Partida Rol por web

Se desplegaron de forma profesional. El primero en entrar fue Tandey. Apuntaba hacia el porche principal esperando que en cualquier momento alguien abriera la puerta. Butler se desplegó hacia la derecha, cubriendo el área del jardín en la que había una fuente de piedra entre unos olivos. Bradford, que en un primer momento cubría el área de las ventanas se vio sorprendido por un movimiento a su izquierda. Desenfundó su cuchillo y se aproximó sigilosa pero rápidamente hacia los matorrales que otrora habían formado un pequeño círculo alrededor de una mesa de piedra. Estaba seguro de haber visto moverse algo allí, por lo que se separó de sus dos compañeros.

Tandey alcanzó el porche de la casa. Estaba frente a la puerta principal que se encontraba cerrada. A través de una ventana vio un pasillo de madera alfombrado que se perdía en el interior del edificio. No había movimiento alguno. Aquella casa parecía abandonada. Desde la posición en la que se encontraba Buttler podía ver el lateral derecho de la casa, que se perdía en la finca por la parte de atrás. Contó al menos una docena de ventanas entre las dos plantas pero las cortinas estaban echadas en la mayoría de ellas. Aquel lugar parecía una tumba de lo silencioso que estaba.

Entonces se dieron cuenta.

Ni siquiera se escuchaba cantar a los pájaros o se veían volar insectos.

No parecía haber nada vivo allí.

Maldito lugar, daba toda la sensación de estar en un sitio de aquellos que ocultaban amenazas por todas partes. Pero no en la Mansión que buscaban, o que debería haber sido. El silencio era absoluto, enfermizo... Se estremeció.

Joder, joder, primero el Old Shuck, y ahora esto... 

No, tenía que sobreponerse, era un combatiente, un soldado, no un chavalillo asustadizo. Lo único que sucedía era que estaba vacía. La casa, estaba vacía. Se habían equivocado los de arriba, les habían mandado a un lugar abandonado, por error. Bien, investigar, informar. Eso era todo. Siguió rodeando el perímetro, dejando atrás la fuente de piedra, y acercándose a las ventanas. Rodearla, ver si había alguna ventana o puerta abierta en alguna parte, entrar. Comprobar el error, era fácil, tendría que estar contento...

Definitivamente, allí no parecía haber nadie. Con todo James extremó precauciones por si hubiese algún francotirador oculto, que no sería la primera vez. Buscó una vía más o menos segura de aproximación y  luego de indicar su movimiento a sus compañeros me diante gestos, agachado, se acercó hacia la puerta principal. 

Henry vio las señales que les hizo Lapham y decidió ir con él. El soldado ingles pensó que las precauciones que estaban tomando, moviéndose agachados y tratando de no dar un buen blanco de tiro, eran contraproducentes. Si en esa casa alguien se estaba ocultando y los veía actuar así, no tardaría en deducir que eran sospechosos. Que posiblemente se tratara de soldados enemigos. Él hubiera preferido avanzar distraídamente, dando a entender que eran únicamente curiosos, interesándose por el edificio. Sus ropas eran de civiles y, vestidos así, podrían intentar dar el pego.

Pero ya estaban en marcha y Tandey, alzando primero los hombros para mostrar su incomprensión, no tardó en seguir de cerca a su compañero. Una vez llegaron a la puerta principal, Henry trató de mirar el interior del edificio a través de una de las ventanas de la planta baja.

La verja calló de golpe y desgarró aquel silencio que mantenía tenso a Bradford, se quedó congelado un instante, le costó no reaccionar para ir hacia allí, contuvo la respiración dos segundos y comenzó a barrer la zona con la mirada por si aparecían enemigos atraídos por aquel estruendo, confiando en que hubiera escogido un buen nido de tirador.

Cuando se sintió seguro de que nadie vendría volvió con sus compañeros. Camino con cuidado de no exponerse demasiado a los nidos de tiradores que el mismo ocuparía y tratando de no hacer ruido y siguió el camino que abriera Tandey al ir primero.

Tandey y Laphman ya se estaban encargando de la puerta principal mientras Butler rodeaba la casa. Bradford se alejó del descuidado círculo de hierbas.

Los que estaban en el frontal descubrieron que la puerta principal no estaba cerrada. Al empujarla vieron un hall de entrada en el que unas escaleras de madera subían a una segunda planta. Frente a ellos unas puertas dobles correderas, abiertas, mostraban una biblioteca repleta de libros que parecía iluminada por luz natural. Probablemente tendría un tamaño considerable. Otra puerta, también abierta, conducía a lo que parecía un salón de té, con una mesa y una chimenea. Un pasillo, el que había visto desde fuera Tandey, se adentraba en el interior de la planta baja.

