Partida Rol por web

Cuando despiertas dentro del carromato la noche siguiente te cuesta ordenar tus pensamientos para saber en qué lugar te encuentras. Entonces viene a tu mente los últimos sucesos de ese maldito viaje y la misión. En esos días te has dado cuenta de que las fuerzas del mal son númerosas y parecen haberse estendido por toda la cristiandad, royendo sus simientos y pudriéndolo todo por dentro.

Cuando te levantas te sientes raro sin hábito, ya que no has usado ropa de paisano desde hace muchos años. No obstante, debido a tu situación ha de ser perdonada la falta a la regla de San Benito.

Cuando sales al exterior te das cuenta que estan en lo alto de un desfiladero, parados sobre una corniza que sigue por las faldas de las montañas como un sendero afilado y peligroso. No obstante, lo importante se encontraba mucho más abajo de su posición. En el borde de la corniza se encuentra Aziz y cuando te acercas a él te indica una carabana que se desplaza allá abajo, por un sendero flanqueado por las montañas y te dice:

- Ahí tienes nuestro objetivo. La supuesta reliquia de los cátaros.

-¿Cómo procederemos? ¿Le damos el alto sin más?

Bernardo sabía que si lo hacían, podían recibir una respuesta hostil. Más lucha era lo que menos necesitaba. Había pasado toda la noche soñando con la muerte de Javier, algo que podía haber evitado siendo más jucioso. Había acabado con seres demoníacos con sus propias manos, pero a pesar de luchar del lado del Señor, no hacía más que perder cosas. Empezaba a sentirse hundido y perdido. Todo era mucho más fácil en el monasterio. Y, sin embargo, volver a casa... ¿qué les diría a sus compañeros sobre la muerte de Javier?

Aziz piensa por un momento y mira el camino que baja cuesta abajo como calculando distacia y tiempo. luego te dice:

- Hemos de usar la astucia en vez de la fuerza bruta, Bernardo. Podemos bajar rápido y esperarlos en la salida de la garganta. No tenemos como armar una emboscada, pero podríamos hacer que las mujeres les distraigan mientras buscamos una forma de acercarnos a su carromato.

Sin tiempo para discutir demasiado. Se montan de nuevo en sus  tramportes y avanzan por ese estrecho senderos con el miedo a que en algún momento se despeñaran y todo se fuera al carajo. Pero por milagro - aunque por lo visto en los últimos días, no sabes si existan en realidad cosas así - llegan al fondo de la quebrada con tiempo como para esperar a los cataror. Entonces Aziz toma una masa y quiebra varios de los radios de una de las ruedas traceras. Después les dice a las dos mujeres que los acompañan que les digan que son cataras escapando de la cruzada y que han tenido un accidente. Por su lado, ustedes se esconden en un sitio de altura junto a María.

No tienen que esperar mucho para ver a los cataros llegar. se trata de seis caballeros que escoltan un carromato tirado por bueyes y con dos sujetos más montados en él. Se detienen y dos de los caballeros se acercan a ver que le ha pasado a las putas de Aziz. Todos portan teas por lo oscuro de la noche así que este factor les puede ayudar a acercarse al carro.

Aprovechando su don de las tinieblas, Bernardo se acercó sigilosamente al carromato de los cátaros alejándose de los puntos de luz. No era invisible, pero con suerte podría pasar desapercibido mientras calculaba la capacidad defensiva de los peregrinos.

Te acercas a hurtadillas al carromato de los cataros, teniendo en todo momento cuidado de no acercarte a luz de las antorchas. En ese momento, cuando te encuentras solo a unos pasos del carromato, comienzas a sentir algo, como si tummente fuera invadida por una conciencia externa. Lo primero que sientes es terror, pero luego una gran modorra te llena. Ya no ves un paso montañoso de noche, sino el lugar donde creciste, unan finca en las afueras de Zaragoza que ha sido el único lugar que has llamado hogar antes del monasterio. Los más impresionante es que es de día y junto a ti se encuentra un hermoso muchacho de cabellos como el oro. Con unos ojos grices llenos de pena te dice:

- Debes liberarme. Ellos me tienen prisionero y desean enterrarme nuevamente en un lugar oscuro y frío.

