Partida Rol por web

 el presunto difunto le clava las uñas en el brazo, haciendo brotar sangre, lo atrae hacia él y lo muerde en el rostro

Se supone que le ha mordido en la cara ¿no? En la imagen en blanco y negro parece que le haya arrancado media cara. 

Perdona, era el Doctor Hobbs el atacado ¿Cuántos doctores hay en la sala? XD  (si no, cambia Hobbs por Smith y le cura igual) 

Polat, chillando con un singular tono agudo, tropezó escaleras abajo, casi precipitándose al vacío, hasta llegar trastabillando al suelo, donde se arrastró como una babosa en dirección a la puerta, sin acertar a incorporarse como es debido y correr cual gamo.

El tiempo pareció detenerse unos instantes. Quizás la inmediata reacción de sus compañeros había conseguido poner a la extraña criatura a la defensiva durante unos segundos. O tal vez esta solo se tomaba su tiempo para elegir a su próxima presa. Como fuera, aquello era todo lo que el joven noble necesitaba para cubrir la escasa distancia que los separaba y lanzarle un furibundo tajo ascendente contra el rostro. En verdad, en algún rincón de su mente, había decidido que el ataque debería buscar el cuello expuesto del asqueroso engendro. Pero estaba claro que no era precisamente su cerebro el que tomaba el control en aquellas instancias…

La hoja cortó el aire hasta encontrar una leve resistencia, y casi inmediatamente después, ambos cuerpos chocaron con torpeza. Tras ello, la cosa simplemente se derrumbó como una muñeca de trapo, dejando a KAZIMIERZ trastabillando en busca de un punto de apoyo y bufando como una bestia herida.

Literalmente, su carga había pasado por encima al extraño ser. Pero cuando el joven se giró para volver a encararse con su enemigo, este había desaparecido, encontrándose únicamente con el cuerpo exánime del desgraciado profesor POOK.

Sumido en la más absoluta confusión, los ojos de KAZIMIERZ pasaban alternativamente del cuerpo que yacía en el suelo, al cuchillo cubierto de viscosidad que aún sostenía en la mano derecha. Y luego, de nuevo al cadáver del pobre diablo POOK. Finalmente, alzó la vista en busca de los rostros familiares de sus compañeros, incapaz de articular palabra…

En su espantada, el doctor Polat topa con el profesor Smith. El choque los desequilibra, y no siendo precisamente un ágil danzarín, el británico cae hacia atrás por encima de la endeble barandilla de la escalera. Y se habría descalabrado el académico si el fiel Beddows no hubiera empuñado al vuelo la corbata de Julius Smith, tirando de ella con fuerza. De modo que por un instante el profesor se salva de la gravedad gracias a la estrangulación. 

- Disculpe mi brusquedad, señor.- se disculpa el mayordomo, aflojando el nudo ahogante.

- Es... usted... providencial... como siempre, Beddows.- consigue murmurar Smith con un hilo de voz.

Tras unos instantes recuperando el resuello, Smith os habla:

- Destruyan ese fez... Inmediatamente... Se lo ruego...

Resuella otra vez.

- Beddows, tenga la bondad de... ayudar al... doctor Polat.

PNJOTEO DEL GUARDIÁN:

O'Leary se ha quedado literalmente paralizado de sorpresa y horror, tieso como una viga de la pared sin poder reaccionar durante toda la escena. Ahora recupera lentamente la normalidad. Afortunadamene, pues se olvidaba de respirar incluso.

PNJOTEO DEL GUARDIÁN:

Polat interrumpe su reptar por el suelo al oír las palabras del profesor. "Destruir el fez". Rápidamente se quita el suyo de la cabeza y la emprende con él a golpes y mordiscos. Cuando llega Beddows y lo detiene, ya está hecho polvo*. Polat se acurruca en un rincón y recita los 99 nombres de Allah de cuclillas en árabe, turco y persa hasta que consigue recuperarse un poco.

Saroch atiende velozmente al otro médico, Doctor Hobbs, que está inconsciente y sangrando de una horrible herida en el rostro. Consigue detener la hemorragia, pero Hobbs está herido grave, y necesitaría un hospital pronto.

Tras hacerle una cura rápida con los enseres del botiquín, el Dr. Saroch le dio unas gotas de laudano al malherido Dr. Hobbs, no tanto para que durmiera pero sí al menos que redujera el dolor que debía sentir en esos momentos..

- Necesitamos llevarlo a un hospital o es posible que muera por la pérdida de sangre o una sepsis por la herida, puesto que no sabemos qué demonios le haya podido infectar.

- No creo que debamos ir todos juntos al hospital - añadí después de sopesar durante unos instantes la situación. - llamaríamos mucho la atención si lo hiciéramos... y probablemente tendríamos que responder preguntas que no estamos listos para responder - 

Me acerco al cadáver de la criatura que yace en el suelo y sacudo el cuerpo con el pie, dándole unas leves patadas...

Respirando hondo la muchacha espera a que sus dos revólveres se enfríen un poco. 

Evita mirar al que ha atacado a la criatura en cuerpo a cuerpo, ya que ahora mismo no está segura de que el caballero se encuentre en sus cabales. Tiene la ligera sospecha de que otro de sus acompañantes está rezando, pero prefiere ignorar el tema.

-Estamos seguros de que ir al hospital es la mejor idea?- Comenta con un tono de voz suave.- El barón Von Hartzman tiene razón con que nos harían muchas preguntas que no podemos responder a riesgo de que nos encierren en un frenopático. Y aunque por algún milagro no fuera así...- Se queda mirando al hombre malherido un segundo, sin un asomo de la ternura que por su sexo se le supone.- Ya hemos visto lo que le pasó al señor Pook. Si llevamos a este pobre hombre a un hospital y pasa algo similar...estaremos desatando un infierno en la ciudad. Quizás deberíamos pensar en otra opción más...discreta.

