Partida Rol por web

El pequeño bote en el que viajáis rio abajo se tambalea con cada uno de vuestros movimietos, aunque su estabilidad le hace volver a la oposición original rápidamente. Acabáis de salir de la prospera y bulliciosa Nueva Pavis y ya habéis cruzado la Gran Ruina, que es como se conoce lo que queda de la antigua ciudad, y aunque por ahora la corriente os impulsa a buen ritmo, sabéis que en cuanto llegueis a las Tierras Bajas os tocará remar si queréis llegar a Corflu antes de una semana. desde allí, podréis decidir qué hacer con vuestras vidas; seguir juntos o separaros para tomar vuestros propios caminos.

La Gran Ruina es un lugar peligroso, refugio de bandidos y bestias, aunque vosotros no habéis tenido problemas de ningún tipo y habéis alcanzado rápidamente el Condado Solar, una gran extensión de territorio que el Imperio Lunar cedió a los Dara Happanos como agradecimiento por su alianza y apoyo en combate. Aquí y allá podéis ver pequeñas aldeas de pescadores y granjas aisladas que aprovechan el agua del Zola Fel para su sustento.

La tarde está cayendo y aprovecháis los últimos rayos de Sol para observar el variopinto grupo que formais: Una noble lunar de tez blanca y cuidados modales, un sirviente kralorerano de piel amarilla y ojos rasgados, un nómada grande y moreno y un soldado, puede que con sangre orlanthi o tarshita en sus venas. Algunos de vosotros erais completos desconocidos hasta hace tan solo unos días, y hoy os habéis convertido en compañeros de viaje.

Repentinamente, algo golpea la parte inferior de vuestro bote haciendo que salgais de vuestros pensamientos para poneros alerta. Es habitual que algunos peces se estrellen contra el casco, pero no tanto que éstos tengan la fuerza suficiente como para moverlo. Observáis el agua bajo vosotros y no parece haber nada extraño en ella. Pasan unos minutos y el golpe se repite. Esta vez no e stan fuerte, pero sí consigue que la embarcación se tambalee.

mi percepción 4 más mi profesión de cazador 2 que siempre me ha permitido fijarme en los detalles de la naturaleza y la tirada es igual a 15, que no sé si lo consigo porque no me he dado cuenta si había que superarlo o igualarlo.
Así que: "miro fijamente, agarrándome al borde del bote y pensativo las aguas y ..."

Estar en el barco me trajo buenos recuerdos. Recuerdos de cuando aún era joven y salí por primera vez de mi templo. Buscando la iluminación que me daría conocer nuevos lugares y nuevas culturas. Sin embargo, el viaje no duró lo que él había esperado, los piratas alcanzaron su barco. Sin ser lo suficientemente valorado como esclavo por ser débil, fue pasando de mano en mano, como una simple vasija de barro.

Cuando por fin llegó a la familia de Ludovica, le mandaron hacer un trabajo muy diferente al que había hecho. Como asistente personal de la señortia Ludovica, asistiría y le daría soporte en todo lo que ella pidiese. Desde entonces, mensajería, compras para la señorita, limpieza, había hecho un poco de todo. Con ella, incluso había vuelto a cocinar comida al estilo de su tierra natal. La familia de Ludovica le había hecho sentir persona de nuevo, y no un simple perro.

Ahora, en aquél barco, miró a la señorita Ludovica y de repente, el bote tembló. Sorprendido, se preguntó que había sido eso hasta que el segundo temblor los movió en la barca. Se asomó de immediato.

Permanezco sentado mientras barrunto como he llegado a esta situación, en una cáscara de nuez Zola Fel abajo. Demasiados dados y juergas a mis años me han dejado sin un lunar, licenciado de servicio y con lo que llevo encima como únicas posesiones.

Tenía que haberme comprado un rancho cuando tuve ocasión...

Y con este estúpido sentido del honor que me obliga a acompañar a Ludovica, en lugar de aceptar su dinero y largarme. Meneo la cabeza cuando un golpe me saca de mis pensamientos. Aunque mis articulaciones no son lo que eran, todavía conservo los reflejos de viejo soldado y la vista de un recluta.