Luego la visión desaparece y vuelves a estar a pocos pasos del carromato, pero aún sientes la voz del muchacho viniendo de ese lugar.

Maravillado y mesmerizado por la visión angelical, el día, los verdes pastos y el calor reconstituyente del sol, Bernardo tardó unos instantes en reaccionar. ¿Qué había sido eso? Alguien lo llamaba desde el interior del carromato. ¿Podía ser un ángel o alguna criatura de Dios que los cátaros llevaban para corromper y vilipendiar? ¿O era la voz dulce de un demonio que intentaba tentarlo para cometer un grave error?

El Lasombra no tenía mucho tiempo para cavilar, así que se declinó por bienpensar. Se acercó al carromato y palpó, en busca de algo para abrirlo y bajar la carga.

Por lo visto Dios estaba de tu parte, pues los guardienes del carromato apun no se daban cuenta de tu presencia, por lo que puedes acercarte por la parte de atrás de la carreta y descorrer la tosca tela que servia para aislar el interior.

Cuando entras por un momento no puedes creer lo que ves y, si pudieras, hubireas contenido la respiración. Se trata de una especie de sarcófago sin tapa hecho quiza de piedra, con ornamentos a los lados que no reconoces como cristianos, pero que no tienes tiempo de analizar mas detenidamente porque toda tu atención se centra en él. Es el mismo chico que viste en tu visión, hermoso como un ángel de piedra, pues podía pasar por la estatua de un chico dormido, sino fuera por la ropa y los cabellos oro en su cabeza. Era tan hermoso que daban ganas de llorar solo por la visión.

Entonces nuevamente escuchas su voz dulce en tu cabeza, matizada por un apena insondable que podía romper cualquier corazón. te decía:

- Despiértame antes que me dejen en ese lugar frío y oscuro. Solo tu sangre podrá despertarme.

Pero entonces te das cuenta de que no se encuentran solo, pues hay alguien más en la puerta del carromato. Puedes ver a la perfeción en las sombras y sabes que es un hombre de edad madura con un habito de color blanco. Él te dice:

- No sé que es lo que te dice, pero te aseguro que no debes creerle. Solo intenta engañarte.

-¿Qué es esto? ¿Es una visión? ¿Quiénes sois? -quiso saber Bernardo, que se llevó instintivamente la mano al crucifijo que le colgaba del cuello. El miedo a hallarse ante una nueva tentación demoníaca cobró fuerza.

El hombre se echa atrás la capucha y te muestra una cara curtida y con dibujos en la frente y las mejillas, motivos ondulantes y decorativos, pero que ningún cristiano llevaría. No obstante, el hombre parece estar tranquilo y te dice:

- Ahora me llaman Joffrey de Toulouse y puedes llamarme así si te acomoda. Soy el guardian de la tumba de "El que no Debe ser Despertado" y lo hago desde mucho antes del nacimiento del cristo blanco al que invocas en este momento. Ese niño con cara de ángel que ves ahí es en verdad el Portador de la Peste y, aunque te llene la cabeza de imágenes hermosas, todo es falso. Llevó más de mil años escuchando sus cantos de sirena y ya me he acostumbrado, pero sé lo convincente que puede ser y te pido que no le escuches.

Mientras el te dice eso, sigues escuchando en tu cabeza la voz del chico, implorante y llena de angustia:

- No le escuches, es mentira. Soy un ángel atrapado por estos demonios. Dadme un poco de vuestra Sagrada Sangre y me podré liberar del hechizo que han lanzado en mi contra.

-Tu aspecto no me da demasiada confianza. Dices que este ser angelical es un demonio. Bien puede ser, pues Lucifer era el más hermoso de Sus ángeles. Cuéntame más sobre tu cometido y sobre este ser que dices es un demonio.

Aunque su primer impulso era obviar la presencia del otro hombre, al solicitarle el joven un poco de su sangre, Bernardo dudó. Algo le hacía pensar que no debía confiar en él... pero es que no confiaba en ninguno de los dos.

