Partida Rol por web

Te levantas temprano, cómo cada día, preparada para otra agitada jornada de lo que casi podría denominarse "labor social".
Te sientes realmente bien contigo misma desde que decidiste tomar la iniciativa de montar el pequeño quirófano y sala de emergencias en el piso de abajo, sin embargo tu bolsillo parece no opinar lo mismo, y aunque tu padrasto de ayuda bastante a costear lo que es el material y las herramientas, de vez en cuando resulta difícil llegar a final de mes, pero el sacrificio parece estar valiendo la pena por el momento.

Muchos de los pacientes son humanos cómo tú con pocos recursos, sin embargo poco a poco el boca a boca va extendiendo el rumor, y algún que otro ser sobrenatural se ha presentado a la consulta intentando aparentar una normalidad que tú sabes que no es tal... No haces demasiadas preguntas y les ayudas, ellos se muestran agradecidos y pagan cómo cualquier otro, al menos hasta ahora.

Desayunas con bastante abundancia para estar llena de energía, a veces se echa de menos algún tipo de "ayudante" o enfermera que pudiera echarte una mano con todo...
Escuchas de fondo las noticias, un poco lo de siempre en realidad, aunque al parecer acaba de conocerse la noticia de que un asesino en serie anda suelto y la gente empieza a asustarse, así que no paran de repetir las típicas medidas de seguridad básicas que debería seguir todo ciudadano, sin embargo del criminal poca información dan.

Los pocos ahorros que había conseguido reunir y la propina inmerecida que me pasaba mi padrastro Bill todos los meses hacían de mi hogar y mi trabajo una balsa inestable ante los difíciles momentos económicos del momento. Chicago era una gran ciudad, y la demanda medica era enorme, lo cual se debería traducir en muchos pacientes para mi ya que la mayoría de la clase media-baja no podía permitirse un seguro medico a menos que la empresa corriera con los gastos.

Sabia que muchos de los trabajos o curas que realizaba costaban mucho mas de lo que me pagaban, pero también sabia que la gente me ofrecía todo lo que podía, y sus caras de felicidad y agradecimiento me llenaban mucho mas que un plato caro en cualquier restaurante de moda. Vivir al día era difícil, mantenerse en la cuerda floja y contar los gastos de forma precisa eran el pan de cada día. Pero poco a poco el boca a boca iba adquiriendo mas fuerza cada vez y esperaba que eso animase a mas de los "otros" a arriesgarse a recibir mi ayuda. Sus miradas recelosas, sus músculos en tensión, eran cosas que poco a poco con las visitas iban superando, aunque para mi siempre había un margen que no debía traspasar, así que me aferraba a la ley de tratamiento formal con todos ellos, sin dudar un momento.

Recogí el plato del desayuno de forma rápida y algo desordenada para ponerme a trabajar enseguida. Me coloque mi bata blanca que esperaba colgada del perchero de la entrada y abrí mi ocupada agenda llena de post-it de colores y avisos para recibir el nuevo día con una sonrisa y entusiasmo. Por no olvidar una nutritiva taza de café humeante en el escritorio. Permanecí de pie unos segundos mientras repasaba el día, para después acercarme a la puerta y colgar el letrero por fuera de Abierto.

El nuevo día comienza, y en cuánto giras el cartel la primera "visita" no se hace esperar, podrías afirmar que estaban esperando desde hace un rato a poder entrar porque apenas te da tiempo de sorber la taza de café cuando se apresuran al interior entre quejidos.
Se trata de tres chicos jóvenes, con ropa y cabello revuelto, llenos de magulladuras y algún que otro corte sin excesiva importancia. La deducción sobre las marcas y sus ropas no deja demasiado lugar a dudas, probablemente se han metido en algún tipo de pelea, quizá de pandillas o bandas.

Sin embargo uno tiene más dificultad para mantenerse en pie, ayudado por sus dos compañeros que le llevan medio a rastras hasta la camilla que preside la sala.
El chico emite un hondo resoplido sacando su mano ensangrentada y pálida del costado izquierdo, justo por donde están las costillas.

-Está mal, mal...- dice uno de ellos nerviosamente mientras se sitúa junto a la camilla -¿Cuánto cuesta esto?- pregunta de forma prioritaria y directa sin andarse con rodeos, puesto que quizá no puedan permitirse que le atiendan ni aún en un lugar ilegal.
El otro acompañante parece más nervioso y tenso, temblando ligeramente mientras no deja de mirar inquisitivamente todos los instrumentos médicos y demás que llenan la pequeña consulta.

