Partida Rol por web

Jueves 26 abril 1923, 14:30. Hospedaje Wilson para estudiantes. Arkham.

El hospedaje Wilson para estudiantes era un edificio de cuatro plantas situado en la West Water Street, justo frente a la estación de ferrocarril. Cuando se identificaron como enviados de la Universidad la señora Wilson, viuda que regentaba la pensión, enseguida entendió por qué estaban allí.

—Es por el muchacho Bermont ¿verdad? Esta mañana me llamó el director Fisk para preguntar por él. Como le dije: lleva dos noches sin aparecer por aquí.

Mientras hablaba subía por escaleras de madera seguida por la comitiva. En cada planta había un pasillo con cuatro puertas y la habitación de Bermont se encontraba en la tercera planta y tercera puerta. La mujer rebuscó en su llavero y abrió.

—Normalmente no suelo entrar si no está el inquilino pero creo que esto... en fin: juzguen ustedes.

Abrió la puerta para mostrar una habitación amplia en la cual había una ventana que daba al río Miskatonic. Era una vista de postal: al otro lado del río, cruzado el puente, se veía el distrito de Old Port y, un poco detrás, Merchant District. En la habitación había una cama, un armario, una mesa de estudio y un pequeño lavabo donde asearse. Pero todo estaba patas arribas: había papeles y ropa tirados por toda la habitación, como si alguien hubiera entrado dispuesto a encontrar algo. O como si Bermont tuviera que revisar sus pertenencias con rapidez antes de marcharse.

—No es para nada normal en él. Es un muchacho muy aplicado, serio... muy sereno. Llevaba dos días sin venir pero lo achaqué a que pudiera hacer un viaje a Boston a ver a su madre, o que quizás estuviese en casa de algún amigo estudiando. O... bueno, ya saben, o que se hubiera echado una novia. Los jóvenes tienen derecho a divertirse un poco ¿no? Si no hacemos locuras en ese momento de nuestras vidas... En fin. Me preocupó mucho el tono del director Fisk y decidí abrir el cuarto. ¡Imagínense mi sorpresa al verlo todo así!

La señora se echó a un lado para dejarlos pasar.

-Claro, claro, lo comprendo, señora-dijo Charles siguiéndole la corriente-Le agradezco en nombre de la universidad y de la familia del señor Bremont que colabore con nosotros. Solo queremos saber dónde está, ya que en efecto, hace dos días que no asiste a clase y nadie parece saber qué ha sido de él. 

Luego miró a la habitación. Suspiró mientras se frotaba la barbilla. 

-Parece mentira que diga yo esto, si a penas soy capaz de mantener mi cuarto en orden,...pero supongo que si queremos registrar la habitación, la opción más eficaz que tenemos es recogerla y ordenar las cosas. De esa forma podremos revisar al detalle la habitación. Entre todos y repartiéndonos el trabajo, acabaríamos rápido. 

Jeremy entró en la habitación arrugando el ceño, y callado. Escuchó a la mujer y la respuesta de Charles en silencio, mientras ojeaba cada rincón a la vista. Después asintió, y se dirigió a la Sra. Wilson.

-Así es, gracias por su ayuda. Nos quedaremos un rato aquí, tanto para ver si encontramos alguna pista que nos sugiera su paradero como para dejarle esto un poco más ordenado y decente. No se preocupe, la avisaremos antes de irnos. Muchas gracias de nuevo.

No compartía exactamente el punto de vista del ayudante del Bibliotecario, pero era una buena excusa para revisar toda la habitación que ya estaba puesta patas arriba. El detective no creía que hubiera sido cosa de Bermont, por lo menos en principio. Sino que alguien había entrado y había estado buscando algo frenéticamente. ¿Quizá el Necronomicon?

-¿Alguien más tiene la llave, Miss Wilson? Además de usted y de Bermont, ¿alguien podría haber entrado sin forzar la cerradura?

James mantuvo su habitual actitud reservada duante el camino a aquella pensión de estudiantes pero su silencio fue roto cuando no pudo evitar soltó un silbido de sorpresa cuando vio el estado de aquel cuarto.

- ¿Nadie escuchó nada? - fue la primera pregunta que se le pasó por la cabeza.