Por su parte Butler estaba rodeando la casa por su flanco derecho. A través de los ventanales veía el mismo pasillo y varias puertas que debían dar a lo que habitualmente se podría encontrar en la base de una mansión de ese tipo: cocina, almacén, dependencias de sirvientes. Al terminar su recorrido y doblar la esquina vio  que efectivamente había una puerta de madera que probablemente conduciría a la cocina o alguna dependencia de servicio, y que además se encontraba entreabierta.

La zona trasera contaba con un pequeño jardincillo en el que destacaba un frondoso árbol y un lavadero de piedra. También vio que el muro que rodeaba la casa tenía otra entrada por aquí, esta vez más pequeña y discreta, de madera.

Pero no fue nada de esto lo que llamó la atención del soldado. Lo que hizo que sintiera un nuevo escalofrío fue el cadáver de un oficial alemán que colgaba de una gruesa soga en el árbol con un pequeño taburete tumbado bajo sus pies colgantes. El cadáver empezaba a descomponerse levemente y estaba siendo devorado por las moscas.

Walter se aproximó con cuidado al cuerpo del ahorcado, pistola en mano, por si acaso. Pero no, por allí no había nadie más que el pobre tipo que colgaba de la soga, y las moscas. 

Dejó la caja con las palomas en el suelo junto al árbol frondoso, para que no le molestara los movimientos, y se acercó. Sin llegar a descolgarlo observó el grado del oficial, y buscó algún detalle que pudiera justificar lo que había hecho, ¿quizá una carta en algún bolsillo? Muerto de asco, lo comprobó.

Luego se dirigió a la puerta de servicio, atrás, que estaba entreabierta. La acabó de abrir cuidando no hacer ruido, y miró en el interior.

Lapham se comunicó por señas con Tandey para distribuirse las habitaciones. 

"Tú la biblioteca, yo salón de té ¿ok?"

Y según lo indicado, se acercó con cautela en el Salón de Té, intentando hacer el menor ruído posible. Se colgó el rifle al hombro pensando que en esta situación su pistola sería de más utilidad. Al llegar a la puerta, se puso de espaldas a la pared para a continuación, girarse apuntando hacia el interior de la sala. 

Asintió levemente con la cabeza, para indicar a Lapham que le había entendido. Quitó el seguro de la pistola, se apoyó en el marco de la puerta de la biblioteca y, con un rápido paso lateral hacia la izquierda, dio con la espalda contra la pared de la habitación y comprobó, con el arma apuntando al pecho de un hipotético enemigo.

Hasta ahora todo indicaba a que la casa se encontraba abandonada, pero no pensaba bajar la guardia. Solo cuando Henry estuviera seguro de que se encontraba solo en la biblioteca, se pondría a buscar cualquier tipo de prueba de lo que había sucedido entre aquellos muros.

Butler se aproximó al cadáver. A estas alturas de la guerra su estado le causaba un asco natural pero nada comparado con lo que había visto en las trincheras. Recordaba el momento en el que avanzando en un asalto por la tierra de nadie su bota se hundió en un cadáver hinchado que reventó cubriéndole los pantalones de gusanos verdosos que buscaban carne más fresca que devorar.

Los galones indicaban que aquel hombre había sido un teniente. Y efectivamente, tal como esperaba, encontró una carta en uno de sus bolsillos. En el sobre ponía simplemente 'Edna'. Imaginó que sería una carta de despedida para alguien de su familia pero estaba en alemán. Si había información relevante necesitaría a Tandey para descifrarla, así que la guardó en su propio bolsillo y con cuidado abrió la puerta que daba al interior de la mansión, concretamente a una cocina que parecía llevar algún tiempo sin usar. Encima de la mesa había un cuchillo y una sartén con restos de comida por los que correteaban enormes cucarachas. Desde allí podía irse a un salón principal o un pequeño almacén.

Mientras tanto sus compañeros se habían desplegado por la casa. Mientras Bradford cubría el hall desde la puerta Lampham entró en la salita de té. El lugar no tenía tanto polvo como para llevar mucho tiempo sin usar pero no había nadie allí tampoco. Una enorme cabeza de ciervo adornaba una de las paredes, observando con ojos muertos de cristal como el soldado se aproximaba a la chimenea. Alguien había quemado documentos en ella porque entre los leños y brasas totalmente apagadas había algunos restos de papel que el fuego no había podido consumir, como si se hubiera apagado el tiro antes de tiempo.

