Partida Rol por web

Freddy ojeo la correspondencia. Se fijó en los detalles de los remitentes y sacó alguna de las cartas que estaban abiertas levantando la vista de vez en cuando para observar aquella habitación.

—No parece que hayan entrado aquí. Y es extraño porque la puerta estaba abierta —dijo en voz alta sin dirigirse a ninguno en particular—. Voy a echar un vistazo arriba.

Dejó las cartas sobre la mesa nuevamente y agarró la pistola que había dejado en el mismo sitio. Se acercó con cuidado a la escalera y comenzó a subir.

Mientras todos llevaban s cabo sus pesquisas,cada cual para las que eran aptos, el anciano donovan revisaba las estanterías de libros y las reliquias mas llamativas,buscando alguna que se acercase al periodo de su preciada miniatura, o algun libro que tratase sobre el tema.

No conocia a ninguno de los presentes, mas habiendo un agente de la ley, no queria volver a faltarles. Aqui eran muchos mas férreos que en su América natal. Cuando se percato que la joven parecia algo afectada y nerviosa se dirigio a ella.

- No hay nada de lo que preocuparse, madamme. La mayoría de los casos suelen ser fantasías y paparruchas de gentes con pocos libros a sus espaldas. Y cuando no es asi tienen su base en puros argumentos científicos disfrazados  de lo sobrenatural. -sonrio- Solo he conocido un fantasma, el viejo Sully, decia haber ido y vuelto de Mississippi a Missouri en tres horas, jo jo jo jo  cofff! cof! cof! ¿Conocían al propietario?

Lo bueno y lo malo de los callejones era que la mierda acumulada allí, la mugre, el barro, formaban un tapiz sobre el cual cualquiera que pasara dejaba indudablemente huellas. Ya fuera por suciedad que no debía estar en sitios limpios o por marcas en la propia suciedad, tras examinar la puerta tratando de discernir si alguien había estado intentando manipular la puerta[1], Stu volvió a la puerta principal, no sin dirigir una serie de miradas a las calles circundantes para comprobar que nadie estaba husmeando[2], desde que dejara el puerto estaba especialmente paranoico.
-Las cerraduras de atras tienen ese símbolo.... te tiene que sobrar la pasta como para pagar por esa chorrada. - dijo Stu al entrar - La puerta de atrás esta cerrada y en buen estado. - Añadió.
-¿Por que esta mojado aquí dentro?- quiso saber Stu nada más entrar. Mientras observaba los charcos del suelo, luego paso a mirar todas las mercancías. No se molesto en preguntar por que aquello estaba todavía allí, habían venido a robar algo muy concreto, algo que querían por encima de todo, la pista de algo que señalaba al culpable quizá.

Maude se encogió de hombros -Exactamente conocerlo no. Fue mi cliente durante unos minutos. Ni tan siquiera llegamos a tener un poco de conversación, no dio lugar...

No quiso decir mucho más después del comentario de aquel hombre. Ya se hacía una pequeña idea de qué podría pensar sobre ella si seguía comentando de qué conocía a su cliente. Una pequeña sonrisa apareció en sus labios.

-Pues no lo sé, porque yo no le veo sentido. Vinieron, se pararon delante de la puerta y... ¿nada más? Si aquella puerta dices que está cerrada, debieron salir por la misma puerta por la que han venido ¿no?

Bajó la mirada para observar el agua, tenía que venir de la puerta principal, tenian que haber pasado por encima de ella sin darse cuenta...

Maude siguió el rastro de agua. Efectivamente venía de la puerta principal así que se asomó al exterior. En la calle el rastro de agua desaparecía pero era algo normal teniendo en cuenta el trasiego de gente que atravesaba aquel lugar. Había, sin embargo, manchas embarradas en algunos puntos de la calle que conducían hacia la zona del río. ¿Qué explicación dejaba aquello? ¿Alguien había caído al Tamesis para luego venir a atracar la tienda y no llevarse nada? Aquello no tenía pies ni cabeza.

Lo que Stu había visto en el callejón lo había desconcertado todavía más. También allí había zonas embarradas como si alguien pasase chapoteando por el lugar. Pero lo que le había dejado helado fue una huella que se había quedado grabada en medio de la basura esparcida. Porque era una huella muy rara. Parecía ser de alguien alto que andaba descalzo pero en la huella se distinguía claramente unas membranas en la zona de los dedos. Stu no entendía demasiado de zoología ni tampoco de medicina, así que no tenía demasiado claro el motivo por el que alguien pudiera tener membranas entre los dedos como si se tratase de una rana.

