Partida Rol por web

Ya vuelto a mi forma de minotauro, aquel grito inhumano me caló hasta los huesos, pero no era momento de tener miedo: teníamos que acabar lo que tuviéramos que hacer allí (si es que nos faltaba algo) y salir antes de que pudieran llegar refuerzos del gobernador.

- Registro -dije señalando los cuerpos de los tiflin (no por objetos de valor, sino por si tenían alguna información importante de la ciudad) y la escalera de caracol.

La kender, sin embargo, no se muestra tan partidaria de gastar tiempo buscando:

- Ya hemos hecho lo que había que hacer, eliminar a los hermanos. Si nos quedamos aquí, puede volver el muro de fuerza, o el gobernador puede enviarnos todas sus fuerzas ahora que sabe nuestra localización. ¡Muchos compañeros han fallecido en esta misión, no nos distraigamos ahora con los tesoros! -dice apremiando al grupo a huir, y cuenta por supuesto con el apoyo de Emma.

Tras escuchar aquel tremendo grito se le erizó hasta el último de los pelos de Thor-do. Tras un breve momento el enano se sobrepuso y recuperó la compostura.

- Creo que aunque sea arriesgado deberíamos deberíamos de hacer un repaso por el resto del edificio por si fuera posible conseguir algún tipo de información valiosa acerca del dictador o algo que esté relacionado con él -

En un primer momento, Mólgor pensó que el grito procedía de alguna parte del recinto, pero en cuanto cesó su desgarrador sonido, supo al instante que no lo había percibido por sus oídos, sino en su misma alma. 

El enano se acercó a los cuerpos y comenzó a registrarlos mientras Briony les sugería partir cuanto antes. Thor-do, en cambio, era más de la opinión de continuar registrando el recinto.

-Estoy con Briony. Creo que deberíamos salir de aquí y buscar un lugar para descansar. Hay que reponer fuerzas lo antes posible y asestar el golpe definitivo a este lugar.

El grito estremecedor hizo que, por un momento, mi espíritu se encogiera de pavor -¡Por la dama azul! ¿Qué ha sido eso?- me pregunto intrigado, miro a los demás y veo en sus caras el miedo de haber oído a la oscuridad  -¿Qué maldad aguarda en esta región que hace que las almas de los vivos se estremezcan a un solo grito suyo?-

Me dirijo a is compañeros y les digo: -Ese grito que habéis oído es de dolor, creo que hemos asestado un buen golpe al mal que aquí reina y estará muy cabreado. El enemigo es muy poderoso, y deberíamos buscarlo y destruirlo antes de que él nos encuentre y nos elimine a cada uno  de nosotros..- 

A continuación miro a Thor-do y le digo -..sí, es posible que no hayamos completado nuestra misión en este lugar, deberíamos apresurarnos e inspeccionar rápidamente lo que queda a ver si podemos asestarle otro duro golpe y así debilitar al maligno aún más-

Kyros, viendo el grupo dividido y a las mujeres asustadas ante las fuerzas del comandante, da un paso atrás en su idea de explorar lo que queda de pirámide. Briony aprovecha el momento para intentar empujar al grupo en su dirección, arrancando a correr hacia la puerta por la que habían entrado tirando de la mano de Emma:

- ¡Vámonos! ¡Cuando haya terminado la liberación de la ciudad, les diré a las legiones de acero que os permitan entrar primero a las bases que hemos estado derrocando! ¿De acuerdo, Thordo, señor Ironlight?

Poco a poco el minotauro también emprende el mismo camino.

Casi antes de que podáis daros cuenta, los cuerpos sin vida de la triada se desvanecen sin dejar rastro.

Los temores de Briony os hacen apresuraros fuera del complejo de los asesinos. Fuera, se respira un siniestro ambiente de calma y silencio. Como cuando una tormenta es inminente.

Estáis muy cerca de conseguir todos los objetivos, pero tenéis que tener en cuenta una cosa: habéis sido muy poco cuidadosos manteniendo vuestros perfiles bajos y os dais cuenta de ello nada más reaparecer en las calles de Daltigoth. Muchos de los ogros os señalan y cuchichean entre ellos. Nadie parece indiferente a vuestras acciones en esta sinuosa cuidad.

Magus se concentra para tratar de llevaros de vuelta a Bastión. 

De repente, desaparecéis de la vista de los habitantes de Daltigoth y, si embargo, volvéis a aparecer ante sus narices.

Algo ha fallado.

Tras la retirada de Honnerstig, sólo vivís unos instantes de relativa calma.

A través del humo acre tras la muerte de Honnerstig, una figura de terrible belleza y fría malicia. Ataviado con una ornamentada armadura de hierro y ébano pulido y llevando una enorme maza de púas, solo puede tratarse del Príncipe de Morgash, T'darnk. Aunque otros siguen a su estela, siervos, secuaces y aliados conocidos y desconocidos, su presencia es tan palpable y amenazadora, que todo lo demás a su alrededor parece simplemente mundano.

- ¡Escuchad! - pregunta el titán, extendiendo sus brazos musculosos -. ¡Estáis en presencia de la magia ancestral! No es ninguna sorpresa para uno como yo que vosotros, atrapados en el río del tiempo, vengáis a mi ciudad. Pues es mi destino. ¡No teníais opción! Tenéis que amenazar la gloria que es Daltigoth, la gloria que es T'darnk. Por eso mismo, estáis perdonados, y en lugar de una muerte sin sentido a manos de mis siervos, os enviaré al otro mundo personalmente.