Mis labios apenas habían notado la humeante bebida de la taza cuando tres jóvenes adolescentes se arrastran dentro de la consulta para depositar al que llevan en medio, justo encima de la camilla. Dejo la taza en la mesa y les observo de arriba abajo haciéndome claramente una idea de lo que ha podido suceder durante las largas horas nocturnas. Cuando el que yace tendido en la camilla retira la mano de entre su cazadora y las costillas su mano aparece llena de sangre. No quites la mano de donde la tenias, presiona la herida.

Dejo de apoyarme en la mesa medio sentada, para dirigirme rápidamente hacia él, antes de llegar saco dos guantes de la caja y me los voy colocando a medida que me posiciono del lado de la herida. Aparto ligeramente la cazadora para ver su mano bañada en sangre presionando ligeramente la herida que esconde. Levanto los ojos y miro a su amigo. No te preocupes por el dinero, no tienes tiempo de arrastrarle a otro sitio, de eso hablaremos mas tarde. Examino el rostro de la victima, al menos parece estar bastante consciente ya que reacciona a la luz y sus pupilas se dilatan y se contraen con el cambio. Muy bien, ¿como te llamas? Estaba acostumbrada a que no respondiesen a mis preguntas así que estaba preparada para eso. No hace falta que me digas tu nombre de verdad, solo necesito que hables para saber que sigues consciente.

Aparté la cazadora del costado y le retiré la mano que presionaba la herida, la sangre no se hizo esperar y comenzó a brotar de nuevo. Con rapidez me aproximé uno de los carritos con instrumental para cortar la camiseta y que no me molestase el tejido ni infectase la fea herida. A esto si que necesito que respondas así que no estamos para bromas...¿Como te has hecho esto? Sin la camiseta estorbándome cogí unas cuantas gasas mojadas en desinfectante para comenzar a limpiar la herida y así delimitar su gravedad.

El muchacho vuelve a poner la mano en la herida obedientemente y acompañando el gesto de un quejido por lo bajo.
-Venga no seas marica- le reprende su compañero tamborileando nerviosamente en el borde de la camilla mientras observa tus movimientos y tu aparente profesionalidad cómo si algo no cuadrada con todo eso, sin embargo parece relajarse un poco una vez mencionas que lo del dinero podéis hablarlo luego.

Retira la mano cuando se lo indicas y la restriega un poco por el papel que cubre la camilla dejando que vayas rasgando la distinta tela.
-Ah... bueno entonces supongo que... Roberto... No espera, eso es muy hispano ehh... Iván- sonríe débilmente, algo pálido probablemente por la pérdida de sangre pero su capacidad de seguir diciendo tonterías denota que no será nada demasiado grave.

-Nos metimos en un lío... Pero sólo es un corte, no un balazo- responde componiendo una cara de lo más rara cuando debe levantar el brazo para dejarte la herida bien visible, sujetándose a la camilla y resoplando sonoramente, por lo que su compañero ayuda un poco a sujetarle.

La herida realmente no es tan grave, bastará con puntos, sin embargo es bastante profunda y debe haber perdido una cantidad de sangre considerable aunque no mortal.

La herida se va limpiando poco a poco de la sangre reseca que había comenzado a acumularse al rededor del corte. El corte debe ser algo mas profundo de lo que pensaba en un primer momento porque por mas que limpio, la sangre nueva no deja de manar. Aunque esto es también una buena señal, ya que quiere decir que sigue fresca, no se esta gangrenando. La elección del nombre me hace sonreír ligeramente mientras escucho su perorata tonta a cerca de lo latino o no que puede ser.

Estiro la mano para coger unas pinzas y una aguja curva para darle mas o menos 5 puntos y cerrar de este modo la herida. Rápidamente intenta explicarme de forma poco clara que ha sido un corte y no un balazo. Antes de aplicar el primer punto levanto la vista hacia él para dejarle algo claro antes de proseguir. Quieres decir que esta vez has tenido la suerte de no recibir un balazo ¿verdad? porque entonces todo seria mas doloroso e incomodo. Mucho mas peligroso.

Sin esperarme a mas clavo la aguja en su piel para comenzar a coser. Perdona que no te ponga anestesia, pero para una herida como esta no es necesario. Mientras continuo cosiendo levanto la vita un momento para mirar a sus dos compañeros por si tienen cualquier tipo de herida aparente.

El herido se limita a mirarte dubitativo pero decide no hacer comentarios al respecto acerca de una hipotética herida bala, aunque cuando clavas la aguja sus piernas se mueven de forma instintiva provocando que casi te desvíes de donde tienes que coser, por suerte sus compañeros te ayudan a sujetarle y enseguida se tranquiliza, parece ser que sólo fue la sorpresa del primer momento pero de todas formas uno de ellos le pega un puñetazo en el estómago.

-Eso por idiota, deja de quejarte ya...- niega con la cabeza y resopla sonoramente, exasperado ante la actitud de Iván pero aún así permaneciendo a su lado.
Ninguno de ellos parece tener heridas remarcables a parte de rasguños y algún moratón provocado por golpes, aunque habría que ver cómo acabaron los de la otra supuesta banda.

