Partida Rol por web

El saco de Boom

Dios los cría y ellos se juntan (Escena 3)

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06/07/2015, 08:44
Karl Moritz

Me siento contento. A mi alrededor se expande la mortandad y por unos instantes podemos respirar aliviados al bajar la presión en nuestra zona. Aún queda batalla y estas peligrosas euforias son eso, peligrosas. El cuadro se descompone ante la perspectiva de una degollina de franceses, pero aún queda mucho enemigo al que batir.

Me gustaría que esto ya se acabara...

Noto cierto cosquilleo en la barriga y los brazos. La satsifacción de la victoria y sentirse vivo. Aprovecho el respiro para palparme el cuerpo. En estas situaciones a uno lo pueden sajar y no enterarse hasta que ya se te ha ido la vida por el tajo. Estoy cubierto de sangre, pero no parece mia. Todo parece estar en orden cuando llega Ferreira ordenando el repliegue.

Me enjuago la sangre del rostro con la manga, para parecer más presentable al mando y asiento silencioso a su orden.

Espero a que Vélez se mueva para hacerlo con él, sin dar la espalda al enemigo, moviéndome lento pero seguro, con la esperanza que el enemigo no tenga ganas de batirse muy duro por una bandera que no es la suya, pues el regimiento francés parece totalmente desbaratado.

 

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06/07/2015, 19:18
Martín

El muchacho estaba aliviado, cuando el propio Ferreira le tendió la mano para levantarle vió orgullo y alivio en la cara de éste y supo que su acción había agradado al oficial. Su acción y la del regimiento al completo, claro estaba; pero se alegraba de haber sido parte, y no pequeña, de tal hazaña.

Lamentaba no haber sido él el que matara al oficial francés, el sargento se le había adelantado, descerrajando un tiro a bocajarro en la cara del galo, tal y como el propio Martín había pensado hacer. Aún tenía la pistola cebada que había reservado a tal fin. Pero bueno, había más oficiales franceses y el día aún daría para acabar con al menos un par más, se contentó Martín que como en la fábula de la lechera había echado a volar su imaginación.

Cuando el capitán dió la orden de retirada el joven presto a obedecerle se puso en pie y dió un par de pasos camino del cuadro español. Recordó entonces una cosa y volvió a toda prisa junto al cadáver del franco. Registró las ropas de éste rápidamente en busca de papeles y dineros, por experiencia sabía que podía sacarse información e incluso una ventaja de tales gestos. Cogió cuanto encontró, amén de una tercera pistola.

En cuanto estuvieran a salvo dejaría cargadas las tres pistolas y le pediría a Vélez que le dejara enarbolar la bandera francesa conquistada. Con una sola mano libre y las pistolas bien podría desmostrar a los herejes como luchaban los españoles.

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07/07/2015, 08:44
Martín Vélez Manrique

La bandera era suya, y aunque bien cara habia costado era una hermosa historia que contar cuando volviera a su tierra entre jarra y jarra de vino.

Pero las ordenes de Ferreira le sacaron de su corta ensoñacion y se giro rapidamente para ver a los jinetes como se les echaban encima.

-¡Por los clavos de Cristo!, ¡maldita caballeria!-penso

Si habia algo que odiara un arcabucero o mosquetero mas que a un piquero en el mano a mano era a un jinete, con el primero se ponian duras las cosas, con el segundo habia muy poco que hacer como te pillaran en campo abierto aparte de morir como como un perro.

Emepezo a gritar ordenes a sus hombres para que volvieran al cuadro y cargaran sus armas para recibir como se merecian a esos bastardos. Cogio la alabarda mientras tanto para facilitar el reconocimiento de su autoridad de manos del sotaalferez y como le molestaba puso la bandera en la otra mano se la dio a Martin que le estaba mirando a el o a la bandera con ojos de desorbitados, tras haber registrado cabalmente al oficial.

