Partida Rol por web

El Segundo Advenimiento.

3. El Monasterio de Caedus - Adrenalina.

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06/02/2013, 21:44
Juliette Bourgeois

Juliette se encontraba fuera de la taberna buscando por los tejado la figura de su gemela, necesitaba verla para saber que estaba bien, tenía que encontrarla... Con un giró de su pequeña cabeza la vió, había bajado por una montaña de paja que se encontraba a los lejos, y venía corriendo hacia ella... no lo podía creer, estaba allí y estaba perfectamente. Los ojos se le iluminaron como hacía tiempo no lo hacían, aquello era como la luz que te hace despertarte de una mala pesadilla. Comenzó a correr con todas las ganas que pudo para abrazarse a su hermana, y no volverla a soltar jamás.

Ambas corrieron hasta el momento en que se juntaron, fundiendose en un cálido, amoroso y torpe abrazo... torpe porque Juliette corrió a abrazarla con tanta fuerza que ambas cayeron al suelo rodando y riéndo. No se habían hecho daño por la caída, y el daño emocional que les ocasionaba estar separadas se les había curado, por lo menos por ahora.

Tras aquel gran abrazo escucharon decir al profesor Bronn algo de tener que irse al monasterio, asi que Juliette se levantó rauda y veloz de la mano de su hermana y se limpió la tierra que pudiera tener en el vestido y ayudó a su gemela a acicalarse para la vuelta.

Richard se dirigió al grupo preguntando si habían tenido miedo, a lo que la niña contestó agachando la cabeza y apretando más fuertemente si cabía la mano de su hermana... No quería volver a separarse de su ella y eso, como bien le habían dicho anteriormente, le producía una insana dependencia de su gemela y le provocaba verdadero pavor cuando era incapaz de verla. Por mucho que pudiera mantener una comunicación mental, gracias a las habilidades de Charlotte, el miedo las superaba cada vez que eran separadas, claro síntoma de un trauma infantil.

Caminaron hasta el monasterio a paso ligero, y en uno de aquellos momentos fue cuando Juliette, que antes había estado ensimismada en sus pensamientos, se dió cuenta de la ausencia de Gilbe... Realmente le preocupaba lo que pudiera pasarle al chico ciego, pero si el profesor Valiant había decidido salir sin él, estaría en buena manos.

Al llegar a la plaza de la entrada se encontraron con un bullicio bastante anormal, mucha gente herida y nerviosa se agolpaba allí junto con sus tutores y profesores. En cuanto el profesor Valiant se despidió de los jovencitos la niña sonrió abiertamente... ya buscaría otra forma de agradecerle el haberla cuidado de aquella manera, casi como si de su padre se tratara. Las niñas de la mano corrieron hasta donde se encontraba Judith y allí se quedaron a la espera de las nuevas órdenes.

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07/02/2013, 13:07
Elohim
Sólo para el director

-Yo...

El chico se masajeó las sienes. Estaba confundido y todo lo que veía no le ayudaba a encontrarse de nuevo. Todo parecía demasiado onírico, como si su mente estuviera realizando un viaje en el que su cuerpo no fuera capaz de acompañarla. Miró la sala y miró de nuevo a aquel inquisidor.

-¿No son las preguntas adecuadas? 

Esa pregunta creó un pequeño nudo en la garganta del ángel. ¿Cuales serían aquellas preguntas? ¿Pasaría algo si no las conocía? Si todo aquello era un sueño, no podría revelar nada. ¿Pero y si era algo más? ¿Y si era un regalo del todopoderoso? Un momento de comunión con el altísimo después de haber sufrido el dolor. Eso tenía sentido en la mente del pequeño, pues no dejaba de ser un regalo, una recompensa para todo el dolor que estaba pasando.

Cerró los ojos y vació su mente por un segundo mientras respiraba con parsimonia. Las notas de la caja de música que hacía sólo unos minutos había estado escuchando en la tienda navegaban por la sala creando una bella melodía que tranquilizaba a Elohim.

-¿Algún día pasará? ¿Estoy haciéndolo bien? ¿Llegaré a convertirme en un inquisidor?

¿Serían alguna de estas las preguntas?

