Partida Rol por web

El Precio del Coraje

Capítulo III - Devastación en Khimel

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07/01/2017, 21:25
Director

Tras algunas aclaraciones con Lyim y el restablecimiento de Thordo, los nuevos Centinelas de Bastión tomaron el portal hacia el Camino del Tiempo. Todos menos Molgor, que decidió aguardar en Bastión junto a Garra y Lyim.

Una vez atravesaron el portal, llegaron a una planicie totalmente nevada. Un manto blanco que se extendía más allá del horizonte. Por casualidad, allí se toparon con una extraña pareja. Un druida llamado Tiki iba escoltado por un minotauro bonachón aunque malhumorado de nombre Galdar. Iban a bordo de un curioso artilugio llamado Aparejador de Hielo. Se trataba de una especie de bote con cuchillas para surcar el hielo y una vela para aprovechar las ráfagas de viento. Tiki les comentó que los designios de Chemost le habían traído aquí en busca de devolver el aspecto natural de las Llanuras de Ergoth. También les informó de que bajo la gruesa capa de hielo parecía extenderse un lago de lava y por ello surgían varios peligrosos geisers por aquí y por alla.

Gracias al buen sentido de la dirección de Galdar y Thordo, consiguieron evitar los geisers y no perderse por la tundra, pues si objetivo era alcanzar la Ciudadela de Khimel, lugar dónde Lyim había asegurado se encontraba el cráneo del dragón blanco.

A unas 10 millas de su objetivo, vieron una gigantesca cúpula de hielo y varios dragones emergían o se sumergían en ella por su parte más elevada. De repente, una gran tormenta compuesta por tres tornados les sorprendió y varios de los héroes fueron lanzados violentamente hacia atrás. Tras un momento de duda y logrando reunirse para comprobar que no había habido que sufrir ninguna pérdida, Ronco decidió que había que volver a Bastión para recuperarse y consultar con Lyim cómo podrían superar esa protección de Khimel, pues sin duda no era natural. Brisanocturna y Tiki fueron algo reticentes, pero la evidencia es que necesitaban pensar más tranquilamente las cosas.

De nuevo en Bastión, Lyim fue algo cínico con ellos, en especial con Brisanocturna y Ronco a quiénes menospreció con cierto humor negro. Aún así, la lealtad que el espíritu profesaba a los Centinelas, valió para trazar una mejor estrategia. Esperarían a una distancia prudencial a que las defensas bajaran y entonces entrarían camuflados lo más rápido posible, esperando que la tormenta no cubriera las 10 millas que la separaban del borde de la cúpula. Lyim también les comentó que Khimel había sido convertida en lo que es hoy por la influencia del dragón supremo Escarcha y que allí había una cadena de creación de aberraciones dracs blancos, probablemente controlada por Glaciar, su consorte más preciada.

Así lo hicieron y tuvieron que esperar nada menos que 18 horas. Haciendo guardias y gracias a los conjuros protectores de Tiki, todo fue más llevadero. Una vez las defensas cayeron, todos corrieron hacia la cúpula y después caminaron a un ritmo más o menos rápido con la fe de no verse atrapados de nuevo por los tornados. Cuando llevaban 4 horas de camino más o menos, vieron emerger a una gran dragona blanca desde la cúpula y Tiki acertó a identificar las palabras que pronunciaba en dracónico como un poderoso conjuro capaz de controlar los elementos. Debía tratarse de Glaciar, la dragona consorte de Escarcha, el dragón supremo.

Su presencia y su poderosa conjuración mágica hizo temblar a todos y cada uno de los héores y no precisamente por el frío severo que hacía en toda la zona. Siguieron avanzando y, a una milla de distancia de lo que parecían ser unos túneles de entrada a la cúpula, se vieron sorpendidos por una patrulla que se componía por media docena de dracs, la mitad de ellos montados sobre unas aberraciones parecidas a dragones pero sin alas, un dragón blanco de no muy gran tamaño y un pavoroso dragón fantasma.

Pronto dieron la voz de alarma para alertar a los dragones y demás habitantes de la Cúpula y entraron en combate cuerpo a cuerpo. Brisanoctura, Galdar y Ronco no pudieron soportar la presencia de ese dragón fantasma, lo que les hizo retroceder en un primer instante. Thordo, con su rabia habitual, entró rápido en combate después de que Tiki convocara media docena de elementales de aire que fueron un serio problema para la patrulla de la cúpula. Ya con todos sus efectivos en liza, los héroes fueron claramente superiores. Esto hizo retroceder al dragón blanco que voló hacia lo alto de la cúpula y más tarde del dragón fantasma que desapareció sin dejar ningún rastro.

El camino estaba despejado pero una invocación de Tiki desapareció nada más cruzar el umbral del túnel, lo que hizo sospechar al grupo de posibles trampas. Ronco se acercó y comprobó que no había trampas, al menos que él hubiera detectado. Lo que sí confirmó es que el suelo y paredes del túnel eran excesivamente resbaladizos por lo que deberían andar con mucho cuidado. Como buen batidor, Ronco se adentró sin miedo en el túnel dónde comprobó que toda la magia de sus objetos dejó de funcionar. De nuevo tendrían que apañárselas sin magia en el interior de un infierno helado.

Notas de juego

¡Glaciar!

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14/01/2017, 20:01
Director

Con sumo cuidado y con algún que otro resbalón, los héroes recorrieron los túneles en el interior de la cúpula.