Me levanto y me acerco con cuidado a la borda con la lanza preparada y el escudo en posición.

No me apetece darme un baño, todavía faltan un par de días para el próximo...

- Alejaos de la borda, Ludovica -gruño mientras escruto las aguas y rezo a la diosa del río porque sea un tronco.

Abstraida en mis pensamientos, observo al grupo que me acompaña. Tan solo uno de  ellos me resulta desconocido. No se que ha sido peor, si escapar del entorno familiar o embarcar hacia no se bien donde.

De repente algo me devuelve a la realidad, un golpe desestabilaza el bote, desconcertada miro a mi sirviente con mirada interrogante, tiene la misma cara que yo, buscando una respuesta vuelvo la mirada hacia el soldado que a veces ha cuidado de mi. 

Sea lo que sea lo que ha golpeado el bote, se está deslizando rio abajo a una velocidad algo superior a la vuestra. Podéis ver una mancha oscura, informe, claramente más densa que el agua pero algo traslúcida, como si se tratara de una gran gelatina moviéndose jsto por debajo de la superficie del agua. Se aleja sin que podáis hacer nada por evitarlo pero ese no es el mayor de vuestros problemas ahora.
Como si algo se estuviera hinchando justo debajo de vuestro bote, éste se alza por encima del agua y antes de que podáis reaccionar, ese algo bajo vosotros estalla, convirtiendo el bote en astillas y lanzandoos por los aires. Al caer al agua notáis inmediatamente que no sois capaces de moveros al estar atrapados en una turbia masa densa y asfixiante.
No podéis nadar. No podeis respirar. Todo se vuelve oscuro cuando os quedáis sin aire y después sigue la nada. No podeis sentir.
De pronto notáis que ya no estáis allí. No estáis en ningún lugar. Sumidos en la más absoluta oscuridad sentís el confort del calor del sol y el aroma de los verdes prados. Os sentís en paz.

-¡Eh, vosotros. -Pronuncia una voz en algún lugar de la oscuridad. -¿Estáis bien?

Cuando se hace la luz os encontráis en la orilla del río, con las caras en el barro y sin más posesiones que vuestras ropas. Os sentís bien pero algo desorientados. No hay ni rastro del bote ni reconocéis el lugar exacto donde os halláis. pero lo más sorprendente es que seguís vivos.

-Dagis, acércate. -Dice de nuevo el hombre. -Parece que están vivos.

Un segundo hombre, otro pescador sin duda, se acerca a vosotros tímidamente y asiente.

Hacía tiempo que no me sentía tan... mojado. Y jodido. Estoy tan indefenso como un bebé y no sé qué narices es lo que pasó... ¿algún extraño espíritu acuático? Con razón me intento mantener lejos del agua...

- Más o menos vivos, amigo... ¿Dónde estamos? 

Le lanzo una mirada de soslayo a Ludovica... espero que entienda que los nobles lunares no son bienvenidos en algunas zonas de Prax. Claro que tampoco los nómadas. Ni a lo mejor los viejos mercenarios.

¿Qué sería esa lagartija?¿Qué pasó al bote?¿dónde estamos?
Me incorporo poco a poco, con esas preguntas en mi cabeza, sobre todo el dónde estamos. Observo todo alrededor para intentar ubicarme, para ver si reconozco cualquier cosa, respecto vegetación, oreografía incluso en las dos personas, para saber quienes pueden ser.
Con mi típicas formas y pocas palabras.
-Estoy bien.
También compruebo que no me falte nada

En cuanto Takeshi se despertó, buscó desesperado a Ludovica. Una vez localizada, intentó despertarla suavemente, con delicadeza e intentó ayudarla a incorporarse, si esta lo quería o necesitaba. Simplemente ignoró a los dos hombres, tenía cosas más prioritarias.

Tras estó observó que todos estaban mojados y que eso sería malo para la señorita. Sin dudarlo, se sacó su túnica, quedándose en unos calzones algo extraños y empezó a retorcer la gruesa túnica para sacar todo el agua que pudiese. Casi desnudo, podéis observar que Takeshi es una persona escuálida y sin demasiada musculatura, también os llama la atención que no tiene un solo pelo en todo el cuerpo.

