Partida Rol por web

Los ojos de Sophia fueron los primeros en abrirse y tras ello, lo unico que hubo a su alrededor era silencio, silencio y calma, sus pupilas poco a poco fueron acostumbrandose al espesor de la oscuridad de aquella habitación, la oscuridad de aquella.... ¡¡¡Prisión!!! ¿Qué hacía en aquella celda?.

Al mirar a su alrededor todos sus compañeros estabán junto a ellos, aun inconscientes o dormidos, no sabía lo que había pasado ni quedaban fuerzas en su cuerpo como para querer saberlo lo único que ahora asaba por su mente era descansar... miró aturullada entre los compañeros queriendo encontrar a Ana en la celda y la encontró... sola... en una de las esquinas con los ojos abiertos de par en par y sin dejar de mirarla.

Entonces su cabeza quiso buscar al sacerdote el cual tambien se encontraba entre ellos pero ahora a pesar de los sucedido no tenía fuerzas que malgastar con aquel pequeño increpito de la sociedad, simplemente observaba y su interior maldecia.

Pri... prisión?? qué diablos...? qué...?

Mi cabeza no cesaba de dar vueltas y vueltas... no alcanzaba a comprender lo que sucedía. Intenté levantarme y no pude hacerlo... miré a Ana cuando encontré su posición e intenté acercarme a ella arrastrándome por el suelo. Por qué nos han hecho esto? mejor que eso, qué nos han hecho?

El sacerdote estaba inconsciente, al igual que todos los demás, asíque no me preocupé por hacerle pagar lo que había dicho de mi pequeña...

Conseguí acercarme a ella y elevarme lo suficiente como para poder abrazarla por la cintura. Ana, cielo, estás bien? no tienes que asustarte, voy a estar contigo... voy a estar contigo...  Dime, has visto a quien nos ha metido aquí?

Todo el tiempo mi voz sonó débil, pero conseguí camuflar el miedo que me inundó cuando comprendí que nos habían encerrado... una celda, oscura, húmeda, fría... pequeña... dios mío...

Ana está cayada solamente sabe mirar al frente, y no contesta ante las palabras de Sophia su mirada es fija y quieta.

Ana, cariño, di algo, por favor. Mírame aunque sea... Me estás asustando, pequeña... Vamos, nadie puede escucharnos ahora, nadie puede oírnos... por qué no me cuentas lo que pasó, cielo? yo puedo protegerte...

Necesitaba una razón confirmada para no sentir remordimientos por mis actos, si el viejo verde se acercaba más de la cuenta a ella... tenía que saber qué le había hecho, por qué se había asustado... necesitaba conocerla...

Seguí abrazándola por la cintura, incapaz aún de incorporarme...

Ana aun permanecía inmovil e impasible, mientras en una zona de la habitación muy cerca a vosotras se iba desperezando Alexandra de su letargo.

Poco a poco voy abriendo los ojos, siento un dolor fuerte en las sienes y me llevo las manos temblorosas. Mi vista se va acostumbrando levemente a la penumbra de la zona donde me encuentro. Me incorporo un poco y miro a mi alrededor. Sorprendida compruebo que nos encontramos todos en una especie de celda, el resto parece estar en una especie de letargo menos Sophia que se halla intentando llamar la atención de esa niña tan desvalida...

Tardo un poco en darme cuenta de la realidad de la situación. Imágenes de lo vivido anteriormente van volviendo a mi recuerdo. Nos encontrábamos en esa casa, esperando al señor Le Mont, conjeturando sobre los motivos de nuestra presencia allí, y de repente... Todo se vuelve oscuro. Empiezo a ponerme muy nerviosa, intento levantarme aunque mis piernas me fallan y con un grito ahogado caigo de rodillas, siento mis mejillas húmedas, por lágrimas que empiezan a correr... Intento hablar, aunque mi lengua parece torpe, como si de una suela de zapato se tratase... So... Sophia... Digo débilmente. Don... Donde estamos? Qu... Que ha ocurrido? Poco a poco voy recuperando la voz, aunque a medida que la recupero parece que mi estado de nervios se va alterando, quizás por el hecho de ir despertando cada vez mas a esta realidad... Consigo levantarme y mantenerme en pie, torpemente me encamino sorteando los cuerpos que se hallan esparcidos por la celda, hacia la puerta que se encuentra al fondo. Intento mirar a través de las rejas, que puedo observar a través de esos barrotes que nos separa de la libertad. Mis manos se aferran fuertemente, ayudándome a mantenerme en pie mientras siento como mi cabeza empieza a dar vueltas... Elia, donde estás?... Te necesito...  Murmuro para mi misma...