El sujeto avanzó un par de pasos para quedar más cerca de ti, pero lo suficientemente lejos para que no te sientas amenazado. Entonces te explica:

- Él no es más ángel de lo que eres tú o yo. Se trata de un antiguo baali, un vampiro mucho más cercano a el primer vampiro que nosotros. Su nombre es Namtar y fue adorado como un dios en las antiguas tierras de Babilonia. Luego, cuando los primeros miembros de mi clan pelearon con los adodadores de los Caídos, él viajó a occidente y corrompió el sueño de los brujah en Cártago. Yo era un druida entre los antiguos galos 500 años antes del nacimiento de tu dios y fuí Abrazado por el clan salubri para preservar la sabiduria que había obtenido. Cuando los romanos destruyeron Cartago algunos de nosotros enfrentamos a los baali logramos vencerlos, matamos a la mayoria, pero Namtar era poderoso y puede manipular la mente de los que le rodean, incluso aletargado como se encuentra, así que decidimos esconder su cuerpo para que sus seguidores no lo encontraran y lo llevamos al sur de Galia, donde yo he sido su guardian y he aprendido a luchar contra las insidiosas visiones que me muestra para confundirme. Ahora la cruzada en contra de los cátaros a puesto en peligro el lugar en que este demonio era guardado, por lo que hemos cruzado los pirineos para buscar otro escondite.

Escuchas la explicación con atención, y mientras lo haces miras a esa hermosa criatura. Entonces te parece que abre los ojos y te mira con unas pupilas de color verde con destellos dorados y llenas de luz. Entonces habla en tu mente:

- Soy como tú, Bernardo. Poseo un don entregado por Dios a los que tienen el honor de servirle. Él no solo es un hereje, sino un pagano que me tiene atrapado para que no pueda cumplir mi Misión Divina. Solo tu sangre bendita me puede sacar de este letargo.

Cada vez estaba más inclinado a creer al druida. En su viaje había visto que aquellos que utilizaban motivos religiosos como disfraz eran los más corruptos: el hermano Juan, el hermano Michel. Incluso un pagano como él era más de fiar que el beatífico ángel que se mostraba ante sus ojos.

-¿Por qué no lo destruisteis? Es fácil entregar a un demonio al fuego si se encuentra aletargado... -dijo el monje-. Y una cosa más, ¿quiénes sois vosotros? ¿Sois cátaros de verdad? ¿Tienes alguna influencia sobre los portadores?

El druida se relaja en ese momento, aunque no te habías dado cuenta del estado de tensión en que se encontraba. Luego te indica con el indice la cara del ángel dormido y te dice:

- En un principio intentamos matarle, pero todo aquel lo hacía sucumbía a la locura que puede provocar en tu mente, a las imagenes que te hacen creer cosas que no son, promesas de paz, de vuelta a la mortalidad o de poder. El busca en las debilidades de tu mente y ataca por ahí. La relación que tenemos con los cátaros es sencillamente la de vecinos y, a decir verdad, siento pena por esa pobre gente, pues la cruzada aplastará su cultura.

Pero te costaba ponerle atención a las palabras que pronunciaba el druida, pues en todo momento sentías el susurro del ángel en tus oidos.

- Siente simpatía por los cátaros, por lo cual está aliado con herejes servidores del demonio. Debes ayudarme, eres mi última esperanza.

-De modo que el único modo de mantener el mundo a salvo es el de dejarlo dormido... Ya veo -reflexionó el monje-. ¿Qué puedo hacer yo? Lo que menos me gustaría es soltar a esta bestia, ni dejar que otros la suelten. He vivido cosas en mi viaje... Encuentros con Satán que me han aterrado y han causado mucho daño y dolor. ¿No será esto algo como lo que ya he vivido?

El otro vampiro, viendo que has decidido no hacer vas a hacer caso de lo que te dice ese angel-demonio dormido, se nota más tranquilo y te invita a que le acompañes abajo. No obstante, mientras dejabas el carromato escuchabas las lastimeras súplicas de ese noño que podían romper el corazón de quien las escuchara.

Abajo, los caballeros habían descubierto el ardid que ustedes le habían tendido y tenían a las mujeres y  Aziz sentados en el suelo, ferreamente vigilados por los caballeros.

Aziz te mira como queríando buscar algún indicio de lo que ha pasado en el interior del carromato, pero su atención se desvía cuando Joffrey dice:

- No serán dañados a menos que intenten acercarse al carromato de la bestia.