Donovan había aprovechado la visita para revisar la colección de libros. Era una colección variopinta de ediciones extranjeras, algunas en legunas exóticas, que sin duda se venderían bien entre snobs de clase media que quisieran presumir de cosmopolitas. Pero su mirada entrenada se detuvo en un título que le llamó la atención: una copia del libro de Oswald Ferris 'Cultos perdidos de la antigüedad'. Lo abrió por las páginas referentes al Faraón Negro y para su sorpresa encontró subrayados los textos que ya había leído en la noche anterior. ¿Acaso no era una casualidad magnífica que el anterior dueño de aquel ejemplar estuviera interesado exactamente en el mismo tema que el propio Donovan?

Por su parte Freddy revisó la correspondencia. Eran todas cartas comerciales y la mayoría permanecían sin abrir. De hecho la única abierta era una que no tenía remitente ni destinatario. Sin duda se había entregado en mano o bajo puerta. Era un sobre de calidad y un papel timbrado de los caros. La caligrafía interior era elegante:

Estimado señor Hobston:

Ha llegado hasta mis oídos sus intentos de colocar por su cuenta la figura que en realidad pertenece a nuestro cliente común. Como le dije en nuestra reunión hace dos semanas tengo contactos en todos los bajos fondos de Londres y esos mismos contactos que me han hecho llegar su nombre me advirtieron de la posibilidad de su doble juego.

Lamento que pese a mis advertencias haya decidido intentarlo igualmente.

Ni que decir tiene que sabemos que la figura ya obra en su poder y queremos que nos la entregue de forma inmediata, ya que en un par de días llegará un experto arqueólogo que la tasará como es debido, autentificándola en caso de ser necesario.

Enviaré a dos de mis hombres esta misma tarde para recoger el paquete. Espero por su bien que todo esté en la tienda. Para que comprenda que nosotros no somos vulgares maleantes le entregarán el pago íntegro por sus servicios como si nada hubiera pasado. Pero nuestra paciencia tiene un límite. De no formalizarse la transacción esta tarde me temo que nuestros hombres usarán métodos más convincentes para hacerle entrar en razón.

Por favor: sea un profesional como lo era en los viejos tiempos. Encontrará otras baratijas que colocar en los mercados ocultistas de esta ciudad.

Atentamente,

L.P.

Evidentemente el tipo de la tienda estaba metido en asuntos turbios. Freddy guardó la carta, tomó nota de las otras direcciones¹, y con su arma preparada subió a la planta superior. Allí se encontró con un dormitorio pequeño, con pocas cosas salvo ropa, un pequeño cuarto de baño y una puerta cerrada con llave. La puerta cerrada podría conducir a otra dependencia o, probablemente, a un taller de trabajo o clasificación en la casa.

Stu carraspeó.

-Alguien ha merodeado pro la puerta de atrás, pudiera ser quien entrara posteriormente por delante, pero la huella que dejó es muy rara, es como si fuera descalzo, fuera muy alto y ... y tuviera algo entre los dedos. - Dijo desconcertado - Ya sabéis, como si fuera una rana.- añadió extendiendo los dedos sin entender demasiado bien que ocurría o que clase de locura era aquella.

Suspiró 

-No entiendo esa huella...- Reconoció.

Stu comenzó a ir de un lado a otro por la habitación observando lo que había y buscando algo que faltara, algo que la falta de la misma cantidad de polvo que hubiera en el resto de cosas indicara que faltaba algo, por que evidentemente quien hubiera reventado la puerta sería para llevarse algo, aunque dejara lo demás.[1]

No tenía sentido.

Stu repasaba el sitio pero no encontraba sentido a que alguien entrase en un sitio, lo desordenase todo y no se llevase nada. Porque había muchas cosas allí que seguro que tenían buen valor. En su corta vida había infringido la ley suficientes veces como para tener buen ojo para esas cosas.

No se habían llevado nada.

-Igual no encontraron lo que buscaron y algo los asustó.... - Murmuró sin llegar a decirse lo a nadie salvo a si mismo.