Apenas noté que alguien más se levantaba, solo tenía en mi mente el poder hacer reaccionar a Ana. La espalda me dolía por la postura, e intenté estirarme soltándola un poco.

Mi cabeza daba vueltas aún, y mi estómago se encogía del miedo, así que no presté atención cuando Alexandra me habló, hasta que pronunció un nombre... un nombre de alguien que no estaba allí... o eso creía yo...

Alexandra? estás bien? pa... parece que nos han... encerrado... o algo así... quién es Elia?

Ana seguia mirando al frente pero esta vez sonreia, parecía algo más calmada.

Me giro al escuchar a Sophia, mi mirada parece un poco asustada, y la dirijo hacia donde está mi marido. Comprobando con un suspiro de alivio que continúa dormido... Está tan guapo cuando duerme... Me doy cuenta de que me he quedado embobada mirándole. Aparto la mirada y la clavo en Sophia. Elia?... Ella es mi mejor amiga, casi una hermana para mi... Pero por favor, no le digas a Mario que te he hablado de ella....  A él no le cae nada bien.

Me apollo en las rejas y dejo resbalar mi cuerpo hasta quedarme sentada. Paso mis brazos alrededor de mis rodillas y me quedo con la mirada perdida... Sophia... No sabrás por casualidad donde nos encontramos verdad? Y pensar que creíamos ser una especie de elegidos, todo eso para caer en una burda trampa... Siento como un escalofrío recorre mi espalda, mientras no paro de darle vueltas a la cabeza, pensando en lo idiota que me siento...

El tiempo va pasando y por ahora solo tres de vosotros estaís conscientes Ana, Sophia, Alexandra y parece que el siguiente es Mat.

No sabeís que hora es pero los minutos se hacen eternos ante aquella situación...

No sé dónde estamos... debe ser el sótano de la casa... quizá era antigua y nos encontramos en las mazmorras... no tengo ni idea... qué hacemos aquí? no van a explicarnos nada? ... Tranquila, no voy a decirle nada a Mario...

Me di cuenta de que la reacción de Ana estaba cambiando, y aprovechando que las piernas se me estaban desentumeciendo me senté algo más recta. Ana cielo... qué pasa? por qué no me hablas?

Miré a mi alrededor dándole vueltas a la mente... parecía que Mat estaba despertando, sabría él algo? Cuánto tiempo llevábamos aquí?? qué ocurría?

Vi a dos mujeres, una era joven, quizá universitaria, y la otra era mayor. Apenas las recordaba... no habían hablado con nadie mientras estábamos en el bufet...

Oye, Alexandra, conoces a esas dos? quienes son? creo que te vi hablar con la mayor cuando llegaste, pero luego no han hablado con nadie, verdad?

Sigo con la mirada la mano de Sophia, cuando ésta me señala a las dos mujeres que todavía continúan en estado latente...

Bueno, sí, la conozco, su nombre es Elena. Hemos coincidido alguna vez en la iglésia y al salir nos hemos ido a tomar un café juntas. Es universitaria, y parece muy buena persona. Supongo que no habló mucho ya que se debía encontrar mal, aquí sola...

Yo si no me hubiese encontrado a Mario, me hubiese querido morir... Joder, siempre con esa ñoñerías... E...Elia???... Shhhht!!!

Por un momento me he quedado con la mirada perdida, absorta en mis pensamientos. La sombra de una sonrisa ilumina mi rostro. Feliz de escucharla por fin...  Siento como los músculos se me empiezan a entumecer, demasiado rato sentada en la misma posición, aquí, en el suelo frio y duro. Me levanto estirando un poco la espalda... Bien, así estoy mejor...

Con la mirada empiezo a recorrer los cuerpos de las personas que todavía no han despertado. Me parece ver que el hombre que se presentó como Matt empieza a moverse. Miro a Sophia señalándole su cuerpo... Bueno, parece que esa droga que hayamos tomado empieza a perder efecto... Me acerco a Matt y con una mano le zarandeo suavemente, intentando hacerle volver al mundo de los despiertos.

Abrió los ojos, pero era evidente que no había estado durmiendo, su cuerpo estaba cansado . Recordó lo que había pasado, donde estaba y el por que había venido.  Mat intentó incorporarse, y entonces se dió cuenta de que necesitaría un par de minutos para recobrarse de la droga que le habían administrado.

