Partida Rol por web

El hombre asiente con normalidad, como si la explicación que Caroline le ofrece le pareciese de lo mas natural.

- Puede que no. – dice pausadamente – ¿Puede describirme su relación con el Sr. Fresno? Y me gustaría que me diese mas detalles, su aspecto, ropas, que dijo, si sintió algún olor. ¿Le había ocurrido algo semejante alguna vez?

La curiosidad del hombre por los detalles del acontecimiento parece genuina, y no parece que vaya a juzgar a Caroline por sus palabras.

La niña acaricia la mosca como si fuese una mascota más, un perrito o un gatito. Normalmente los insectos le daban algo de asco (a excepción de las mariquitas y las mariposas) y solía encontrar a las moscas algo molestas, pero esta parecía de lo más sociable y afable con los humanos, no parecía querer molestar a Joy, sino casi que disfrutaba de sus caricias y atenciones. 

Entonces, Richard entra en el comedor y la mosca decide marcharse. El insecto sobrevuelta la habitación y se mete en el pasillo, esquivando la mano del hombre que iba directa a interrumpir el vuelo de la pequeña criatura.

- ¡No!-no pudo evitar exclamar al verbo, pero ve como la mosca lo esquiva y se va. En ese momento, la niña suspira aliviada-. Ten cuidado-reprende a Richard-, esa mosca es mi amiga-le dice, muy seria y convencida. 

La mujer entrelazó los dedos ee sus manos sobre su regazo, bajando la mirada.

-Carlos y yo hablábamos mucho, simpatizábamos- alzó la vista hacia el doctor -. No puedo decir que fuera una amistad, ya que no tuvimos tanto tiempo, pero la compañía mutua, hacía mucho más llevadera nuestra situación.

Hizo una pausa, recordando las conversaciones con Carlos. La sonrisa que lograba arrancarle cuando le hacía trucos de magia a la niña...

-Si se refiere a... la "aparición", vestía normal, sin la ropa rosada que nos pusieron a los pacientes. Su aspecto, era impecable, a pesar de que el día anterior estaba demacrado e incluso entrecano por el tratamiento- fruncío el ceño -, por eso pensé que se había curado, pero lo pienso ahora y no tiene sentido...

Suspiró.

Es evidente que el hombre siente un gran interés por lo que le narra Caroline, dado que toma varias notas rapidas sin desviar su atención ni un apice.

- Ya veo ...– responde sin apartar su mirada de la chica. Si Caroline esperaba que el psicólogo apoyase sus palabras, lo hacia en balde. Por el contrario, Jens se mostro mucho mas interesado en el contenido de esa ilusión que en buscarle un encaje racional. – ¿Y no le pregunto nada? Quiero decir que aparición en su habitación sin previo aviso. Hablarían ¿no?

La actitud de Jens transmite cierta ansiedad. Caroline comienza a tener la impresión de que es un comportamiento ligeramente extraño en un psicólogo. 

La actitud del psicólogo la hizo fruncir el ceño.

-Me dijo varias veces que lo sentía, que lamentaba que no hubiéramos tenido más tiempo- dijo -, y que... venía para despedirse.

Bajó la mirada hacia sus manos. No le dijo que lo había vuelto a ver, ni que le había advertido que aquel "experimento" no era lo que aparentaba. Tampoco mencionó que Carlos le había dicho que no confiara en ellos... y éso es lo que Caroline estaba haciendo: ser cauta y no confiar demasiado. El... "fantasma" le había dicho que no estaba loca. La joven se aferró a esas palabras para asegurar su propia cordura.

El hombre permaneció en silencio durante unos instantes que a Caroline le parecieron eternos. Parecia tratar de encajar las palabras de la chica en algún complejo esquema mental, pero sin éxito.

Finalmente se levantó de nuevo y le dedico a la muchacha una cálida sonrisa.

