Partida Rol por web

Maia esta a punto de salir de la estancia cuando se da cuenta de que Caroline se esta moviendo. Tiene los ojos abiertos aunque es evidente que apenas se le esta pasando el efecto de la anestesia. La reacción de Maia hace que Richard comprenda lo que ocurre y con cuidado baja a Caroline, sujetándola con fuerza para evitar que se desplome.

Todo había sido un mal sueño. Al abrir los ojos, Carol se cuenta de que Richard estaba cargando con ella. Vio a Maia y escuchó lo que decían.

-¿Joy...?- aún estaba un poco mareada. Ricky la dejó en el suelo y la joven se sujetó como pudo a su compañero -¿Qué ha pasado?- preguntó, confundida. Entonces, la imagen de la pequeña vino a su mente y Caroline abrió los ojos, alarmada y dio un paso hacia Maia, sujetándola del brazo.

-Tienes que salvarla, está en peligro... sòlo tú puedes ayudar a Joy- con los ojos vidriosos y el miedo reflejado en ellos, añadió: -. Su vida... depende de ti, Maia.

Antes de seguir mirando para ningún lado ve que Caroline recobra el sentido y se acerca a ella preocupada y aliviada a la vez - Eh Carol…

No le da tiempo a hacer o decir nada más cuando la sujeta así del brazo y la mira arqueando las cejas. Al pedirle que su vida dependía de Maia, se encoge un poco sobre si misma y vuelve a colocarse erguida, angustiándose - Caroline… Pero está en el quirófano… le van a abrir el cerebro ¿quieres que entre y me la lleve? ¿así sin más? me verán, me agarrarán y harán saltar la alarma…

Al decirlo en alto sonaba aún mas descabellado, sin embargo, ganas no le faltaban de hacerlo.

Cierra los ojos y alza las manos - Vale… Soy capaz pero necesito un plan - No podía hacer más.

La joven arrugó la frente preocupada al escuchar que iban a abrirle el cerebro a la pequeña. Pero la determinación de Maia la hizo suspirar aliviada. Por lo menos intentarlo, pensó.

Necesitaban un plan, ella sabía que no era más que un estorbo, una carga en su estado. Pero se esforzó por pensar una alternativa para que pudieran sacar a la niña.

-Luces...- musitó -Quizá hay un generador de emergencia, pero si os dais prisa, uno puede cortar las luces y otro sacar a la niña... yo, poco puedo hacer, salvo- una idea de bombero cruzó por su mente, algo que había visto en una peli -... quizá con algo de epinefrina, una dosis baja, pueda estimular mi cuerpo para que responda durante un breve período de tiempo y ayudaros.

El que Caroline despertara fue un alivio, sería mucho más fácil salir de allí ahora. O eso pensó en un principio, pues resultó ser todo lo contrarió, bastaron unas pocas palabras con demasiado sentimiento para que la voluntad de Maia quebrase y se declinase por la idea de entrar en el quirófano.

Estamos locos y delirando por realmente seguir dándole vueltas a entrar en aquella sala.

No pensáis con claridad, debéis estar aun medio dormidas. Ahí dentro hay cuatro personas, ahí fuera un guardia -dijo señalando respectivamente el quirófano y la otra puerta, luego continuó hablando de prisa pero sin alzar el volumen.- Y no tenéis ni idea de cuánta gente más puede haber por alrededor. ¿Y nosotros? Tres enfermos que acaban de despertarse de una dosis de morfina y alguno de una dosis de MOSCAS y HORMIGAS. Por no hablar de que si conseguimos coger a Joy, no sabemos en que estado esta realmente ahí dentro, puede que sacarla al a fuerza sea peor. Sigo prefiriendo buscar primero una salida segura y luego ver que hacemos...

Decir todo aquello friamente causó que finalmente aquello que tenía dentro por abandonar a la niña saliese en forma de una pequeña lágrima que rápidamente secó.

De pronto, la idea de Caroline le parecía brillante. Tenía la adrenalina por las nubes y aquello fue un impulso total, quería salvar a Joy fuera como fuese y sólo necesitaba esa palabra tan sencilla para hacerlo.

Sin embargo Richard la trae de vuelta a la realidad y tuerce los labios angustiándose de nuevo, aunque no tanto, las ganas de ir a aquel quirófano, irrumpirlo y sacar a la pequeña le asaltaban cada vez con más ímpetu en su cabeza.

