Partida Rol por web

- ¡Cuidado, señor!- me pongo delante de Della Rovere para protegerlo.- Soldados, preparados y apunten!

Espero a que Della Rovere de la orden de fuego, mientras apunto yo mismo.

Cuando me traen mi montante y me liberan sonrío como un niño grande.

Grrasias... Porr fin verrte pequenia...

Y le doy un sonoro beso a mi filosa.

Luego me ajusto la armadura, estiro las piernas y doy algunos molinetes con mi arma.

Opinarr como seniorrías... Llegar horra aplicar cosa desir Biblia de ojo por ojo, diente por diente... jojojo! Ahorra mismo tener ganas locas de jugarr a pelota con cabesa Armando y sus perros...

Y salgo de las tiendas para ser testigo de la gran matanza que está teniendo lugar en el campamento.

De aquí se podrá sacar buen beneficio... Aunque ya veremos si este cerco se ha acabado...

Al ver el movimiento de las gentes del preboste me dirijo al encuentro de unod e los grupos de alabarderos d elos flancos, dejando a Perot al pez gordo de Armando, que le debe de tener especiales ganas... y no quiero entrometerme entre un perro y su presa.

Observo como del otro lado del puente empiezan a descerrajarse tiros en la cara y para mis adentros rezo que el italiano tenga el suficiente seso como para no ordenar pasar el puente par ayudar a los lealistas.

Me parece un movimiento suicida que un oficial práctico no ordenaría jamás, pero visto lo visto, al comprobar que estoy ante un idealista, ya me tiemblan las piernas sólo de pensarlo. Me asalta el impulso de quemar el puente para ponerle fácil la decisión a della Rovere, pero tampoco deseo quedar como un posible traidor o un cobarde.

Al diablo con toda esta mierda! ¿Dónde está Karl? Con lo fácil que era vivir a su sombra... Qué poco me gusta esto, amigo... Y con una fortuna a mi alcance... Malditos bulbos del demonio... Y malditos italianos honrados... Uno que hay y va y me toca a mí... negra suerte...

El niño, pues eso es lo era Martín en verdad, agachó la cabeza detrás de la lápida con los primeros pistoletazos. Aquellos disparos desde tan cerca, de un hombre al que estaba a su lado y hasta hacía instantes hombro con hombro resultarían en la carnicería más espantosa, más aún que la turbera.

Instantes después, Martín viendo que los tiros no iban por él sino que se centraban dentro del grupo que trajeran Valcárcel y de la Rosa, se atrevió a sacar la cabeza y asomarla por encima de la lápida. La humareda que dejaba las armas de fuego hacía difícil distinguir amigo de enemigo, pero si aquella era la pluma roja que llevara en la cabeza el cornudo de la Rosa, Martín iba a atizarle en plena cabeza. Puso una piedra en la honda, la giró con soltura un par de veces y la soltó.

Le pareció a Martín que la piedra había dado en el blanco pues la pluma roja descendió bruscamente, como si quien la portara se hubiera encogido de dolor. Hurra.

Gruño cual fiera cuando el salir nos encontramos con aquella situación. No es solo la situación en el campamento, que era una verguenza y la pérdida de la honra para el tercio, sino también por el ataque del preboste de Foces y sus perros falderos. Casi enseñando los dientes aferro mi ropera y mi ródela, para ir al encuentro de los alabarderos que pretenden pillanos de espaldas. Cual perros cobardes que son...Si veo que el tudesco necesitará ayuda con el grupo al que se acerca, le hago de apoyo. Sino voy a por el otro grupo.

Aquí iba a correr la sangre, mucha sangre. Y era bastante triste que nos estuviéramos matando españoles a españoles...Pero esto ya era cuestión de salvar la vida.

Recupero mis pedreñales con gran satisfacción y procedo a cargar los mismos. Con la cazoletas cebadas, las mechas encendidas y la espada al cinto me siento otro hombre.
 

Velez sintio la cercania del plomo que buscaba su cabeza desagradablemente cerca, lo que le hizo encoger instintivamente la cabeza.

-Bastardos-susurro a media voz.

Estaba claro que querian acabar con el pero eso era un juego al que podian jugar todos, ellos, sin el preboste, perderian buena parte de sus arrestos y todo seria mas facil y el mejor arma con el que contaba para ello era un natural de cataluña que tenia a su vera.

Miro apreciativamente como con las armas recuperaba todo su orgullo.

Empuño con la diestra la ropera y con la zurda la pistola, despues de comprobar que la daga de guardamanos estaba en su sitio y señalo hacia el preboste mientras gritaba.

-¡Vamos catalan, hay una cuenta que debemos saldar!.

No iba a interponerse en los asuntos del catalan pero se iba a asegurar que llegaba vivo para poder zanjar sus asuntos con tan desagradable personaje, acompañandole, cubriendole y si el caia sustituyendole.