El anciano se sorprendió al ver el libro y le llamo claramente la atencion que ciertos pasajes estuviera  subrayados. Saco una pequeña libreta negra y comenzó a anotar en esta que párrafos de que paginas estaban subrayados, para luego realizar un estudio mas a fondo de su copia en el hotel, dado que eran de la misma edicion.

A continuacion, busco alguna dedicatoria en el volumen o en caso de que hubiera funcionado en una biblioteca, las personas a las que se les habia prestado, para anotar dicha información junto a la anterior. [1]

Mientras hacia tiempo examino la sala por encima, no faltaba nada, iban con prisas, entra por una puerta y sale por otra... lo unico que faltaba alli era...

- No soy muy fan de las tareas detectivescas, pero creo que me darán la razon si les digo que esto parece un secuestro. No falta dinero, no se han llevado objetos de valor, alguien entro por la puerta principal y salio por la posterior, ... lo unico que falta en este lugar es el propio señor Phineas Hobbston...

Por desgracia para Donovan salvo el subrayado de los pasajes no había ningún otro nombre o identificador que le pudiera dar más pistas sobre el origen del libro o sus posibles dueños.

Estú finalizó su paseo por la estancia con aire distraído.

-¿De que conoce al señor Hobston?- Se interesó Stu mientras examinaba el correo que había en la tienda. Se centraba en direcciones de los remitentes a ver si mantenía correspondencia con alguien en algún lugar turbio de la ciudad.

Mientras hacía eso recordaba los rastros que había encontrado ¿Había visto la huella pero no había visto la huella de salida? ¿Y el detective? Había entrado con los 3 pero no estaba en la tienda... se dio cuenta de que podían no estar solos ellos 4.

-¿Si no se han llevado nada... puede ser por que todavía no se hayan ido? - Preguntó poniendo se en guardia y maltratando se a si mismo, mentalmente, con insultos diversos por no haber caído en esa posibilidad antes

Miro al Joven extrañado por aquella pregunta tan directa e invasiva. La educación de los Ingleses a la altura del betún. Carraspeo y se coloco la corbata.

- No he tenido el placer de conocerlo en persona, pero uno de mis mecenas me facilito la direccion para que me ayudara con cierta labor para la que he sido contratado.

Fulmino con la mirada al joven ratero dejando claro que no le gustaba que se metieran en sus asuntos.

​​​​

Stu lo miró extrañado. Un momento inoportuno para tener un arrebato de dignidad, sin duda su superioridad moral o su superioridad económica, o el motivo que el creía que había, por ficticio o merecido que fuera, para descartar a Stu como alguien inferior, le había impedido escuchar su segunda pregunta.

-De momento, centrémonos en la segunda pregunta que he hecho, quédese con Maude, voy a buscar al polizonte, le pondremos al tanto todos juntos cuando estemos convencidos de que es seguro estar aquí... - dijo aquello palpándose la chaqueta y poniendo la mano sobre la empuñadura de su cuchillo, aunque no lo llego a sacar y de ese modo pasó a la trastienda con paso cauto y silencioso. Controló su respiración para controlar el miedo. Stu lo decía así, no sabía que al hacer eso controlaba el subidón de adrenalina que le generaba la sensación de peligro. Pero lo dijera como lo dijera a él le servía.

Mientras Donovan esperaba abajo, con Maude, Stu encontró a Freddy en la planta superior. El policía observaba el pasillo sin parecer decidirse a que habitación se dirigiría primero.

—Oh, muchacho —dijo mientras se acercaba a una puerta de nuevo—. Esta puerta está cerrada con llave, ¿crees que podrás abrirla?

Freddy ladeó la cabeza flanqueando el paso al muchacho hacia la puerta.

—¿Alguna novedad ahí abajo? —preguntó.

Stu miró la puerta y urgó en sus bolsillos para sacar unas ganzúas. Se agachó al lado y trato de mirar la cerradura a ver si algo la obstruía, igual tenía la llave echada por el otro lado y podía hacer el truco de la hoja de papel y obtener la llave por debajo de la puerta.

-En la puerta trasera hay unas huellas raras y dentro el agua que según maude parece ir o venir del puerto, casi parece como si un hombre pez o un buzo con aletas hubieran venido hasta aquí, no parece haber nada de interés, salvo ese tipo extraño. - Explicó mientras se ponía con la cerradura.

