Partida Rol por web

Puedo montar- dice Edgar al ver como Gallowain intenta llevarle hacia la carreta- necesitaréis a un hombre mas para defender el carro y yo puedo luchar.

Me parece que sobre eso hay cierta dama que opina en contra, mi buen Edgar. Y yo de ti le haría caso le dice Eliott con una cordial sonrisa, viendo los ánimos de su amigo.

Nos ayudarás más a todos siguiendo sus órdenes, que harán que te recuperes pronto, que montando a caballo y teniéndonos a todos preocupados... Además, así la protegerás a ella y a lo que llevemos allí... dice el escudero intentando convencerlo a la espera de que aparezca Darioleta...

Sobre todo esto... dice señalando al botín yo creo que es mejor llevarlo con nosotros hasta el castillo del Duque, donde seguro habrá mercaderes dispuestos a comprarlos, y más con el torneo...

Y como llevamos el otro carro y a Edgar herido, no es que todo eso nos vaya a retrasar mucho, digo yo...

-Exacto -dice afirmando las palabras de Eliott- será mejor para todos que descanses en pos de recuperarte de las heridas sufridas. Si montas y continúas dolorido, podría agravarse. Llegando incluso, dios no lo quiera, a perderte el torneo, y ninguno queremos que eso ocurra.

Además, no te estamos excluyendo, simplemente serás el guardián de la dama y de todo el botín que saquemos de aquí, que no es moco de pavo. Alguien tendrá que darle conversación, es un viaje de varios días y se nos puede aburrir nuestra invitada. 

Waldon intentaba convencer a Edgar de que hiciera lo correcto, pero él sabía que si estuviera en su lugar, opinaría lo mismo que su camarada y le costaría entrar en razón.

Aparezco vistiendo mi armadura mientras comenzamos a preparar las cosas para la marcha. Mi herida no está cerrada completamente, pero gracias a los cuidados de la dama me siento preparado por si hay que volver a luchar. por primera vez en mi vida, el peso de la armadura me reconforta en lugar de incomodarme y me apresuro a recoger todas las cosas para continuar el camino.

-Edgar, amigo, mas vale que hagas caso a la dama y permanezcas en reposo. ya te avisaremos si surgen problemas.

Viendo como os arremolinais alrrededor de Edgar, la doncella se acerca.-Será un viaje cómodo para vos y os recuperareis muy pronto de vuestras heridas si seguis en cama para poder competir en el torneo o de lo contrario no creo que pudiérais sostener la lanza.-Darioleta sube al carro y sujeta las riendas con indiferencia.-Pero si preferís ir montado a caballo, en vez de proteger a una dama, os libro de esa carga escudero.-

Poco podía hacer Edgar mas que asentir ante las palabras de sus compañeros. No le gustaba la idea de ir postrado en el carro, mas quería participar en el torneo. Así pues, se acerco hacia la parte de atrás y se colocó lo mejor que pudo. 

Emprendeis camino una vez finalizados los preparativos. La niebla os acompaña gran parte del camino, mientras estais alerta de posibles emboscadas,pues, los bosques son traiconeros y los hombres ocultos en ellos, malechores y bandidos. Cabalgais hasta el anochecer, decidiendo parar a descansar al pié de un hermita, la cual cerrada está con llave, llevandoos a preguntar si no hay quien guarde a Dios en santo lugar, ni de confesión a cristiano caballero, cuando dos chasquidos se oyen en el interior. Abriéndose la puerta los suficiente para dejar ver el rostro de un conocido fraile.

-Guarde Dios vuestras almas hijos mios. ¿Que quereis de un fraile que solo con hábito y sandalias hace camino?.-

Eliott va a contestar formalmente al hombre de Dios cuando de pronto le reconoce y una sonrisa aflora en el rostro del escudero

Por San Jorge y todos los santos, que es una bendita casualidad! ¿No os acordáis de mí, padre, y del resto de nosotros?

Ahora viajamos como abanderados de la Reina en dirección al castillo del Duque Sir Frederic, y llevamos a uno de nuestros compañeros herido, amén de a una dama, por lo que solicitamos cobijo al menos para ellos, a ser posible... dice Eliott descabalgando alegre para saludar al fraile que conocieron al inicio de esta aventura...

El fraile ilumina con una linterna hacia afuera para ver con claridad.-Oh, rápido en la parte de atrás hay un portón. Haced pasar los carros y caballos, luego os explicaré la precariedad de la situación.-Con estas palabras os saluda el fraile cerrando la puerta con dos chasquidos de cerrojo tras él. Sin duda, algo grave pasa.

Eliott alza una ceja ante las palabras del fraile, que indican que algo malo debe suceder... por lo que se apresura a hacer entrar a todo el grupo y, poniendo de inmediato a los soldados de guardia, se dirige a su anfitrión

Contadnos pues, buen fraile, que como veis somos gentes de armas y, aunque algunos heridos y protegiendo un encargo de la Reina, bien hemos de procurar ayudaros...

-Disculpad mi rudeza pero era necesario. Haced pasar a vuestro amigo herido, atenderle debemos igual que a los demás.- Al oir estas últimas palabras quedais con la duda pero en cuanto pasais a la capilla entendeis.