"Si no se pone ropas secas enfermará", era en lo que pensaba mientras estrujaba la túnica hasta donde pudiese para despues estenderla, del revés, sobre la arena para que el sol y el calor de la arena la secasen.

Abro los ojos desorientada. Miro a mi alrededor y compruebo que nos encontramos en un lugar que no reconozco. Aliviada veo que al menos estamos todos vivos.

Lentamente y con disimulo echo mano donde se supone que llevaba oculta la bolsa con mi dinero y me doy cuenta de que ha desaparecido. No digo nada, espero que los hombres que nos han encontrado nos puedan explicar que ha pasado. 

Los pescadores no parecen fiarse demasiado de vosotros. A pesar de que estáis claramente desprotegidos, parece que no es común encontrarse con un grupo tan variopinto como el vuestro.

-Estáis en... Algún lugar cerca de Corflu*. Yo soy Sarkis y ese es Dagis. Sooms pescadores y... Tenemos que volver antes de que anochezca. Deberíais tener cuidado por estos ugares. Hay... tribus de babuinos** a los que no les gustan los intrusos.

Parece ser que los pescadores no están muy dispuestos a prestaros ayuda. sarkis se aleja lentamente de vosotros mientras que Dagis, más lejos, no os quita el ojo de encima. Pero de pronto, la cara de éste cambia de la sospecha a la sorpresa y dice algo al oido de su compañero.

-¿Podéis... Enseñarme eso que tenéis en las manos? -Dice Sarkis con extrema curiosidad.

Cuando miráis vuestras palmas, comprobáis que hay unas runas grabadas en ellas.

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Escucho a los pescadores con interes. No parecen tener nada contra nosotros, tampoco nos explican como hemos ido a parar alli. Cuando pienso que se marchan uno de ellos dice algo acerca de nuestras manos. Miro la palma de las mias y compruebo que hay un dibujo en ellas. 

-Que es esto? Mis manos estaban limpias, quien me ha dibujado esto en las palmas?- confusa observo a mis compañeros. No tengo ni idea de que es ese dibujo ni de su significado. 

Me quedo totalmente anonado mirando las palmas de las manos con las manos extendidas mostrándoselas a los pescadores.

-¿Qué leches es esto?

Takeshi observó las Runas en sus manos cuando Ludovica se alarmó. Enseguida intentó leer aquellas extrañas runas. Durante su época de monje había dedicado una gran parte de su vida a la iluminación y el conocimiento, y a lo largo de su recorrido, viajando al lado de distintos amos, había tenido casi siempre la oportunidad de leer algún tipo de escritura. Aquello se le daba bien. Y si los pescadores no conseguían decirles nada, mejor sería tener una ligera idea.

Me escupo en la mano e intento borrar la dichosa marca mientras contengo un escalofrío. No se va. Y el que estemos todos igual de marcados, como reses, no me consuela. Ni una pizca.

Miro al pescador con gesto hosco mientras le muestro las palmas.

- ¿Tú sabes qué mierda es esto? -gruño.

Reconoces las runas grabadas en vuestras manos como Agua, Armonía y Movimiento. Puede que pertenezcan a Zola Fel, auque no estás seguro, ya que el río posee un gran numero de subcultos.

Cuando sarkis logra cerrar la boca después de unos instantes de asombro pronuncia:
-Las Voces del Rio.
Su compañero permanece igual de asombrado, auqnue sigue callado como es costumbre en él.
-Creo que deberíais acompañarnos a Corflu. -Prosigue Sarkis. -Deberíais hablar con el reverendo Sa'Ar. Él sabrá qué significa todo esto.

Rapidamente, Dagis comienza a adecentar el bote para haceros sitio.

Takeshi se acerca a la señorita Ludovica, aún semi desnudo, pero con la túnica en los brazos y se la extiende a Ludovica.

-Mi señora, utilice esto para protegerse del frío. Además debería usted saber algo.- susurra mientras espera a que le de permiso para que hable.

-Éstas son las runas del Agua, la Armonía y el Movimiento.- vuelve a susurrarle mientras va señalando cada runa de su propia mano.

Tras esto, agacha su cabeza en señal de respeto y espera pacientemente.