Partida Rol por web

Daos por vencido y os dejaré marchar con armas y caballo! dice el escudero volviendo a impactar en su enemigo

-No os burleis de mi honor.-El caballero vuelve a la carga con ánimo renovado.

El escudero se limita a concentrarse en su objetivo de terminar de derribar de una vez por todas a su adversario...

Las habilidades están muy igualadas, ni siquiera le quedan ganas al caballero de fanfarronear, lmitándose a espolear al caballo intentando encontrar un hueco en la defensa de su adversario.

El escudero también se encuentra centrado en acabar con tan correoso adversario...

El ímpetu de la contienda se desvanece, mientras uno tras otro se suceden los embites, cuando por descuido o más bien por inspiración, el escudero ve un hueco en la defensa que arrollando con tal ímpetu, al rojo caballero arrojado a de su caballo y produciole una gran llaga en el costado. Su escudero le socorre pero ya no se puede hacer más por él.

-Vencido habeis escudero y no se os molestará hasta el castillo aquél, ese era el honor de mi caballero que vos habeis derrotado. Más quisiera yo saber, quién fué el que dió muerte a este caballero.-

Eliott descabalga y se acerca al caballero derribado para rendirle homenaje como es debido. Y ante las palabras del escudero contesta

Sabed que soy Eliott de Winterbourne Gunnet, y que me he sentido profundamente honrado por cruzar lanzas con semejante adversario, cuya muerte lamento. Caballero honorable hasta tras la muerte, que estemos en bandos distintos no impide que le rinda el homenaje merecido...

Y dirigiéndose entonces al joven cochero le dice con una brillante sonrisa Cochero que con gran fe profetizaste mi victoria, decidme vuestro nombre pues, si Dios me da salud para culminar esta empresa y soy armado caballero, os reclamaré a mi servicio como escudero, si tal os place...

-Mi nombre sabed que viene del reino de Gaula, al otro lado del mar y se dice Garinter, tal como suena y dejadme decir que será un honor ser acogido por tan bravo caballero como su escudero, ansioso estando de presenciar vuestro nombramiento.-

Buen combate, Elliot- dice Edgar mientras vuelve de nuevo al carro- pero espero no ofender si digo que debemos de proseguir nuestro camino. Este encuentro nos ha hecho perder mucho tiempo. 

Su mirada se dirige hacia el escudero- y haces bien en decir eso, muchacho. Ser escudero de un futuro caballero tan prometedor será bueno para ti.

Me quedo asombrado por el valor y la habilidad de mi compañero, Con grandes guerreros he entablado amistad, solo espero estar a la altura de tan valerosos hombres Despues avanzo poco a poco para reenprender la marcha y al cruzar mi mirada con eliott asiento levemente inclinando la cabeza en signo de respeto y apoyo.

Continuais llegando al castillo de sir Bamont a la hora del crepusculo, donde se os acoge con gran hospitalidad, celebrando un festín y encendiendo un fuego para los turnos de guardia. Con él hablais sobre la hermandad de los caballeros rojos y sus fechorías las cuales ya están siendo reparadas gracias a los dos caballeros y al propio Sir Bamont que brindan con vosotros.

Continuais camino hacia el norte sin que ningún caballero o secuaz de la roja hermandad os salga al camino. Incluso Edgar cabalga un poco recuperándose de sus heridas. Pero sin duda lo que más os anima es ver, a lo lejos, el magnífico castillo del Duque sobre una colina de verde hierba, con la bandera del rey y al lado la suya propia. Al lado Oeste, se ha dispuesto un campo extenso donde gradas y vallas cercan el perímetro de la zona de combate. A su alrrededor una variopinta mezcla de colores lucen en las tiendas y pabellones. No conseguis comprender el motivo por el cual, nobles y caballeros se presentan en un torneo donde están vetados, pero lo cierto es que muchas tiendas poseen escudo a su puerta y algunas también bandera.