-'Despierta zagal!, pon a los pies del maestre la bandera, con los saludos del sargente Velez y la compañia. Y quiero que te des tanta prisa que te confundan con uno de esos caballos.

Ademas de quitarse impedimentos ponia a resguardo al chico, porque aunque alli no habia nadie a salvo, con el maestre estaria unos segundos mas seguro.

Tras cerciorarse que su orden era atendida, y cuando el ultimo de sus hombres comenzo a retroceder se volvio el tambien y ligero como a los arcabuceros les gustaba ir, fue a ponerse a salvo entre las picas y a preparar el recibimiento a tan molesta compañia.

Empezaba a acusar el cansancio de la jornada.

-Y me temo que esto solo ha empezado. ¡Mierda!.

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07/07/2015, 19:02
Perot Vilaplana i Llonch

La victoria parece suya... Pero es solo uno de ls vaivenes de la marea de la guerra. Perot da a sus hombres órdenes de volver a las filas de los piqueros. Un mosquete descargado no sirve de nada contra cien piedras de caballo y un jinete acorazado. Echa el ojo a un oficial francés muerto que lleva un anillo de oro, y procura recordar donde está el fiambre para luego volver a por é. Luego corre hacia el cuadro.

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08/07/2015, 18:17
Martín

Martín miró al sargento con devoción cuando éste le hizo entrega del estandarte francés capturado. Con las órdenes recibidas y tras meter con dificultad las tres pistolas en el cinto salió corriendo con el trofeo en las dos manos camino del puesto de mando del maestre de campo. Si se daba suficiente prisa, le daría tiempo a volver con la escuadra de Vélez y junto a Ferreira para cuando la caballería estuviera a tiro.

Con dificultad por el peso y el volumen del estandarte azul y dorado, aún estando éste enrollado se abrió paso entre las filas católicas que se reorganizaban a toda prisa, mientras el corría hacia la relativa seguridad de la retaguardia que se aprestaría a abandonar. Volvería junto a Ferreira y de haría entrega de lo encontrado al oficial. El zagal, tan acobardado hasta hacía tan poco tiempo y sin embargo ahora la sangre le latía en las sienes, ensordeciéndole, estaba henchido de orgullo por la captura del estandarte, la muerte del alférez y la derrota francesa. Martín se creía, pobre muchacho, invulnerable.

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08/07/2015, 22:07
Pedro Negrete

Cayó la bandera francesa y eso me llenó de regocijo. El comienzo de euforia fue sustituido por temor a caer ante os franceses, cuando la escuadra empieza a desmembrarse para ir detrás de los franceses que huían. Eso nos podía costar la victoria, y no estábamos para muchos trotes más si se envalentonaban.

Me doy cuenta que algunos salen en busca de los locos que han ido detrás de los gabachos, así que la escuadra se reagruparía. Respiré tranquilo, pero lo justo, pues los gabachos nos enchafan encima jinetes. Así pues preparé la pica para recibir esos hideputas.

- !España! - bramé, para dar anímo a la tropa. Que Dios nos pillara confesados a todos.

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11/07/2015, 18:54
Director

La retirada fue estorbada por una pasada de dragones holandeses, que descargaron sus pistolas y tercerolas sobre ellos. Los disparos hicieron mucho ruido pero poco efecto, llevándose poco más que a algún incauto que se había quedado rezagado. El humo de la pólvora dificultaba la visión, pero sobre él podían escuchar el estruendo de cascos de caballos y piezas de armadura que chocaban entre si.

-¡Tercio de Fuenclara! -bramó el sargento mayor Urrutia- ¡Picas contra caballería!

Compañía a compañía, el cuadro abatió las picas. Los primeros hombres, los coseletes de la fila más adelantada, se agacharon colocando la pica en diagonal. Entre ellos, Negrete.

