Partida Rol por web

Después de pasar la última noche en Corflu hospedados en vuestra humilde cabaña, os reunís justo antes de la salida del sol en el puerto del que zarpan los pescadores. Allí os esperan Sarkis y Dagis junto al reverendo Sa'ar; frente a ellos hay un bote de pesca preparado para cuatro ocupantes y a los mandos del mismo un tritonido de aspecto frágil.
Sarkis y dagis se despiden de vosotros con cierta melancolia y dejan que sea el reverendo quien os de instrucciones.

-La ceremonia de ayer reveló que sois verdaderamente las voces del rio, así que vuestro destino debería ser el Santuario de Kinope. Os acompañará el Abuelo, que es un experto conocedor del rio y el mejor barquero que hay en Corflu. He enviado también a un mensajero para que advierta de vuestra marcha. Ahora, no os demoréis.

Sa'ar da por concluidas sus instrucciones y espera para que partais.

Palpo mis armas y armadura... por lo que cuestan, bien puedo dar otro paseo en barca.

-¡Muy bien! -exclamo, tratando de aparentar de una manera bastante fallida algo de entusiasmo- ¿A qué esperamos? ¿Me quito la armadura? Últimamente cada vez que me meto en una barca acabo sumergido bajo el agua...

Escucho la broma de Fiddler, con estoicidad, ni siquiera  se asoma un ademán de sonrisa. Aún así, he entendido perfectamente esa broma, pero no venía a cuento. No cuando tenían algo tan serio entre manos. Observo a mis otros dos compañeros y me adelanto hacia la barca.

-¡Vamos!

-Vamos-repito las palabras de Abdala sin darme cuenta.

Con una nueva actitud esta vez, subo al barco que nos conducira a Kinope. Me siento en el suelo de la embarcacion y me dedico a pensar. Hay mucho en que pensar, desde que naufragamos y las runas aparecieron en nuestras manos no han dejado de pasarnos cosas.
que no haya sobresaltos y que lleguemos a nuestro destino sin problemas.

A medida que vuestro bote se aleja de Corflu, cada vz veis menos pescadores y menos asentamientos temporales de éstos. Cerca de mediodia ya estáis fuera del Delta y la corriente del rio es algo más fuerte, por lo que el Abuelo frota con fuerza el medallón que pende de su cuello y una porción del agua que rodea vuestro bote parece cobrar vida y arrastraros con facilidad rio arriba. Sin duda se trata de una ondina invocada por él.
En seguida veis una enorme isla que divide en dos el Zola Fel; por uno de sus lados el agua discurre tranquila mientras que por el otro se han formado pequeñas cataratas. "La Isla de Tres Kilometros... Un lugar maldito" dide el Abuelo mientras el bote se desliza con celeridad por el lado más tranquilo. Aunque por mucho que os fijáis, no veis nada extraño en ese lugar.
Por la tarde, casi al anochecer, llegáis a Lokazzi, un pequeño asentamiento de pescadores que os reciben con una mezcla de curiosidad y admiración. Os preparan buenas camas en una de las mayores cabañas del humilde pueblo y durante la cena podéis hablar con los pescadores, que os cuentan cómo ha descendido la pesca y los extraños ataques que han sufrido algunos tritonidos. Algunos hablan de "extrañas masas de agua distinta", que os recuerdan a lo que sea que os hizo naufragar. Desgraciadamente, parecen no tener más información al respecto.
A la mañana siguiente partís con las proviviones facilitadas por los habitantes de Lokazzi y con una agradable brisa a vuestro favor. Vuestro proximo destino es Vado Fácil, situado en las ciénagas del sur, donde el rio se convierte en un intrincado laberinto de canales en los que cualquier barquero inexperto quedaría varado. Confiais en la pericia del Abuelo para llegar sin problemas.

Mientras avanza el viaje me voy sintiendo extrañamente mejor. Tal vez sea por las armas. No son muy buenas, pero para un viejo perro de la guerra como yo encontrarme desarmado era casi como ir desnudo. Me sentía desprotegido y expuesto. A mis años...

Pero ahora me siento mejor, más confiado en nuestras posibilidades. No sé muy bien qué demonios estamos haciendo, pero realmente tampoco tenía muchas alternativas, salvo marchitarme en algún rincón olvidado. Así al menos puedo hacer algo notorio antes de desaparecer.

No creo que mi experiencia sea la adecuada para aportar algo importante en este grupo. Los hay más jóvenes y más fuertes que hacen lo que yo, pero mucho mejor. Pero intentaré no convertirme en una carga.

Escupo a un lado y de repente me quedo quieto. Tengo una extraña sensación...