Hacia el lado sur se extiende la villa con la calzada principal serpenteando entre las casas. Una escolta sale para recibiros a las afueras abriendo paso entre la multitud de gente que compra en los variados puestos de especias y telas, carnes y quesos, intentando ver quienes son los portadpres del regalo real. A vuestra llegada a la plaza de armas del castillo el Duque Sir Frederic y la propia reina Ginebra, aliciente sinduda de los nobles y caballeros acampados fuera, os esperan a la puerta.

-Bienvenidos seais mis valientes escuderos, como prometisteis traeis el regalo hasta mi sin daño alguno. Pasad por favor pues un banquete se celebrará ahora mismo en vuestro honor y en el de todos los escuderos pues mañana comenzará el torneo por el presente de la reina.-

Llegar al castillo de Sir Bamont fue como un bálsamo tras los sinsabores producidos por la felonía de Sir Ulbert y las acciones de los caballeros rojos.

Y desde allí el camino fue tranquilo, por lo que Eliott sonreía cada vez que su amigo Edgar mostraba progresos en su curación. Aunque su sonrisa se hizo de oreja a oreja al divisar por fin el Castillo del Duque Frederic, su destino y culminación de su misión.

Los ojos del escudero observaron sorprendidos la gran cantidad de tiendas y pabellones de nobles y caballeros. Eran multitud y ciertamente Eliott no acababa de comprender tanta presencia de gente que en teoría no iba a poder participar en el torneo...

Compañeros, alegraos que por fin llegamos a nuestro destino sin más percances, y con el presente de la Reina a salvo! dijo alegre a sus compañeros esperando que, de un momento a otro, salieran a recibirles...

Recorrió la pequeña comitiva sonriendo a los guardias del rey y comprobando que estuvieranj en perfecto estado de revista y tras ello, volvió a situarse en vanguardia

Edgar se encontraba mejor. El remedio que le había proporcionado la muchacha y el descanso en el carro le había ayudado claramente a que sus heridas mejorasen, algo que agradecía, habida cuenta de que tenía ganas de participar en el torneo. 

Supongo que el señor de este castillo tendrá que ser informado de lo que nos ha ocurrido- dice Edgar, mientras se mantiene tumbado en el carro. 

Sobre el caballo, ya cansado divisamos el castillo, nuestro destino.

Lo señalo con el dedo y una gran sonrisa.

De repente, pienso para mis adentros:

Nunca te confies, aun no estamos dentro, ni se ha entregado el presente de la reina.

Tiro la mano hacia la empuñadura de le espada, y al sentirla en mi cadera, me reconforto.

-Por fin hemos llegado.

Me limito a decir mientras avanzamos hacia el castillo. Por primera vez en muchos dias me permito el relajarme y centro mi atención en las construcciones donde se celebrará el torneo.

Fue el último en divisar el castillo del Duque y se relajó de tanta tensión acumulada en el camino, aunque al no ver a más caballeros rojos le hizo pensar que aparecerían todos de golpe a pocas millas del castillo, en un intento desesperado por conseguir el cofre que custodiaban.

-Gracias al Todopoderoso -dijo más aliviado al equivocarse-

Ahora solo quedaba continuar el camino, llevar el presente ante el Duque y prepararse para el torneo que se iba a celebrar.

Bajais la colina divisando cada vez más cerca el castillo y la villa que se extiende hacia el lado sur de las murallas con la calzada principal serpenteando entre las casas. Una escolta sale para recibiros a las afueras abriendo paso entre la multitud de gente que compra en los variados puestos de especias y telas, carnes y quesos, intentando ver quienes son los portadores del regalo real. A vuestra llegada a la plaza de armas del castillo, el Duque Sir Frederic y la propia reina Ginebra, aliciente sin duda de los nobles y caballeros acampados fuera, os esperan impacientes junto a verios caballeros que podeis reconocer de la mesa redonda.

-Bienvenidos seais mis valientes escuderos, como prometisteis ante la reina traeis el regalo hasta mi castillo sin daño alguno. Pasad y gozar, un banquete se celebrará ahora mismo en vuestro honor y en el de todos los escuderos. Pues mañana comenzará el torneo por el presente de la reina.-

El duque levanta una mano y unas trompetas anuncian el comienzo del torneo. Pues esta noche se celebra el banquete inaugural.