- Señorita Jones, creo que no debemos preocuparnos de momento. El estrés puede haberle jugado una mala pasada – pese a su sonrisa, los ojos de Jens demostraban cierto abatimiento. Era evidente que esa entrevista no había ido como el esperaba. – Sin embargo, es posible que vuelva a tener alguna visión similar. Si ocurriera le ruego que lo comunique inmediatamente a la Doctora Neville para que me informe. – El doctor extendió la mano ofreciéndosela a Caroline – Voy a recomendar que le dejen volver con el resto de su grupo, aunque si lo desea puedo pedir que le sirvan el desayuno en esta habitación para que pueda descansar tranquila un poco mas.

Al salir, una mosca se interpuso inseperadamente en el camino de Richard y este intentó apartarla sin mucho interés. Pero el grito de Joy con su vocecilla lo dejó completamente petrificado. "¿Qué? ¿Dónde? ¿Por qué? ¡Si yo no he hehco nada!"

Con la aclaración de la niña suspiró dejando caer los hombros.

-Buff, no me des esos sustos, aun necesito un par de horas más para terminar de despejarme... soy de despertar lento. Richard se acercó a la mesa y se sentó junto a Joy cruzando los brazos sobre la mesa y recostando la cabeza sobre esta.- Disculpame, no volveré a hacerlo. ¿Qué, esperando el desayuno? Hay hambre...

"Como cojones hay moscas aquí?"

Apenas llegado Richard, aparece un enfermero bastante joven al que los dos pacientes ya han visto en alguna ocasión. Porta un carrito con el desayuno que desprende un agradable olor a tortitas y sirope.

- Hoy tenemos un desayuno especial. – dice el joven mientras entrega una bandeja a Richard y otra a Joy.

Tortitas de maíz, sirope de caramelo, zumo, leche y café. Parece una fiesta comparado con los últimos desayunos. El enfermero deja la tercera bandeja aun tapada sobre la mesa etiquetada como las otras dos. El nombre escrito en esa bandeja es el de Maia.

La joven asintió con la cabeza ante las palabras del doctor, en lo que se refería a sus "visiones". Pero cuando dijo de volver o no con sus compañeros, Caroline no se lo pensó mucho -Prefiero regresar con ellos, si no le importa. Ahora mismo, no quiero estar sola- dijo.

El hombre asiente como si lo esperase. Se levanta y sale de la habitación, sin llegar a cerrar la puerta. Caroline pudo escuchar como daba instrucciones a alguien en el pasillo, y pocos minutos después una enfermera entro en la habitación dispuesta a llevar a Caroline en una silla de ruedas hasta la zona que le habían asignado. Tuvieron que recorrer varios pasillos de estancias cerradas y ascender un piso, pero pocos minutos después estaba de nuevo en la zona Rosa.

El enfermero acababa de servir la tercera bandeja cuando Caroline entro en el comedor para sorpresa de todos. Iba en una silla de ruedas que empujaba una enfermera. El joven que había servido las tres bandejas la miro sorprendido. Y tras unos momentos de vacilación se excusó indicando que iría a por una bandeja de desayuno para Caroline. Era evidente que no habían esperado que volviese tan pronto.

En el comedor se encontraban Joy y Richard que apenas habían tenido tiempo de sentarse a la mesa con sus bandejas. El olor de las tortitas y el sirope de chocolate impregnaba la estancia.

Caroline alzó la mirada al entrar en el comedor. Estaba muy débil y demacrada, casi anémica. Al ver a sus compañeros, esbozó lo que pretendía ser una cálida sonrisa, pero la falta de luz en su mirada, y la palidez de su rostro, convertían aquel gesto en una extraña mueca.

-Hola, chicos...- dijo, apesadumbrada. Se la veía bastante cansada.

Realmente no se sentía bien, el tratamiento la tenía hecha polvo, pero hizo un esfuerzo para aparecer en el comedor. Se sabe de sobra que uno puede mejorar cuando se reune con gente con la que compartir un rato, y mejor aún, con aquellos que podrían comprenderte bien en esto. De todos modos seguía necesitando un maldito cigarrillo.

Camina casi arrastrando los pies por los pasillos mientras se mordisquea las uñas de la mano, con el esmalte azul marino eléctrico casi desconchado por completo. De alguna manera tenía que aliviar la ansiedad y lo pagaba con sus pobres dedos.