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07/02/2013, 13:14
Ace Velvet

Volver al monasterio fue como acabar definitivamente con aquel suceso. Así como algunos de sus compañeros charlaron en el camino de vuelta, Ace no dijo ni una palabra. Miraba al frente, como un autómata. Se sentía extrañamente apático. Una vez hubieron accedido ya a la red de abadías, caminó más tranquilo. 

Aunque su admiración por la Inquisición y lo que representaba era intensa, todavía albergaba alguna duda. Quería saber más sobre esas personas que se los habían querido llevar, pero no sabía a quien preguntarlo. Mientras cavilaba vio al resto de personas heridas que habían tenido que volver al monasterio a toda prisa, parecía que no eran los únicos. ¿De verdad aquellas personas habían aprovechado el momento para atacar a todos esos grupos de niños? Más desanimado se sintió cuando vio aquellos bultos tapados con sábanas blancas. Aquello no debería haber pasado, no estaba bien. 

Cuando Bronn se marchó, le tendió un saco a Richard. Ace también sabía lo que debía ser. Se despidió de su tutor con un gesto marcial y se acercó a su compañero, que le susurro las instrucciones de Bronn.

- Vale... - susurró mientras una leve sonrisa afloraba en su rostro - Espero que les guste.

Siguió de pie, en silencio, mientras observaba las escenas que allí se desencadenaban. Vio a las gemelas juntas, y entonces se preguntó si aquella ansiedad que sentía era porque estaba lejos de él. ¿Estaría bien? 

Se llevó la mano a la espalda, justo detrás del hombro.

Regresa, por favor.

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07/02/2013, 16:54
Romeo Exxet

Elohim comenzó a sentir una presión ligera bajo el hombro izquierdo, similar a la molestia por una mala postura mantenida. Pese a ello, podía moverse perfectamente, y ningún movimiento parecía paliar la pequeña incomodad. Salvando ese detalle, nada cambió. La música seguía sonando, como el eco del pasado, mientras el inquisidor se perdía en la distancia, usando su voz como canal a apenas un metro del chico.

- Pasará con con La Muerte, sí. Sí- repitió, como si se lo reprodujese a si mismo, creyéndoselo. Su significado entre los posibles, un misterio, teniendo en cuenta que La Muerte era un concepto genérico-. Estás destinado a ser algo más que un Inquisidor, pero eso lo sé por ti.

Osease, que era Elohim quien tenía la respuesta a esa pregunta, y que la voz tenía acceso a tal información.

- Hacer algo bien o mal es subjetivo, y aunque no lo fuese, tampoco sabría qué se está haciendo- contestó finalmente, como si hubiese tenido que meditar la respuesta. La voz del Alto Inquisidor sonaba neutra y pacífica, como un río en calma.

A la izquierda, un trozo de pared, en silencio, se desdobló, dejando a la vista al cielo. Baldosas a juego con el suelo se elevaron para generar una plataforma suspendida. Al fondo, suspendido en el aire, un espejo abierto bajo el cielo azul, reflejando un monasterio en plena noche. Caedus.

Una salida.

Sin embargo, Elohim se comenzaba a sentir ligeramente pesado. Somnoliento. Entumecido. Apagado.

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07/02/2013, 17:23
Owen

Owen se giró cuando vio al grupo acercarse. Pegó un codazo a Judith para que reparase en el hecho. Los dicotómicos ojos del Inquisidor se pararon, primero, ante los de Richard, y luego ante los de Juliette. No atinó a ver el intercambio de objetos entre los chiquillos, pero tampoco es que el inquisidor se caracterizase por rigidez en ese aspecto.

El muchacho se inclinó hacia delante, intentando mirarles más de cerca con ojo clínico. Aquella esmeralda que tenía por ojo, como ya era habitual, relució, investigadora, sin hallar nada extraño. Alzó la vista, sonriendo al ver algo por detrás de los críos.

- ¿Todos bien?- preguntó afable y paternal, aunque esperaba un unánime sí por respuesta-. Una noche de mala suerte, aunque temo que después de esto se van a cancelar las salidas hasta que las ranas críen pelo.