- Richard, yo también pienso que lo que tu dices es más lógico, es totalmente correcto y menos impulsivo, porque haríamos un acto suicida. Pero... ¿de veras crees que luego podremos hacer algo? la pequeña puede estar muerta cuando lleguemos. Yo soy rápida, flaca y escurridiza, podría colarme fácilmente, estoy acostumbrada a robar... Pero necesito que el plan sea sólido y firme, si Richard nos flaquea... no podré - Estaba algo insegura, necesitaba un "si, hazlo" o un "no, vamonos" pero no estar en medio.

Al escuchar a Maia, le pareció que tal vez no todo estaba tan perdido.

Obvio que no creo que luego podamos hacer algo...o si, pero lo dudo mucho, ¡Solo intento que alguien salga vivo! O que al menos salga...

-Si de verdad vais a continuar creyendo que vamos a poder siendo inferioridad en numero, en fuerzas y en idea de donde carajos estamos y como se sale de aquí, vamos a ello, pero por lo que a mi respecta, sigo prefiriendo quedarme haciendo guardia -Hizo una pausa pensando un poco, pues el quedarse los tres esperando tampoco parecía lo mejor- Si queréis, alguna puede aventurarse en busca de algo que nos sirva de ayuda por alguna de las otras puertas del pasillo...

Su cabeza ya pasó a la siguiente fase y comenzó a pasear la vista por la habitación buscando algo que utilizar como arma. ya fuese algo afilado, contundente...o las dos cosas.

No tengas miedo.

La voz que escucha la joven Joy le resulta muy familiar, y sin embargo no es capaz de ubicarla. Trata de abrir los ojos pero el esfuerzo es demasiado grande y parece que nunca va a conseguirlo.

Pese a la oscuridad y su incapacidad de moverse no siente miedo, sino una extraña calma. Todo parece estar bien, quizá esta soñando.

Sigue mi voz, pequeña

Una vez mas esa voz conocida, esa voz de alguien a quien la niña no acaba de ubicar. Y sin embargo sabe que puede confiar en la voz y por eso trata de centrarse en ella.

Aquí, es por aquí Joy.

La joven se concentra en la voz y poco a poco, de alguna manera que ella misma no acaba de entender, siente que se acerca hacia ella. Una luz blanca ilumina todo a su alrededor, es tan brillante que la niña no puede ver nada, pero la intensidad disminuye y entonces comienza a ver sombras, sombras difuminadas que poco a poco cobran claridad.

Se encuentra en un quirófano, la luz blanca baña la estancia impidiendo que haya sombras, mientras cuatro personas, posiblemente médicos parecen atender a un paciente tumbado sobre la camilla. Reconoce a la doctora Neville, que observa un monitor mientras da ordenes incomprensibles al resto de médicos. Joy trata de entender lo que dicen pero sus voces están distorsionadas y no logra hacerlo.

De pronto entiende quien es el paciente. Se ve a si misma tumbada sobre la mesa mientras los doctores se mueven a su alrededor. El monitor hace un sonido continuo y desagradable, un pitido que la angustia, pero la angustia solo dura un momento. La Doctora apaga el monitor y se vuelve hacia otro médico pidiéndole que le alcance algo. Una sierra, una sierra circular.

Joy aparta la mirada, pero sus ojos se encuentran con otros ojos. Hay alguien más allí, alguien que ella conoce. El dueño de aquella voz familiar. Carlos, el mago. De pronto Joy comprende que Carlos nunca se fue de allí. Pero por alguna razón sabe que no tiene que tener miedo de él.

Los ojos de Richard se posan sobre los goteros, o mas concretamente sobre los ganchos de los goteros. Una pequeña rosca permite extender la altura de cada uno de ellos, pero en esencia se trata de dos tubos metalicos, uno mas ancho y otro mas delgado. No resulta dificil sacar la parte de arriba y utilizarla como una barra de metal.

Caroline se mantiene en silencio mirando a Maia y a Richard, y sin que tenga que decir nada sus ultimas palabras resuenan en los oidos de todos. Es evidente que ella no va a abandonar a Joy. Puede que sea una locura, pero tanto Richard como Maia se dan cuenta de que nada que puedan decir convencera a Caroline, porque para ella no se trata de una idea. Puede que sea locura, pero ella esta convencida de que la vida de Joy depende de Maia. 

