Partida Rol por web

- ¡Que me aspen si no esta llave no corresponde a la puerta de la Biblioteca! - exclamó James rascandose la cabeza bastante confundido por el hallazgo de la señorita White. - Esa llave no es una que circule libremente por la universidad...

Su juego era completo, incluso con llaves que nunca había utilizado, pero no era algo que dejara olvidado por ahí.

- Tendríamos que preguntar al director Fisk cuántos juegos de esta llave podría haber pero seguro que con los años se han hecho copias sin anotarlas correctamente. Ni siquiera deberían estar ya en uso...

Se fijó en la carbonera y en el pañuela e hizo su sugerencia.

- Si la persona que actuó aquí perdió el pañuelo, también es posible que no se limpiara correctamente y dejara algún rastro en el exterior, ¿no le parece, señor Greystone?

Una vez Charles termina de limpiarse las gafas coge la llave y se la acerca lo bastante como para poder verla, confirmando lo que ya había avanzado James. 

-Efectivamente, es de la biblioteca. Me temo que no es una copia registrada y que no existe ninguna constancia de ella. O bien hizo un molde o se hizo hace mucho tiempo, antes de que se hiciesen los registros. Y parece que efecto, todo apunta al señor Dupont como posible colaborador de Bremont. Lo mismo podríamos hacerle una visita para pedirle explicaciones. 

Aquel hallazgo sin dudas motivó al grupo, siendo un instante donde pudo sentirse útil al fin. - ¿Reconoce por similitud con otra llave la puerta que puede abrir? Más si no tiene circulación ya, significa que puede haber un acceso antiguo... - preguntó a James que parecía serle familiar. - Sé que puede ser una falacia, pero por alguna razón estaba escondida y no sé si es conveniente comentarle a Fisk... - dijo en un tono preocupado, al menos primero quería hallar el lugar en cuestión, posiblemente hablar con Dupont después. 

-Es perfectamente posible, cof!, sí, James. -respondió a la sugerencia de éste aún entre toses.- Vayamos a ver. Y, después, soy partidario de encauzar nuestras averiguaciones hacia el Sr. Dupont. Si quieren informar del hallazgo de la llave al Sr.Fisk, me parece bien, no creo que debamos ocultarle nada. Pero antes tiraría de este hilo.

Se volvió hacia la muchacha.

-No sé si la he entendido bien, Miss White... cof,cof. Pero si lo que dice es que la llave abre un antiguo acceso, me parece que no. Más bien es la llave de la puerta habitual de la Sala Prohibida, solo que una antigua, y sin catalogar. Eso creo, por lo menos.

- No, no, disculpen la confusión.

James estaba acostumbrado a manejar un manojo enorme de llaves y casi las conocía como todas de memoria pero entendía que los otros no conocieran el sistema que se usaba desde hace décadas.

- Esta llave es la misma que ésta. - sacó su llavero y buscó la copia que había en ella. - Y abre el acceso tras la estantería por el que hemos entrado. Pero esta copia no debería haberse hecho...

Aprovechando que tenía ambas copias en las manos, las comparó, por si era capaz de saber si la recién encontrada era antigua o reciente.

La llave era claramente más vieja que la del juego que tenía en posesión James, de eso no cabía ninguna duda.

Era demasiada casualidad un pañuelo con las iniciales TD en el lugar del crimen, así que todos los investigadores parecían estar de acuerdo en que el señor Dupoint tendría que responder a unas cuantas preguntas.

-Uhm, efectivamente, parece que se trata de una llave antigua. Podríamos preguntar a Armitadge si esa copia se hizo con consentimiento de la universidad, si está inventariada o para quién se hizo, pero dudo que sea así.

Charles revisó la llave con cuidado para lo cual necesitó acercársela mucho a la cara. Buscaba si tenía un identificador que permitiese referenciarla. Mas allá de eso, no creo que podamos hacer mucho al respecto. 

-La pista más clara que tenemos es la de Dupont. Sugiero que acudamos a consultarle a este respecto.

El detective asintió. Dupont debía ser el siguiente paso. 

-Quédese usted la llave, James, junto con todas las demás. Ya tiene una usualmente, de modo que tener ahora ésta no altera las circunstancias.

Hubiera querido quedársela él, pero Jeremy era muy quisquilloso con dejar cabos sueltos. Y que alguien nuevo, aunque fuera él mismo, dispusiera de una llave tan importante podía tener consecuencias más tarde.