Compuso una mueca triste, aunque al no ir con él la cosa, no le dolía tanto ni por asomo. Para él, de hecho, era casi beneficioso. A más problemas para salir del Monasterio más tardaría en hacer su verdadero trabajo como Inquisidor. Y Owen no tenía ningunas ganas de ponerse a matar por ahí, pese a que podría hacerlo con tanta eficiencia como cualquier otro, sino más.

- Tengo entendido que os han separado- añadió señalando con los dedos a Charlotte y Juliette-. ¿Ha ido todo bien? Nunca os había visto a más de seis metros la una de la otra.

Judith secundó la pregunta, tras Owen, inmersa en algo con la mirada dispersa. Siguiendo la trayectoria, sus ojos parecían conducir a Alexander Lexington, Mentalista y mano derecha de El Rector. Aquello sí que era comunicación rápida y no las palomas mensajeras.

- Creo que... deberíamos correr un tupido velo sobre lo que ha pasado esta noche- volvió a comenzar, haciendo, al fin, su verdadero trabajo. Predisponer y tener a los chiquillos donde habían de estar-. Temo que ha sido un error de cálculo muy desafortunado, aunque, viendo que no tenéis heridas, habrá sido un entrenamiento de campo único. Seguro.

Al menos intentaba verle el lado positivo.

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07/02/2013, 17:34
Santa Bernadette

La Santa Bernadette asintió a Aenea, dándola permiso para irse. Es más, decidió acompañarla. No había dicho gran cosa en todo el camino, salvo alguna referencia esporádica a cosas de la ciudad. Triviales y destinadas a evadirse. Le llamó la atención ver la procesión en la calle contigua, pero nada más relevante.

No parecía arrepentida de nada de lo que había dicho o hecho. Echó a andar despacio, mirando de reojo a la figura de El Rector por el camino. Un monolito negro y morado apoyado sobre su bastón, inerte y con la mirada fija en ninguna parte. Con los ojos cerrados parecía sumamente concentrado, buscando o pretendiendo algo. Sabiendo su naturaleza de Mentalista, aquel cerebro debía de estar desencadenando algo que era mejor ni saber.

- Está enfadado- dijo la mujer en voz baja, cuasi aterrada-. Y no me gusta las decisiones que toma cuando se enfada.

Un deje de propia ira se leía en su voz. No compartía ideología con El Rector, ciertamente. Era más devota de la Iglesia que de su Inquisición, claro.

Finalmente, el grupo alcanzó a uno mayor. Aquel, ahora compuesto por los cinco niños, Owen, y Judith. Bronn, tal y como apuntaba, se había marchado, volviendo a la ciudad. Les costó llegar, en parte por el cansancio de llevar todo el rato a Elohim en la misma postura, pero finalmente consiguieron reunirse.

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07/02/2013, 17:41
Santa Bernadette

La Santa Bernadette alcanzó el grupo allí presente, trayendo con ella a Aenea a Resha. Portaba, bajo un brazo, a Elohim, inconsciente y envuelto en una túnica marrón con la capucha puesta. El flequillo amarillo parecía cubierto de su propia sangre. Quizá no todos los allí presentes hubiesen tenido suerte y acabado ilesos. Quizá el querubín había compartido un sino mucho peor.

- Hay que llevarlo a la enfermería- dijo la mujer como saludo, dirigiéndose a Owen, el ahora responsable del crío.

Pese a ello, su tono no parecía denotar urgencia, sino agobio. Le había arrastrado por toda la ciudad, y estaba francamente cansada y entumecida de llevarlo.

- ¿Todo bien por aquí?- preguntó en general, al aire, a todos los presentes-. El Rector está furioso. Será mejor que os escondáis todos antes de que empiece a cortar cabezas.

Si se refería sólo a los chiquillos o también a los tutores no había quedado claro. Pero, desde luego, ya todos sabían que El Rector no era un hombre amable. Situado a un lado de aquella explanada, mirando la nada, el hombre parecía sumido en sus pensamientos. Y era fácil suponer lo que hacía siendo Mentalista. Cuando acabase, a los allí presentes les faltaría monasterio para correr. Si ya en la cena de presentación había sido hosco, a saber en mitad de un asalto frustrado a su propia casa.

Lo mejor, sin duda, sería correr un tupido velo sobre todo aquello y esperar a que la rutina volviese a adueñarse de aquello. Pero... sin olvidarlo. Era importante saber de los amigos, pero más de los enemigos. Y ahora ya sabían que la Inquisición no sólo tenía a la Iglesia de amiga, sino a unos Templarios de enemigos.

