Partida Rol por web

De pronto se sintió estúpido. Tanto esfuerzo por romper aquel candado y resulta que podrían haber accedido al mismo lugar por el otro lado, a través de una puerta que estaba abierta. Negó con la cabeza mientras pensaba en ello.

La sacristía tampoco era demasiado reveladora. Dudaba que un libro como el necronomicón estuviera guardado en esa estantería. Ya a simple vista intuyó que no era así. Su tamaño y decoración exterior llamarían su atención incluso en la penumbra. Quizá en los cofres...

Asintió ante las indicaciones de Greystone. Dudaba que sirviese de mucho, al fin y al cabo, los demás sectarios estaban en la ceremonia, pero al menos, ocultaría su rostro. Una vez se puso la túnica accedió a la habitación y con las luces ya prendidas, se dedicó a revisar las estanterías para asegurarse de que efectivamente, el necronomicón estaba allí. Luego revisaría los cofres.

Al revisar la estantería, reparó en las fotografías. 

James esperaba pacientemente cerca de la Iglesia, tratando de no quedar a la vista para no llamar la atención pero intentando vigilar el acceso a la misma por si alguien se acercaba.

Las sospechas de Charles se convirtieron en certezas: allí no podía estar el Necronomicon. Era demasiado grande y aparatoso como para estar en las estanterías o en algún cajón. Pero Jeremy era inasequible al desaliento. Primero registró con meticuloso cuidado el sótano y, una vez arriba, revisó palmo por palmo la sacristía. No encontró el libro pero en la papelera dio con algo. Era un borrador de una carta desechada:

Estimado señor Lamberwood:

Tal como le había prometido le remito el tomo para que la preparación de los rituales que serán necesarios en la Ceremonia de Apertura del Sello. Tras estudiar los documentos franceses hemos llegado a la conclusión de que el momento adecuado es el Solsticio de Verano, pero van a necesitar una fuente de energía suficiente como para poder realizar [Tachones]

Por seguridad es conveniente que el tomo permanezca fuera de los Estados Unidos hasta que las aguas vuelvan a su cauce. No creo necesario explicarle lo importante que es que custodien este tomo ni los sacrificios que hemos tenido que realizar para conseguirlo.

Aparte de eso aprovecho esta misiva para comentarle que seguimos sin una solución al problema con la Compañía de Indias [tachón]

Al parecer la carta se desechó después de este borrador. Los tachones hacen totalmente ilegible lo que haya debajo.

Jeremy rebuscó en un tarjetero que había en la mesa. Tenía una corazonada que se hizo realidad en forma de una pequeña tarjeta de papel color hueso granulado.

Mientras Charles acababa de revisar la estantería vio como el detective desplegaba una cuartilla manuscrita. Sin dudarlo se acercó a ver de qué se trataba. 

Arqueó las cejas desconcertado por lo que estaba leyendo. Se detuvo a medida que iba leyendo para comentar su parecer. 

-¿Documentos franceses? Debe referirse a otro ejemplar o ejemplares del Necronomicón. Existen pocos ejemplares y se dice que no todos son idénticos, aunque había entendido que el que poseíamos en Arkham era el más valioso y completo de todos, siendo los otros copias obtenidas a partir de éste. Quizá anotadas, no lo sé. De lo que no cabe duda es de que quien ha escrito esto ha podido compararlos para sacar esas conclusiones.

Siguió leyendo con nerviosismo antes de seguir comentando.

-¿Una fuente de energía suficiente?¿Suficiente para qué? El solsticio de verano es el 22 de junio. Los solsticios son fechas importantes para las culturas antiguas que les atribuían una gran importancia mística. 

Charles tenía la cabeza a punto de explotar. Aquello le superaba. Realmente parecía que estuvieran pensando en hacer un ritual con un propósito desconocido. ¿Apertura del sello?¿Qué sello? La reputación del Necronomicón le precedía y no podía esperar nada bueno, ni deseable. Todos los que habían profundizado en el manual se habían visto mentalmente afectados por él. Por ese motivo él mismo lo había rehuido. La labor de un bibliotecario era extraña a veces y en este caso implicaba preservar un libro que nadie debería leer. 