Se incorporo un poco para inspeccionar el lugar donde se encontraba. Era un lugar HUmedo, frio y oscuro que tenía toda la pinta de una de esas antiguas carceles. echo un vistazo a los grilletes de la pared y las rejas de metal que impedían que pudieran salir. un vistazo al sucio lavabo que había y al camastro de metal sobre el que estaba tendido. -Esto me cuadra mas.

Mat se fijo en los cuerpos de sus compañeros, tanto en los que ya se habían despertado, como los que aún permanecian en brazos de morfeo.

- ¿ Como esta Ana? - fué lo primero que dijo, y su voz sonó  cascada y adormilada

Bueno, por lo menos sabemos otra relación...

Me giré hacía Mat cuando Alexandra fue a zarándearlo para ayudarle a despertarse, cada vez quedaban menos por despertar... pero eran más de los que estábamos despiertos...

Volví a observar la prisión. Un solo catre, un inodoro al descubierto (cómo era lógico en una mazmorra), unos grilletes colgados de la pared que volvieron a provocarme un escalofrío a lo largo de la columna... los llegaremos a necesitar?? Y un solitario taburete arrojado a un lado de la pared... temía que habría disputas... quizá estaríamos bien al principio... pero no dudaría...

Ahora está más tranquila, pero no habla... contesté a la pregunta de Mat mientras besaba la coronilla de Ana. Me volví a mirarlo. Cuánto tiempo crees que estaremos aquí? quiero decir, crees que el tal señor "Le Mont" dará la cara ante nosotros? que nos dirá algo?

Mat se incorporo y tras frotarse los ojos se centro en las chicas. - Esto es obra de ese Le Mont, esta jugando con nosotros.  Ahora si me permitis voy a ver como estan. quizás pueda hacer algo por ellos. -Dijo tras incorporarse, no sin ciertos problemas

La niña empieza a reirse y tira del vestido de Sophia y dice entre risas:

Mi papá ha dicho que va a venir a vernos...... jijijijijij

La expresión de asombro de mi cara fue más allá del extremo. La incredulidad estaba tan patente en mi tensión corporal que me quedé sin respiración, como una vara, con los dedos engarrotados pero sin apretar alrededor de los brazos de Ana. El estómago me dio un vuelco y la cabeza se me fue un poco hacía atrás por el repentino mareo, golpeándome con la pared de piedra.

La miré y mi voz salió ronca y, sin embargo, tan suave, que más que un susurro pareció un respiro. Has dicho papá?

Me aparto de Matt cuando éste se incorpora... Me acerco hacia la pared y sin hacer nuevos comentarios me vuelvo a dejar caer, quedándome apoyada. Siento como un vacío en mi interior. Una presión en el pecho, lo que hace que me cueste un poco respirar... Inhalo fuertemente el poco aire que llega a mis pulmones. Empiezo a notar los primeros síntomas de un ataque de ansiedad y temo perder el control... Escuchar las preguntas inciertas de Sophia, y desconocer las respuestas. Cada vez soy más consciente de la situación... Quizás la medicación que tomo está dejando de surgir efecto... Me llevo la mano al bolsillo buscando mi potecito de pastillas... No, Alex, no te las tomes... Tú puedes controlarte sola, no necesitas esas mierdas... Bajo la cabeza apoyándola en los brazos doblados que a la vez se hayan apoyados sobre mis piernas dobladas... Unas lágrimas empiezan a correr por mis mejillas mientras escucho como Matt empieza a levantarse para ir a ayudar a los demás. Siento ganas de decirle que a Mario lo deje tranquilo... Que está mejor cuando duerme y suele tener mal despertar, pero la voz no llega a salir por mis labios.

Cita :

Levanto la cabeza y observo con una mirada algo asustada a la niña. Verla de repente hablar, o quizás es esa risa en este sitio, me provoca un escalofrío que recorre todo mi cuerpo.

Tu papá dices?

Pregunto con una voz temblorosa, sin apartar mis ojos llorosos de la niña...

Poco a poco vuestras cabezas giraron y miraron aquella zona de la habitación que la chica no había dejado de mirar en ningun momento pero que ninguno de vosotros había advertido, todos os habías dedicado a mirar lo grueso de la habitación pero ninguno se había detenido en los detalles.

Desde allí por décimas de segundo, os miró aquella persona para luego desaparecer...

Minutos después, fue cuando dos personas más florecian de su largo sueño, eran el sacerdote y Miquel.