Partida Rol por web

Habíais decidido encargaros de vigilar, dejando que el mago del Círculo acompañase a Tásar, haciendo la ronda por el otro extremo, el norte. Vosotros cubriríais el semicírculo hacia el sur del improvisado campamento.

Se os veía desenvolveros con bastante naturalidad por el bosque, en comparativa con el elfo o Alenka, por ejemplo, magos acostumbrados a una vida dentro de la Torre, alejados del contacto con la naturaleza.

Deambulabais entre árboles, maleza mojada -poco apta para su consumo como leña- y arbustos de todo tipo. Apenas sí se veía ya luz en el horizonte. Pronto sería noche cerrada.

Busco un buen lugar que me sirva de buena atalaya con la que vigilar los alrededores y quizás si veo alguna presa, pueda cazarla para añadirlo al asado. Me maldigo por no haber pensado en unas raciones de viaje, puede que sepan a tierra, pero al menos no tendría que andar a expensas de que otros me cacen la cena. Dejo unas flechas al lado para no tener que sacar el carcaj y situo el arco de manera que pueda tenerlo a mano con rapidez en caso de ataque. 

No es que me guste mucho estar al lado de una extraña mujer que parecía más sospechosa que otra cosa, pero siempre era mejor que tener que ir acompañado por uno de esos lanzahechizos- Vaya nochecita nos espera... ¿No crees?-

-¿Hm?- giró el rostro hacia Garret, saliendo de sus pensamientos que eran, en su mayoría, preguntas existenciales como... por qué se había propuesto vigilar si no tenía ni idea de hacerlo correctamente.

-Eso parece...con suerte nosotros tendremos un turno tranquilo - las palabras, quedas y casi forzadas, se arrastraron como si aquella situación tampoco fuese especialmente cómoda para ella, aunque cómo iba a serlo si tenía que entablar conversaciones- no se me da muy bien esto- reconoció frunciendo los labios de modo que el superior quedaba ligeramente adelantado comparado con el inferior-así que espero que a ti sí- confió alejándose un poco de Garret mientras miraba la vegetación y alrededores esperando una especie de cartelito que dijese "huella de X" o "cagada de Y".

Viendo como se aleja de mi solo puedo decir con humor agrio:- Tranquila, a quien debes temer es a lo que pueda venir de afuera. Nunca he tocado a una mujer que me haya dado una negativa.- Sigo fijo en la creciente oscuridad buscando algún posible movimiento.

Levantó la cabeza desviando así la mirada de las raíces y la hierba para mirar a Garret con una expresión de sincera perplejidad.

-¿Eh? ¿Qué?- frunció ligeramente el ceño, confundida, haciendo que una pequeña arruga apareciese entre las cejas-¿Una negativa? Creía que estábamos intentando abarcar más terreno que inspeccionar- dijo aunque, por la postura de él parecía quedar claro que no importaba lo más mínimo lo que dijese puesto que su concentración se hallaba donde había estado la suya propia hacía escasos momentos.

Bajó los hombros y se pasó una mano por la frente ignorando la sensación de tirantez de la piel bajo el tratamiento de Pellian.Por las cenizas de Andraste, dónde me he metido, se dijo a sí misma apoyando una mano en un tronco para usarlo de apoyo y forzando la vista para ver en la creciente penumbra algo que se saliese de lo común.

Aunque para ser sinceros, haber tenido una referencia de lo que era común en los alrededores del claro habría sido una ayuda importante.

Por lo que a vosotros respectaba, no había ni rastro de engendros tenebrosos. Lo habríais jurado ante el mismísimo Rey Cailan. Ni uno. O al menos, eso es lo que parecía...

Hasta que de pronto vuestra vista, casi al unísono, se detuvo ante dos series de pisadas. Unas, sin duda alguna, eran humanas, de eso estabais completamente seguros. Eran las clarísimas huellas de unas botas, quizás unas de cuero o similares, de pisada similar a la misma de Garret. Pero las otras huellas eran las que captaron vuestra atención. Esas, desde luego, NO eran humanas. Parecían poseer la longitud de un pie humano, pero iban descalzas y, a juzgar por la extraña forma de los dedos y los pinchazos en el barro húmedo al frente del pie, las uñas terminaban en garras muy afiladas que, probablemente, no se habían cortado jamás.