Los soldados aguardaban, tensos. Mucha desverguenza tenían esos franceses, para cargarles a pecho petral. Les creían quebrados, o quizá querían emular los desastres del rey Francisco, en época del emperador Carlos. Las siluetas de hombres y caballos, casi a tiro de pistola, emergieron de entre la niebla de guerra. Caballos coraza, con cascos cola de langosta y petos de acero, cargando espada o pistola en mano. Malditos bastardos.

Las picas comenzaron a partirse en los pechos de los caballos, estorbaban a los jinetes, penetraban su carne. El frenesí de la carga. Un pocos hombres fueron aplastados por los cascos de las monturas, pero el cuadro, como solía, resistió incólume. Fue como lanzar un trozo de mantequilla a una tapia de piedra, en la esperanza de que ésta la ablandara. Una locura. Casi cien jinetes murieron en éste primer choque, siendo rematados sin compasión a golpes de alabarda, a tiro de pistola, a degüello con las dagas de los mochileros.

La corneta francesa tocó a retirada, y los cabos que habían sobrevivido la vocearon. En algunos lugares del cuadro, la caballería no había logrado impactar, pues los caballos se habían asustado, frenando o caracoleando en último término. Sus jinetes aprovecharon para largar unos cuantos tiros de pistola al retirarse.

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11/07/2015, 19:11
Anthoine Schetz, conde de Grobbendonck

El mariscal de Brabante vigilaba el campo de batalla desde un pequeño revellín, cuyos cañones habían vomitado fuego sobre el enemigo en la primera fase de la batalla. Ahora, éste centro de mando y punto fuerte del despliegue defensivo, veía el combate desde lo alto.

La retirada de los jinetes franceses y haber desbaratado un escuadrón de caballos coraza le había animado. El ejército resistía, aunque los valones estaban teniendo problemas, atacados a la misma vez por tropas suecas y holandesas. Sin embargo, explotar la derrota de la caballería podía cambiar el curso de la batalla. Así que el general se giró hacia su hijo, que a su lado estaba en calidad de ordenanza y ayuda de campo.

-Capitán Schetz, transmita mi órden a la caballería. Que cargen inmediatamente por el flanco a esos jinetes, y los empujen contra la formación sueca. Al tercio de Fuenclara, avanzar junto a los italianos, como una bisagra al cerrarse, y que entren en fuego contra el regimiento holandés y los franceses que quedan. Con suerte, les atraparemos como en una pinza.

Se giró luego al ingeniero italiano, que estaba de pie junto a los cañones.

-Giambelli, concentren el fuego sobre su centro, debilítenlos.

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11/07/2015, 19:18
Godofredo Schetz

El joven aristócrata valón miró en dirección al campo de batalla. Tenía intención de participar en la carga, y no solo ejercer de mensajero. Compartió una mirada con su padre, que leyó la preocupación en sus ojos. Hecho ésto, sin responder ni hacer cortesías, subió de un salto a su caballo y se santiguó antes de picar espuelas.

-No me falles, Florian -dijo a su corcel.

Los soldados abrieron las puertas del revellín para dejarle pasar, junto a otros dos jinetes, que luego se separaron para llevar la noticia a ambos tercios, español e italiano. Por su parte, llegó hasta donde estaba la caballería y saludó a su coronel tocándose el ala del sombrero.

-El mariscal exige que cargemos contra su caballería y la empujemos hacia su flanco izquierdo, señor.

El tudesco desplegó su catalejo, pero el joven e impulsivo capitán ya se había reunido con su propia compañía, y les ordenaba desenvainar. La órden era cargar "de inmediato", y los jinetes que estaban desprevenidos tuvieron que montar y seguir al trote a los valones. El joven encabezaba la carga, con más valentía que prudencia.