Al cabo de unas tres horas, el túnel acababa abruptamente en una especie de foso dónde un macabro ritual se estaba llevando a cabo. Seis sacerdotes dracs escoltados por otros tantos minotauros de hielo extraían sangre de un maltrecho draconiano aurak mientras entonaban un siniestro cántico. Ronco insistió en que se mantuvieran escondidos para observar el ritual pese a las reticencias de Galdar que, algo furioso, se colocó de espaldas para no ver lo que acontecía.

Doce esclavos humanos fueron llevados a la cámara y se vieron obligados a beber la sangre del aurak que, pese a todo, seguía consciente. En ese momento apareció Glaciar, la Gran Blanca, que se unió al ritual como maestra de ceremonias. En pocos instantes, los humanos empezaban a transformarse en dracs y, una vez completado el proceso, Glaciar posaba sus garras sobre ellos para asegurarse de que le fueran fieles. La dragona blanca estaba creando un ejército de dracs a partir de desdichados esclavos en un horrible ritual. Al concluir con los doce, Glaciar parecía algo exhausta y se transformó en una bella y siniestra humana mientras abandonaba la cámara.

Los héroes decidieron dar un rodeo gracias al sentido de la orientación de Thordo y finalmente accedieron a la parte central de Khimel, donde una fortaleza de hielo y roca se alzaba en mitad de un islote en el centro de la cúpula que estaba abierta al cielo de Krynn. Infinidad de dragones blancos y dracs deambulaban y sobrevolaban la ciudadela, no haciendo especial caso a la presencia de los compañeros.

Sorprendidos por el hecho de ser ignorados, los héroes decidieron dar un rodeo una vez lograron acceder al islote central. allí finalmente accedieron a una especie de capilla consagrada a Chemosh aunque con reminiscencias de otras deidades como Kiri-jolith o Habbakuk. Allí se encontraba un extraño ser, una especie de dragón no muerto con partes de su cuerpo totalmente desprovistas de carne. Al parecer se trataba de un sacerdote del Señor de los Huesos y estaba protegido por cuatro de esos dragones fantasmales. Cuando los héroes aparecieron, Seilio, pues así se llamaba dicho ser, dio una orden a sus escoltas y estos desaparecieron. Al contrario de lo que pensaban los compañeros, Seilio se mostró colaborativo con los héroes y les dio mucha y valiosa información gracias a las habilidades de Tyki. Les dijo que Escarcha había abandonado Khimel hacía unos meses y que Glaciar había quedado al mando de Khimel. También les contó los planes del Gran Blanco para acceder al poder divino y les proporcionó información sobre todo el complejo dentro de la cúpula. Seilio vio con buenos ojos la intención de los héroes de hacer que los planes de Escarcha fracasaran y se aseguró de que respetaran sus propias metas, así tendría una posición favorable ante su dios cuando llegara el momento.

Con toda la información sobre Khimel, los héroes decidieron acceder a la cámara dónde debía hallarse el cráneo de dragón blanco que buscaban. Allí, en una especie de catedral helada con numerosos cráneos de humanos, elfos y otras razas, se encontraba Glaciar en su forma humana. Ésta no se sorprendió en absoluto de la presencia de los compañeros y, una vez más gracias a las habilidades de Tyki, se mostró mucho más colaborativa de lo esperado. A pesar de que Ronco la ponía de los nervios, Glaciar explicó que Escarcha la había abandonado, que se había ido hacia el Este y que probablemente se encontraba cortejando a la dragona argéntea Silvara, la otrora consorte del Señor Elfo Gilthanas, ahora prisionera del Gran Blanco. El Lord Elfo se había visto obligado a servir a Escarcha en un pacto que va más allá de lo terrenal, amenazado por la seguridad de su amada. 

Glaciar está cansada de ésta situación y busca venganza contra Escarcha. También es consciente del gran poder de su antiguo consorte pero no sería un impedimento para los héroes si buscaban hacerle fracasar en sus planes divinos. Así pues, tras contarles el proceso de creación de engendros dracónicos y el por qué de su poder para llevarlo a cabo, prometió transportar mágicamente a los héroes fuera de Khimel una vez hubieran concluido sus quehaceres dentro de la cúpula, dejando que accedieran al cráneo blanco.

Esta vez fue Brisanocturna quién decidió meditar para sintonizarse con el cráneo y poder transportarlo lejos de Khimel. Cerca del final de su sintonización, un creciente temblor comenzó a azotar todo Khimel y varios géisers empezaron a levantar grandes nubes de humo al hacerse paso sobre el hielo. En pocos minutos toda la ciudadela estaba siendo invadida por la lava, lo que provocó una estampida masiva de los habitantes de la ciudad. La caverna de hielo dónde se encontraban los héroes era segura debido a las protecciones mágicas que había preparado Glaciar y así, la dragona les transportó al lugar dónde se encontraba el portal para acceder a Bastión, a sabiendas de que Khimel estaba condenado.

Una vez en Bastión, Ronco volvió a solicitar los conocimientos de Lyim quién dijo que las profecías de Rasca estaban en un orden incorrecto. Tras ello, Ronco le solicitó que le hablara sobre la profecía que suponía era la primera según el orden de Lyim. El mago espectral le habló de Throt, un lugar en Estwilde que se había convertido en la guarida de Ceniza, un gran dragón rojo que buscaba convertirse en un dragón supremo junto a un ejército de hobgoblins. Allí deberían buscar la asistencia de la Legión de Acero, pues era la única fuerza opositora de Ceniza.