-¿Que van a mandar el libro fuera del país?¿Y de qué manera? Algo así no se manda por servicio postal ¿verdad? Quizá lo manden por barco en un envío especial, destinado a esa naviera. Pero no creo que hayan tenido tiempo de preparar el envío aún. Imagino que alguno de esos sectarios o el propio Bremont lo entregará en mano allí. Deberíamos intentar averiguar qué barcos parten próximamente para el Reino Unido. No se me ocurren muchas más opciones. 

El registro a fondo parecía que no daba resultado, hasta que encontró el borrador de la carta, y luego la tarjeta. 

Los hallazgos suponían una nueva luz a todo aquel oscuro entramado.

-La carta, o su borrador, va dirigida al director comercial de la Cunard, quien evidentemente forma parte de la secta. Van a enviar, si no lo han hecho ya, el Necronomicon a Inglaterra. Según dice aquí, la Ceremonia que desean realizar, esa apertura del sello, sea lo que sea, va a ser en un par de meses, en el solsticio de verano, efectivamente. Y necesitan el tomo para ello.

Corroboró entre dientes el comentario del bibliotecario.

-No creo que esos documentos de los que habla se refieran a otro Necronomicon francés, o puede que sí, pero en cualquier caso eso no es asunto nuestro. Sin embargo, ya tenemos un hilo sólido del que tirar. Como usted dice, hay que investigar qué barco de la Cunard zarpa estos días hacia el Reino Unido. O ha zarpado entre ayer y hoy. El libro formará parte de la carga. Lo estamos buscando en un lugar efímero, me temo.

Anotó en su libreta el contenido de la carta y de la tarjeta. Y luego lo dejó todo tal como lo había encontrado.

-No quiero llevarme nada de esto, posiblemente no lo notaran, pero nunca se sabe. 

Una vez hizo esto, hizo gesto de chitón a su compañero, apagó las luces, y entreabrió la puerta que comunicaba la Sacristía con la Iglesia. Con sumo cuidado de no mostrarse miró al exterior, para ver si había alguien allí, y si lo había, qué estaba haciendo.

No tenía intención de salir por allí, sino rehacer el camino por el sótano. Pero no estaba de más echar un ojo, no fuera que el libro que antes no estaba en la Iglesia, ahora sí estuviera, sobre todo si disponían el bautismo del joven que habían dejado en la Mansión, preparándose.

Tuvieron sumo cuidado de abandonar la iglesia sin que nadie los viese. Sin embargo el candado que mantenía cerrado el sótano estaba roto y aquello no era posible repararlo.

Volvieron a reunirse con James en el exterior.

Charles miró con preocupación el candado roto antes de marcharse de allí.

Sería imposible desvincular el allanamiento de la iglesia de la visita a la mansión Blech. Y lo peor es que apenas habían obtenido nada. Lo que fueran a hacer, sería mejor hacerlo cuanto antes. Antes de que los sectarios de Blech descubrieran que habían entrado en la iglesia. 

-Notarán que entramos y eso disparará todas las alertas-dijo mientras se alejaban-Lo que tengamos que hacer, deberíamos hacerlo cuanto antes. Lamentablemente, salvo que piensen en infiltrarse en las oficinas portuarias para consultar los registros, no podremos hacer nada hasta mañana. Supongo que eso demora cualquier actuación hasta mañana a primera hora. Podríamos ir hasta allí e intentar conseguir esa información y seguir a partir de ahí. 

Después de todo, habían obtenido una información valiosa, a ojos del detective. Habían confirmado quién había robado el libro, dónde estaba Bermont ahora (cosa que pretendía comunicar a la Universidad para que enviaran a la policía a detenerlo, si así lo consideraba el Rector), y habían logrado un excelente hilo del que tirar acerca de lugar donde encontrar el Necronomicon: la Cunard y el titular de la tarjeta.

A Jeremy no le importaba demasiado haber dejado tras de sí una evidencia tan flagrante de que alguien había entrado en el sótano, y por ende en la Iglesia. Se llevaba dos túnicas, y había dejado el borrador de la carta y la tarjeta en su sitio, podía incluso haber sido una travesura adolescente, si se quería ver así. Algo desconectado con el libro.