Empezo a encaminar sus pasos a la refriega con la pistola presta a disparar si alguien le apuntaba y preparado para despues tirar la pistola y sacar la daga.

Observo consternado el cristo que se habia montado en la otra orilla.

.Ya ni necesitamos a los herejes para nos jodan, lo hacemos muy bien nosotros solos.Tiene que estar el diablo dando palmas.

Su primer impulso era el de cruzar a ayudar a los leales, pero las dificultades eran ingentes y no era seguro que su ayuda les hiciera triunfar de todas maneras, aunque si perderian la posicion. Con todo en la balanza no podia arriesgar el fin de su mision, aunque si intentar salvar a los mas posible.

Es entonces cuando observo que Ezio se habia puesto delante para protegerle. Sonrio.

-Gran tipo.

Se acerco a el.

-Vamos a intentar cubrir la retirada de los soldados fieles hacia nosotros ahora que parece que han descargado sus armas. La mitad que disparen para lograr que se despeguen del combate y la otra mitad que cubran su retirada mientras los otros cargan, encargate de la segunda tanda y que cumplan esa mision.

Se dirigio a sus hombres.

-La mitad de vosotros que disparen a los insurrectos, intentad no alcanzar a los leales-les grito

-Aunque sera poco menos que imposible.

Luego a los que luchaban al otro lado.

-Pasen los fieles al rey a este lado, nuestras armas cubriran su retirada.

Se quedo donde estaba para ayudar a los que pasaban, guardo el papel y saco la daga con la intencion que cuando pasara el ultimo cortar el puente.

-En el peor de los casos tenemos a unos cuantos enemigos menos. ¡Mierda de trabajo!

Debía suponer que De Foces me había visto, y sabía de sobra que me encontraba dentro del grupo. Aún así están disparando a diestro y siniestro. Está claro que en este caos, mi posición ya le importa un soberano rábano, y formo parte de esa escoria molesta. Al menos estoy armado.

Los arcabuceros vienen fuertes, pero entre descarga y carga hay un lapso de tiempo. Así que aferro mi bastón con estoque y me preparo para descerrajar gargantas agresoras según viera un descuido. Dios sabe que hay motivos, lo sabe. Que perdone los pecados que voy a cometer y mi atentado contra el quinto madamiento...Pero ahora el mandamiento es pura lindeza. Ahora era cuestión de salvar el cuello o no, y aquí ya todos se habían puesto manos a la armas.

La escopetada de los italianos fue efectiva, pero tampoco fue como para bailar folías. De veinte tiros, nueve muertos en el campo contrario. Los propios, que ya solo quedaban cinco o seis, se retiraban batiéndose al arma blanca por el puente. A lo lejos, en el campamento, se veían las primeras antorchas acercarse. Vigías que querían saber que demonios estaba sucediendo allí.

Pero el capitán no quería darles tiempo para que se dieran cuenta de nada. Tenía que matar al italiano, así que tomó el arcabuz de uno de los muertos y buscó encararle para disparar. Muerto el perro, se acabó la rabia. O eso decían.

El malvado capitán disparó su tiro. Era difícil darle a alguien que estaba detrás de un árbol en un sitio como aquel, pero él lo logró. De hecho le dió en la pierna izquierda, una de las pocas cosas que no estaban ocultas tras el tronco. El disparo le pasó la bota y la pantorrilla de parte a parte. Sin romper la arteria principal gracias a Dios. Pero dolió lo suyo.

Hideputa.

Pero la alegría no le duró mucho. Una pedrada. Así como suena, una pedrada le rompió el peto por una de las juntas, en el hombro. Martín le había hecho algo de daño, pero apenas sería un cardenal de los grandes.

El aragonés todavía creía que les podía hacer prisioneros. Por eso los arcabuceros y pistoleros se acercaron, pero no dispararon, mientras los alabarderos trataban de rodearles. Ferreira se escabulló entre unas tiendas. No para huir, si no para volver con su gente.

-Teneos presos, rebeldes, y deponed las armas -dijo, apuntando directamente al catalán con su pistola.

El orgullo era tal que no quería ver que sus planes, los del capitán y los suyos propios, no estaban saliendo tal y como él creía. De hecho, la facción leal estaba comenzando a ganar el combate en el campamento, repuestos de la sorpresa inicial. Después de todo, los traidores no eran demasiado numerosos.

El dolor le traspaso la pierna de parte, pese a estar bien cubierto, eso pensaba, le habian acertado y creia saber que habia sido el capitan.

-Buena punteria bastardo-penso-estoy perdiendo facultades

Le dio un vistazo a la herida, no parecia que sangrara demasiado, esa no le mataria. la siguiente quizas.

