Partida Rol por web

El viento comienza a soplar ya de manera huracanada. Los caballos de los escoltas del carromato se ponen nerviosos y salen corriendo hacia cuesta abajo por la montaña. Entonces comienzas a escuchar a tu alrededor risas, muchas risas crueles y llenas de malicia. Luego se escuchan ruidos de animales, rebuznos, en especial rugidos y entre ellos podías notar una que otra blasfemia que dañaban tus oidos como cuchillos fríos. Luego lo peor; silencia absoluto.

Entonces se dan cuenta de que parado sobre un peñazco al lado del camino se recorta la figura de un hombre delgado hasta parecer casi irreal. Entonces escuchas esa voz que parece la union de muchas a coro que dice:

- ¡Que cosa más adecuada! La reunión de los condenados ¿Se rendirán ahora o harán esto entretenido?.

-Es él -advirtió Bernardo-. El Maligno.

Miró a su alrededor buscando el apoyo de los suyos y para asegurarse de que Aziz estaba prisionero. ¿Dónde estaría la Tzimisce?

Es tal el frío que incluso ustedes que ya no tienen la temperatura de los vivos comienzan a temblar y sienten como el viento les da en la cara como un millar agujas de hielo.

Cuando miras a tu alrededor aún no vez en qué lugar se encuentra la tzimisce, y en cuanto a Aziz, él aun se encuentra ferreamente amarrado y con la vista fija en el carromato en el cual se encuentra el ángel/demonio.

Pero en el pequeño lapso de tiempo en que has desviado tu vista para ver tu alrededor, esa criatura del infierno ya se encuentra solo a unos pasos de donde estas y un olor asqueroso a descomposición y mierda te goolpean como para provocarte nauceas. Aún no puedes ver la cara de esa cosa, pero te das cuenta de que ahora solo se encuentra cubierto por vendas como si se tratara de un leproso y la carne que alcanzas a notar tiene una tonalidad verde y con algunas erupciones enrojecidas como de quemaduras.

Entonces el monstruo se acerca un poco más y un rayo de luna le cae en la cara, dejándote horrorizado. Era Javier, o mejor dicho su cascara exterior portando en su interior el impío espíritu del demonio, quien deforma las facciones nobles del joven tranformándolas en una mascara de maldad, una burla a quien tanto quiciste en vida.

La sonrisa del demonio es peor que los insultos que vienen de su boca:

- ¿Pareces sorprendidos, Fray Bernardo? ¿Echabas de menos a tu pequeño amante?... mmmmm... por lo que me susurra su alma que se encuentra acá conmigo, dice que en verdad nunca lo tomaste, aunque ambos lo desean. Incluso se la jalaba pensando en ese momento.

Bernardo no pudo contener su rabia e indignación. Superando el terror supremo que le inspiraba la aparición demoníaca, su impulso fue el de llevar sus manos al cuello del Javier revivido y estrangularlo con toda la fuerza de su sangre.

-¡IMPÍO! ¡MONSTRUO! ¡ASQUEROSO DEMONIO, CÓMO TE ATREVES A PROFANARLO!

Tenía los colmillos fuera y la cara contraída en una máscara de furia ciega. Bernardo no se había dejado llevar de ese modo por sus emociones. La ira era uno de los pecados capitales, y sin embargo... ¡cómo podía ser que existiera tamaño mal en el mundo!

El demonio en un principio pone cara de angustia debido a tu ataque, pero solo es una finta para burlarse de tu dolor. Con sus manos frias como el hielo atenaza tus muñecas y las aleja de su cuello con una fuerza irrefrenable. Entonces uno de los caballeros que acompañaba la caravana llega en tu ayuda y lanza un corte a la altura del estómago del demonio, haciendo que este te suelte. No obstante, no es sangre lo que mana del interior de ese cuerpo reanimado, sino sabandijas asquerosas.

Entonces, con los ojos llenos de furia y apretando los dientes, les dice:

- ¡Entreguenme a mi sirviente y les permitiré aplazar su llegada al infierno!.

-¡¡JAMÁS!! ¡¡ATACADLE, ATACADLE!! Es el demonio encarnado, ¡pero Dios lucha de nuestro lado!

Bernardo no iba a seguir escuchando su ponzoña. Se preparó para luchar con él a golpes si era necesario. Tal era su rabia.

Ante lo que bernardo les dice, uno de esos caballeros vence el miedo visceral que le produce el demonio y se treve nuevamente a atacarlo con su espada. No obstante, esta criatura tuerce su columna vertebral de manera antinatural y esquiva el ataque, lanzandose hacia trás y caminando de espalda, con manos y pies como si se tratara de una monstruosa araña.