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11/07/2015, 19:25
Don Enrique de Alagón y Pimentel

El maestre de campo escuchó lo que le decía el jinete, en un francés cargado de acento valón. Miró a sus hombres y sus ojos se cruzaron con los del sargento mayor. Entonces compuso una mueca, una sonrisa sardónica. Al fin avanzar, joder. No se iban a quedar a verlas venir. La gloria no se ganaba debajo de un terraplén, resistiendo cargas. Al menos no la gloria que él quería traer de vuelta a España.

Los cañones del revellín comenzaron a vomitar fuego sobre sus cabezas. Ahora estaba bien, por que todas las balas, sin excepción, caían más o menos donde debían. Pero conforme avanzaran, los cañones tendrían que silenciarse, o darían a sus propios hombres.

-¡Tercio de Fuenclara, marchen! -dijo, alzando el brazo protegido por la armadura. Un tiro le pasó la palma de la mano de parte a parte, y un tudesco se acercó para interesarse por él. El maestre de campo se zafó, soltando un "Me cago en su puta madre", que hizo sonreír a los alféreces españoles que estaban en el centro del cuadro.

Su mirada se cruzó con la del mozalbete que traía en sus manos la bandera capturada a los franceses.

-Deja eso aquí y ve a buscar al galeno. Corre.

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11/07/2015, 19:30
Diago Ferreira

El capitán aguardaba con el rostro girado, a que el sargento mayor repitiera la órden. Tocó entonces el hombro de Vélez como dando la señal, y se acercó a Vilaplana, que ayudaba a un mosquetero de Llivia al que un caballo había pasado por encima.

-¡Nos movemos, paso de carga!

Miró al catalán con una breve sonrisa. Palmeó su espalda.

-Mosqueteros delante, preparados para hacer fuego a mi órden.

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11/07/2015, 19:33
Hans Schneider

Hans regresó del saqueo a unos muertos franceses que andaban por allí cerca. No se había ordenado, pero se escabulló lo justo, y los cuerpos andaban cerca. Tenía unos anillos metidos en la faltriquera, y había cambiado su parlota por uno de aquellos cascos de cola de langosta.

En la pierna, llevaba una cuchillada muy ruín, de esas de poca entidad pero mucha sangre, que le había dado uno que parecía muerto, pero que no lo estaba del todo. Compartió una mirada con Moritz, con una breve sonrisa. Para ellos, aquella guerra era cualquier otra. La cosa iba de matar mucho y bien, de quedarse con las mujeres y con el oro de los muertos.

-Con éste oro tenemos para la cerveza y las mujeres de después.

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12/07/2015, 16:30
Martín

El muchacho había corrido desbocado escuchando el fuego ligero a sus espaldas, cargado con la enseña francesa. Llegó junto al maestre de campo boqueando al tiempo que este recibía órdenes del mando supremo. El joven había esperado recibir alguna gracia de parte del oficial que se limitó a hacer una mueca y soltarle una brusquedad, quizás porque la hazaña no era tan encumbrada como había imaginado el mochilero o quizás porque el maestre acaba de recibir un tiro en la mano inmediatamente antes de dirigirle la palabra a Martín.

El muchacho en un primer instante se encogió, acobardado, pues no esperaba que el fuego perdido pudiera llegar hasta allí y luego, al estirarse un poco, boquiabierto, ante la entereza y frialdad del oficial. No tuvo ni un instante para entregarle las cosas que había recuperado del fallecido alférez francés, si no que corrió aún más hacia la retaguardia en busca del físico, que sin duda se encontraría atareadísimo, pero que Martín esperaba dispusiera de un instante para tratar la noble mano del maestre de campo.

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13/07/2015, 08:05
Karl Moritz

Nos movemos... Para adelante... Hacia donde toca. El fuego de artillería está haciendo su trabajo y está ablandando al enemigo.

Llega Hans con chucherías y el casco le queda un poco cómico a mi compadre. Una rápida mirada a su pierna herida basta para ver que no es una de esas por las que uno pierde la vida. Palmoteo el hombro de mi compadre con franca camaradería y suelto una gutural risotada.

