Partida Rol por web

No está, Markele no está. Te llama la atención que falta una de las gallinas del corralito, la que estaba más hermosa, así como un queso y una cesta. También te fijas que el guiso sigue al fuego, y que se puede quemar...y quemar la cabaña si lo dejáis encendido.

Me agacho cerca del cadaver apoyando el arco en el suelo, observo con detenimiento el suelo que hay alrededor y al cabo de un rato me llevo la mano a la frente cabizbajo. Pasan unos instantes, tras los cuales me incorporo y miro en dirección al rio. -Creo que han ido para allá- digo con voz dubitativa mientras señalo hacia el rio.

Blanco como una sábana, intento recomponerme como puedo, ni siquiera me salen las palabras, ni las lagrimas, solo tengo un pensamiento "Markele, Markele hija mia, donde estas?", me dirijo a la casa buscando a mi hija, en este momento no me importa quien sea la muerta, solo quiero saber donde está mi hija.

Encuentras en la puerta de la casa un brazo....seguramente el brazo que le falta a la mujer que hay fuera muerta. Pero en lugar de mano parece que tiene una garra. Clavados en el índice y en el corazón ves dos ojos. Luken también lo ha visto.

Confundido por las pistas encontradas trato de recordar historias fantásticas y mis conocimientos de los animales del bosque para tratar de sacar algún sentido a lo visto.
 

-¡NO TOQUEIS A MUERTO, ES UN DEMONIO!-, les grito a Goio y Luken, mientras me adentro en la casa buscando a Markele. -¡Markele, Markele, donde estás...!-, grito para que me oiga.

En la casa no hay nadie.No hay mucho donde mirar, apenas una habitación que hace las veces de cocina y comedor y el dormitorio. Está todo ordenado, lo que haya pasado ha sido de puertas para afuera. También están las ovejas y las gallinas vivas, aunque algo inquietas.

Salgo fuera y me pongo a mirar el cadaver. -En la casa no hay nadie. Este muerto no es lo que parece-, les digo a Goio y Luken señalando el brazo que hay en la entrada de la casa.

Al inspeccionar más detenidamente el cadáver te das cuenta que el brazo es de bestia(como el que está en la puerta)m los pies, o donde debían estar los pies tiene cascos de caballo y las piernas arqueadas como las bestias. Y los dientes de la mujer , los colmillos son como los de un perro, afilados.

Ves el brazo que señala tu padre. Es un brazo como de bestia y tiene clavados dos ojos en los dedos índice y corazón.

-Madre de Dios, es un monstruo!, Habeis visto?- digo señalando al cadáver.

Atanasio levanata la falda de la mujer y podéis ver que en vez de piernas tiene las patas como de caballo, con cascos en lugar de pies. También os señala Atanasio la mano, que es más una garra de animal que una mano humana...además de ser igual a la que está en la puerta. Cuando le abre la boca a la mujer véis que tiene colmillos como de perro.

¡SANTO DIOS! -dije al ver aquella pútrida y blasfémica aberración-. ¡Es... es! -no tenía palabras para describir aquello- Entonces tragué saliva, y por supuesto que seguí la órden de Atanasio de no tocar nada... ¡Señores! -dije llamando su atención-. Falta alguna gallina y algunas viadas... Temo que Markele marchara a darle algo a cambio del peine a esas criaturas... ¡Tampoco sé si la sorguiña está con ella, puesto que cuando fui a veros se quedó con Markele! -aquella situación nos desbordaba, y las posibilidades de explicacion era varias; pero la única posibilidad de actuación era ir a por ella...-.

Todavia no soy capaz de reaccionar, veo a mi padre examinar el cadaver que ahora parece ser una bestia demoniaca. De alguna manera cada elemento por separado parece tener algún sentido para mi, son partes de animales pero combinados de una manera grotesca. Poco a poco recobro el sentido común.

-Padre... Deje a esa bestia. Tenemos que encontrar a Markele- digo con calma. -Luken, llevanos hasta la casa de la vieja, vamonos ya- echo el arco a mi espalda y espero con impaciencia que los dos hombres me acompañen.

-Tienes razón hijo, vamos a buscar a Markele- Le digo a Goio mientras me pongo en camino.

Después de ver a la criatura os encontráis más confusos si cabe. De modo que partías hacia la casa de Gurutxe la bruja. Sabéis que vive en medio del bosque, lejos de la aldea como vosotros. Pero su casa parece una con su entorno. La puerta está cerrada, y por más que aporreáis allí no encontráis respuesta. O no hay nadie o no os quieren abrir.

Aquí no parece haber nadie -dije mientras aporreaba con fuerza la puerta-. ¡Markele! -me desesperé, y me tendí en el suelo, y luego me senté en la hierba, lleno de impotencia al no saber nada de mi esposa-. Fue entonces cuando me levanté de nuevo. ¡Ayudadme! ¡Ayudadme a tumbar esta puerta! ¡¡Markeleee!!

Entonces agarré las tablas de la puerta y comencé a tirar de ellas desesperado.