Al ver los goteros pensó en usar una parte como arma, pero tal vez era mejor llevarse el gotero entero, aunque no el suyo, así tal vez podría disimular con el y no pesaba tanto. Así pues, en silencio se dirigió hacia el de Maia y volvió junto a la puerta. parándose de nuevo frente a las dos chicas como si esperase una respuesta verbal respecto a que decisión iban a tomar.

Miró a ambos con la respiración cada vez más acelerada. Tragó saliva, se humedeció los labios y fue sintiendo como iba subiendo la adrenalina poco a poco.

Vió la decisión en el rostro de Richard y arqueó las cejas, tornando su gesto facial en una sonrisa algo temerosa. Finalmente le asintió con la cabeza - Vamos a hacerlo... Recordad una cosa, tenemos algo que ya no nos importa perder y que ellos aún valoran: nuestra vida. Yo la daré para salvar a Joy, prefiero morir salvándola o intentándolo que morir jodida por un cáncer con la culpa pesándome durante lo poco que me quede de vida...

Joy escucha esa voz que, aunque no es capaz de reconocer, sabe que solo augura cosas buenas. Ese tono suave, calmado y cálido hace que se relaje, que no tenga miedo a pesar de no saber dónde está ni qué es esa luz que la ciega tanto. Avanza lentamente, no sabe cómo, hacia esa voz llena de paz. Cuando es capaz de enfrentarse a la luz sin sufrir demasiado daño, puede ver que está en un quirófano, solo guiándose por el olfato podría saber que es un quirófano. Por un momento su pequeño corazón se detiene, nunca le gustaron los quirófanos, ni las operaciones (aunque la habían sometido a ellas más de una vez)... Sus padres se ponían tristes cada vez que entraba en esas salas, la niña relacionaba el quirófano con la tristeza antes que con cualquier otro sentimiento. 

Aparta la mirada de los médicos, deja caer la cabeza hacia un lado, donde puede ver la figura de dónde provenía la voz. Lo mira, confundida... ¿Carlos no se había ido? Tal vez había vuelto para estar con ella, quizás solo quería jugar o cuidarla. Ese sentimiento la hace sonreír. Siente los ojos pesados y el cuerpo apenas reacciona cuando intenta estirar un brazo en su dirección, como pidiéndole la mano.

- Carlos...-murmura con voz pesada-. No te has ido...-continúa, cierra los ojos un momento-, tengo tu moneda... mágica... la cuidaré... mucho...

- Ya lo sé princesa - dice Carlos con una sonrisa mientras alarga una mano hasta hacer una pequeña caricia en la mejilla de la niña – pero no estoy aquí por eso.

Su rostro adopta cierta seriedad, algo que en el poco tiempo que han pasado juntos, Joy nunca le ha visto hacer.

- Joy, las cosas van a ser un poco extrañas a partir de ahora, pero no debes tener miedo. Caroline cuidara de ti. Ahora mismo está detrás de esa puerta – dice mientras señala una de las puertas de entrada al quirófano – van a sacarte de aquí, y nadie podrá detenerlos.

Aunque Carlos trata de mantener los últimos atisbos de una sonrisa en su rostro, este se muestra sombrío.

- Pero tampoco estoy aquí por eso princesa. Solo he venido para decirte que aunque quieres volver a ver a tus padres, aun no debes hacerlo. Van a pasar muchas cosas, algunas muy malas y otras maravillosas. Al final todo será distinto, pero al principio todo el mundo estará en peligro y quien esté cerca de vosotros estará en peligro.

Una vez más la mano de Carlos acaricia con suavidad la mejilla de la niña, y esta puede ver como sus ojos brillan, casi como si estuviese a punto del llanto.

- Lo siento princesa porque tienes que ser mayor de repente y sé que será duro, pero al final te darás cuenta de que realmente eres una niña muy especial.

Suspiró.

Que remedio...

Se fue hacia la puerta e intentó abrirla sin hacer ruido y coger a la doctora, vigilando a los demás.

Total, estamos muertos...

La puerta del quirófano se abre y Joy puede ver a Richard entrando. Parece que Carlos tenia razón, ya que Caroline y Maia avanzan tras el. Algo ocurre, aunque Joy no entiende que, pero de pronto los cuatro médicos parecen asustados, y comienzan a retroceder. La propia doctora hecha a correr hacia la puerta opuesta del quirófano, y otro de los médicos la sigue, aunque la pequeña es incapaz de entender a que tienen miedo.

Se vuelve hacia Carlos quizá para preguntarle algo, pero el mago ya no está. Se ha desvanecido súbitamente.