Un pequeño respiro les da el alejamiento de esa cosa. Entonces Joffrey de Toulouse se acerca a tu lado y te dice:

- Ese monstruo está intentando socavar tu creancia, padre. Quiere que te sientas tan bajo e indigno como él pera hacer que tu alma misma se sienta condenada. Somos criaturas malditas, Bernardo, pero nuestra condenación aún es algo que no está seguro. Si en verdad crees que tu Dios está contigo, entonces tenemos una oportunidad de lograr expulsar a ese monstruo de este mundo, pero debes estar dispuesto a poner a pasar una prueba aún más terrible.

-Sabe que mi corazón pertenece a Jesucristo y mi alma al Buen Señor, y que haré lo que sea necesario para acabar con este monstruo -contestó Bernardo con lágrimas de rabia en los ojos. No soportaba ver el cuerpo de su amigo corrompido de aquel modo-. ¡Decidme lo que es preciso y lo haré!

El antiguo druida pone en tus manos una cruz  y te dice:

- Has sido ordenado, por lo que tienes el poder de expulsar demonios, no importa lo el abrazo te haya hecho. Debes ser más astuto que el demonio, porque él intentará perderte. Usa tu autoridad y y no te dejes llevar por la ira. Descubre el verdadero nombre de de ese demonio y conseguiras expulsarlo.

Bernardo asintió y tomó una bocanada de aire, más por psicología que por necesidad, antes de dirigirse hacia el demonio con la cruz en la mano.

-Su verdadero nombre... ¿Cómo puedo saberlo?

Se dio la vuelta una vez más para preguntárselo al druida.

El viento vuelve a arremolinarse a su alrededor y con el una pestilencia a muerte les llega y se pega a ustedes, a su piel, ropas y cabello. Seguramente ese ser atacaría nuevamente, pero ¿cómo?.

En tanto, Joffrey te explica:

- Cuando estos seres fueron creados en el albor de los tiempos nacieron de una idea que se transformó en una palabra, un conjunto de sonidos que determinan el verdadero ser de estas entidades. Cuando algunos de ellos cayeron, sus nombres cambiaron debido a su corrupción. Si logras descubrir su verdadero nombre lograrás expulsarlo y solo se logra descubriendo la manera de actuar de ese monstruo, tanto antes como ahora.

Bernardo comprendió las palabras de Joffrey y se encaminó en busca del demonio mientras rememoraba los encuentros que había tenido con esa criatura. Había leído sobre exorcismos, manipulaciones satánicas y paganas y relatos de campesinos sobre la presencia del demonio. Había leído también los juicios contra hombres y mujeres acusados de comparecer en aquelarres y participar en diabluras. Tenía que poner toda la información en orden y extraer una consecuencia lógica...

Mientras caminabas y pensabas, también te encomendabas a Dios, pues sabías que en un exorcismo no solo estaba en juego la expulsión del demonio, sino también la salvación de tu propia alma. Entonces, con tu cerebro funcionando rápidamente empiezas a recordar las obras demonológicas y de angelología que había en el momnasterio y recuerdas que se dice que cuando los demonioas eran ángeles y servían al Altisimo se crearon grandes casas que tenían diferentes funciones, lo cual influenciaba el comportamiento de estos seres incluso después de la Caída. Eso tratas de relacionarlo con este demonio y te das cuenta de algo significativo: No ha poseido cuerpos vivos, lo cual implica cierta conección con la muerte... una pista.

Cuando te acercas, un baho frío y pestilente te rodea nuevamente, y en él escuchas una voz que te susurra:

- Eres una cosa muerta que camina ¿Crees que Dios te avalará en esto?... Estás condenado... Maldito... Eres más nuestro de lo que estás dispuesto a aceptar.

Joffrey te acompaña y parece también estar pidiendo ayuda a sus dioses.

-Mi resurrección es similar a la de Jesucristo y a la de Lázaro. He vuelto a la vida ungido por la sangre del Cordero para llevar conmigo la Palabra de Dios y la Voluntad Divina. ¡Yo te destruiré, demonio! ¡En el Nombre del Padre, lo haré! Por todo el daño que has causado y que quieres causar. Por tu impía posesión de mi pupilo y de los hombres que lo precedieron. ¡NO TE TEMO! -rugió Bernardo.

Tus palabras hacen que el hediondo baho que les rodea seda y se atenue. Por lo visto , has logrado poner los nervios de punta de ese monstruo, pues luego de tu grito escuchas una risa, pero tras de ella escuchas un lastimero quejido. Algo de daño le hacía que tú invocaras el nombre de Dios.