Gutes Geschäft tun sich mit diesen Juwelen, Freund. Verkaufen Sie die Wunde, und folgen Sie uns jetzt dort wird viel anderes aufräumen werden. Sie kennen die Reihenfolge, die weitere Federn und Seide zuerst, die sind diejenigen, die mehr Dinge zu nehmen... Und, nicht zu wiederholen, dass Bein, durch Jove, ersten Stabs und überprüfen Sie erinnert.*

Justo después le doy un suave capón a su casco de cola de langosta.

Tras eso sigo las órdenes de Ferreira y ocupo mi puesto, detrás de los mosqueteros, montante en mano.

Notas de juego

* Buen negocio haremos con esas joyas, amigo. Véndate esa herida y síguenos, que ahora habrá mucho más que rapiñar. Ya sabes el órden, los de más plumas y sedas primero, que son los que más cosas llevan... Y para que no se repita eso de la pierna recuerda, pardiez, primero acuchilla y después revisa.

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13/07/2015, 11:41
Martín Vélez Manrique

Se libraron de la caballeria por bastante poco y alguno no fue lo suficientemente rapido..., pero venia de oficio o rapido y con la mente fria o carne para los buitres.

Las picas hicieron su trabajo contra una temeraria caballeria que quizas no sabian que se enfrentaban con españoles y ¡vive Dios!, que lo pagaran caro, asi la proxima vez se lo pensarian dos veces.

Pero no era cuestion de darles tregua y se dio la orden de avanzar, un gesto de Ferreira era como una orden de Dios, no hacia falta mas.

 Mientras los mosqueteros del catalan cumplian diligentemente la orden de adelantarse para madrugar a los herejes rehizo las lineas con arcabuceros que adelantarian y relevarian a los mosqueteros cuando estos dispararan, para hacer un fuego sostenido.

Decian que los holandeses habian inventado esta maniobra y que los suecos la habian prefeccionado, a lo que el le alcanzaba ya lo usaban los veteranos de los tercios cuando el entro y es que Dios no le iba a ir por detras en ideas al diablo.

-Mala jornada para ser un enemigo del rey de España. ¡que se jodan!.

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15/07/2015, 21:25
Pedro Negrete

La caballería se nos echó encima y les recibimos como tocaba. Inqué una rodilla a suelo y puse mi pica en diagonal para dar la bienvenida a esos hideputas. Probaron pica y no les dejó un buen sabor de boca, precisamente. Se clavaron en los caballos y lo que no era caballo, y en los caso que no, los animales se asustaron y se cagaron en las intenciones de sus jinetes. Observé con satisfacción como la caballeria comenzaba retirada, mucho ruido y pocas nueces, y en poco comenzaría lo bueno.

Ferreira ordenaba avanzar al tercio para terminar de aniquilar a los gabachos del demonio. Recupera la posición norma de la pica, y la dispongo para facilitar el mocimiento en el avance. De mientras algunos parecen muy entretenidos saqueando. Yo pienso que para éso ya habrá tiempo, vive Dios. Ahora había que estar a lo que se estaba. Pensar en dinero y putas, para luego.

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16/07/2015, 10:03
Perot Vilaplana i Llonch

Vilaplana se da cuenta que algunos se afanan al saqueo, así que reparte patadas entre sus hombres mientras les "requisa" lo afanado.

- ¡Mosqueteros al frente en doble fila!- ordena a voz en grito. Tiene la boca llena de pólvora de tanto disparo y la cara negra.- Preparados para disparar.

Él mismo se sube a un caballo muerto unos instantes para tener mejor vista de la situación. Luego corre hacia vanguardia mientras carga su mosquete.

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25/07/2015, 11:44
Martín

El muchacho corrió desbocado entre las filas de soldados católicos, pero lo hacía hacia la retaguardia, por lo que mantuvo la mirada gacha, para no cruzarse con los ojos fríos de los soldados que presentaban el frente y no la espalda al enemigo. Martín se vió obligado a gritar cada pocos pasos.