- Además, esta copia deberá ser consignada por dirección y debida guardada. - asintió a las palabras del detective, ya que no dejaba de ser propiedad de la universidad aunque no hubiese sido realizada con consentimiento expreso, que se supiera.

Si el señor Smith o la señorita White desconocían el horario del señor Dupont, deberían volver a administración para consultar su horario.

- Pues si no hay más que hacer aquí, ya con esto, más que claro queda lo de ver con cierta urgencia a Dupont. - terminó por decir la mujer, cuando al mirar a cada uno de los presentes, decidió ya continuar con lo que sea que es el siguiente paso. 

^{No hay en el mundo fortuna mayor, creo, que la incapacidad de la mente humana para relacionar entre sí todo lo que hay en ella. Vivimos en una isla de plácida ignorancia, rodeados por los negros mares de lo infinito, y no es nuestro destino emprender largos viajes. Las ciencias, que siguen sus caminos propios, no han causado mucho daño hasta ahora; pero algún día la unión de esos disociados conocimientos nos abrirá a la realidad, y a la endeble posición que en ella ocupamos, perspectivas tan terribles que enloqueceremos ante la revelación, o huiremos de esa funesta luz, refugiándonos en la seguridad y la paz de una nueva edad de las tinieblas.}

No recordaba donde había leído esas palabras pero estaba seguro de la verdad en su contenido. Ahora contemplaba el mar intentando no pensar en los secretos que albergaban sus profundidades. La mañana era fría, el viento cortante.

—Sigues pensando en lo que te dije ¿verdad?

La voz del viejo llegó por detrás acompañada por ese olor a pescado rancio y tabaco de mascar. No pudo reprimir un escalofrío y no por culpa del tiempo precisamente.

—Tienes miedo. Y dudas. Todos las tuvimos al principio. Pero no puedes luchar contra quien eres. ¿Te conté lo que le pasó al joven Lawrence? Siempre había vivido aquí, con nosotros. Había nacido aquí. Conocía nuestros secretos. Era un hombre cabal. Pero se enamoró de quien no debía. Se fue a Nueva York. ¿Te lo puedes imaginar? A Nueva York. Duró seis meses. Lo encontraron en uno de los muelles con la garganta abierta por una botella rota. No lo reconocieron al principio, estaba muy cambiado.— el viejo se rió con voz cascada —Muy cambiado. Ella regresó aquí. Estaba embarazada. Una buena chica, volvió al hogar y dio a luz al pequeño. Nosotros cuidamos de los nuestros. Incluso de los que se equivocan. Porque debemos hacerlo. Un pez no puede sobrevivir fuera del banco. No señor.

Se levantó de la silla y miró al mar. El viejo tenía en la mirada ese reflejo de quien ha visto todo lo que debe verse, la seguridad de quien ha viajado más allá de los confines que marcan las estrellas.

—Lo verás y lo entenderás. Pronto lo entenderás todo.— puso una mano sobre el hombro —Nadarás con el banco.

Jueves 26 abril 1923, 13:30. Universidad Miskatonic. Arkham.

No les costó demasiado encontrar a Tomhas Dupont. Charles consultó el índice de alumnos y comprobó que a esa hora tendría que estar en la clase de Historia Antigua, que además estaba a punto de finalizar. Así que cuando llegaron al pasillo, recién sonada la campana, pudieron ver al muchacho que salía del aula con unos cuantos libros y una carpeta bajo el brazo.

Era un joven alto, algo desgarbado, de aspecto despistado que peinaba una leonina melena hacia atrás. Sus gafas redondas y su nariz aguileña recordaban quizás a un búho, la típica imagen del sabio despistado en su época joven, ya que el muchacho escasamente tendría los veinte años como mucho. Iba solo, nadie parecía dirigirse a él, hacerle caso siquiera. Tampoco parecía alguien preocupado o culpable.

Una vez supieron dónde podrían encontrar al joven Dupont, James guió al grupo hasta esa zona de la universidad aunque realmente solo el señor Greystone desconocía el camino.

- Si desea una conversación más privada, puedo abrir una de las salas cercanas. - sugirió al detective al cargo. - Seguramente no haya demasiado problemas si uno de sus compañeros requiere su atención para algún asunto...

Claramente se refería a que el joven Smith o la señorita White hicieran de gancho para llevar a aquel muchacho a una zona más discreta.