-Pues no es mala idea lo de infiltrarnos en las oficinas portuarias, puede que unas horas marquen la diferencia si hay un barco a punto de zarpar. De todos modos alguien debería llamar a Arkham para comunicar nuestros progresos e intenciones. Como vean, por mi parte creo que cuanto antes actuemos, más posibilidades tendremos de que el libro no se nos escape de entre los dedos y se nos vaya al Reino Unido.

-Temía que diría eso-dijo Charles al escuchar como el intrépido detective confirmaba sus ya anunciadas sospechas-Llamar a la universidad a estas horas no creo que tenga sentido. Eso sí puede esperar a mañana. Vayamos ya al puerto entonces, sin más demora.

El grupo se dirigió entonces hacia la zona portuaria. Las calles estaban desiertas. De camino ni siquiera vieron policías patrullando la zona. Cuando llegaron a las instalaciones portuarias principales vieron varios edificios administrativos y una gran lonja de pescado. Había también unos muelles donde permanecían atracadas sobre todo barcos de pesca de cercanía, aunque también algún velero de mayor tamaño. Nuevamente les llamó la atención el vacío del lugar. Aunque Kingsport parecía un lugar tranquilo en esa época del año y aún faltaban varias horas para que los pescadores se hicieran a la mar resultaba extraño no ver ningún guardia vigilando los muelle.

Entonces vieron las luces a lo lejos. Probablemente se corresponderían con la ceremonia que estaba oficiándose en los acantilados bajo la mansión. Desde donde estaban tenían una vista privilegiada de la bahía aunque aquel punto estaba muy lejos para distinguir algo más que puntos en movimiento. En la roca del diablo también parecía haber movimiento: la pálida luz de la luna devolvía el reflejo de unos nadadores que se aproximaban al atolón nadando desde alta mar. Aunque se esforzaron por intentar distinguir el barco del cual, sin duda, habrían bajado, no alcanzaron a verlo. Nadaban con una rapidez inhumana. Luego vieron que de la costa de la mansión salía un pequeño esquife engalanado, quizás con dos o tres personas a bordo, escoltado nuevamente por nadadores que ocasionalmente asomaban la cabeza. Desde el muelle era imposible discernir detalles pero los espectadores no sabrían determinar si eran personas o quizás delfines u otro tipo de animal que se sumergía constantemente.

- El director insistirá en que localicemos el líbro... - fue lo único que dijo Charles, quien ya había asumido que iba a tardar en regresar a su rutina.

Avanzaron hacia el puerto y se extrañó no encontrar ningún tipo de policía... ¿llegaría a tales cotas el poder de los Bermont que hacían que la policía vigilara sus rituales?

- Han comenzado. - dijo señalando en dirección a las luces pero las figuras que saltaban por el agua le llamaron la atención, no recordaba delfines en la zona, solo esperaba que no fueran tiburones.

-Oh, allá va el nuevo miembro, a punto de ser "iniciado". Le espera un buen baño, me temo. No se quejará, tiene compañía de sobras. Menudas ganas de nadar ahora mismo. ¡De noche! El agua debe estar más que fría, no me extraña que vayan así de rápido. Aunque con esa velocidad quizá no todo se trate de gente, quizá también haya delfines, o atunes. Desde luego son grandes.

Oteó el horizonte buscando el barco de donde podían proceder los nadadores sin resultado alguno, pero pronto se concentró en lo que habían venido a hacer. 

-Dejemos a esos locos sectarios en remojo, y echemos un vistazo en esos edificios administrativos, deben encontrarse aquí las oficinas de la Cunard. ¿No les extraña que todo esté tan desierto? No deja de ser una ventaja, que aprovecharemos, pero llama la atención. Parecería que Kingsport entero está allí delante, en el agua. 

Tal como hablaba Jeremy se olvidó de la Ceremonia y de la Roca del Diablo para dirigir sus esfuerzos a encontrar las oficinas de la naviera.

Charles asintió. Sin duda, las oficinas de la Cunard eran su objetivo más evidente. La verdad es que teniendo en cuenta que parecían estar empezando, entrar en la mansión no habría sido tan descabellado, después de todo.
 
-No creo que tengamos nada que temer de esos sectarios, pero supongo que habrá algún guardia por aquí. Mejor no confiarse. 

