una formación que aproveche al máximo nuestras capacidades. Lo mejor es que yo vaya en el centro, puesto que llevo la carta y en combate cuerpo a cuerpo os estorbaría. Además tengo algunos dardos que puedo utilizar a distancia.
 

El camino era difícil, el barro superaba a sus botas y en ocasiones le llegaba hasta la rodilla.Los olores eran cuantiosos y variopintos, pero en ningún momento agradables.Cada paso era un esfuerzo aún mayor.Usaba su escudo para apartar de vez en cuando las ramas y demás vegetación que entorpecía el paso.Podía notar como el nivel de humedad era mayor en aquel pantano.Los insectos revoloteaban entre ellos, muchos de ellos atraídos por su sudor.

La luz del Sol atravesaba los árboles y troncos, creando un cuantioso abanico de rayos solares que daban un aura angelical a todo lo que iluminaban.En algunos lugares, las raíces de los árboles sobresalían por el fango, entorpeciendo el paso e incluso a veces haciendo tropezar a la guardiana de la luz.

-Maldita sea, lo que hay que hacer por oro- masculló con disgusto mientras negaba con la cabeza.Siguió avanzando ahora ya sin la compañía de la semielfa, la cual sin duda les había facilitado enormemente el camino.Se sentía aliviada al saber que aún quedaban buenas almas en aquel mundo medio a marchitar.

-Espero que estemos cerca....- suspira mirando a su alrededor. Sentía cierta inquietud e intranquilidad, pues aún no se habían encontrado criatura hostil alguna a lo largo de todo el trayecto.En parte lo agradecía, pues seguramente sería obra de la gran Diosa, que velaba por la seguridad de ella y la de los suyos.

En las cercanías de la Colina, los aventureros se topan con una pequeña edificación de planta cuadrada, destartalada y sin ventanas, cuyas paredes tiene aproximadamente 5 o 6 metros de longitud. Su estructura de madera y juncos retorcidos está
recubierta de turba en su base. La casa, por llamarla de alguna manera, es diminuta, y no puede tener más de dos habitaciones. Una chimenea humeante asoma por encima del barro de la techumbre. Todo está en calma y reina un silencio inusual.

Mirando la choza miserable que tenía ante si, Ridgern se preguntó qué idiota pagaba una fortuna por mandar a cuatro desarrapados a buscar algo en un chiquero como aquel. Llegó a la misma conclusión que siempre. "Mientras Ridgern reciba su oro, que importa".

—Bueno, parece que hemos llegado a la magnífica cabaña prometida —gruñó —. ¿Ridgern golpea la puerta? ¿O lo hace la muchacha de lengua azucarada?

Aquella incursión le rememoraba aquellos momentos cuando servía, por la gloria del imperio, en el ejército: botas embarradas y humedas, olores que apuñalaban sus fosas nasales y que le hacían tener que mordisquear una raiz para evitar echar hasta el alma por la boca y demás lindezas de la vida del soldado. Y no eran malos recuerdos.

Iba tras Ridgern, aunque a veces se paraba para ayudar con los animales de carga, puesto que ese no era el mejor terreno para ellos.

-¿Os manchais la ropa, mi lady?

Bromeó con sorna mirando a Varuna, que mascullaba maldiciones.

Al cabo de un rato, por fin llegaron a lo que parecía una choza. Estaba todo demasiado en silencio para su gusto ,pero por algo le llamaban ermitaña.

-Probemos a llamar. Ridgern y yo nos colocaremos en los extremos de la puerta, por si acaso. Lia debería llamar, Varuna se queda con Ear, detrás de Lia, así tenemos todos los frentes cubiertos.

Expuso el norteño.

-Son trabajos indecorosos para una guardiana de la luz- resopló indignada con un "hmpf" mientras miraba a otro lado.Finalmente, llegaron a aquella maldita choza, y pensamientos impuros y oscuros ya corrían por la mente de la clérigo.

Maldita anciana...ya podría haberse ido a vivir más cerca de la ciudad....

¿Qué tiene de bueno estar perdido y alejado del mundo? si te pasa algo nadie acudirá en tu ayuda....

Espero que podamos descansar un poco en la choza...aunque paree que vaya a derrumbarse en cualquier momento...

Rurik expuso un plan lo suficiente elaborado como para llevarlo a cabo.Ahora mismo, no pensaba en algo mejor que entrar y entregarle aquella carta, volver y cobrar...

-Me parece bien, si nadie tiene algo mejor, hagámoslo

Llegaron a la choza donde les esperaban. Para llegar alli fue un camino un tanto complicado, pero no era para nada incómodo para ella que estaba acostumbrada a esas cosas. Al llegar a la puerta todos hablan de que hacer, de como hacer para llamar. Ella se acerca a la puerta y toca en ella, luego da un leve empujón a Lia para que se coloque en primera fila y que hable. Ella se coloca por detrás, por si algo o alguien se acerca.

- Listo

Dice una vez está detrás de la muchacha esperando que abran la puerta.

A pesar de la sabiduría animal, Lia tuvo que bajar de Perchita y mojarse los pies al igual que el resto para atravesar la mayoría de los tramos complicados; lo cuales eran todos desde que la semielfa los dejara. Al final, decidió ir a pie como sus compañeros. Previamente y sabedora de la incomodidad de ir con la ropa mojada, se quitó los pantalones dejando a la vista sus piernas y su ropa interior.

Finalmente llegaron a la cabaña. Rurik planteo una buena idea, pero antes de que Lia se pudiera secar las piernas y ponerse los pantalones, la elfa ya la estaba empujando para ir.

-Sí. Sí. Ya voy- Dijo la muchacha mientras se terminaba de poner las alpargatas, aún húmedas. Se peinó el pelo que se le había salido de su trenza con la mano y llamó a la puerta -¿Hola? ¿Señora Mara? Tenemos un asunto con usted. ¿Podemos pasar?

Cuando la maga llama a la puerta, esta se abre con un interminable quejido provocado por la ya desgastada e hinchada madera y sus casi desintegradas bisagras.Desde fuera, Lia podía apreciar la sala principal y su decoración.

Aprovechando que está en la puerta, Lia se asoma al interior para ver mejor la habitación o habitaciones. Busca la presencia de la anciana para poder dirigirse a ella, aunque no pasa por alto algún abalorio, joya o cosa brillante que pueda destacar en la oscura cabaña.

¿Hola? ¿Hay alguien?

Rurik esbozó una sonrisa disimulada cuando vio a Earwën tomar las riendas de la situación sin tanto remilgo, pues esa era la naturaleza de la elfa. Así trabajaban ellos, y así se sentía cómodo, aunque ahora hubiese que delegar.

Lia tocó luego la puerta y la abrió, al parecer, por el ruido infernal que hacía la misma, llevaba mucho tiempo podrida y descuidada, sin abrirse.

El Heljarken metió la lanza por delante para abrir la puerta del todo, usando la punta del filo. Se asomó para echar un vistazo, aunque manteniendo la guardia.

-Despacio, chica.

Musitó hacia Lia para que no entrara tan rápido.