-¿No te da miedo hacer éste tipo de trabajos tú sola? Podría presentarse... cualquiera... y yo qué sé, ¿no?- aventura finalmente el que no para de dar vueltas por la sala mirando con interés lo que tienes en los armarios y los diferentes pósters que cuelgan de la pared sin tocar nada.

La sutura de la herida termina con éxito y cierta facilidad, aunque dudas que vaya a tener el reposo que la herida necesita realmente.

Me detengo unos segundos cuando sus piernas parecen querer echar a correr, pero por suerte uno de sus compañeros permanece en todo momento a su lado y le inmoviliza lo mejor que puede. Tras aplicar el segundo punto veo como un puñetazo "cariñoso" de parte del que le sujeta se estampa contra su estomago. Levanto la mirada algo enojada. Vas a estropearme el costurón... espero que con eso de momento se calmen un poco. Meneo la cabeza en señal de negación mientras termino con el que se ha bautizado Ivan.

Al terminar observo a los dos acompañantes que aunque magullados parecen estar en mejor estado que el de la camilla. La pregunta del mas inquieto de ellos me tensa un poco pero intento que no se me note demasiado, por suerte los bisturíes los tengo a buen recaudo y no temo que me amenacen con mi propio material. La mayoría de la gente viene aquí porque lo necesita, no para buscarse mas problemas. Intento darle a mi tono de voz un aire de indiferencia y diversión al mismo tiempo, aunque no se lo bien que habrá quedado.

Levantándome de la silla para ponerme en una posición mas seria y menos vulnerable cojo una carpeta con una ficha medica y comienzo a rellenar los campos. Ivan, no se si me harás mucho caso, pero has perdido bastante sangre, así que te conviene reposar y beber líquidos. Le miro amablemente por encima de la carpeta antes de añadir lo mas esencial. Por supuesto nada de alcohol ni drogas de ningún tipo, al menos durante unos días. Después podrás enseñarle la cicatriz a todas las chicas que quieras. Por los puntos no te preocupes demasiado, sécatelos bien cuando te duches y limpialos con un desinfectante al menos dos veces al día. Termino la ficha y dejo la carpeta a un lado. Mas o menos en una semana se caerán solos así que no tienes que volver para que te los quite.

Camino hasta mi mesa y me apoyo en ella mientras cruzo los brazos. Creo que ha llegado el momento de que me contéis cuanto tenéis para pagar.

El chico que había realizado la "extraña" pregunta se limita a asentir vagamente, dejando claro para tu alivio que no había una doble intención detrás de ello.
La sutura finaliza con facilidad a pesar del nerviosismo del paciente y éste se incorpora con la ayuda de su fiel compañero acabando de colocarse bien la ropa para bajar de la camilla.

-No prometo nada...- admite Iván con una sonrisa después de tus consejos, juntándose los tres para rebuscar entre sus mugrientos bolsillos y carteras, murmurando por lo bajo la cantidad a pagar e intentando ponerse de acuerdo con ello ya que parecen más bien escasos en presupuesto.
Finalmente acaban por juntar algunos billetes y varias monedas que uno se encarga de dejarte sobre el mueble.

-Ehh... son 22 dólares, no es mucho, bueno...- parece algo nervioso y avergonzado por la escasa cantidad que han podido reunir. Probablemente en un hospital la cantidad sería mayor, sin embargo para ti no supone problema dado que apenas has gastado material para la intervención...

Así pues aceptas el "donativo" ya que tampoco tienes mucha más alternativa, dejando que se marchen y recibiendo a más pacientes, casi todos inmigrantes ilegales o gente con pocos recursos cuyas dolencias son fáciles de solucionar y diagnosticar.
La mañana pasa, y cuando te das cuenta ya es más o menos la hora de comer. Exactamente las 14.40 cuando tú teléfono móvil empieza a vibrar con insistencia encima del mármol de la consulta. En la pantalla el nombre está claro: Leon.

Tras recoger lo poco que contenían los bolsillos de los jovenzuelos problemáticos, me despido de ellos con una sonrisa cansada al pensar en lo poco que le durarán los puntos en su sitio, y las pocas horas que pasaran desde esta ultima pelea a la siguiente. Lo cierto es que no podría afirmar si la empezaron ellos o no, pero de todas formas las peleas les buscaran durante años, hasta que acaben mal o bien se replanteen su vida por algún suceso demasiado fuerte de asumir.