- ¡Físico! ¡Físico! ¿dónde está el cirujano? ¡es urgente!

Esperaba, contrito, que los demás no vieran en él una cobardía, que parodójicamente por primera vez no sentía estando en combate.

Recorrió las filas traseras, hacia las que se dirigían los hombres peor heridos y cuando empezó a cruzarse con vendajes ensangrentados y soldados que volvían cojeando hacia las filas frontales, supo que iba por el camino correcto. No obstante cuando llegó al, por llamarlo de alguna manera, hospital de campaña, se dió cuenta de que si el frente, con el romper de picas y de huesos era el infierno, la retaguardia no era menos pródiga en sangre, dolor, muerte y olor a heces. La primera imagen que se abrió a sus ojos fue el ensangrentado cirujano-barbero que se encontraba forcejeando con un enorme alemán que debía haber recibido un tiro en el hombro y al que con gran dificultad trataban de sujetar con unas correas de cuero dos ayudantes del barbero mientras éste introducía unas tenazas por el orificio para extraer el plomo, que como le había dicho el catalán, era venenoso y corrompía la sangre de los heridos1.

Notas de juego

1 Una creencia muy extendida hasta las guerras napoleónicas, los franceses de hecho fueron los primeros en dotar a los cirujanos militares de una formación, categoría y consideración adecuadas.

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27/07/2015, 18:43
Director

Los holandeses eran huesos duros de roer. El tercio entró en fuego contra ellos, a treinta pasos, y los herejes respondieron al fuego con el fuego. Se enfrentaba su sistema de relevo contra el de los españoles, y en verdad era cierto que el fuego por secciones era mucho más eficente. Las bajas estuvieron repartidas en ambos bandos, y luego se trabaron picas, mientras los cañones seguían sonando.

A pesar de la carga del hijo del general, la caballería enemiga no flaqueó, pero si que tuvo ciertas bajas. Los holandeses seguían peleando duro, provocando graves bajas en el tercio, hasta que la intervención providencial de los italianos salvó la batalla. Los italianos, por los que nadie solía dar un ochavo normalmente, se comportaron como buenos. A pesar de que el holandés seguía emperrado en avanzar, a pesar de las bajas, los italianos les pillaron por la espalda. El machaque constante de ambas formaciones, a pica y arcabuz, les aniquiló.

Ciertamente, era admirable ver como aquellos hombres, sus enemigos jurados, no se retiraban, si no que sucumbían en sus puestos, fieles a su causa hasta el final. Sin duda, la propaganda holandesa se haría eco de aquella gesta. Una gesta que sin embargo sentenció la batalla. Los suecos, que estaban en la reserva, vieron que pintaban feos bastos. Los franceses y los holandeses habían sido masacrados, y las cornetas de la caballería tocaron a retirada. El general holandés juzgó apropiado levantar el campo, pues el socorro a Boom había fracasado.

Con el sonido de los tambores, las tropas enemigas se retiraron en órden, dejando un campo de batalla sembrado de muertos. La caballería les persiguió durante un trecho, pero los suecos iban en buen orden, y no se produjo el pánico. Dentro de su formación se refugiaron los franceses y los pocos supervivientes holandeses, iniciando una larga marcha hasta las plazas controladas por los Estados Generales.

En la campiña que rodeaba Boom, no hubo vítores ni fanfarrias de victoria, más que las de los italianos y los alemanes, tan fanfarrones como siempre. Para el Tercio de Fuenclara, la jornada había sido devastadora. De sus 3.000 hombres, más de 1.300 yacían en el campo de batalla, muertos o heridos. Un sacrificio que, esperaban, quebrara la voluntad de los defensores de la plaza.

- Tiradas (17)

Notas de juego

Fin de la escena