Mientras eso pusiese en peligro sus vidas habrían de tenerlo muy presente. Siempre.

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07/02/2013, 17:50
Kamus

[Fundido en Negro]

- Por los pelos, Gilbe Klimb. Por los pelos- replicó el líder de La Guardia Eclesiástica, educado pese a su edad y el arrojo de sus palabras. Era sincero, y no ocultaba su agobio ante la situación.

Embutido en su bruñida armadura de aspecto plateado y azul, el hombre se movía ligeramente más despacio que sin ella, aunque parecía poder moverse con plena libertad de movimiento pese al peso extra. Cargaba con una Espada Larga al cinto, enfundada, y un Escudo a la espalda, rodeado por metal pincelado en verde, con una gema azul en el centro. Sobre sus manos descansaba una Alabarda, afilada y peligrosamente parecida a una guadaña. No portaba casco, dejando la melena caer sobre la parte trasera de la coraza. O así le habían definido las gentes durante el incidente con el tendero.

- Te ha salido bien por los pelos- repitió, llevándole al gentío.

Él había pagado las 25 monedas de plata. Él había escuchado el nombre del tendero y le había detenido en nombre de la autoridad local. Él cuidaba, no sólo de Caedus, sino de toda Albídion. Era la ventaja de ser un Guardia Eclesiástico, que te ligas a la nación y no sólo a la Inquisición. Eso lo hacía todo menos peligroso.

Y desde luego, fue Gilbe quien reconoció la voz. Quien escuchó primero el nombre. Saeli Vladio, o eso decía el hombre identificándose cuando se le arrestó, alegando que era un error. Pero era él. Y ahora tenían alguien a quien interrogar.

Tendrían a más gente, por supuesto, pero uno más siempre venía bien, y ese en concreto permitiría conectar las tapaderas y los muelles del mundo. Y el mérito era de Gilbe. Kamus había prometido informar, para bien y para mal, a El Rector.

Lo que había hecho Gilbe era peligroso, arriesgado, y valiente. Su osadía e independencia era un defecto a tener en cuenta, pero por otro lado su capacidad de resolución pese a su corta edad le beneficiaría. Había hecho más que ningún otro crío de su grupo de amigos, desde luego. Si es que les podía llamar amigos, algo a su decisión.

Estaban en el monasterio. Kamus le había llevado allí. Guiado, más bien, pues Altaír no podía abrir los portones y salvarle en la red de abadías.

- Veo a tu grupo- dijo el Guardia, girando al ciego por los hombros en la dirección correcta-. Hay un chico inconsciente. El que va camino de ser Santo- información que no consideraba importante, pero que lo era, y mucho, pues que lo dijese él significaba algo más que una suposición-. Creo que es él, vaya. ¿Te llevo? ¿Vas tú?- preguntó.

Su tono era de duda. Su edad y la falta de órdenes le volvían dubitativo. Kamus era una persona condescendiente y bien educada, poco acostumbrada a imponer y mandar pese a su posición dentro de La Guardia Eclesiástica. Y se notaba.

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07/02/2013, 22:20
Kael

Mientras Owen hablaba, Kael no separaba la vista de el mango del cuchillo sin hoja. No podía evitar pensar en Gilbe solo por ahí fuera. Vale que él era de las calles y sabría apañárselas, pero con todos esos tipos que querían llevarse a los niños a no se donde...

Se dio cuenta de que había llegado la monja con Aenea, Resha y Elohim cuando escuchó su voz, lo que le sacó de su ensimismamiento y vio a Elohim inconsciente. Se le pasó la idea de que estuviera mal, pero no podía evitar recordarse que nunca había gozado de una gran salud. Además de que él no podría hacer nada.

Miró a Resha y a Aenea para ver si mostraban alguna herida, pero entonces escuchó lo que decía la monja sobre el enfado del Rector- Pues mejor que vayamos a los dormitorios, ¿no? -dijo muy bajito.

Quería hacer muchísimas preguntas y quería saber muchísimas cosas, pero sabía que nadie se las contestaría o le diría ciertas cosas, asique pensó en que lo único que podía hacer era descansar.