Lo que erais incapaces de precisar era si eran las huellas humanas las que seguían a las extrañas o las extrañas las que seguían a las humanas. Lo que sí podíais afirmar era que se trataba de un hombre y un único ser humanoide, no más.

Las huellas conducían al sur, a la zona en que Tásar y Pellian habían tomado para ir de caza.

-¿Has visto lo mismo que yo?- Me pongo de pie y miro a la ontananza:- Creo que nuestros colegas pueden estar en peligro. Voy a informar a los que están preparando la comida y me voy a por ellos. ¿Te quedas vigilando en tanto?- Me cargo el carcaj en la espalda y preparo mi arco. No me gusta nada esas huellas, son demasiado grandes. No quiero imaginarme la clase de criatura que las produce y si salvo al que lo sigue o es perseguido quizás tengo una recompensa.

Casi se le heló la sangre en las venas cuando aquella evidencia con garras acabó por identificarse en su cabeza... y las palabras de Garret hicieron que aquello fuese real, no una imaginación suya.

¿Qué? ¿Que me quede sola? ¿¡SOLA!? NO SEÑOR, NO ME QUEDARÉ SOLA CON ESO RONDANDO POR LOS ALREDEDORES.

Eso era lo que tendría que haber dicho sin embargo, y con el rostro demudado de todo color, tragó saliva y asintió intentando aparentar poseer una seguridad y un aplomo que cualquier individuo de valor y gran experiencia tendría pero no una librera menuda y cuyo sentido de la supervivencia le decía que se fuese a un lugar escondido y recogido donde nadie la pudiese encontrar.

-Ve.- un monosílabo, lo único que podía articular sin que la voz le fallase o delatase su propia agitación.

Te acercas hasta el puesto en donde habéis montado el campamento. Allí, de momento, solamente se encuentra Alenka, quien ha estado ocupándose de montar las tiendas de campaña para pasar la noche.

Al verte regresar con las manos vacías, emite una media sonrisa socarrona y se lleva las manos a las caderas.

-Veo que hoy tendremos que cenar hierba del campo- suspira- En fin, voy a mirar. Creo que yo sí que he traído algunas provisiones, pero no sé si alcanzarán para todos...

Apunto estoy de decir un comentario caustico ante el evidente fastidio que le provoca mi presencia a la hechicera, pero en cambio le informo:- Hemos visto huellas, dos rastros al parecer uno sigue al otro. Uno es humano o parecido, pero es el otro el que me preocupa, sea lo que sea es grande, muy grande y anda sobre dos piernas. - Tras recuperar el aliento le explico:- Voy a ir a buscar a los que están cazando, el rastro lleva hasta a ellos.-

Deambulando ligeramente por la zona, buscando más pistas, percibes con toda claridad las brabuconas voces de Brenus y Gunnar. Parece que hablan en un evidente tono de decepción. No escuchas muy bien lo que dicen, pero te parece intuir que tiene que ser algo ajeno por completo a lo que estáis siguiendo vosotros. Más bien hablan con fastidio sobre la imposibilidad de localizar ni una misrable rama seca en todo aquel condenado bosque.

Los espías momentáneamente tras unos arbustos y te percatas de que caminan tranquilamente, ajenos a las huellas por las que acaban de cruzar. De pronto, Brenus se detiene y mira como si hubiera percibido algo... Como si hubiera notado tu presencia, aunque a juzgar por su mirada de desconfianza, no está seguro de que seas tú y no una criatura del bosque. Parece en guardia. Sin embargo, Gunnar por el momento no se ha percatado de nada.

Alenka frunce el ceño. No se esperaba hallarse con problemas en un momento como aquel.

De pronto, ves que agarra su báculo y pretende ponerse en pie, pero por un instante parece dudar.

¿Qué hago? ¿Acompaño al huraño arquero o aviso al resto?

Parece dudar durante unos instantes. No le gusta que el grupo se muestre tan vulnerable como lo parece en estos momentos, con todos sus miembros desperdigados por el bosque.

-Muy bien. ¿Qué me sugieres? ¿Te acompaño por si es una amenaza poderosa o trato de encontrar al resto para que ayuden? Quizás Pellian y Tásar se hallen en aprietos. No quiero perder a ningún miembro del grupo por el camino... 

No hasta que no estemos a salvo, al menos.