Mientras los caballeros sopesan sus palabras revisa un poco la habitación para poder darle algún sentido a lo que acaba de pasar, con las armas listas por si acaso.

KAZIMIERZ demoró más de lo acostumbrado en recuperar el resuello. Y aún cuando por fin consiguió serenarse, su mente bullía de tal modo que le resultaba imposible pensar con claridad. Su mirada había quedado abstraída en la hoja de su cuchillo, ajena a todo, con excepción de la inmunda viscosidad que la cubría. Por puro acto reflejo (y sin saber bien por qué), acercó el arma a sus fosas nasales para sentir cualquier aroma que pudiera desprender, y acto seguido, frotó la daga contra su abrigo para limpiarla.

Por supuesto, aquel no había sido su primer enfrentamiento armado con otro sujeto (aunque estaba bastante seguro de no haber matado jamás a nadie). Pero por lo general, solía entregarse a aquel tipo de actividades bajo estados de conciencia claramente afectados. En algunas ocasiones, enfervorizado por la pasión de defender a una dama, o una causa que consideraba justa. Pero la más de las veces, por encontrarse en algún grado (severo) de ebriedad.

Sin embargo, aquella noche solo había tomado un par de copas. Y la mera tensión de andar a aquellas horas por un barrio como ese había bastado para disipar su efecto. De modo que la conmoción que sentía era toda una novedad…

- ¿Alguno… alguno ha venido en su propio coche?

Polat, por fin, respiraba de manera normal. Con sus recitaciones había conseguido dejar de hiperventilar. Tembloroso, intentó acercarse a la escena del horror, pero no pudo. Sosteniéndose en parte gracias al mayordomo, negó con la cabeza, ante la pregunta de si alguien tenía un vehículo.

Pero no podemos dejarlo así, dijo desde una distancia prudencial, no necesitamos contar toda la historia, ¿cierto? Necesita un hospital y debemos llevarle inmediatamente.

El doctor Saroch conoce la forma de llevar a Hobbs al hospital San Barth (donde él trabaja) y hacerlo ingresar discretamente. En el parte pone que lo atacó un animal, un perro loco seguramente. Cuando los enfermeros encuentren su documentación, informarán a su familia. No podéis hacer nada más por él. Se puede encargar a un enfermero de confianza que lo vigile por si presenta síntomas de la rabia (por una propina). 

- Y mientras esperamos a que Beddows vuelva con el coche... ¿por qué no nos cuentas lo que realmente sabes del joven Pook? Apenas nos ha dicho que era un alumno que mencionó tu nombre y el de tu universidad - comencé a decir reflexionando en voz alta.

Hice una pausa antes de añadir: - No sé que pensarán los demás... pero a estas alturas cada vez creo menos en las casualidades...

Se secó el sudor de la frente. Y no hacía calor.

—Podría escribir un cable a su profesor y preguntarle qué hacía el muchacho aquí. Yo he oído hablar de él, y él seguro que ha oído hablar de mi, dada la superior calidad de nuestra enseñanza en la Universidad del Bósforo. Es inevitable.

Como si fuera algo inexorable, sus piernas le iban llevando poco a poco a donde estaba el fez sangriento.

- Caballeros, señorita, les debo serias explicaciones, pero no aquí. Quizá los disparos han llamado la atención de los vecinos. Si los parece nos llevaremos el cuerpo del pobre Pook a mi domicilio (ya le dije a la señora Grim que me encargaría de él) y, si quieren esta noche, si no por la mañana (si necesitan recuperarse de esas fuertes impresiones, les contaré lo que sé.

- Doctor Polat, si es tan amable de coger el fez rojo...

El "fez ocre" sería una descripción más adecuada. Por lo menos es su color externo. Por dentro, al erudito ojo del doctor Polat, le parece que el forro interior está cubierto de curiosas marcas, muy difusas, pero con un vago aire a jeroglíficos egipcios. 

Tocarlo, incluso con guantes (todos lleváis guantes por el frío hivernal) es vagamente desagradable. Aún hay pequeñas tiras de peil de Pook pegadas al borde. Será por eso...

Curiosamente, al erudito otomano le viene a la cabeza una versión, seguramente apócrifa, de la crónica de Ibn Jaldun del siglo XIV, que habla de un sultán egipcio que castigaba a los traidores únicamente cosiéndoles un bonete similar al cabello. Aunque ello bastaba para llevarles a la locura y la muerte. 

El joven noble no volvió a pronunciar palabra en lo que quedó de la velada. Simplemente se limitó a observar con aire ausente los cuerpos de los caídos, con un gesto de infinita confusión oscureciendo sus facciones.

En algún momento de su vida, se había entregado con pasión al aristocrático deporte de la caza mayor. Nunca había llegado a cumplir su sueño de visitar el Continente Negro, pero aún así, toda clase de presas habían caído ante su certera puntería. Trofeos de todo tipo adornaban los salones de su vieja morada en las afueras de Krakowia.

Pero nunca en toda su vida, había visto una criatura como aquella. Ni pensaba que pudiera existir, siquiera. Incluso a medida que pasaban los minutos, y las facciones del pobre POOK continuaban tan normales e intrascendentes como cabía esperar, empezaba a preguntarse si todo aquello no había sido producto de su imaginación. Una broma macabra de las sombras que dominaban la habitación. O de los efluvios narcóticos que seguramente seguían suspendidos en el aire.

Cuando el grupo se separó, KAZIMIERZ aprovechó a caminar en soledad algunas cuadras antes de buscar un coche. Quizás el frío londinense y el temor que generaban aquellas siniestras callejuelas pudiera quitarle la desagradable impresión de aquella noche funesta…