Si es que podía.

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07/02/2013, 22:46
Resha

Resha llevaba los regalos envueltos en el abrigo, para que no se vieran se lo había quitado y caminaba confiada, lanzando alguna que otra mirada a Elohim temiendo que estuviera muerto.

Guardó silencio respetuosa, cansada pero con la alegría de saber que el señor, después de todo, estaba bien.

Podría pedirles que me dejaran hacer galletas y le llevaré unas pocas un día si me dejan... pensó haciendo planes cual lechera camino del mercado antes de tropezar y desperdiciar la leche al tirarla al suelo. Entonces saludó a sus compañeros con una sonrisa coronada por la punta de la naricilla, enrojecida por el fresco y por el llanto pasado, aunque eso era algo que no se lo contaría a nadie...¡para que luego la llamaran floja! Ella no era ninguna floja, hasta Gilbe el del corazón de piedra habría llorado. 

Un momento... ¿dónde está Gilbe?

Estiró el cuellito haciendo que los mechones turquesa, libres de las habituales coletas  se deslizaran al mover la cabeza.

-...¿Y Gilbe?-se atrevió a preguntar mirando inocente a los tutores con sus enormes ojos azulados llenos de preguntas. No había querido resultar indiscreta, pero un niño pequeño es curioso por naturaleza y no siempre habla en los momentos adecuados.

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08/02/2013, 19:18
Richard Wivernfall

Richard hizo una mueca ante el comentario de Owen. Pese a lo sucedido, salir del monasterio era algo que todos necesitaban desde hace tiempo y no le agradaba el pasar vete tu a saber cuanto tiempo sin poder hacerlo de nuevo. 

-Ha sido bastante duro. Pero a la vez, para mi, emocionante. Y la verdad es que sí, tuve las clases de Maestro bien presentes.- Respondió a Owen.- ¿Y ahora qué pasará?- Su pregunta se desvaneció en el aire cuando vió aparecer a las dos chiquillas por los jardines eclesiásticos.

Fue muy agradable poder contemplar de nuevo el rostro de Resha saludando con una sonrisa inquebrantable de ternura. Realmente necesitaba ver algo de esperanza entre todas las caras preocupadas y los ceños fruncidos que le rodeaban en ese momento, reflexionando sobre la experiencia acontecida y sobre las consecuencias más inmediatas. Respondió a su sonrisa con otro efusivo abrazo para ella y luego para Aenea. 

-Gracias Resha. Necesitaba un poco de tu alegría- Pronunció con felicidad solo para volver su voz más seria a continuación. -Aunque estamos todos bien, no sabemos donde está Gilbe. El grupo de Dóminar fue atacado, pero cuando Bronn, Juliette, Ace y yo llegamos con Charlotte y Kael, Gilbe había conseguido escapar solo.- Exaló hondo un poco de aire y dibujó de nuevo una sonrisa en su tez. Entonces, posó la mano entre las 2 coletas de Resha. -No te preocupes. Yo creo en él y en Altair. Volverán. ¿Qué le ha pasado a Elohim?¿Está bien?.-

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09/02/2013, 12:31
Gilbe Klimb

La jornada había sido intensa... Gilbe se sentía cansado pero satisfecho, tal vez él no había podido ayudar a sus compañeros en la pelea en la que imaginaba que Elohim había quedado inconsciente... Pero por otro lado tampoco se había quedado de brazos cruzados, y su plan de dar con el tendero/pirata/cómplice había salido bien.

Le hubiera gustado enterarse del nombre del mendigo al que había pedido ayuda, sin embargo cuando llegaron los guardias y Kamus le pagó desapareció sin decir nada... Era comprensible, ahora era una persona bastante rica, su riesgo de recibir una paliza y perder todo el dinero hubiera sido demasiado alto de haberse dejado ver durante demasiado tiempo.

