Partida Rol por web

Abraham está abiertamente impresionado con el tamaño del edificio y con la colección de textos con aspecto importante y adusto...

- "Es increíble..." - Musita, mirando a su alrededor. Tan alucinado se queda que apenas se entera de la presentación del lugar que hace Hicham. Algo desorientado se queda pensativo, murmurando para sí mismo. - "No me he enterado de nada, que será un amanuese de esos... Cada vez estoy más convencido que lo mío son los negocios y no la vida escolástica."

Se queda parado y sin saber que hacer, aprovechará y seguirá a María a donde ella vaya ya que siendo una dama de alcurnia sabrá moverse mejor en un entorno cultural como éste.

Al entrar en el edificio, quizá un regusto a rancio y a antiguo la hace andar más despacio. Susurra, para no romper la paz que reina entre las baldas.

-¡Vaya...! Es ciertamente un sitio de recogimiento éste, sin duda idóneo para la copia y el estudio. Eso es a lo que se dedican los amanuenses, Abraham, mi buen comerciante. A la transcripción manuscrita de textos de otros, para multiplicar los ejemplares. Aunque antes de disfrutar de su arte... quisiera... ¡Qué extraño! Tomás, habéis dicho que estaba aquí. Pero... se gira a un lado y a otro, más preocupada, al parecer, por las personas que por los volúmenes allí contenidos. -...no veo a ese Gonzalo. Parece que ese hombre se escabulle de nosotros justo cuando creemos haberle encontrado.

Pasa junto a las mesas en las que algunos novicios trabajan, y llega hasta donde el monje encargado, que no les ha quitado ojo de encima. Hicham está ya a su altura, y parece en su salsa.

-Buenas tardes, hermano. Me preguntaba si podéis decirme dónde puedo encontrar a uno de los huéspedes, Gonzalo. Nos han dicho que se encontraba aquí. Y antes de dedicarme, si me lo permitís, a disfrutar del examen de alguno de vuestros interesantes ejemplares, quisiera conversar con él...

- Bienvenido de nuevo a nuestra biblioteca, hermano. La verdad es que en cualquier otro momento me hallaría gratificado por su interés por nuestros volúmenes, dado que es raro que los peregrinos, poco letrados por lo general, demuestren mayor interés que el puramente estético, pero la verdad es que hoy estamos realmente atareados... si me dice lo que busca, quizás pueda indicarle... pero como le digo hoy andamos todos un poco liados... quizás pueda esperarse a mañana, si es que no tiene demasiada prisa en continuar con su peregrinación....

Las palabras del monje caen como un jarro de agua fría sobre Hicham, quien ya se veía con el Ars naturalia entre las manos. Es curioso que durante la mañana todo fuesen atenciones y ahora se encuentre con la reticencia más absoluta del Hermano Anselmo. Si las razones del monje son reales o si existe algún otro motivo para su actitud, es algo que solo él conoce.

Justo al finalizar la intervención del bibliotecario, María se acerca preguntando por Gonzalo y eliminando la posible discreción de la respuesta de Hicham.

Hicham se adelanta a hablar con el bibliotecario y, al momento, se le une María, que parece interrumpir la conversación que ya estaban manteniendo ambos, pero que es recibida con una sonrisa amable por el monje.

- Vaya, una mujer entre mis libros, qué grato honor, dice sin asomo de sorna, - pues bienvenidos sean todos ustedes a la biblioteca de San Gabriel, una de las más importantes de toda Castilla y de la que nos enorgullecemos todos los miembros del monasterio. Mi señora, el único huésped que ha visitado en el día de hoy esta biblioteca antes que ustedes ha sido este señor, dice señalando a Hicham con un gesto de la mano, - así que me temo que ha venido a buscar a su amigo al sitio equivocado...

Justo antes de ponerte a hablar con el bibliotecario, escuchas la última frase que le estaba diciendo a Hicham: quizás pueda esperarse a mañana, si es que no tiene demasiada prisa en continuar con su peregrinación....