Cuando llega al salón piensa en comer algo para tapar la ansiedad por la nicotina. Cuando de pronto, aparece Caroline.

El mundo se le cae encima. Deja caer la mano como si tuviera el brazo muerto, haciendo un ruido seco contra su muslo. Observa a Carol casi aterrorizada, abriendo muchísimo los ojos (que ya es suficiente con sus rasgos) y cuando siente que puede reaccionar, niega lentamente la cabeza.

Como si la empujase el impulso de saber qué pasaba, camina deprisa hasta la silla y las pocas fuerzas que ya tenía mas el temblor de piernas, la hacen clavar las rodillas en el suelo junto a la silla y apoyar las manos en el posabrazos de ella.

- Carol... - Dice en un hilo de voz casi, moviendo los labios húmedos por haberse estado comido las uñas. La mira por completo, las piernas, su cuerpo, su rostro, con el rostro compungido - ¿Qué es esto? ¿Qué te ha pasado? ¿Qué es esto? - Repite las preguntas de forma inconsciente, dejándose llevar por el malestar.

Los nervios pueden con ella, no está lo suficientemente bien como para asimilar aquello de una forma mejor. Al menos parecía estar mejor que su compañera.

- No pasa nada, pero ten más cuidado-terminó por decirle a Richard, no parecía enfadada, en absoluto. Parecía más bien 

A Joy se le iluminaron los ojos al ver las tortitas humeantes y respiró bien hondo para que el olor inundase sus fosas nasales. Sintió que su estómago gruñó y la niña se puso de rodillas sobre la silla para poder llegar mejor a la mesa y poder alcanzar su ansiado plato de tortitas. Las inundó en sirope de chocolate y se llevó el primer trozo a la boca. Para ella, eran las mejores tortitas que había probado en su vida... aparte de las de su madre, claro. 

En ese momento entró Caroline en una silla de ruedas y después entró Maia, que tampoco tenía muy buen aspecto a decir verdad. La niña miró con  curiosidad a la primera.

- Tienes mala cara, come tortitas-le dice-. Cuando estaba en el hospital, también me llevaban de un sitio para otro en una silla de ruedas. Era divertido, hacía carreras con BubbyBonny... siempre ganaba yo-dice hinchando el pecho con orgullo-. Pero no te preocupes, pronto nos pondremos todos buenos, como Carlos-intenta consolar a Caroline y a los demás-. Me dijo la doctora que se fue. Y me dejó su moneda mágica-la muestra a los demás y la vuelve a guardar en el bolsillo. 

Richard sonrió perezosamente al ver que Joy no se lo tomaba a mal y cuando llegó el desayuno levantó la cabeza y la boca se le empezó a hacer agua al ver aquellas tortitas.

"Vaya, esto si que no me lo esperaba..."

Pero el que solo hubiese tres bandejas hizo que un pequeño escalofrío recorriese su cuerpo. Faltaba la de Carlos y la de Caroline.

Joy empezó a comer, pero Ricky aun seguía dándole vueltas ahora ya más despejado. Entonces se abrió la puerta y al ver a Caroline con aquel aspecto no supo si alegrarse o seguir confuso. Maia llegó y Richard se levantó.

-Buenos días a las dos. -Comenzó a apartar la silla de su lado cuando escuchó a Joy hablar sobre ponernos buenos y no pudo evitar acariciar su mejilla con el torso de su mano. Luego miró hacia Caroline.- Puedes aparcar por aquí si lo necesitas, ya has oído a la pequeña brujita, ahora toca recomponerse y mejorarse. -Arrastró su bandeja frente al hueco que había dejado libre para la silla.- Aun no lo he tocado, puedo esperar a que traigan el tuyo.

Sonrió y se sentó de nuevo.

Pero no hizo falta esperar demasiado. El enfermero de antes volvió a aparecer con una cuarta bandeja, esta con el nombre de Caroline, poco después de que llegase Maia. Probablemente las tenían preparadas, aunque por algún motivo las hubiesen dejado apartadas.