Sin embargo a Gilbe le hubiera gustado conocer a alguien de fuera del Monasterio, no le gustaba la sensación de estar indefenso y si por cualquier motivo algún día quisiera huir de Caedus le hubiera venido bien un contacto. Fuese como fuese, el chaval tampoco estaba en condiciones de pensar demasiado sobre el asunto, todavía estaba algo excitado por el transcurso de los acontecimientos... Tanto era así que tardó un par de segundos en responder al guardia con ese tono a veces demasiado solemne para lo niño que era Gilbe:

- No te preocupes Kamus, les oigo desde aquí, iré yo sólo... - Y Gilbe, dándose unos golpecitos en la pantorrilla para que Altaír se pusiera a su lado, empezó a andar. Entonces se acordó de algo, paró y volvió la cara para decir con un tono mucho más acorde a su edad:

- No te lo había dicho... Pero muchas gracias por por pagar a ese pobre hombre. La verdad es que sentí miedo por si decidíais no pagarle y hacerme incumplir mi promesa, - con cierta solemnidad añadió: eres un buen hombre, gracias por haberme ayudado.

Y esta vez sí, siguió andando, sin esperar respuesta por parte del guardia. 

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09/02/2013, 16:21
Elohim
Sólo para el director

El pequeño ángel se echó la mano al lugar de la molestia. Con una expresión de hastío acarició la zona pues a pesar de que la sensación no desaparecía inconscientemente no podía dejar de hacerlo. La duda compartía función con el malestar pues las respuestas que recibía de Romeo no eran para nada concluyentes.

Estaba confundido, mucho más de lo que había estado nunca. Aquel lugar... aquel hombre... aquellas palabras... Nada tenía sentido y, paradójicamente, Elohim sentía que tenían mucho más significado del que podía leerse a simple vista.

-¿Algo más que un Inquis...?

Se incorporó y miró a aquella salida mientras su boca se abría, soltando un tremendo bostezo que apenas su pequeña manita fua capaz de disimular. Una sensación horrible abrazó su alma como si su tiempo allí se acabara y no ùdiera hacer las preguntas de las que necesitaba escuchar una respuesta.

-Tengo que... ¿irme?

Miró al suelo, y luego al exterior, y luego a Romeo... y otra vez al suelo.

-¿Volveré a verte?

Era más un ruego que una pregunta, una petición a aquel hombre. Su voz estaba entrecortada como si deseara profúndamente volver a verle. El problema es que si volvía a suceder en las mismas circunstancias tendría que soportar de nuevo aquel dolor tan inhumano, su bendición.

 

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09/02/2013, 21:52
Gilbe Klimb

Gilbe avanzó en dirección a la voz del resto de los niños de su grupo. Anduvo hacia ellos sin prisa, con Altaír a su lado, recorriendo la distancia que les separaba con el bastón en su mano, sin utilizarlo, pecando tal vez de un exceso de confianza.

Su rostro era serio, pero se le veía en la cara que estaba satisfecho, cuando estuvo más cerca les pregunto:

- Bueno, ¿qué tal os ha ido? Me han dicho que Elohim está en la enfermería... ¿Qué pasó por Albión?

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09/02/2013, 22:05
Resha

-¿Gilbe está solo?-dijo la niña con un gemido ahogado mientras el alivio y alegría que había sentido al ver a los niños y reforzado por el abrazo de Richard se esfumaba con el agua cuando intentaba cogerlas con las manos. Miró a su alrededor y, como sacado de la nada, la voz de Gilbe hendió el silencio preguntando por lo que había ocurrido.

-¡¡Gilbe!!-exclamó volviéndose. Avanzó dos pasitos y titubeó mirando el abrigo en el que guardaba las cosas, lo dejó con cuidado en el suelo y pasó por encima de él hasta llegar al niño ciego abrazándolo- estás bien...-dijo hundiendo la carita en el cuello del ciego-menudo susto.

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10/02/2013, 09:12
Kael

Gilbe -susurró el pelirrojo. No sabía si ir a darle un abrazo o no; pero Resha se le adelantó, asique lo único que hizo fue acercarse a donde estaba el ciego- Siento haberte dejado Gilbe, lo siento muchísimo -las lágrimas comenzaban a amontonarse en sus ojos y empezaba a sentirse peor, sin saber el motivo- luego nos tienes que contar qué pasó y como te libraste.

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10/02/2013, 13:19
Gilbe Klimb

A Gilbe le violentó un poco el abrazo de la niña, si hubiera estado alerta tal vez lo hubiera esquivado (aunque con educación, que el chico estaba de buen humor). Al parecer estaban preocupados por él, lo que primero extrañó un poco al niño ciego y luego le molestó un poco.