Sin duda estarían identificadas con algún tipo de cartel indicativo. Aguzó la vista para encontrarlo. 

- Es posible que el pueblo haya cogido la costumbre de no dejarse ver cuando la Iglesia o los Bermont están... ocupados. - hizo un gesto hacia la Roca para dejar claro a que se refería.

Echó un vistazo, tratando de asegurarse que realmente estaban solos.

- El problema será que seguramente un edificio así esté más protegido que la Iglesia. - expuso procupado.

No fue difícil dar con la oficina de la naviera. Se trataba de una nave amplia, de piedra, con un enorme portón de madera que cerraba la zona inferior y bajo el cual se veía unos raíles que continuaban hasta un dique seco. Por el tamaño del edificio los investigadores supusieron que allí se reparaban barcos de tamaño medio, yates que pudieran cubrir distancias a vista de la costa.

Había unas escaleras externas que llevaban a un voladizo en la segunda planta donde había una puerta de madera y un ventanal formado por una retícula de cristales cuadradados pequeños. Sobre el voladizo un gran cartel rezaba: Naviera Cunard.

No había nadie a la vista así que subieron hasta la puerta que, efectivamente, estaba cerrada. Mirando a través de la ventana James vio un amplio despacho con dos mesas de oficina repletas de documentos. Había varios archivadores tras una de ellas y un enorme mapamundi colgaba de otra de las paredes. Vio también otra puerta que parecía conducir al interior de la gran nave. También se fijó en una claraboya del techo, que seguramente daría luz natural durante el día.

El ventanal no permitiría a nadie el acceso ya que los vidrios que los formaban apenas dejarían pasar un brazo a su través, pero si alguien pudiera trepar hasta la claraboya quizás pudiera abrirla de alguna manera— o romperla —para acceder al interior.

Charles confiaba en que el detective privado supiese desenvolverse con esa cerradura. Si no, les quedaría escalar e intentarlo con la claraboya, pero el ejercicio físico no era su fuerte. A las malas, podrían intentar romper un cristal, utilizando algún periódico viejo o un trozo de lona o similar que pudieran utilizar para atenuar el ruido. No obstante en medio de un silencio absoluto como aquel, se notaría. 

-Bueno, señor Greyson. Me fío de su criterio ¿sabría abrir esa cerradura?¿O lo intentamos por arriba?

James volvió a acordarse del cerrajero que acudía a la Universidad y volvió a arrepentirse de no haber tratado de atisbar aquel proceso que llevaban casi en secreto para hacer saltar una cerradura.

Viendo que el campo de Charles eran los libros y las bibliotecas, echó un ojo a la estructura del edificio, tratando de hacerse una idea de lo complicado que sería para el detective trepar hasta la claraboya¹.

James echó un vistazo: podrían apoyarse en la barandilla para izarse al tejado usando el alfeizar de la ventana. No era imposible pero sí un tanto complicado. Le preocupaba especialmente la posibilidad de perder pie, pero con suerte si resbalaban caerían en el voladizo en el que estaban. Claro que siempre podían tener mala suerte y que la caída fuera hacia el exterior de la barandilla. Eso eran unos seis metros de caída: no pintaba bien¹.

-Hum... déjeme ver...

En realidad su estilo de detective era más cercano al de ratón de biblioteca que al de ladrón, ni siquiera de guante blanco. No, no tenía ni idea de cómo forzar una cerradura, ya lo había demostrado con triste claridad con el candado de la trampilla, en la Iglesia. Y la cosa no había mejorado durante el trayecto.

Se centró a su vez en la claraboya. Era la mejor opción, sin duda.

-Bien, habrá que intentarlo. Trepar, digo. Yo soy bastante ágil, pero si alguno de ustedes dos es aficionado al alpinismo, o algo así, le cedo la iniciativa...

James miró primero a Charles y luego a sí mismo tratando de imaginar qué es lo que le podía hacer pensar al detective que alguno de los dos era aficionado a la escalada.

El señor Greystone cobraba por ello, él por su parte solo se llevaría una palmadita de su tío si volvían con el libro*, por lo que negó ligeramente mientras bajaba la mirada.