Tandey se abría paso por la biblioteca en forma de L. Numerosas estanterías repletas de libros impedían ver grandes porciones de la pared. El suelo de madera crujió bajo las botas del militar haciendo que éste se despistase mirándolo y por lo tanto tardase más de la cuenta en percatarse de que en un sillón que estaba frente a una mesa de estudio había alguien sentado. El motivo de que esa persona no hubiera reaccionado a la entrada del soldado inglés es que también estaba muerto. Nuevamente se trataba de un teniente alemán que, en este caso, parecía haber optado por volarse la tapa de los sesos. A su lado izquierdo, en el suelo, reposaba la pistola que había usado para ello. Igual que el del exterior este cadáver ya empezaba a amoratarse y al parecer alguna rata había decidido devorarle la nariz. Frente a él, en la mesita, había un libro abierto salpicado de sangre y sesos.

James se acercó a la chimenea e intentó buscar a ver si había algún papel lo suficientemente entero como para revelar alguna información de interés o si en algún lugar cercano hubiese documentación que aún no hubiese sido destruida. 

Una vez hechas las comprobaciones volvió sobre sus pasos esperando reunirse de nuevo con Tandey para seguir el registro.

No era extraño encontrarse a soldados que no habían superado los horrores de la guerra y habían elegido el camino más rápido para acabar con tanto horror. Sin embargo, a Tandey le sorprendió sobremanera que se tratará de un oficial de los Fritz. Estos cabrones estaban hechos de otra madera, una más podrida, y no mostraban debilidad alguna. Ni física, ni mucho menos psicológica. Pero ¿qué podía haberle llevado entonces a cometer suicidio?

Vio el libro abierto sobre la mesa. Algunas pequeñas gotas secas de sangre se encontraban repartidas sobre su superficie. Cómo si alguien hubiera tratado de eliminar los últimos restos de pintura roja de un pincel, sacudiéndolo de arriba abajo. No había duda de que el militar lo había leído antes de quitarse la vida. Esto llamó la atención y despertó la curiosidad de Henry. Tomó con cuidado el libro en las manos y leyó por encima la página por la que estaba abierto. Ni siquiera se preocupó de registrar primero las ropas del militar en busca de cualquier documento interesante¹.

De esta guisa lo encontró James cuando regresó a la biblioteca en su busca.

Aquello era una tumba, y no era una metáfora. La Casa estaba silenciosa y emanaba una ominosa sensación de desequilibrio, de que nada iba bien. Por lo menos para Butler. Sacó la cabeza por la puerta que daba al pequeño almacén, al otro lado de la mesa de la cocina, y vio la trampilla que, claramente debía conducir a un sótano. Sería lo siguiente a investigar en cuanto se reuniera con el resto. Aguzó el oído, pero apenas se escuchaba el crujir de alguna tabla, posiblemente por los pasos de sus compañeros. O por el envejecimiento del solitario caserón.

Siguió adelante, hasta entrar en la siguiente estancia, un comedor a todas luces...

Tanta tranquilidad le ponía nervioso, tenía el pulso constante y regular, pero creía haber visto algo, así que desde el Hall cubrió las escaleras al entrar, viendo que sus compañeros se esparcían por la casa buscando.

Siguió a Lapham de cerca, por mantenerse en grupos de dos, caminando con pasos serenos pero cuidadosos. Se esforzaba en controlar su respiración y por extensión su pulso. Los nervios no vendrían bien para nada ni nadie.

- ¿Estamos donde corresponde? - Susurró Bradford confundido por lo poco que habían encontrado en comparación con la fiesta que esperaban.

James se acercó con curiosidad a ver lo que hacía Tandey, que parecía estar revisando un libro o algo parecido. 

-¿Qué has encontrado?

Lapham echó un vistazo a los restos de papeles de la chimenea. Por desgracia parecían demasiado quemados para sacar algo en limpio de ellos. Estaban llenos de líneas que formaban extrañas curvas, como garabatos. En un primer momento pensó que se podía tratar de un mapa topográfico pero las líneas no parecían llevar una ruta consistente. El resto de los fragmentos de papel eran demasiado pequeños para sacar una conclusión. Se apartó de ellos y reuniéndose con Bradford en el hall fueron a la biblioteca¹.

Nadie contestó la pregunta de Bradford. Tandey estaba revisando el libro. Se sorprendió al comprobar que era un manuscrito, no un libro impreso. Estaba en francés, escrito con una letra amplia e inclinada. Ojeando algunas páginas se dio cuenta de que el manuscrito estaba escrito con un francés que usaba términos arcáicos. Era posible que datara del siglo XV o XVI. Parecía ser un tratado de astronomía y, de hecho, había varias relaciones de planetas e incluso un esquema del Sistema Solar. Pero incluso Tandey, que sabía más bien poco de astronomía, se dio cuenta de que había un error en aquel esquema ya que mostraba nueve planetas en lugar de los ocho normales. Estaban Mercurio, Venus, Tierra, Marte, Júpiter, Saturno, Urano, Neptuno... pero luego figuraba un noveno que se denominaba simplemente con una Y². 