Deposito la bandeja en el sitio que quedaba libre, y se dirigió hacia la puerta del comedor. En ese momento, se escucho un pequeño pitido, y el hombre metió la mano en su bolsillo para extraer un pequeño dispositivo móvil. Leyó la pantalla y se detuvo. Parecía algo contrariado.

- Cuando terminen el desayuno deben volver a sus habitaciones. La Doctora me dice que han decidido adelantar el próximo tratamiento. Sera dentro de una hora.

El joven guardo de nuevo el dispositivo y salio de la estancia. Parecía tener prisa.

Le cuesta, pero se va levantando lentamente del suelo. Se siente confusa, todos parecen darle poca importancia al estado de Caroline ¿era la única que no sabía que estaba tan mal?

Suspira tratando de recuperar la compostura aunque poca le quedaba. Cuando mencionan que en una hora retomarían el tratamiento su gesto palidece y se torna atemorizado y confuso. Niega con la cabeza, no soportaría empeorar, no por hoy...

Mira a Caroline y luego mira hacia los demás ¿qué hacer ahora? ¿comer? ¿para luego vomitarlo?

Caroline apoyó su mano sobre la de Maia cuando la chica se arrodilló frente a ella.

-Tranquila, Maia, es por el tratamiento, pero estoy bien, sólo un poco débil - sonrió con ternura y miró a Joy de reojo, antes de mirar a Maia -.No preocupemos a la peque, ¿vale?

Movió la silla de ruedas en cuanto Maia se apartó para situarse en la mesa. Cuando la niña comentó lo de las tortitas, Carol asintió con la cabeza -Pues comeré tortitas para ponerme tan fuerte como tú- le dijo, mas ante la mención de Carlos, la joven abrió los ojos de par en par y miró al personal de las instalaciones. Parecía asustada y nerviosa, y no abrió la boca hasta que dejaron la bandeja de comida frente a ella y el enfermero se alejó -Carlos...- musitó, removiendo la comida. ¿Sabrían Richard y Maia lo sucedido? Miró a ambos, con los ojos humedecidos, pero se obligó a recuperar la sonrisa por Joy -Sí, peque. Carlos se despedió de mí antes de irse, me dijo que te mandaba un abrazo muy, muy grande, pero estabas dormidita cuando se fue, y no quiso despertarte- miré a Maia, y a Ricky, y suspiré -. Luego quiero contaros algo...

Si es que sobrevivo al tratamiento, pensé, al ver que lo habían adelantado. ¿Por qué tan pronto?

Richard comenzó a comer en silencio mirando un punto concreto pero perdido en su mente, no le gustaba hablar mucho mientras comía, tendía a perder el hambre a la mínima distracción aunque solo hubiese pegado tres bocados.

En su mente daba vueltas aquel tratamiento, para que negar lo evidente, ver así a la chica realmente le asustó un poco, iba a ser duro el camino, ¿por qué habría pensado que todo a ir bien y mejorar? No era así al principio, pero el ver como eran aquellas instalaciones, parecía tan de ciencia ficción, como en una película donde todo podría llegar a ser posible, realmente había podido llegar a pensar que llegaría el día en el que saldría y volvería a ver a su hermana de nuevo, de pararse frente a su gente...y cantar a pleno pulmón hasta quedarse exhausto.

"Sin duda eso sería un gran primer día."

Pero el notar los ojos como unos ojos lo miraban, como por arte de magia, despertó y pudo escuchar las últimas palabras de Caroline.

-¿Eh? Ah... esta bien. 

"¿Antes o después de la medicina mortal? Por si es demasiado tarde..." Con sus amigos podría haber llegado a soltar esa broma, pero se lo pensó dos veces, aun no se conocían mucho y podrían malinterpretar su, en ocasiones, indiferente visión de la vida.

Los minutos parecen darse demasiada prisa en el reloj de la pared. Casi como apurándoles a disfrutar de este inusual desayuno. La cercanía del próximo tratamiento, minaría la moral de cualquiera, y sin embargo es la razón de que los cuatro sigan en este lugar alejado del mundo y de toda la gente que conocen.

Los cuatro pacientes terminan  el desayuno sin más interrupciones, y con media hora por delante antes del siguiente tratamiento.