Cuando el señor Greystone interrogó a la mujer sobre la posibilidad de que alguien hubiera podido forzar la puerta, él se acercó a la ventana con cuidado, tratando de no mover nada de lo esparcido o, al menos, no terminar tropezando.

Aún recordaba la preocupación de su tía cuando un par de veranos antes habían detenido a un par de muchachos que se colaban en algunas casas trepando por los canalones y entrando por las ventanas, así que él abrio la propia y se asomó, tratando de ver si alguien podría haber entrado desde alguna habitación colindante o trepar de alguna forma.

—Pues salvo el señor Bermont y yo no, nadie debería tener una copia de la llave. No se permite que nadie entre si no es acompañando a un residente, y en el caso del señor Bermont como ven esta habitación es individual.

Jeremy examinaba con cuidado la cerradura. A veces los ladrones más hábiles podían usar ganzúas que no causasen daños externos pero solían dejar marcas en la madera o el metal. Aquel no era el caso. Quien quiera que hubiera entrado allí o bien tenía llave... o no había entrado por la puerta¹.

James estaba comprobando la segunda opción. El cuarto se encontraba en la tercera planta. Había unos canalones del desagüe que bajaban por los laterales del edificio pero el acceso a la ventana de Isaac era imposible desde ellos. Si alguien intentara hacerlo tendría que haberse colgado de los alfeizares de las ventanas vecinas ¡y columpiarse entre ellos! Ni siquiera un atleta podría lograr algo así. Y colocar una escalera también estaba descartado ya que la fachada daba directamente al río Miskatonic. Salvo que hubiera entrado volando en la habitación al joven le parecía imposible que un posible ladrón entrase por aquella ventana.
 

Un poco más aletargada al mirar, Elizabeth se adelantó al grupo una vez la mujer abrió la puerta de la habitación. Sus manos sobre las caderas y su expresión preocupada, sin dudas terminó reflejando su incertidumbre traducida en una mueca que lejos está de poder ocultar. Seguía sin entender lo que estaba pasando con su novio, Isaac no era así, para nada. 

- Revisaré los papeles. - indicó al inclinarse y ver que encuentra. - Gracias por su hospitalidad. - terminó por decir mientras se centró en reconocer lo que está desperdigado en el suelo, si tiene algún indicio o referente de algo. Ya sean apuntes, o no, podría haber una clave interesante o un indicio a algo. Al menos, a comprender lo que pasaba por la mente de Bermont. 

Charles a falta de alguien que se mostrase en contra de su propuesta se puso a ordenar el cuarto de forma tan metódica como pudo. Tampoco hacía falta ser muy escrupuloso. Cada prenda de ropa que encontraba, la revisaba por si hubiera en los bolsillos algo relevante. Luego la dejaba en un montón, doblándola sin mucho esmero. Los papeles se los iba pasando a Elizabeth para que los fuera clasificando y descartando lo que no fuera importante. Enseres personales los iba dejando en una caja o estantería...su idea era asegurase de que cada cosa que hubiera en aquel cuarto y cada esquina del mismo hubiese sido inspeccionada minuciosamente cuando hubiesen acabado su tarea. 

Bien, o Bermont había dado la llave a alguien más, o bien alguien se la había quitado directamente al muchacho, posiblemente si el caso era que lo habían secuestrado, como parecía. 

Si la búsqueda era del Necronomicón, es que Bermont no lo llevaba encima. Pero también podía ser, o que en realidad no lo hubieran secuestrado, o que buscaran otra cosa.

-La ayudo, Miss White. Repartámonos los papeles, quizá encontremos alguna carta, o alguna dirección, una nota... quién sabe.

Jeremy sin embargo se dirigió a los cajones, para revisar su contenido. Lo que hubiera de ropa se lo daría a Charles, lo que hubiera en papel lo comprobaría él mismo.

Elizabeth, Charles y James se pusieron en conjunto a organizar los papeles y documentos de Bermont. Había una buena cantidad de notas garabateadas e incluso algunas pasadas a máquina. De hecho pronto se dieron cuenta de que algunas de ellas eran parte de la tesina que estaba llevando a cabo. La diligencia con la que actuaba el equipo de investigadores demostraba que estaban dotados de una gran capacidad de asimilación y organización, por lo que pronto extrajeron las partes más relevantes de los estudios de Bermont¹.