Bradford revisó el cadáver del difunto³ y encontró, aparte de una pequeña llave de plata, un sobre lacrado. El destino estaba en alemán así que el soldado se lo tendió a Tandey, que apartó su mirada del libro durante un momento para echarle un ojo. Iba destinado al Cuartel General a la atención del Coronel Kurt Reger. El sello tenía un aspecto curioso: parecía un ojo rodeado de una serie de pequeños hilos o tentáculos. Tandey se dio cuenta de que se correspondía con un anillo que tenía puesto el oficial en la mano que ahora colgaba inerte cerca de la pistola⁴.

Butler escuchaba a sus compañeros al otro lado de la pared del salón, pero también percibió algo más: un ronroneo mecánico muy suave. Se detuvo un momento intentando ubicarlo pero no fue capaz. El motor que lo provocaba —pues no le cabía duda de que el sonido era similar al que haría el motor de un vehículo en marcha —estaba en algún punto de la casa pero no podría decir donde exactamente⁵.

Levantó la vista del manuscrito cuando Lapham entró en la habitación. Necesitó un segundo para reaccionar a la pregunta de su compañero.

– Este libro estaba sobre la mesa y con manchas de sangre de ese bastardo. –Señaló con la cabeza en la dirección donde se encontraba el cuerpo del teniente alemán–. Pensé que tal vez tuviera algo que ver con lo pasado aquí, pero parece un rollo astrológico. Incluso habla de un nuevo planeta o algo así.

Ya se encontraban todos de nuevo reunidos en la biblioteca y Henry dejo el libro sobre la mesa y se giró hacia el resto para consultar con ellos los próximos pasos. Se detuvo de repente, tomó de nuevo el manuscrito y lo guardó en su mochila.

– Posiblemente sea una tontería, pero quizás nuestros superiores anden detrás de esta información. –comentó a los demás, explicando así los motivos de su actuación.

Después de leerla en alto, guardó también la misiva destinada al coronel Reger en su macuto. Luego de esto consultó con el resto del grupo, como pensaban estos continuar.

– Y bien. ¿Qué hacemos?

Después de reunirse con los demás en la biblioteca, Butler le tendió el sobre con la carta del alemán ahorcado a su compañero Tandey, quien sí podía traducirla. 

-Otra más. Y hay un teniente ahorcado allá detrás, dos suicidios a la vez son muchos incluso para esta chusma, ¿no? ¿Puedes leer esta también? Algo debió pasar aquí, pero algo que no parece que tenga que ver con la guerra, no lo parece. ¿Quizá con los experimentos de los caníbales? Pero, ¿dónde los hacían? 

Se detuvo de pronto, e hizo una señal con la mano de que escucharan.

-Shhh... ¿lo oís? Un run-run de maquinaria, un zumbido... hay una trampilla detrás de la cocina, habrá un sótano. Quizá está ahí el laboratorio... Yo empezaría por investigarlo.

James se detuvo un momento e intentó identificar el sonido del que hablaban sus compañeros, pero el ruído de las tablas bajo sus pies eclipsaba cualquier otro ruído que le pudiera llegar. Negó con la cabeza. 

Su atención estaba ahora centrada en la llave de plata y en el sobre. 

-Una llave tan pequeña no creo que sea para una puerta. Quizá para una pequeña caja fuerte o un cofre. Respecto a la carta, si el destino está en alemán, obviamente no será una carta recibida sino más bien, una que no se llegó a enviar. Tan sencillo como ver si está franqueada. 

Una revisión superficial confirmaría sus sospechas. 

-Si Tandey puede traducirla, quizá arroje algo de luz sobre lo que sea que ha sucedido en este lugar. Así que yo empezaría por ahí. Por otra parte, si lo que hicieran aquí tiene que ver con la astronología, quizá sería adecuado investigar en la planta superior. Podría haber algún tipo de observatorio. 
 

- Toda información es poca - Dijo ante la sugerencia de Tandey sobre el interés teorico de sus mandos en le libro. Pero su pregunta quedó en el aire. ¿Que hacer? No podían volver con un sencillo "No encontramos nada"

Una llave, una carta, canivales y un suicidio, todo demasiado tétrico.

La mención del motor le hizo agudizar el oido para intentar localizarlo.

- ¿Algún generador de electricidad? ¿Quizá? - Aventuró - Peinemos la casa metódicamente, habitación por habitación, veamos si esto realmente es una cagada de inteligencia o no. - Dijo - Si hay un motor encendido(generador o no), necesitará que le echen combustible de tanto en cuando, puede que este sitio no este tan muerto como parece.