Sobre el santo suelo, multitud de heridos descansan. -Granjeros y hombres humildes de una villa cercana. Incluso un caballero que le acoge la protección de Dios, al cual encontré en el camino moribundo. La hermandad de los caballeros rojos son más crueles y despiadados que nunca, han quemado la villa y vinieron preguntando por refugiados y un regalo, pero les eché. Por eso mi temor, esa era mi duda ante la puerta y por la que no os recibí con los brazos abiertos hijos mios.-

¿Cuándo ocurrió todo esto, buen fraile? ¿Y un caballero también, decís? ¿Viajaba solo y le asaltaron? dice el escudero, mirando todo el dolor y aflicción que los caballeros rojos están causando por perseguirles a ellos y apoderarse del presente de la Reina.

Porque empieza a sospechar que alguien sabía esto de antemano y sus enemigos andaban sobre aviso...

Y mirando a la pobre gente de la aldea, añade Padre, si esta gente está necesitada de vituallas, nosotros llevamos una buena cantidad en el carro, que seguramente podríamos compartir, ¿verdad, compañeros? termina diciendo dirigiéndose a sus camaradas de aventura

Observo a la gente, destrozada y pobre, y comento a mis compañeros:

-Yo haría una donación a esta iglesia, como mínimo de la comida, así aligeraremos peso, y como realmente no nos daria tiempo de consumirlo todo, creo que seria bastante misericordioso por nuestra parte.

-Así, de la misma manera, si necesitasen alguna cosa, nosotros les podriamos ayudar en lo que sea.

-Coged lo que necesiteis del carro, llevamos demasiada comida, algo se echará a perder porque no podremos con todo, mejor que esta buena gente tenga algo que llevarse a la boca. Esos caballeros rojos... -apretó con fuerza su puó- tendrán que rendir cuentas antes el todopoderoso cuando abandonen este mundo... -dejaba entender que lucharía en pos de erradicar esa mala hierba-

Edgar oyó las palabras del Padre, mas no dijo nada. Su situación no era para levantarse y saludar. Permaneció en silencio, esperando a que sus compañeros resolviesen la situación y terminasen de ayudar al hombre.

-Parece ser que los malvados jamás descansan y por ello nuestro viaje se va a convertir en algo más que un simple paseo. Supongo que el incidente del castillo fué algo mas que una simple casualidad.

Me había mantenido en silencio todo el camino pero la evidencia de que algo malvado estaba sucediendo en a zona  me había sacado de mi silencio. Debíamos ayudar a esta pobre gente, pero también teníamos una tarea importante que venía de la mano de la misma reina.

A vuestros oidos llegó el rumor de un torneo, un torneo ideado por la bellísima y gentil dama Ginebra, reina de Logres y esposa de Arturo Pendragón. Un torneo donde solo escuderos podían participar para demostrar el valor ante todos haciéndose valer lo que un caballero y con un aliciente pues el regalo del ganador fué puesto en exclusiva por la reina. Un trofeo, que al ganador recompensará con gran gloria.

De camino ibais al torneo, en el castillo del Duque Sir Frederic cuando 4 caballeros con roja armadura os asaltaron a la vez dejándoos moribundo. Un freile os recogió, el padre Benito y os llevó a una hermita donde más refugiados, humildes campesinos, eran atendidos de sus heridas. Allí os recuperais de las vuestras cuando cierto día por la noche unos escuderos entran con el padre por la puerta de atrás. Parece, por lo que están hablando, que iban de viaje y ellos también se toparon con esa chusma. El padre Benito se acerca para presentaros.

-Si, viajaba solo hacia el torneo que se celebra en las tierras del Duque Sir Frederic, pero cuatro caballeros, que de caballeros tienen poco, asaltaronle e hiriéronle con graves heridas. Le traje aquí dos semanas ha y curado por completo está. Allí se encuentra.-Os señala un hombre rubio no muy alto, ataviado con cota de mallas y espada.-Gracias hijos mios por vuestro donativo, pues, los alimentos escasean más que nunca y los que vienen por auxilio son cada vez más.-

Eliott sonríe ante las palabras de agradecimiento del fraile Padre Benito, es lo mínimo que podíamos hacer, sobre todo recordando que vos compartísteis vuestro yantar con nosotros anteriormente

Y con cara más seria añade Y no os preocupéis, que cuando lleguemos al castillo más próximo, o al del Duque, haremos saber lo ocurrido a fin de que se auxilie a esta buena gente como es debido, y se ponga coto a los desmanes de esos bellacos...

Tras ello se acerca al caballero y, respetuosamente le saluda Buenas noches tengáis, caballero. El Padre Benito me ha contado vuestra peripecia. Nosotros también sufrimos una emboscada de esos felones cuando menos lo esperábamos, pero gracias a Dios, se llevaron su merecido

Me ha comentado el Padre que ibais en dirección al castillo de Sir Frederic... ¿es eso cierto? Ése es nuestro destino, por lo que si aún queréis viajar en esa dirección, tal vez podríamos hacerlo juntos le propone el escudero, sopesando las reacciones del desconocido