Lo que ocurre cuando el abuelo frota el medallon me deja sorprendida, es la primera vez que veo algo asi. Poco a poco voy creyendo que algo especial nos ha sucedido, me estoy convenciendo de que ahora tenemos algo que antes no teniamos, aun no se que es pero lo descubrire.
Confio en el barquero que nos transporta y mi mirada se centra en observar el agua que rodea nuestra embarcacion sin preocuparme de nada mas.

Me siento en la barca y me calmo. Observo la situación al principio, pero a medida que avanza nuestro viaje y éste se vuelve monótono, cierro los ojos y cruzo mis piernas mientras dejo mis brazos reposar en las rodillas. Empiezo a concentrarme en el vaivén de las aguas, notando cada impulso de remo del Abuelo y cada sensación, cada soplo de viento y cada fragancia que surcaban. Allí, en la tranquilidad del río se sentía relajado.

Poco a poco los impulsos del Abuelo eran menor y la resistencia del agua mayor. Hasta que en un momento, noto como la resistencia deja de existir, casi como si la barca surcase sola río arriba. Había notado el cambio, aunque no sabía a qué se debía hasta que abro los ojos y observo el agua. Esperaba ver un animal, o un repentino e inexplicable cambio de corriente, pero lo que veo, no era un cambio de corriente en todo el río, sino sólo debajo del agua, como si el agua hubiese tomado vida. Algo sorprendido, hundo mi mano en el agua mientras disfruto del tacto del agua y volvía a concentrarme.

Al llegar a la ciudad sigo siendo el silencioso Takeshi al que todos ya se habían costumbrado, escucho con atención y disfruto, a mi modo, de la velada.

Mientras la barca se desliza cerca de una zona de denso cañizo, algunos de vosotros podeis ver algo que no encaja con el paisaje. Algo más adelante de vuestra posición pueden distinguirse dos figuras de pequeño tamaño ocultas entre la vegetación.

Preparo mi arco y mis flechas mientras les hago un gesto de advertencia a mis compañeros.

Tal vez deba preparar también mi magia...

También preparo mi arco, no sin preguntar antes zl barquero si sabe wue puede ser eso.

Cojo las dagas y me preparo para lo peor.

- Deberíamos tomar tierra cuanto antes. Flotando en el río estamos indefensos.

Os preparáis para lo que sea que pueda aparecer ante vosotros. Las aguas del Zola Fel, en una región tan árida, atraen a todo tipo de criaturas tanto neutrales como hostiles. Pero para vuestra sorpresa, quien aparece entre los juncos es un niño de unos 12 años de edad, acompañado por lo que parece ser una nutria del tamaño de un perro grande.
-¡Hola, soy Greyreed y éste es mi amigo Lunadeplata! -os saluda con la mano-. Quiero hablar con los héroes del río. ¿Sois vosotros esos a los que llaman Voces del rio? ¿Lleváis las marcas en vuestras manos?

Un niño, sonrio tranquila al ver que no es una amenaza para nosotros.

- Hola, Greyreed. Estas son mis marcas- muestro confiada,las palmas de mis manos a la criatura desde la barca.

Pregunto al barquero
-¿Es normal que haya niños por aquí?
Desde que tengo estas marcas en la mano, todo esto me parece muy extraño y desconfío hasta de un niño
No bajo la guardia y observo los alrededores.

Bajo un poco el arco, aunque sigo mirando tras el niño, por si aparece alguna sorpresa.

- Mierda, es sólo un crío -mascullo- ¿Dónde has oído hablar de esas marcas, chaval?

No puedo evitar una breve sonrisa irónica ¡Quién me lo iba a decir! ¡Hablando de mí como un héroe!

-¡Uah! -exclama el niño al ver las marcas-. Todo el mundo habla de vosotros. Los rumores de que estáis subiendo por el río están por todas partes. Y mi amigo Lunadeplata tiene un gran problema. Llevo todo el día aquí agazapado esperandoos.
El niño se acerca a vosotros seguido por la nútria, la cual parece comunicarse con él con una serie de chirridos y gestos que Greyreed entiende a la perfección.
-Veréis... Hace unos días una de esas... cosas raras que bajan por el río quedó atrapada en la madriguera de Lunadeplata. Los de la aldea no quieren ayudarle porque todos tienen problemas de mayores, pero sé que vosotros si lo haréis. ¿Verdad? Sois las Voces del Rio y eso significa que habéis venido a ayudar.

Miro a los demás de hito en hito, casi esperanzado. Pero no contestan, así que le doy al silencio el único sentido posible. Me encojo de hombros y suspiro.

- ¿Otra cueva submarina? -digo con sorna y algo de resignación- ¿Pelear en la oscuridad y el fango contra algún monstruo horrible? ¿a qué esperamos?