Partida Rol por web

Las piedras que iban dirigidas contra Udo siquiera salen de la bolsa, pues Q’Kar aparece con todo su tamaño arrollando a los enemigos, como si el mundo les hubiera caído encima quedan completamente aplastados por la mole de su enemigo. Probablemente nunca sepan qué les pasó, pero la rabia acumulada de Q’Kar era lo que les había pasado.

Sigref no esperaba el brazo demoníaco de Arago, menos aún que este le cogiera, parara su golpe y, encima, su espada le atravesara el pecho de lado a lado. Nunca se lo habría esperado y eso le cabreaba, le cabreaba mucho. De un salto se alejó de Arago lo suficiente como para tomar un respiro, pues sus heridas le sorprendían.

Agwins continuaba causando el caos con su arco, su enemigo no tuvo ni la mínima oportunidad pues la flecha le atravesó sin que fuera consciente de su muerte. Como quien se queda dormido de golpe. Esa fue la sensación del enemigo de Agwins y su impresionantemente preciso ataque. 

Udo no consiguió esquivar a su enemigo, pero al menos se libró de las piedras que le eran lanzadas. Udo no era un enemigo fácil de batir, pero se encontraba herido con lo que se alejó unos pasos, siendo precavido.

Los enemigos restantes lo tenían claro, el herido era la presa más sencilla, por lo que ambos se lanzaron espada en mano hacia Udo, con toda la rabia contenida que tenían. Un enemigo menos era siempre un buen paso. 

Tras dar vueltas sobre mi mismo atacando a Sigref, éste se aleja con un corte en el pecho. Parece cabreado, eso es bueno, así cometerá más imprudencias:-Ya estás cansado? Yo todavía no he empezado a calentar.-dije y volví al ataque.

Me lancé a la carrera sin que tuviera tiempo para prepararse y el primer golpe fue uno descendente y en diagonal, seguido de uno ascendente, diagonal y a la derecha, otro horizontal a la izquierda, otro descendente, diagonal a la derecha otra vez y por último uno ascendente y diagonal para volver al inicio. 

Gracias a la energía demoníaca que había imbuido mi espada en el anterior ataque se podía ver claramente como una estrella de cinco puntas se dibujaba al mismo tiempo que realizaba el ataque. Algo bello como aterrador de ver, que esperara que influenciara sobre los que estuvieran observando.

Uno menos, no puedo evitar sonreír. Debe ser verdad que el Orichal controla a los rebeldes, si estuviera en su lugar saldría corriendo nada mas ver a Arago y su poder demoníaco, pero siguen ahí dando su vida. Tal vez debamos destruir ese objeto antes de que nos controle a nosotros.

Desde atrás veo que Udo está en problemas-- Cuidado!!-- le grito a la vez que disparo. Espero darle de lleno a alguno de esos mequetrefes. Dos contra uno, son unos cobardes!!. Veo volar mi flecha y sonrío otra vez.

Tras la embestida, había acabado en el suelo junto con mis enemigos, aunque ellos no parecían dispuestos a levantarse y mucho menos seguir peleando.

Por un momento noté como la fatiga, el cansancio y el dolor por los golpes recibidos estos últimos días me entumecían las extremidades, dificultando el volver a erguirme, pero poco a poco y apoyándome en la pared logré levantarme de nuevo y observar el campo de batalla.

Udo seguía con un par de problemas, pero ahora que Agwins se había librado del suyo, era cosa de tiempo que acabasen con ellos... luego fijé la mirada en Arago y Sigref que seguían luchando ajenos a lo que pasaba a su alrededor - el hombre dragón parece bastante fuerte - pensé mientras seguía sus movimientos y mantenía correctamente el equilibrio mientras blandía la espada contra su enemigo.

- Malditos cabrones... - grupo mientras veo como dos enemigos de lanzan nuevamente a por mi. 

Uno de ellos es alcanzado por el disparo del arco de Agwis y decido aprovechar la ventaja que eso me concede intentando sorprender al enemigo restante lanzándole con todas mis fuerzas el martillo a la cabeza, en un ataque desesperado 

La flecha lanzada por Agwins atravesó a su enemigo de lado a lado, dejándolo caer inerte al suelo. Nada más salir la flecha, el hacha de Udo silbó fuertemente destrozando el pecho de su enemigo. 

Mientrastanto, Q’Kar observaba la situación y buscaba la mejor táctica para esta, aunque probablemente fuera cargar con todo contra todo. Era Q’Kar.

Sigref había retrocedido pero Arago no pensaba dejarle ni un misero segundo de descanso, por lo que cargó sin ningún miramiento contra su enemigo. Los rápidos lances de Arago eran casi imperceptibles para el resto de mortales, y Sigref únicamente los veía de puro milagro. Pero verlos no implica esquivarlos, Tras este ataque quedó un bonito pentagrama en el pecho de SIgref, que se estaba cabreando.

-¿¿PERO QUIEN OS CREEIS?? VAIS A MORIR- Sigref se arrodilló…y empezó a citar en voz baja, casi imperceptible. No auguraba nada bueno.