La sonrisa de Hicham se borra de un plumazo, su ceño se frunce y su mirada pasa de amable a un gesto preocupado.

-"Gracias hermano, si no le importa husmearé un poco por la biblioteca sin importunar a nadie"

Hicham se va cabizbajo entre los pasillos buscando y leyendo tomos de libros.

María, desconcertada, agradece al hermano su información, y sale en pos de Hicham. Cuando le alcanza, susurra más por respeto a los que estudian que por evitar que sus palabras sean oídas.

-¿Os ocurre algo, buen hombre...? He visto como vuestro ánimo cambiaba rápidamente de estar alegre a preocupado. ¿Acaso algo no va bien...?

Hicham se gira y le contesta amablemente a la señora.

-"No me pasa nada, me he sentido un poco contrariado porque deseaba que me mostrase ciertos tomos sobre hierbas y minerales medicinales, habiendose comprometido en un principio y ahora mostrandose demasiado ocupado, no se preocupe usted"

Abraham se acerca al alegre grupillo que forman Hicham y María, dispuesto a cotillear como el que más.

- "Bueno, ¿qué acontece? ¿Y ahora que haremos?" - La verdad es que por el momento no tiene ninguna urgencia por continuar la búsqueda del extraño Gonzalo y la biblioteca es un lugar fresquito e interesante que puede merecer la pena investigar. Pero sin duda hará lo que le diga la dama, más que nada por costumbre.

-Pues... Yo sigo deseando resolver la cuestión de ese tal Gonzalo, antes de dedicarme a curiosear con deleite entre estos volúmenes tan interesantes. ¿Qué tomos le habéis pedido, que ahora no pueda proporcionaros? ¿Algo que está siendo consultado en éste momento, precisamente? ¿O quizá os ha dado algún otro motivo...?

Espera la respuesta del sarraceno, y luego asiente. Se gira hacia Tomás, que no está tan lejos como para no oirle, incluso en los susurros suaves que la dama profiere, en respeto a los monjes estudiosos.

-Habéis dicho que Gonzalo estaba aquí, Tomás, sin embargo no le veo, y el Hermano Bibliotecario ha dicho claramente que el único huesped que ha entrado ha sido Hicham. Entonces, o bien os habéis confundido, o bien él miente, o bien no habéis cumplido mi encargo...

"Perdoneme señora pero la desaparición de Gonzalo a mi me trae un poco sin cuidado ya que no siendo ni amigos, ni compañeros de viaje no me une a él nada más que el saludo cordial a la hora del almuerzo. Espero no importunarla o pecar de osco o desconsiderado pero mis asuntos son mios y de nadie más y los suyos tendrá el hermano...con su permiso"

Hace una leve reverencia y sigue con lo suyo, mirando en los estantes los tomos de libros mientras masculla alejandose.

"Tanta pregunta, tanta pregunta..."

Tomás, ante la insistencia de su señora, responde encogiendo los hombros, que se traduce libremente como un "sinceramente, no tengo explicación para lo que me pregunta", y añade: - uno de esos niños vestidos de monje me dijo que Gonzalo estaba aquí, si llegamos y no está no es mi culpa...

Abraham entiende a María y también al pobre Hicham al que parece que los monjes han ninguneado, tal vez por su condición de extranjero. Abraham no puede menos que solidarizarse con él ya que siente lo que es haber sido perseguido, despreciado e insultado por su origen diferente.

El misterio de Gonzalo le está picando la curiosidad, así que decide involucrarse en su búsqueda:

- "Mucho me temo, mi señora, que debemos volver sobre nuestros pasos... Tal vez el caballero haya vuelto a buscarnos al comedor."

-¿Qué monje exactamente os lo dijo, Tomás? Porque supongo que fue al salir de la Hospedería, ¿no es así? ¿No llegásteis a ver a Gonzalo por vos mismo...?

María está hablando con Tomás cuando Abraham se suma a su propia curiosidad.

-Sí, estoy de acuerdo, pero antes quiero desentrañar el misterio de esa esquiva entrada en la Biblioteca, se no os parece mal...