-Querido James, -respondió Jeremy con una sonrisa agradable, Johanson le caía bien al detective, aunque tratara de disimularlo- a estas horas la desaparición del Libro ya será un rumor bastante sólido, si no una certeza. Creo que Dupont no se extrañará si le abordamos, pero tiene usted toda la razón, será mejor, mucho mejor, hacerlo con discreción. Podríamos decirle que estamos intentando encontrar al novio de Miss White, el Sr. Bermont, y que necesitamos su ayuda. Y le llevamos a una de esas salas privadas para charlar con él.

Sin más rodeos Jeremy asintió, tomó a Elizabeth del brazo, y se acercó a Dupont, dejando a Charles y a James un poco atrás, pero sin alejarse como para que no les escucharan.

-Buenas tardes, Sr.Dupont, ya conoce a Miss White, yo estoy aquí para ayudarla, Jeremy Greystone, encantado. Disculpe que le interrumpamos si iba a algún sitio, necesitamos hablar un momento con usted, es acerca de Isaac Bermont. 

Charles quiso decir algo, pero no acertó a decirlo a tiempo, de modo que se quedó a la espera, viendo cómo se manejaba el detective. No era plan de importunar al muchacho, ni mucho menos que cundiera la alarma. Y sí, estaba de acuerdo en que la cita, cuanto más discreta, mejor. 

En verdad solo bastó con ir al horario indicado para dar con Thomas, cuestión que Elizabeth agradeció mucho ya que al menos no se estaba escondiendo de los demás o había desaparecido. Una vez apretaron el paso, la mujer desvió la mirada hacia Jeremy cuando al sujetar su brazo, caminó junto a ella para alcanzar al amigo de su novio. 

- Señor Dupont... - saludó la estudiante de Medicina tras dibujar una efímera sonrisa en su rostro. - Nos urge hablarle. - apuntó desde lo gestual, como así en actitud cuando no tenía en mente dejarlo escapar. Seguramente era el dueño de algunas de las respuestas que la mujer estaba buscando. 

Tan abstraído iba en sus pensamientos que cuando Jeremy lo interceptó el joven pegó un respingo. Durante un momento miró confundido a ambos pero luego pareció alarmado.

—¿Isaac? ¿Qué le ha pasado? ¿Le ha pasado algo? Oh, por dios... ¿ha sido por el libro? ¿le ha pasado algo por culpa del libro?

Los recién llegados no pudieron evitar cruzar una mirada al ver que el propio Dupont mencionaba el libro. Su preocupación, además, parecía muy real. James, mientras tanto, había abierto la puerta de una de las aulas que en ese momento no estaban en uso. Allí podrían hablar con calma. El joven se dejó guiar sin ofrecer ninguna resistencia, esperando alguna respuesta del grupo.

Charles siguió a Dupont hasta el interior del cuarto y cuando estuvo dentro lo miró. 

-Buenas tardes, señor Dupont. Creo que ya nos conocemos de la biblioteca ¿verdad? Soy Charles Martin Smith, ayudante del señor Armitadge. Y sí, se trata del libro, señor Dupont-dijo Charles-Porque suponemos que hablamos del mismo libro. Le agraceríamos si pudiese ponernos al al día día de lo que sabe, porque lo cierto es que es poco lo que sabemos de lo sucedido y por lo que usted cuenta, parece que sabe bastante más. 

—Pero ¿Isaac está bien?— luego al notar la insistencia de Charlie hacia el libro pareció calmarse —Ya veo... están buscando ese maldito libro ¿verdad? Es todo lo que les importa. El contenido de esa Sala Maldita. ¿Se han parado a pensar en como afecta ese tipo de material a gente impresionable como Isaac?

Se volvió hacia Elizabeth:

—No me digas que tú también estás preocupada únicamente por el libro. Isaac hablaba tan bien de ti...

¿Había quizás un tono de reproche en su voz?

Tras alzar una ceja, Elizabeth preguntó con cierta firmeza:

- ¿De qué Sala Maldita hablas? - cuestionó un tanto sorprendida. - No, estoy aquí porque Isaac ha desaparecido. - aclaró sin pelos en la lengua. 

Pero al percibir aquel tono con cierto tinte de reproche, frunció el ceño ligeramente. Si bien aquel hombre podía conocerla gracias a las palabras de Bermont, ella tenía sus principios que bajo una estricta crianza jamás pasó por alto, ni siquiera por amor. 

- No se confunda, mi prioridad es él. Siempre lo ha sido. - aseveró muy segura.