Tal como todos habían dicho Isaac empezaba hablando de religiones que nada tenían que ver con las habituales, buscando rituales ancestrales. Hablaba de unas deidades llamadas Primigenias que podrían ser adoradas incluso antes de que la humanidad fuera consciente de su propia existencia. Eso parecía arriesgado pero los investigadores tomaron notas de varias referencias a documentos encontrados en el antiguo egipto e incluso en tablillas de arcilla del mar muerto que ya se referían como 'antiguos' a esos cultos.

Esto también sorprendía a los lectores: si bien estaba más que demostrado que ciertos mitos como el Diluvio Universal o la Expulsión del Paraíso eran comunes a muchas religiones conocidas en este caso todo iba mucho más allá. No se pretendía decir que hubiera varias religiones con puntos en común en diversas partes del mundo sino que la misma religión era profesada en lugares tan dispares como centroeuropa, egipto o sudamérica, en momentos históricos en los que no podía haber ninguna relación entre dichas culturas.

Aquello ponía patas arriba todo lo que hasta el momento se había estudiado en religiones comparadas. Pero ¿sobre qué certezas se fundamentaba? Citaba entonces libros como el Necronomicon y el Unaussprechlichen Kulten, pero sorprendía también referencias a estudios científicos de diversas épocas y lugares: el Cairo, Londres, Francia, Austria, Barcelona, Beijin. De hecho varias notas en los laterales arrojaban preguntas muy concretas:

- ¿Qué fue lo que de verdad hizo dar vuelta a la Segunda Expedición Antártica Alemana? 1913. ¿Por qué no se han publicado los resultados científicos?

- Consultar Peabody sobre antigüedad de los monolitos de las marismas de Beck.

- Jeroglíficos del Cairo. Profesor Barnacus. ¿Dinastía perdida?

- Culto Ponapé. Diario del capitán Stronen. Conexión con Iglesia de las Profundidades. ¿Kingsport?

Había sin embargo una pregunta rodeada con varias círculos, como si fuera una obsesión:

- ¿Cthulhu y Dagon?

Esos dos nombres figuraban en la tesina junto con otros siendo referidos como deidades ancestrales o, como las llamaba Bermont, primigenias. Parecía que ambos tenían una clara conexión con el mar pero, de forma similar, con las estrellas.

En medio de todo el lío había algo más: un sobre sellado en Kingsport, Massachussets. No tenía remitente y la carta que contuvo en su momento estaba desaparecida. No tendría mayor importancia si no fuera por una de las notas laterales que aparecían en la tesina, la que relacionaba a cierto capitán con esa ciudad.

- Nadie podría colarse por aquí. - informó a sus compañeros tras cerrar la ventana de nuevo.

Mientras el resto se dedicaba a organizar y leer las documentación de Bermont, James optó por una vertiente más práctica: si aquel joven se había marchado de motu propio, se habría llevado con él las pertenencias más básica o al menos su documentación.

En cambio, si él no había llegado a entrar en la habitación una vez que había robado aquel libro o si había una tercera parte que se había ocupado de él, encontraría allí dinero o similar que nadie dejaría atrás en una huida.

Mientras los demás recopilaban documentación James revisó concienzudamente la habitación. No había dinero ni pertenencias de valor. Pero se dio cuenta de algo más: no había tampoco maletas y faltaba bastante ropa para un joven con suficiente dinero como para alquilar una habitación individual en Arkham. Las maletas tendrían que estar allí de su llegada desde Boston y la ausencia indicaba claramente que se había ido por su propio pie¹.

¿Se había fugado con el Necronomicon? ¿Pero a dónde?

Fue entonces cuando se fijó en un papel que estaba bajo el armario y que sus compañeros no habían encontrado. Era un folleto de la línea de autobuses Arkham - Kingsport².

- Faltan las maletas... - comentó James mientras iba desplazándose por la habitación, abriendo y cerrando los cajones y comprobando bajo la cama y sobre el armario.

- Y juraría que falta ropa aunque eso quizá lo pueda cerciorar la señorita White. - estaba claro que esos dos muchachos habían pasado demasiado tiempo entre libros de sectas y aberraciones y seguramente ella hubiera conocido esa habitación y las pertenencias del muchacho.

