Partida Rol por web

Como cada dia estias alli perdiendo el tiempo lejos de muchos animales solo algun rinoceronte de vez en cuando alguna jirafa perdia un aburrimiento como siempre

Las margaritas siempre le habían gustado para desayunar. Las consideraba elegantes y sofisticadas. Sí, sofisticación, eso es en lo que estaba pensando en ese preciso momento. Era lo que le faltaba a su manada, algo que los alejara de su vulgar mediocridad.
Todavía resonaban en sus oídos las palabras de su padre:
- Kiburi, ¿por qué no vas con los demás pequeños a jugar?
Kiburi se calló lo que le iba a decir a su padre, porque sabía que sólo conseguiría enfadarle y que le echara la bronca. ¡Como si además la culpa fuera de él! Odiaba jugar con los demás: sólo sabían jugar a corretear y revolcarse por el suelo, llenándose de chinches y polvo. Le parecía vergonzoso que le mandaran jugar en tales condiciones. Además, siempre se enfadaban con él porque era el más rápido y siempre ganaba en las carreras. ¡Como si la culpa fuera de él porque la Madre Naturaleza le había hecho así de perfecto!
Así que Kiburi mintió diciéndole a su padre que no había dormido bien y que prefería quedarse tranquilo pastando. Pastando como todo los días, cerca del Manantial, rodeado de gente a la que desprecia y que le desprecian, como todos los días, bajo el sol de todos los días, con el mismo aburrimiento de todos los días.

- Pero que tenemos aqui unmonton de rayas aburridas- escuchas decir justo detras de ti

Kiburi odiaba que le interrumpieran mientas comía, y sobre todo si en el menú había margaritas. Pero no podía ser maleducado, nunca se sabía si ese mono le iba a poder ser útil en algún otro monento:

-Disculpe, ¿qué decía? es que estaba distraído- dijo con la mejor y más ensayada de sus sonrisas.

- Pues es que ademas de rallas aburridas estais sordas, si ya sabia yo que no era buena idea acudir aqui para buscar gente para la fiesta- el mono parece hablar con mucho desden y alargando bastante las palabras

Kiburi estaba a punto de empezar a ignorar a ese primate tan vulgar cuando oyó la palabra mágica: fiesta.

-Perdone... estooo... ¿ha dicho fiesta?-dijo con una luz brillante en sus ojos.

Una fiesta, es eso lo que su cuerpo privilegiado necesitava: mover el esqueleto para que todo el Dominio le pudiera contemplar, suspirar y envidiar.

- No había oído nada. ¿Y a qué es debida?

- Pues a que va ser debida- dice el momo algo extrañado- a que dentro de poco nacera el hijo del rey y que hace buen dia, seguro que acudira toda la sabana a la fiesta-

-¡Ah! Ése...- pensó Kiburi.

Ése era el maldito hijo del rey, que seguramente se llevaría toda la fama que le correspondía a él.

-¡Ah! ¿Y cuándo es?- preguntó por preguntar, si interesarle demasiado la respuesta.

-¡Lo que faltaba! Ahora todo el mundo no parará de decir "qué mono es", "pero qué guapo", dejándome a mí tirado como si fuera una mierda. Si es un rey más, un rey como cualquier otro. No como yo, que soy único e irrepetible. Y seguro que papá y mamá me obligan a ir con el resto de apestosos de la manada. Lo que debería hacer es escaparme.

- La fiesta sera esta nochem, aunque el cachorro no se cuando nacera yo solo busco la escusa de la fiesta- el mono parece muy contento al decir aquello

-Aah, esta noche...- respondió Kiburi más para sí mismo que para el mono.

Era su oportunidad: con el ajetreo de la fiesta podría escapar y, así, no tener que ir a ver esa estúpida fiesta ni a ese asqueroso león que le usurpaba el protagonismo. Se quedaría en el manatial, por fin solo, y cuando volvieran los demás sólo tenía que fingir que había estado y que la había gustado.

El problema era que no sabía a qué hora sería exactamente... Debía planearlo todo rápidamente, por si acaso.

- Si chica esta noche cuando caiga el sol- dice el mono dando unos saltos bastante ridiculos- veras como celebramos que va nacer esa criatura aunque aun le falte tiempo, nosotros disfrutaremos de una gran fiesta, siempre tienes que buscar escusas para las fiestas recuerdalo rayitas-

"Chica"... "Rayitas"... Ese mono se estaba pasando de listo. ¡Lo que faltaba! Que un mono viniera y cuestionara su masculinidad.

- Querrá decir "chico", ¿no?-dijo fríamente.- Y ahora, si me disculpa.

Kiburi se dio media vuelta y se fue adonde estaban sus padres: era la hora de poner en marcha su plan.

El mono sencillamente se va dando saltos alocados y acercandose para hablar con la gente que tiene cerca dandole igual la raza o las ganas que tengan de dirigirle la palabra.

Kiburi vio cómo se alejaba el mono, alargando sus brazos y gritando que había una fiesta. Se acercó a donde estaban sus padres, cerca de la orilla del Manantial, en un gran campo de tréboles.

Sus padres estaban paciendo tranquilamente junto con Piska y Uton, sus pesados y sosos vecinos. Los padres de Kiburi decían que eran muy amables y simpáticos, pero la pequeña zebra no pensaba lo mismo: los veía como unos pesados gorrones, además de ser algo pueblerinos.

-¡Hola!-dijo con la mejor de sus sonrisas.-¿Sabéis que esta noche hay una fiesta por el nacimiento del hijo del rey? Iremos, ¿verdad, papá?

Esta última frase la dijo mientras ponía en práctica su más lograda cara de hijo bueno. Había pasado horas de duro entrenamiento para conseguira y no iba a desperdiciar la posibilidad de usarla.

- ¿Una fiesta por el nacimiento del hijo del rey?- pregunto extrañado a mi hijo- pero si el hijo aun no a nacido como es posible-

Intenta no perder su estudiada sonrisa, porque entonces puede que su plan se vaya al garete:

-Un mono muy pes... amable me lo ha comentado hace un momento que era esta noche... a lo mejor es sólo un preparativo. De todas formas, yo creo que deberíamos ir, por si acaso, ¿no?

Esto último lo dijo en un tono suplicante, intentando dar la mayor pena posible. Era una oportinudad de oro y su padre estaba a punto de destrozarla.

- Deacuerdo- dije al final sabiendo que no habia nada que hacer cuando mi hijo se ponia de esa forma- a que hora es la fiesta-

-Buenooo...-ahora se daba cuenta que el mono no había concretado nada.- Ese señor no dijo nada... sólo que era esa noche... Quizá debería ir a buscarle y preguntarle.

-¡Maldición! Mira que pasar por alto ese detalle. Ahora tendré que ir a buscar a ese mono-pensó.

-No, ¡espera! -dijo de repente Kiburi- El mono me dijo que empezaría a la caída del sol, así que me imagino que será a esa hora.

Veía que era su momento: los engranajes de su plan estaban listos, sólo hacía falta engrasarlos y poner en marcha la maquinaria.