Luego el vuelve a hablarte y te dice:

- Si has tenido encuentros con el demonio eso no debe ser casual. Nuestro prisionero es alguien tenido en mucha estima por los agentes del mal. De seguro que han puesto a preuba tu fe.

Y era cierto, aunque antes de que pudieras pensar mucho en ello te da cuenta de que Aziz mira fijamente el carromato.

-Y yo no he sido el único.

Fray Bernardo señaló a Aziz, el tenebroso compañero que el príncipe de Barcelona había añadido a su caravana.

-Este hombre... me inclino a pensar que ha sido seducido por las palabras de Satanás. No me extrañaría que hubiese respondido a las súplicas del Baali y que está intentando liberarlo. Lo he visto convertirse en monstruo en el transcurso del viaje, es un hombre lleno de pecado, tentador, que impulsa al resto a volverse contra Dios. Tened cuidado con él.

El monje no guardaba ningún amor hacia Aziz. Era el claro ejemplo del don de Dios retorcido y deformado para ejemplificar la maldad.

-Clavadle una estaca en el corazón para estar más seguros de que no hará nada en contra de la ley de Dios.

Aziz escucha tus palabras y sus ojos se inyectan en sangre sobrepasado por el odio:

- ¡Maldito aunuco sodomita! ¿Quien te crees como para llamarme criatura de Satanás? Tú y yo somos iguales, estamos tan malditos el uno como el otro y la única diferencia es que te crees esos cuentos de que tu sangre es un don divino ¿O acaso crees que no me di cuenta del deseo que sentías por ese joven monje? No fuiste capás de reconocer lo que deseabas y ahora está muerto.

Aziz era un maldito y sabía pegar exactamente donde más dolía, pero en ese momento te das cuenta de otro detalle: María no se encontraba con ellos.

Bernardo lo miró con disgusto. La ira, ese pecado adormecido que despertaba como si no hubiese pasado apenas tiempo desde la última vez, se agolpó en su garganta.

-¡Eso no es verdad, maldita serpiente! ¡Nada de lo que dices! No hay maldición alguna en este regalo. ¡Como la vida, nosotros decidimos si seguir a Dios en el camino correcto o nos descarriamos en pos de los placeres terrenales! Pero yo... ¡si algún día muero definitivamente, iré al Cielo! ¡Tú, al Infierno, doblemente condenado por pecador y blasfemo! ¿Estás diciendo que soy un sodomita? ¡Mi cuerpo escapa a cualquier ansia carnal! ¡Mi sire me concedió este don y yo lo acepté porque deseaba entregarme a Dios completamente! No hay más impureza en mi amor por Javier que en la que un padre siente por su hijo.

No quería seguir discutiendo frente a los extraños, menos aún de temas tan escabrosos. Miró a su alrededor y volvió a disgustarse.

-La otra, la de Urgell. ¿Dónde está? ¡Es un demonio como este, o peor! Nunca he visto a alguien tan pérfido y sádico...

El setita se ríe cruelmente, aunque no sabes si por el enojo que te ha provocado o por el hecho de que no sepas el paradero de la tzimisce. No obstante, esto también pone en cuerdia al resto de los guardianes de la supuesta "Reliquia". Comienzan a buscar por los alrededores para encontrar a la mujer, pero no llegan a nada. Al rato, comienzas a sentir un viento frío soplar desde lo alto de las montañas, lo cual sobrecoge tu corazón y apreta tu pecho.

Sabes en ese momento que algo horrible pasará y lo peor de todo es que no hay manera de evitarlo. El ulular del viento que pasa entre las piedras se transforma en el lamento de mil almas condenadas, de una legión de ellas, y entonces recuerdas el enemigo con el que te has enfrentado ya varias veces durante tu viaje. El demonio que ha pobrado tus pesadillas se encuentra en ese lugar y sabes que en ese momento será el enfrentamiento final.

-Joffrey -dijo Bernardo-. Belcebú está aquí.

Apretando el crucifijo que llevaba colgado al cuello, Bernardo elevó una plegaria más.

Dios, si realmente me has elegido, si me has dado Tu sangre para que haga Tu obra, te ruego que me protejas y me lleves por el buen camino en este último enfrentamiento con el Diablo. Soy un siervo a tus órdenes, Señor. Hágase Tu voluntad.