- ¿No os han dicho que estaba bien? Pues no hay por qué preocuparse, estoy entero y de una pieza... - dijo mientras daba unos golpecitos amistosos en la cabeza de Resha y la separaba de su cuerpo - Kael, no tienes culpa de nada, cuando nos atacaron me fui en otra dirección a la tuya a posta. Si nos separábamos había más posibilidades de que alguno escapara y diera la alarma en el monasterio. Además, fuiste todo el camino con Charlotte al hombro, eso es algo casi increíble. Lo mío fue suerte, les conseguí dar el esquinazo.- dijo Gilbe con toda modestia.

Gilbe no preguntó por la niña, estaba algo molesto. Se había pasado la excursión entera lloriqueando por separarse de su hermana, que Kael hubiera arriesgado su huida por llevarle decía mucho de Kael pero poco de la chica.

¿Y qué tal? ¿Peleasteis con todos esos piratas?

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10/02/2013, 15:04
Richard Wivernfall

La vocecilla del joven invidente salió de entre las sombras tan inesperadamente que Richard pegó un pequeño salto sobre el sitio. Su tono sonó con absoluta naturalidad como si no hubiera sucedido nada y casi al momento Resha, tan preocupada por él como estaba, se abalanzó a sus brazos. Richard habría actuado igual, pero tratándose de él, se contuvo. De entre todos, era quien tenía un caracter más salvaje y retraído, pero eso no significaba que no mereciese aprecio.

-Bienvenido de vuelta- comenzó a decir cuando Gilbe terminó su explicación. -Cuando me enteré de que estabas solo me preocupé mucho. Pero a la vez confiaba en tí y sabría que volverías.- Acercó la mano hasta posarla sobre su hombro. -Creía en tí y veo que tenía razón para ello.-

Un abrazo tal vez le hiciera sentir violento, pero Richard pensó que ese leve gesto en su hombro le transmitiría el cariño que pretendía. 

-Hemos vuelto todos a pesar del miedo. Estamos todos bien salvo Elohim. Como habrás escuchado- con ese oído tan fino tuyo -Se lo han llevado a la enfermería inconsciente.-

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10/02/2013, 15:57
Juliette Bourgeois

Ante la pregunta que Owen dirigió a las niñas, Juliette agachó un poco mas la cabeza si podía... y con un hilillo de voz respondió.

Si... bbueno, estabamos muy asustadas, pero todo salió bien.- Se notaba que la cría no estaba para nada cómoda hablando de sus debilidades... por mucho que fuera una simple niña, no estaba en un lugar en el que pudiera permitirse tener miedo.- El profesor Bronn y los chicos fueron muy buenos conmigo, y Kael se ocupó muy bien de Charlotte, así que al final todo salió bien.

La niña dirigió una tímida mirada a donde se encontraban Ace y Richard y añadió a todo aquello.

Lo siento chicos.- Su voz se notaba aún mas compunjida que antes -. He sido una carga todo el tiempo y no he servido de ayuda. Lo siento mucho de verdad.- Una lágrima recorrió la mejilla de la jovencita pelirrosa mientras se agarraba aún más a la mano de su, recién recuperada, gemela.

Estaba hablando cuando, sin la niña darse cuenta, apareció la Santa con las dos pequeñas y el ángel envuelto en una túnica marrón... Elohim estaba sangrando. La niña aspiró fuertemente en señal de sorpresa y se abrazó a su hermana más si cabía... si a Charlotte le hubiera pasado algo, probablemente Juliette hubiera enfermado de pena y culpa por no haber estado con ella.

La Santa sugirió a todos los que se encontraban en aquel pequeño grupito que desalojaran la plaza, al parecer el rector estaba furioso, y seguramente no fuera algo agradable de contemplar... pero aún faltaba Gilbe, tenían que averiguar como estaba y todo el mundo estaba preguntando por él, así que las jovencitas siguieron a la espera de nuevas noticias del joven invidente. El chico apareció, al cabo de un rato por aquel lugar, sin un rasguño y como si nada ni nadie pudiera dañarle...

Ojalá yo tuviera tanta seguridad en mi misma...- Se dijo la niña para sí.

