Partida Rol por web

-Espera Luken, no juegues con fuerzas que no entiendes, mantén la fé y todo saldrá bien. Llamemos primero, quizás la vieja pueda ayudarnos. Mantengamos la calma o no recuperaremos a Markele- Le digo y aporreo la puerta para ver si me abren

Me acerco junto a Luken para derribar la puerta de una patada. -Vamos alla.

Viendo que no me escuchan, y que no abren la puerta, les ayudo en lo que pueda para echarla abajo.

Entre los tres no tenéis ningún problema en echar la puerta abajo. Lo primero que véis es un gato negro que sale corriendo en cuanto la puerta se viene abajo. Dentro es un espectáculo extraño. Lleno de animales disecados, que si una comadreja, una serpiente, un buho... y varios frascos raros que no sabéis de que se tratan, una mesa con una calavera con la parte de arriba quitada con una vela dentro. Una olla grande en la chimenea con un mejunje asqueroso y maloliente y varias estampitas de santos y algún que otro amuleto de naturaleza extraña. En la otra habitación un camastro de paja y poco más.

No hay ni rastro de Markele ni de Gurutxe.

Tras la decepción inicial al no ver a mi hermana en la choza observo con atención los animales disecados que tiene. Sin duda la anciana posee conocimientos para conservarlos en tan buen estado, pienso. Al rato me pongo a buscar otros indicios que nos den pistas sobre el paradero de Markele.

-Luken, espero que se te ocurra algo- digo en tono malhumorado. -¿Cuándo la dejaste aquí? ¿Dónde pueden haber ido?

Mientras tanto voy rebuscando entre la cabaña con poca delicadeza. -Lo ve padre, Markele se tenía que haber quedado en nuestra casa, esto no habria pasado- hablo alzando la voz sin mirar a nadie ni cesar en mi tarea.

Hay muchas pisadas, la mayoría vienen y van al pueblo. Luego están las vuestras y las mismas huellas de mujer pequeña que encontraste en la casa de Markele y Luken. Ahora las ves que van hacia casa de Markele y Luken, y allí sabes que van hacia el rio. Son las huellas más comúnes en torno a la cabaña, por lo que deduces que deben ser las pisadas de Gurutxe la sorguiña.

En la casa no encuentras nada que consideres de interés, aparte de lo que ya has visto.

Tras registrar un rato la cabaña y la zona exterior concluyo. -Bueno, aquí veo las mismas pisadas que cerca de vuestra cabaña. Tienen que ser de la vieja.

-Debemos ir al rio, hacia allá iban las pisadas. En marcha.- Apenas doy lugar a replica y echo a andar en dirección al rio con paso firme.
 

-Vamos pues, hijo- le digo alicaido pues sus palabras me afectan especialmente, espero encontrarla.

No la dejé aquí, Goio -le expliqué, mientras íbamos hacia el río-. Gurutxe vino a casa, y cuando yo llegué estaban las dos en la sala. Fue allí cuando la vieja me contó que esos "Otros" requería algo a cambio del peine... Vayamos pues -dije-, no hay tiempo que perder.

Avanzaba con mi cayado sin dejar de sujetarlo firmemente, siguiendo a Goio, que había encontrado pisadas hacia el río.

El río es el límite con esos seres... -les recordé, aunque seguramente supieran de esas leyendas mejor que yo-.

Después del malentendido que os costó dos horas de ir de un lado para otro, volver a la cabaña, retomar rastro. ´Llegásteis al rio. No era un rio profundo, quizás el agua llegase por la rodilla o un poco más, pero el agua corría rápida y podía ser peligroso cruzarlo. Al otro lado, tirada junto a unas rocas parecía que estába Gurutxe, la bruja. No alcanzábais a ver muy bien cómo estaba, pero teniendo en cuenta que había tres cuervos picoteando encima de ella bien podía estar muerta. Para confirmarlo tendríais que cruzar el rio, el límite entre lo que conocíais y el mundo de fantasia de Markele.

Una vez en el rio me siento más cómodo, es una zona que he explorado en diversas ocasiones. En esta época la corriente es fuerte y es fácil caerse y darse un golpe con las rocas. -Iré yo primero- digo en voz alta mientras me acerco al borde. Me ató una cuerda a la cintura y les pido que la sujeten. -Trataré de cruzar y atar la cuerda al otro lado para que os sea más sencillo pasar.

Me adentro en el rio con paso firme, prefiero aguantar la corriente a arriesgarme un resbalón pisando las rocas llenas de musgo.

-Estoy mayor, pero aún no soy viejo- digo subiendo y bajando el cuerpo doblando las rodillas.- Mis viejos huesos todavía aguantan bien. Veamos que hay al otro lado.- Comienzo a pasar de piedra en piedra intentando mantener el equilibrio.

¡¡Cuidado Goio!! -le decía al hermano de Markele, que pese a ser cazador, conocer bien este extremo y tener una cuerda, el agua podría arrastrarlo-. Y Usted también, Atanasio... ¡Allá voy! -entonces comencé a saltar de piedra en piedra-.

Aquesto solía hacerlo yo con las ovejas, cuando alguna se descarriaba y había uno de ir a buscarla en solitario (pues las condenadas a veces se espantan hasta recónditas peñas y peñascos, y uno pensara que en precipicios y alturas les dieran mejores pasto que en lo llano...).

Entonces comencé a saltar de piedra en piedra.

Goio fué el primero en intentarlo, atado a la cuerda pero con tan mala suerte que resbaló y calló. Por suerte para él sobre su brazo derecho. No se hizo mucho daño, físico, porque a su orgullo le tuvo que afectar ver a su padre y a su cuñado saltar como cabras de piedra en piedra sin ayuda de la cuerda.

De un modo u otro llegásteis al otro lado, los tres cuervos que picoteaban a Gurutxe salieron volando, esta estaba muerta. La garganta desgarrada por un animal salvaje o algo peor y las cuencas de los ojos vacías. Sobre una piedra estába la gallina muerta y un extraño pentagrama hecho con su sangre. La cesta con las viandas tirada por el suelo de cualquier manera con huevos rotos, un queso y una bota de vino. Es como si Gurutxe hubiese intentado algo y le hubiese salido horriblemente mal.

Un ligero traspies y me caigo dándome un golpe contra una roca. -¡Arrrgh, maldito rio!- grito más por la rabia de caerme como un patoso que por el leve dolor que siento.

Llego a la otra orilla cabizbajo y sin mirar a los otros me dedico a buscar pistas mientras desato la cuerda de mi cintura.

Encuentras las pisadas de caballo a dos patas, seguramente la mujer muerta. Y las del lobo-oso. Las de la primera se paran aquí y van hacia el rio, parece que vienen del bosque. Y las otras van hacia el rio desde el bosque y unas más recientes del lobo-oso vuelven al bosque, son pisadas más frescas y más pesadas.