Mientras estaba ahí se escuchó un clack, pero la expresión de stu no era de éxito.

Creo que va a tener que ser por las malas o voy a necesitar un destornillador para desmontar todo el picaporte, explicó

Freddy observaba el dormitorio y el baño. El desorden de aquella planta se correspondía más con la posible dejadez de su dueño que con un asalto sistemático. Al parecer los ladrones habían sido incapaces de entrar en aquel pequeño departamento.

Pese a la pericia de Stu la puerta parecía resistirse. El detective le echó un vistazo: era de madera normal, una puerta interior. Probablemente no resistiría más de un empujón aunque luego habría que explicarle al comandante el motivo de aquel destrozo¹.

Cuando Stu desapareció escaleras arriba Maude miró al señor mayor que se había quedado con ella en el local. Aún conservaba la mirada airada con la que le había contestado al pequeño.

-Bueno, creo que no le ha sentado bien la pregunta de Stuart. No le de mucha importancia, a veces es demasiado directo y no se da cuenta de que puede parecer brusco a quien no le conoce -lo miró con curiosidad y evaluó si contarle o no algo de lo que estaba pasando allí, pero ¿por qué no? Miró a las escaleras y escuchó voces arriba, así que supuso que el poli no bajaría de inmediato- No conoce al señor Hobston pero necesita hablar con él. Siento decirle que eso no va a poder ser posible -le dió unos instantes para que se hiciera a la idea de lo que venía después -Al señor Hobston lo mataron hace un rato en plena calle. Iba andando por la calle, un coche se paró junto a él y lo intentaron meter a la fuerza dentro. Se escuchó un disparo... y lo dejaron allí dentro. El poli de arriba está investigando que pasó. Y yo y Stuart estamos aquí porque el señor Hobston acababa de salir de mi negocio.

Se apoyó en el mostrador sin quitar la vista de encima al hombre, esperando su reacción.

-Así que creo que podrá ayudarle por mucho que lo espere aquí. Por que estaba bien muerto...

Una idea se le pasó entonces por la cabeza. Quien no busca no encuentra.

-Pero lo mismo Stuart y yo sí podemos ayudarle. Estamos acostumbrados a hacer un poco de todo. Es lo que tiene tener que buscarse las habichuelas para vivir. Mientras que lo piensa, me gustaría ir al otro lado de la calle. Creo que sea lo que sea lo que ha estado aquí empapado de agua vino del rio y lo mismo si nos asomamos podemos descubrir algo que ayude al tipo de arriba a descubrir que le ha pasado al señor Hobston.

Le hizo un gesto con la cabeza indicando la puerta principal y el exterior y comenzó a andar en aquella dirección, no sin anter fijarse en el libro que aquel tipo había cogido de la tienda.

-¿Sobre qué habla ese libro? Parece que le ha interesado...

Stu estaba obstinado con la cerradura, había una pieza atascada u oxidada, pero igual podía... puso cara de concentración mientras fruncía el ceño y hacía presión con cuidado.

Esta vez la cara de Stu ante el click fue diferente. Satisfecho de vencer a aquel artilugio.

- Necesita aceite... Incluso con la llave hubiera tenido que ... - Explicó sus dificultades de aquel modo, pero estaba claro que el poli no quería saber aquello.

El anciano escucho como la señorita escusaba al joven por sus formas en base a su estatus social, a lo que contesto con un leve ademan con la mano restándole importancia, aunque claramente se habia sentido ofendido.

- No le de mas vueltas señorita, cada cual es responsable de las consecuencias de sus actos. Solo lamento que ese chiquillo no pueda estaren una escuela aprendiendo a leer y escribir para ser un hombre de provecho...

cuabdo Maude le explico la reciente y repentina defunción del señor Hobbston apretó el ceño extrañado y preocupado mientras volvía a poner el libro en su lugar a la par que se prendía la pipa de nuevo y la acompañaba fuera del local. Sin duda el anciano era un hombre parco en palabras.

- Era un conocido de mi cliente, se supone que teníamos que vernos hoy aqui. Mi cliente ha adquirido un objeto y solicito mi tasación de veracidad, pero me he encontrado con algunas incógnitas que debo solucionar y para ello necesitaba saber donde lo adquirió...

Apoyándose en el bastón salio tras esta con paso tranquilo a la calzada.