--Bien!! terminamos con lo secuaces de Sigref!!--miro a los compañero parece que no han causado muchos estragos en nuestro grupo. Mientras que tomo mi bolso y busco lo necesario para curar las heridas que hemos sufrido en esta batalla, escucho una serie de retahílas de boca de Sigref--¿ pero qué está haciendo?– digo escondida detras de Q´Kar.

Después de lanzar su hacha contra uno de los enemigos restantes Udo corrió hacia el cuerpo caído y arrancó el hacha de su pecho notando las salpicaduras de sangre y hueso al hacerlo. Ya sólo quedaba Sigref que, de repente, se había puesto a rezar de rodillas.

Aprovechando la situación, Udo giró por la habitación buscando colocarse a la espalda de Sigref...

- Espera - me iba diciendo - espera - repetía en mis adentros mientras sujetaba con fuerza la enorme hacha, esperando el siguiente movimiento del enemigo. Si algo había aprendido últimamente y por las malas, es que las imprudencias se pagaban muy caras, así que aguardé alerta lo que estaba apunto de suceder, fuese lo que fuese, no me iba a pillar por sorpresa ni por los suelos.

Y aunque sufría en mi carnes varias heridas y el agotamiento, el combate aún no había acabado. - Manteneos alerta... recordad la magia que utilizó en la batalla anterior - advertí a mis compañeros mientras recordaba ese ambiente oscuro y mareante, aunque si esa vez no le sirvió de nada, seguro que esta tampoco.

Al ver que Sigref se alejaba hecho una furia eso me dejaba una ventana para concentrar fuerza y lanzar un potente ataque, con la esperanza de acabar con él. Q'Kar se mantiene alerta pero no es el momento:-Q'Kar sabes lo que es un ataque coordinado? Pues si lo sabes deja que la energía del combate fluya y sigue mi estela. Udo, Agwins, vosotros igual.-y entonces tensé mis músculos y me coloqué en una posición baja, con la espada apuntando hacia Sigref y la mano demoníaca sujetando la espada, tomé una bocanada de aire y me abalancé sobre Sigref rápidamente. 

Pisé justo para quedarme al alcance se una espada de Sigref y giré todo mi cuerpo para que el impacto fuera todo lo dañino posible y lancé una poderosa estocada hacia la cabeza de Sigref, dado que se había agachado. 

Q’Kar estaba cansado después de todo, y recordaba una extraña situación con Sigref, con lo que decidió mantenerse alerta y esperar, recuperando fuerzas.

Udo pensó que sería buena idea cogerle la espalda a Sigref, aunque en el ambiente algo decía que acabaría en otro sitio, aun así Sigref no se percató de la posición de Udo.

Agwins corrió velozmente a auxiliar a su compañero Q’Kar y con una suave imposición de manos, una suave luz verde-azulada recorrió el cuerpo de Q’Kar, aliviando sus heridas.

Arago, como siempre, no dudó ni un segundo en lanzarse a por su enemigo. Arago no era una persona que diera ni una pequeña tregua a su enemigo. Ni la más mínima. Sigref ni pretendió esquivar el ataque, recibiéndolo estoicamente e ignorando completamente el golpe. Le había dañado, sin duda, pero no se reflejó reacción alguna. 

Sigref estaba muy concentrado. Mucho.

Mi ataque falló por poco y, aunque alcancé a Sigref, éste ni se inmutó. Estaba muy concentrado y le hice una señal a Udo para que se detuviera. Me acerqué a su cabeza y le dije al oído:-No vas a completar el conjuro.-y con el brazo demoníaco le agarré del cuello y lo impulsé hacia atrás haciendo que golpeara la cabeza contra el suelo y empecé a apretar la mano. 

Mi intención es hacerle callar para que no pueda terminar el conjuro y salvar nuestros culos. 

- ¿Qué sí sé lo que es un ataque combinado? – pregunté con una entonación que daba a entender que sí lo sabía. – El clan Hacha es famoso por sus ataques combinados! – aclaré por si había alguna duda.

Entonces, como si de una coreografía se tratase, salté hacía un lado dando una voltereta, vigilando bien que no hubiera jarras de cerveza en la zona, luego media finta hacía atrás seguido de un pequeño salto que parecía estúpido, pero si todo el mundo estaba sincronizado, tenía todo el sentido del mundo. Finalmente, me quedé a la pata coja mientras extendía los brazos en horizontal, como si formase parte de algo mucho más grande, pero que por sí solo parecía exageradamente ridículo.

Unos segundos más tarde, tras haber recuperado el aliento después del pequeño espectáculo, mire a ambos lados esperando la reacción de mis compañeros… todo el mundo sabe que un buen ataque combinado, exige estar al cien por cien sincronizados des del primer momento.

Conjuro!!Al escuchar esa palabra de boca de Arago le vino una visión, si... lo recuerda, en la mina.... algo les pasó ..como lo pudo olvidar? Fue Sigref, recuerda el sonido de una retahíla de palabras sin sentido.