Dio un rapido viztazo y pudo ver al capitan con el arma humeante en la mano que sonreia hasta que una pedrada, venida Dios sabe de donde le impacto.

-¡Una piedra!-se sorprendio

Anque no parecia que le hubiera hecho daño se desconcerto y Luciano aprovecho para disparle cosa que consiguio pero el dinero, pese a lo que digan parecia que alargaba la vida y la armadura parecia que cumplia bien con parte de su trabajo.

Se parapeto mejor y saco la otra pistola.

-Mal vamos si tengo que solventar este cristo contra armaduras y con piedras.

Y grito en italiano.

-¡Ezio asegurate que disparan contra el capitan y el sargento! y cubrid a los que vienen.

No era momento para dudas, o ellos o nosotros, el que dudara que se diera por jodido.

Rapidamente levanto el arma y disparo a Foces antes que pudiera reaccionar y sin esperar el resultado cerro distancias para llegar al cuerpo a cuerpo.

En el camino se deshizo de la pistola y saco la daga.

Si el catalan le seguia cubriria su avance y apartando cualquier oposicion, si no lo haria el.

-Si estos hideputas no me vuelan la cabeza antes, claro.

En cualquier caso o muerto o con la cabeza de Foces, no pensaba volver a la carcel y a los atentos cuidados de ese loco.

Martin no habia visto el resultado de la pedrada, pues inmeditamente habia metido la cabeza detras de la lapida para cubrirse. Sin embargo, unos segundos despues, cuando el tiroteo se iba apagando asomo de nuevo y vio que el capitan - maldito fuera - seguia vivo. La coraza se le habia desprendido, pero empuñaba un humeante mosquete y tenía una sonrisa maquiavélica y enloquecida que dirigía al preboste.

El muchacho colocó otra piedra en la honda y la hizo girar con rapidez, como si quisiera transmitirle toda su furia a la piedra y reventar así al oficial. Soltó la piedra y esta vez sí que se quedó mirando a su odiado enemigo. Sólo cuando vió que le había alcanzado en un muslo y que el capitan doblaba la rodilla de dolor, se permitió Martín esconder la cabeza y buscar una nueva piedra entre las amontonadas, una de bordes aserrados - que se le clavara a aquel malnacido en el alma.

Velez no se lo piensa y según De Foces abre la boca, le dedica un bonito arcabuzazo. No me fijo que tan certero sea o no, pues fuera cual fuere el resultado, sus hombres iban a cargar ahora si como perros rabiosos contra nosotros. Aquí ya no hay lugar para la diplomacia, si que alguna vez hubo hueco para eso en esta jaula de grillos. Todo lo que les contenía a la hora de disparar, su esperanza o ceguera de que podrían hacer presos todavá, se fue al garete.

Así pues, aprovechando el desconcierto del tiro inicial, desenvaino mi estoque. Antes de que nos llueva la polvora y nos acribillen, voy al por el enemigo que tenga mas cerca antes de que apriete gatillos, recargue, o haga lo que tenga que hacer. Cerrar distancia para desgañitar o que el acero entre por donde tenga que entrar. Y que Dios nos coja confesados a todos esta noche.

Ezio Contarini guía el fuego de sus hombres siguiendo las instrucciones de su oficial.

- Segundo escuadrón, apunten. Primer escuadrón.. ¡fuego!

La primera descarga resuena como la ira de Dios y llena el aire de humo acre y es difícil ver si han dado.

- Primer escuadrón recarguen !Segundo escuadrón fuego!

- Tercer escuadrón atentos a mi señal. ¡Preparen picas!

Naturalmente no hay tercer escuadrón, pero espero que el enemigo crea que hay una tercera fuerza detrás de mis hombres, y se sienta muy superada en número. A los legionarios de Vespasiano les funcionó en la batalla de Cremona.

Perot sigue a Vélez con un gruñido de afirmación, llevando su mosquete de pedernal a punto. La hora de la venganza se acerca, y eso le hace temblar de emoción. Ha esperado años para vengar a sus hermanos muertos. Años para sentir la sangre de Armando de Foces calentando sus manos, frías como las de un muerto. Los gritos, las detonaciones, el humo del combate es como un castillo de fuegos que anuncia el día de la festa grossa. La foguera de Sant Joan. La matança del porc.*

Cuando ve a Foces se olvida de todo y directamente lo dispara.

- ¡FOCES! Malparit, tu ets meu!**

Disparo mi arcabuz contra el primer hombre que se acerque al puente. La detonación me llena la vista de humo y la nariz del intenso olor a azufre.

Parpadeo para aliviar el picor de los ojos y en cuanto se aclara el humo puedo constatar que he fallado.

Blasfemo en alemán. Dejo en el suelo el arcabuz y saco mi pistola.