Entonces, según descendía de un taburete tras comprobar la parte de arriba del armario, vio algo bajo el mismo y se agachó para recogerlo.

- La línea Arkham - Kingsport. - dijo en voz alta mientras miraba el folleto. - El sobre, su tío abuelo... empiezo a sospechar que ése ha sido el destino del muchacho y de motu propio al parecer...

-Cierto, cierto.- Confirmó el detective asomándose por encima del hombro de James, que estaba leyendo el folleto. -Kingsport, y el tío abuelo. Lo que nos lleva a una de las notas del muchacho: "Culto Ponapé. Diario del capitán Stronen. Conexión con Iglesia de las Profundidades. ¿Kingsport?".

Asintió con vehemencia, posiblemente ir a hablar con Peabody podía quedar relegado, junto con los Monolitos y las Marismas de Beck. Que, posiblemente, establecían algún tipo de conexión con el viaje de Isaac. Sí, el dato era crucial, Kingsport debía ser el siguiente paso...

Charles se acerca a mirar el hallazgo de James. Debe acercar mucho la vista para poder leer el papel.

-Bueno, pues efectivamente, parece que todo apunta a Kingsport, caballeros-concluyó Charles-Les propongo que volvamos a la universidad, presentemos las conclusiones de nuestra investigación. Y a partir de ahí, si la universidad desea que sigamos con el caso, nos desplacemos a Kingsport para seguir investigando ¿les parece?

Aquellos apuntes revelaron cuestiones que le generan cierto escalofrío en todo el cuerpo a Elizabeth, era tanta la obsesión, el aislamiento y la sed de conocimiento que Isaac se estaba perdiendo en sí mismo mientras las consecuencias caerán igual que la misma realidad en la que viven. 

Y por esa razón, perdida en sus cavilaciones internas cuando esas preguntas escritas en papel le revolvieron el estómago, alzó la mirada cuando James la menciona y tras incorporarse, terminó por descubrir que ciertamente no estaba la ropa de su novio, al menos la mayoría. 

- Tiene razón, esto fue premeditado incluso. - afirmó decidida, un poco decepcionada y preocupada por igual. - Tendremos que ir a la terminal. ¿A qué hora dice el boleto? Así podremos saber la diferencia horaria que tendremos con él y al menos no sé, viajar en coche hacia ese lugar. ¿Qué opinan? - preguntó al desviar la mirada hacia todos. 

-Según el folleto hay varias salidas diarias.

Aclaró a Elisabeth mostrándoselo.

- Si les parece, yo iré a la terminal con quien quiera acompañarme. -Prosiguió.-  Charles, si usted desea ir a notificar nuestras pesquisas al Sr. Fisk, no me opongo, pero yo no perdería el tiempo con ello. La Universidad es quien me contrató, y lo hizo para recuperar el Libro, y averiguar el paradero de Bermont, así que seguiría adelante con la investigación. Posiblemente yendo al mismo Kingsport, imagino que será necesario. La ausencia de maletas y ropa nos indican que el joven viajó, puede que inesperadamente, pero sin duda, como apunta Miss White, de modo voluntario.

- Gracias. -  respondió Elizabeth. 

Tras mirar con absoluta atención el folleto, dió unos golpecitos con su dedo índice sobre la perilla analizando. Luego de tomar una decisión, le devolvió el papel a Jeremy. 

- Voy con usted. Tenemos que seguir el rastro de Isaac. - dijo en un tono determinante, dispuesta a acompañarlo. 

Quizás dentro de esas posibilidades de la vida misma, su novio no había partido y con ello la esperanza inundó el interior de la joven Estudiante. No quería desanimarse, un simple descuido, un retraso en los horarios, cualquier situación, le daría la carta blanca para hallarlo. 

James no tenía ningún interes en continuar con la búsqueda de aquel ladronzuelo, ahora que parecía quedar claro que había sido algo premeditado pero el tío Theo le había asignado esa tarea y daba por hecho que le instaría a acompañar al señor Greystone a Kingsport.

- Lo mejor será realizar el mismo camino que tendría que haber realizado Bermont, quizá algún revisor o la vendedora de billetes es capaz de recordarle.  - sugirió al detective.