Casi en el momento en que Gilbe apareció, Resha se abalanzó sobre el chico dandole un caluroso abrazo. Eso era algo que probablemente Juliette no hubiera hecho, no porque no lo tuviera en estima, ni porque no se hubiera preocupado por él... Eso era algo que claramente al joven le incomodaba y a la niña lo que menos le gustaba era molestar.

Al segundo de que Resha lo soltara de su abrazo, Richard, que también se había preocupado por el joven invidente se dirigió a hablar con él. Se notaba que se llevaban bien, y a Juliette le apenaba no haber sido todo lo buena compañera que debería con todos ellos, a partir de ahora intentaría que las cosas cambiaran, es bueno tener amigos en los que apoyarse.

Y justo en aquel momento la niña recordó algo...

Chicos.- Dijo la niña intentando alzar la voz todo lo que podía para que lo oyeran todas las personas de aquel pequeñó grupo -. Creo que deberíamos hacer caso a la Profesora Bernadette y deberíamos entrar al monasterio, ahora que ya estamos todos, quizá deberíamos movernos.- La niña dejó la pregunta en el aire esperando una respuesta por parte del resto de jovencitos.

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10/02/2013, 16:42
Charlotte Bourgeois

Habían llegado al monasterio, la pequeña estaba exhausta, magullada y sucia pero ya nada de eso importaba, había conseguido reunirse con aquella otra pieza clave de su existencia, su otra mitad, su reflejo...Juliette. La niña, pese al agotamiento evidente, parecía más feliz de lo que nunca la hubieran visto.

Se acercaron hasta sus respectivos tutores oficiales dejando atrás a Bronn, parloteando por el camino entre ellos. Una vez allí, frente a Owen y Judith, Charlotte parecía más relajada, estaba en casa, a salvo o al menos eso creía su inocente corazón.

El joven de los ojos dispares les recibía, curioso por cómo habían conseguido sobrevivir a la salida e intentando suavizar un poco la tensa situación en la que se encontraban tras la odisea vivida aquella noche. Judith, en cambio, parecía distraída.

Ante la pregunta del muchacho, Juliette se apresuró a responder por ambas, diligente y amable como siempre. Charlotte secundaba sus palabras, tímida, tras su hermana y con el gesto ligeramente ensombrecido, sintiéndose nuevamente culpable, al igual que ella, por haber sido una carga para su grupo.

Al poco apareció la Santa Bernadette con las niñas que faltaban y un bulto bajo el brazo del que asomaba una cabellera rubia entintada de sangre. Al principio lo miró con extrañeza, pero en cuanto recordó la repartición de los grupos y reparó en la identidad del susodicho, sus ojos se abrieron con preocupación; parecía que necesitaba atención médica inmediata, eso eran buenas noticias, al menos mejores de lo que podrían haber sido. Charlotte, con la manita en un puño sobre su pecho, suspiró aliviada; dedicó una mirada entristecida a Ace, empatizando con sus sentimientos.

Bernadette mencionó que el Rector estaba muy cabreado por lo sucedido, aconsejando retirarse a sus respectivas habitaciones antes de que pudiera cortarles las cabezas. Ante aquello Charlotte quedó bastante confusa, no entendía los motivos que el señor Reinhold pudiera tener para emprenderla contra ellos, pues no habían sido más que las víctimas de aquel fatídico incidente; qué inocente.

Varios habían hecho alusión a Gilbe, cosa que menoscababa cada vez más a la niña, pues le habían dejado allí, a su suerte, sin poder hacer nada por ayudarle. Aquella sensación de impotencia que sintió al abandonar a su compañero la acompañaría durante bastante tiempo, no se hubiera podido perdonar jamás que le hubiera pasado algo pero por suerte, como un mismísimo milagro apareció de la nada con su fiel compañero, estaba perfectamente; Charlotte no pudo evitar que el rubor se adueñase de sus mejillas al reflejarse el rostro del chico en sus vidriosos ojos verdes.

Todo lo sucedido aquella noche había dado mucho que pensar a la pequeña, haciéndola replantearse cosas en las que antes no hubiera reparado. La vida te daba lecciones y Charlotte otra cosa quizás no, pero era buena estudiante; su determinación se reforzaba.