Qh!! no!!, Q´Kar parece que está bajo el influjo del conjuro, lo ve realizar una serie de movimientos que no esperaba de alguien de su envergadura....Abre los ojos como platos cuando se da cuenta de que se trata.. No sabe por qué pero siente que algo le imbuye del espíritu del ataque coordinado, del que hablan Arago y Q´Kar y sin pensarlo mucho da una vuelta para deshacerse de su capa de forma elegante y la impulsa para que caiga al suelo lo más lejos posible de la zona de lucha. Deja el brazo en alto y con un grácil movimiento toma el arco y apunta hacia Sigref, a la vez que se sitúa a la derecha del bárbaro. Toma una pose un poco menos intimidatoria que su compañero, pero lo suficientemente funcional para realizar su disparo, sólo espera que Arago se aleje un poco de su objetivo para actuar.

Aprovechando los movimientos de sus compañeros y la distracción que espera que representen para su enemigo, Udo se deja caer al suelo girando sobre si mismo al tiempo que imita con toda la fuerza de su voz el grito de apareamiento de un lagarto wyarp. Cuando completa el giro aprovecha el impulso que ha alcanzado para lanzar su martillo hacia Sigfred...

Sigref observó como el brazo de Arago se acercaba pero ni se inmutó. Rodeó su cuello pero Sigref continuó completamente inmóvil. No parecía que surgiera ningún efecto. Nada de nada.

Algo parecía moverse en la sala, pero Sigref se levantó. Una especie de brillo corría por su piel, una piel más blanca de lo que era anteriormente. También parecía haber crecido o, en general, ser más grande. Solo ligeramente.

Miró a Arago y luego al resto de la sala…

- Ahora conoceréis a mi verdadero yo y no saldréis de esta con vida por mucho que lo intentéis. -

Un rápido movimiento golpeó a Arago para alejarle de su posición, no le hizo ningún daño pero la cosa parecía que se estaba complicando.

Una flecha veloz atravesó el hombro de Sigref, causándole dolor, mucho dolor. Sigref no lo dejó ver, miró la flecha con desprecio, rompiéndola y tirándola al suelo, despreciándola.

Un hacha pasó despeinando a Sigref que, para variar, tampoco se inmutó. Todo lo contrario, se echó a reír.

- Tú, el grande que baila. Has conseguido hacerme reír, te dejaré para el final. Morirás el último.-

Sigref miró a su alrededor y se fijó en Udo, andó lentamente hacia el y con su puño golpeó su estomago y su cara, lanzándolo a la otra punta de la sala.

Y volvió a reír…

Ofendido por las palabras y el desprecio mostrado ante el ritual, escupí en el suelo mientras miraba con furia al enemigo.

- ¿El grande que baila? - pregunté mientras empuñaba el hacha de acero negro con fuerza - ¿Que moriré el último? - seguí preguntando sin esperar respuesta alguna mientras movía el cuello y los hombros para hacerlos crujir - Vas a pagar muy cara esta ofensa, esparpajo! Esta vez no tienes ninguna silla que amortigüe la embestida - sentencié. Y bajando el tronco al mismo tiempo que tensaba los músculos de las piernas, emprendí de nuevo y como tantas otras veces, la mortal carrera en dirección al único enemigo en pie de la sala, esperando arrollarlo con fuerza y hacerle tragar todas esas palabras que había soltado.

Trastabillando por los golpes recibidos y con mi martillo lejos de mí después de haberlo lanzado y haber fallado, consigo ponerme de pie a tiempo de ver como Q'kar carga con todas sus fuerzas contra Sigref. Aprovechando el movimiento de mi compañero comienzo a rodear a Sigref dispuesto a recuperar mi martillo...

¿Qué estaba pasando? Ese tipejo se estaba transformando!! …--no podemos dejar que termine su transformación –miro a Q´Kar-- no dejes que se ría de ti amigo, piensa en tu clan!!-- Agwins confiaba en que su forzudo compañero tuviera a Sigref a raya mientras que el resto del grupo tomaba posiciones para lanzar un nuevo ataque. Sus armas no hacían mucho efecto en él. Pero no podía hacer otra cosa que apuntar y esperar el momento apropiado para que su flecha diera en el blanco. Mientras, observaba como Udo también tomaba posición, no quería llamar la atención sobre él, así que evitó darle un grito de apremio, tenía que darse prisa y recuperar su arma.

Reicibí un golpe fortuito, más que tener intención de hacer daño quería alejarme de él y lo consiguió. Trastabillé hacia atrás, unos pocos metros para, luego, volver a recuperar el equilibrio y colocarme en posición de combate. Sigref había cambiado, no parecí haberlo hecho físicamente pero podía intuir que en su interior estaba creciendo algo, algo que podría llegar a convertirse en un problema. 

Aún tenía todas mis fuerzas para hacerle frente y ahora todos nos estábamos concentrado en combatir a Sigref. Sujeté con fuerza la espada y, tensando los músculos de las piernas, salté hacia Sigref, con la espada hacia atrás para llegar a él y ejecutar un corte descendente