La mañana continua como todas las mañanas, pacientes pobres y personas desesperadas que no pueden pagarse un seguro y que acuden a mi modesta consulta en busca de unas manos sanadoras o unas recetas milagrosas. Mi estomago comenzó a quejarse recordándome que ayudar a los demás estaba bien pero si se hacia con algo mas o menos sabroso era mucho mejor. Posando una palma en mi tripa intenté acallar sus gorgojos cuando el sonido del móvil desvió mi vista hacia la mesa para buscarlo entre los papeles.

Leon... leí el nombre que brillaba insistentemente en la pantalla al ritmo de la melodía. En esos momentos no había nadie conmigo en la consulta así que lo cogí sin preocuparme de dejar a nadie en mitad del tratamiento. Hola, cuanto tiempo sin escucharte. Sin poder evitarlo una sonrisa alegró mi rostro al pensar en el compañero que había conocido unos meses atrás, alguien con quien podía compartir la visión del mundo, la verdadera visión.

Cita:

Sentándome tranquilamente unos minutos en el sillón de mi escritorio, descanso de la intensidad de la mañana escuchando la historia de Leon. Pensé que me llamarías para invitarme a comer, y ahora tengo que salvarte el culo, cuéntame dejo que mi mirada vague por la consulta mientras con la mano libre juego con el bolígrafo sobre un trozo de papel inservible. ¿No te habrás metido en un lío gordo, no? Al principio mi voz sonaba alegre y normal, me gustaba volver a escuchar su voz y su manera particular de hablar, pero cuando mencionó lo de la comisaria empecé a preocuparme de verdad. No solía ser un chico tranquilo y eso le acarreaba muchos problemas, así que mi segunda pregunta iba con un tono mas serio y preocupado.

Mis ojos se detienen en la taza de café que muy a mi pesar sigue medio llena, las consultas no me dejan mucho tiempo libre entre una y otra, así que ya me he resignado a ver mi café frío a medio día. Mientras sigo escuchando a Leon, me levanto del escritorio y me acerco a la pequeña cocina para ver que puedo robar de la nevera y calmar así a mi estomago gruñón. Al abrir la puerta del frigorífico la visión es desalentadora, soy un completo desastre como ser humano, siempre mas pendiente de los demás que de mi misma, y eso incluye la falta de costumbre de hacer la compra.

Regreso a la consulta y dejo que la bata resbale por mi brazo libre, cambiándome el teléfono de oreja me libero del otro brazo y me dirijo al perchero. Por suerte aquí cerca hay un restaurante chino al que puedo pedir comida a domicilio, o puede que llame a la pizzeria... lo decidiré cuando tenga el teléfono libre y pueda usarlo. Siempre que el favor de Leon no me robe mi hora de comer.

Fuera de la consulta la luz diurna empieza a apagarse progresivamente debido a los grises nubarrones de tormenta amenazantes.
Se oye algún trueno lejano mientras las primeras gotas caen sobre el asfalto provocando que algunos transeúntes aceleren su marcha.

Cita:

Poco a poco la luz natural que entra por la ventana se vuelve mas mortecina así que me acerco al cristal para ver como caen las primeras gotas. Cuando escucho el plan que me propone asiento afirmativamente para acompañar mi respuesta. Claro que voy a buscarte, dime donde estas, espero no tardar mucho en llegar con la lluvia. Subí las escaleras del apartamento rápido para cambiarme de ropa antes de salir, o al menos de calzado. Espérame en un sitio con techo...al menos no esperarás mojado. Espero a que me de la dirección antes de despedirme y colgar, no quiero agotar la poca batería que le queda por si tengo que llamarle de nuevo. Sobre la comida no te preocupes, ya improvisaremos cualquier cosa.

Ya en mi habitación dejo el móvil encima de la cama para no olvidarme de meterlo en el bolso y me pongo un par de botas, algo mas apropiado para la lluvia que las deportivas cómodas que utilizo para estar en la consulta. Me coloco el abrigo tres cuartos de lana y me miro al espejo para asegurarme de que todo está en su sitio. Cerrando la puerta del armario me vuelvo y cojo el bolso, meto el móvil dentro gracias a que lo he dejado encima de la cama, y me dispongo a salir con un buen paraguas. Por suerte no tengo el coche aparcado muy lejos.

Cita:

Llegas junto a tu coche al cabo de poco, sin necesidad todavía de usar el paraguas para internarte en el vehículo y dirigirte hacia la dirección en concreto.
En realidad tardas apenas diez minutos en llegar al lugar, pero te cuesta más de quince encontrar un sitio en el que dejar el coche más o menos cercano.
Para entonces la lluvia se ha intensificado notablemente, acompañada de truenos y algún que otro relámpago que hacen tintinear la luz y electricidad general de los comercios.

Te refugias bajo el paraguas y llegas hasta la pequeña cafetería que te indicó Leon, viéndole sentado cerca de la propia puerta con un café sobre la mesa.
Está igual que siempre, en apariencia.