La puerta se abre despacio y sin hacer apenas ruido. Las cuatro personas del quirófano están absortas en la labor que realizan, y en un principio ni siquiera se percatan de la inesperada presencia. En la habitación reina el silencio roto solo por el ruido de las herramientas que manejan los cuatro doctores.

Pero esa ausencia de más sonido es lo que capta la atención de Richard, Maia y Caroline, que vuelven sus ojos hacia el monitor de la pequeña Joy. No se escucha el familiar bip que indica los latidos, pues alguien ha quitado la voz al monitor. Sin embargo este si está funcionando. Una línea verde atraviesa la pantalla en horizontal convirtiendo este momento en una auténtica pesadilla. Joy ha muerto.

Alguien deja escapar un gemido de angustia y los cuatro cirujanos se vuelven hacia el grupo sorprendidos. Pero la sorpresa de sus ojos se borra para ser sustituida por el pánico. Dos de ellos retroceden alejándose de la niña con las manos en alto, mientras que la Doctora y el cuarto del grupo salen corriendo hacia otra puerta al fondo del quirófano.

Todo iba "bien", había temido por si la puerta emitía algún sonido alarmando a los que allí se encontraban, pero fue a Richard quien al mirar hacia el monitor quedó completamente paralizado.

Mierda. ... ... ...

Su mente quedó en blanco tan solo un par de segundos, los suficientes para darse cuenta de que todos se habían girado hacia ellos. Pero ya era demasiado tarde, habían perdido la batalla y a un soldado antes de empezar. 

Si tan solo me hubiesen hecho caso... si no me hubiese dejado convencer...

-No, la culpa no es de ninguno de nosotros. - Mientras murmuraba en alto, aunque con los dientes apretados, se dirigió con el gotero en horizontal hacia los dos que allí quedaban haciendo que retrocediesen hasta la pared mientras alzaba aquel instrumento a la altura de sus cuellos- No os mováis, puede que os duela. ¡Ey, alguna de vosotras dos, ayudadme, coged a uno de estos dos,no piramos corriendo por la puerta del guardia, mirad si veis algo para atarlos, si no dejadlo.

Estaba claro, no había otra, si querían salir de allí debía ser con rehenes, no iban a dejarlos salir por las buenas y más vale que ahora si les pareciera buena idea su plan.

Miró de reojo, sin dejar de vigilar a aquellos dos por si intentaban algo, para ver si veía con que atar sus manos.

Debilitada como estaba, Caroline hizo acopio e las fuerzas que le quedaban para seguir a Richard y a Maia hacia el quirófano. Al entrar, la joven abrió los ojos de par en par, perpleja, al ver el monitor al que Joy estaba conectada... no había pulso. La niña había muerto.

-No...- musitó con los ojos humedecidos. Sin pensárselo, cogió un bisturí de una de las bandejas y agarró a uno de los médicos que tenían las manos en alto, en señal de rendición. Con un brazo, apresó el torso del sanitario y acercó el bisturí con la otra mano hasta su cuello, justo debajo de la oreja, donde estaba la carótida -Hijos de puta... ¡¿qué le habéis hecho?!- masculló entre dientes mientras su debilidad quedaba a un lado, sustituída por algo que le renovaba las fuerzas: la rabia.

Los dos aterrorizados cirujanos comienzan a retroceder ante el avance de Richard, hasta que este les ordena que no se muevan. Se detienen repentinamente, a un par de pasos de la pared con los ojos desorbitados de un terror inenarrable. El desafortunado objetivo de la chica, ni siquiera se resiste cuando Caroline amenaza con el bisturí su garganta.

Se detiene ante aquella situación. Siente como nuevamente, los nervios se apoderan de su cuerpo y comienza a temblar, pero no por ello le impide dejar de pensar y actuar con rapidez.

Observa las reacciones de sus dos compañeros y los mira confusa y con la respiración agitada ¿Qué puede hacer ella que no tuviera consecuencias negativas?

Y ahí estaba su respuesta. El cuerpo innerte de la pequeña, descuidada y manipulada por personas frías y sin compasión ninguna. Se acerca lentamente a Joy y comienza a quitarle todos los cables que la mantienen unida a las máquinas, comprobando su respiración y su pulso de todas las maneras que conoce mientras siente como las lagrimas recorren sus mejillas.

Pasa las manos por el cuerpo de la niña para cogerla en brazos y suspira pensando en miles de cigarrillos y la risa de Joy suena de fondo en su cabeza.