Pero en ese momento, el demonio vuelve a mostrarse ante tí, pero en este ocasión ya no está usando la cascara mortal de Javier, sino que ha recurrido a su verdadera forma, transfigurando el cuerpo de Javier. Unas grandes alas de cuervo salen de su espalda, pero sus plumas estan sucias, manchadas con cenizas e insectos pululan entre ellas. El cuerpo se vuelve esqyelético y en su piel las venas se dibujan como un tatuaje de color negro y sus ojos estan velados por la oscuridad. El fría se ha vuelto mucho más intenso y la oscuridad parece volverse vizcosa; cosa que no te incomoda.

Entonces el caído vuelve a hablar con muchas vocesy sus plabras golpean debido al odio que portan:

- ¡ASQUEROSA BASURA PÍA! ¡CREES QUE PUEDES HABLARME DE ESA MANERA, SANGUIJUELA SIN ALMA! ¡YO VI EL ALBOR DE LOS TIEMPO Y ME ENCARGABA SEGAR PARA QUE EL MUNDO SE RENUEVE! ¡AHORA TRAERÉ PESTE Y DESTRUCCIÓN A TODO LO QUE TU DIOS AMA!.

Al mismo tiempo te que esto ocurre, te das cuenta de que Joffrey conjura algo con susurros. Seguramente sus antiguas creencias también afectan al demonio.

Bernardo soportó la tenebrosa visión con la entereza que le daba su fe.

-Tú conociste a Dios, demonio, le viste la cara, escuchaste su voz y obedeciste su comando. Te alejaste del amor y del calor de su lado como la criatura maldita que eres. Pero no importa lo que quieras hacer o cómo pretendas vengarte: Él me protege con Su amor. ¡Atrás! No temo tu oscuridad, Él me ha dado dones para utilizarla en Su provecho. Ahora que te veo tal y como eres, sin trucos que me llenen el corazón de pesar, no siento miedo, sino resolución. ¡No eres más que una burla de sus hermosas creaciones! Pero te destruiré y jamás volverás a hacer daño a nadie.

A ver lo que esa criatura muestra de si misma comienzas a atar cabos, a recordar todo lo que estudiaste en las largas noches de contemplación en la biblioteca del monasterio y en las conversaciones con tus mayores en la sangre y, como una epifanía, llega a tu cabeza una sílaba, un sonido gutural que no puede pertener a idioma humano, pero que sabes que corresponde a parte de su nombre.

Pero el demonio no está indefenzo aun, y sus armas son ponzoña que envenena el alma.

- Estas seguro de que deseas expulsarme, sacerdote hipócrita. Tu protegido está ahora conmigo, es parte de la legión de los que se fueron de este mundo sin recibir la nauceabunda unción de la diosa a la que sirves. Si me exorcisas, me lo llevo conmigo.

Bernardo cerró los ojos un instante. Lamentaba la pérdida de Javier, pero si debía ser así...

-Mi protegido no puede ser salvado ya. Escogió su camino e insultó al Señor antes de morir. Por más que me gustase salvarlo no podrá ser. Si el precio de eliminarte de esta existencia es que sea castigado por la eternidad, sea. Un alma frente a miles no es nada.

La referencia a Dios como mujer hizo que Bernardo se sorprendiera.

-¿Dios una mujer? ¡No blasfemes! -Y a continuación pronunció la sílaba conocida.

Un bramido sale y luego un rebuzno salen de la boca del demonio, imitando lo que parece una risa burlesca. Luego te responde:

- Tu dios de barba blanca es en realidad una mujer con un enorme culo lleno de verrugas.

Él intentaba provocarte, que perdieras el control y te entregaras a la ira. No obstante, los insultos no eran sus únicas armas.

El viento se volvió a arremolinar en torno al demonio y una luz fantasmal emergió de la nada, como si se tratara de los fuegos fatuos que aparecen en los cementerios y en las cienagas. Entonces, los gaces luminicentes comenzaron a tomar, mostrándose como las caras de condenadas almas atormentadas que se avalanzas en tu contra, gimiendo a tu alrededor y y susurrando palabras incidiosas, unas te ofrecen poder, más del que hubieras imaginado en tus sueños, otras te amenazan con penas y dolor más allá de lo imaginable, mientras otros te imploran piedad.

Este ataque es extraño, pues parece embotar tus sentidos y adormecer tu conciencia.

-¡¡NO!! ¡¡NO SOMETERÁS MI VOLUNTAD!! -rugió Bernardo-. ¡Mi corazón está con el Señor!